Líder estratega para el éxito de la empresa

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2 técnicas de liderazgo asertivo para guiar a tu equipo

La asertividad es una conducta importante para las personas que son líderes de alguna empresa o proyecto, y una experta te dice cómo aplicarla.

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Por Mtra. Alejandra Apiquián Guitart, Anáhuac

La asertividad puede marcar la diferencia en el estilo directivo. Muchas personas suelen ir de un extremo a otro en su deseo por alcanzar resultados tangibles: o se muestran demasiado laxos y pasivos o son autocráticos y agresivos.

El comportamiento asertivo se refiere a la conducta de una persona que sabe manifestar sus convicciones y defenderlas de un modo directo, honesto y claro, sin dejarse llevar por emociones como el enojo, la frustración, el miedo, etcétera.

Por esta razón, la asertividad es una conducta tan importante para las personas que son líderes de alguna empresa o proyecto.

Una característica de los líderes asertivos es su estilo para dirigir a sus colaboradores, pues en vez de imponerse y confrontar de forma desafiante para hacer que las cosas se hagan a su manera, suelen demostrar disposición para escuchar y colaborar logrando un sentido de equipo y pertenencia a la organización.

Un líder asertivo es capaz de solicitar lo que desea, negarse a hacer algo que no quiere y reclamar o pedir cuentas cuando lo considera necesario, pero siempre de una manera apropiada y serena.

Aunque suena fácil no existe una fórmula sencilla para lograr esta comunicación con los empleados, ya que intervienen varios factores como el carácter o personalidad de quienes lo rodean, la respuesta emocional particular de cada persona y, por supuesto, las circunstancias prevalecientes en la organización.

Entre las principales características de un líder asertivo están:

• Demuestra confianza, seguridad y libertad  para expresar lo que piensa, siente y quiere sin lastimar a los demás.
• Es capaz de comunicarse de manera directa, abierta y franca con cualquier persona, ya sea un extraño o conocido.
• Reconoce sus fortalezas y acepta sus limitaciones pero sin sobrevalorarse ni menospreciarse.
• Prefiere no establecer ningún compromiso cuando no está seguro de poder cumplir.• No utiliza la agresión ni la sumisión como formas de manipulación a terceros.
• Sabe lo que quiere y trabaja para conseguirlo, haciendo lo necesario para que las cosas sucedan mostrándose más proactivo que activo.
• Acepta la responsabilidad total por sus decisiones y actos.
• Entiende la importancia de aclarar lo que le disgusta antes de llegar al conflicto.

Ahora bien, la asertividad puede ser una habilidad indispensable en aquellos momentos de tensión en el trabajo cuando es necesario hacer una crítica o decir algo a otra persona que sabemos que no le va a gustar.

Cuando tenemos que hacerlo, en nuestra mente surgen dos preocupaciones, la primera es poder expresarlo sin herir los sentimientos y, la segunda, es lograr comunicar de manera clara y precisa para generar un genuino y sincero compromiso de cambio.

A continuación se describen dos técnicas que pueden ser útiles para proporcionar retroalimentación negativa a un colaborador o compañero de trabajo demostrando asertividad y liderazgo.

Técnica del Sandwich

Con esta técnica puedes lograr que tu interlocutor acepte mucho mejor tus comentarios y además se motive a mejorar. Esta técnica también se conoce como la Regla de las 3 K: Kiss, Kick, and Kiss again.

Un principio básico para usar esta técnica es separar la identidad de la conducta, esto es, sí hablas de su identidad es muy probable que tu interlocutor se sienta atacado y lo hagas sentir mal, pero sí te enfocas en su conducta se podrá dar cuenta de lo que puede mejorar.

La manera de usar el sándwich seria la siguiente:

– Empezamos con un comentario positivo o un cumplido hacia la persona diciéndole lo que te gustó. Esto ayuda a relajar la tensión ante un posible conflicto.
Ejemplo: Quiero que sepas que estoy muy satisfecho con tu desempeño pues has tenido muy buenas ideas en este proyecto.

– Después de este mensaje positivo, debes hacer la crítica haciendo hincapié en lo que se desea corregir, hablando sobre las áreas que crees que podría mejorar.
Ejemplo: Sin embargo, me parece que debes enfocar tu atención a los detalles para evitar errores y demoras en las entregas. Me gustaría que hagas tu plan de trabajo para el siguiente proyecto y me lo presentes la próxima semana para revisarlo juntos.

– Finalmente, terminamos diciéndole algo positivo sobre su conducta y/o identidad.
Ejemplo: Estoy seguro que lo puedes conseguir ya que hasta ahora has hecho un buen trabajo.

Técnica de la Transparencia

Consiste en expresarse con claridad y precisión, por lo que si el trabajo de tus compañeros o subordinados no cumple con lo esperado o   está mal hecho, simplemente se dice y punto.

En esta técnica se eliminan los comentarios positivos que suavizan la crítica pero que pueden llegar a confundir y evitar que el receptor capte con claridad el mensaje.

El inconveniente de esta técnica es la actitud defensiva que puede llegar a provocar. Un ejemplo de esta técnica sería:

“Estoy un poco preocupado por el proyecto que tienes que entregar la próxima semana, pues la presentación que me enviaste podría llegar a crear confusión. Me gustaría hablar contigo sobre nuestra estrategia y comentarte la forma en que me gustaría que se abordara la reunión con los clientes. Quiero empezar por describir lo que encontré y levantó mis preocupaciones y saber si tú has visto lo mismo. Una vez que estemos de acuerdo podríamos planear, organizar y tomar decisiones. ¿Qué te parece?”.

Esta técnica establece que ir directo al punto no necesariamente implica ser duro, insensible o agresivo, pues sí bien es cierto que a nadie le gusta escuchar comentarios negativos, siempre es preferible la honestidad para poder corregir y componer lo que se ha hecho mal y no repetir los errores.

Por último, es importante señalar que un líder asertivo también sabe encontrar el momento oportuno para decir algo importante a sus colaboradores.

Por esta razón, considera que si tienes que corregir a alguien no lo pongas en evidencia delante de los demás. Busca un momento en el que no haya nadie más y puedes llamarle a tu oficina o algún otro lugar privado para hablar.

Del mismo modo, los elogios también deben darse a nivel individual, de lo contrario, se pueden despertar recelos y envidias en otros compañeros de trabajo, especialmente, si siempre es la misma persona quien recibe los elogios.

La autora es coordinadora académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Anáhuac México Norte y puedes contactarla en aapiquian@anahuac.mx

Publicado en Alto Nivel. Post original aquí.

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Autoconocimiento: El primer paso hacia un liderazgo auténtico

Curso: Autogestión y trabajo con sentido

Profesor: Luz Eugenia Mundaca, Sebastián Vidaurre

La mejor forma de alcanzar un liderazgo efectivo es siendo la persona que realmente se es, es decir, con autenticidad y sin caretas. Esta es la mejor fuente para generar confianza y cercanía con los demás.


2067120La posibilidad de ser consistente emana de la autenticidad. Esto implica escuchar la voz que nos indica cuál es el rumbo que necesitamos seguir y cuál es la manera de recorrer el camino de la vida, sintiéndonos plenos y felices. Escuchar y seguir la voz interior de nuestro auténtico ser, nos entrega las mejores oportunidades para florecer y encontrar el sentido en lo que hacemos. Desde esta plataforma vital, emerge el potencial de liderazgo.

En uno de los estudios de liderazgo de mayor relevancia de la Escuela de Negocios de Harvard, los investigadores encontraron que la característica predominante entre los 125 líderes estudiados, fue el atreverse a ser auténticos. Y alcanzar esta autenticidad tenía estrecha relación con la capacidad de conocerse a sí mismo.

La historia de nuestras propias vidas es una fuente de sabiduría muy poderosa. Soy quien soy, en gran medida, producto de esa historia personal, la cual se origina incluso mucho antes de nacer.

Rafael Echeverría, uno de los máximos exponentes mundiales del coaching ontológico, señala que somos arrojados a la vida como a un tren en marcha. De dónde venía ese tren; en qué momento histórico lo alcancé; junto a qué pasajeros ocupé mi lugar, son elementos constitutivos de mi ser actual.

Reconocer cuáles eran las emociones predominantes del hábitat que me recibió al nacer; qué expectativas había de mi llegada; qué sueños o dolores me albergaron en mis primeros meses y años de vida; son todos aspectos clave de cada uno de nosotros, y en algún grado, explican lo que profundamente nos mueve en la vida.

Como alguna vez escribió el novelista John Barth: “la historia de mi vida no es mi vida; es sólo mi historia”. Esto quiere decir que hemos construido explicaciones o narraciones respecto de lo vivido, y son esas explicaciones, más que los acontecimientos en sí mismos, las que nos han llevado a mirar el mundo de la manera en que lo hacemos, y más aún, a actuar de la forma en que actuamos.

Podemos darnos cuenta de las interpretaciones con las que hemos vivido y re enmarcar nuestras historias en una dirección que nos dé sentido positivo. Lo vivido no ha sido en vano, producto de ello aprendimos lecciones que hoy nos permiten dar lo mejor de nosotros mismos.

Acciones concretas del autoconocimiento

Además de hurgar en nuestras propias historias buscando aquello que realmente nos mueve en la vida –base de un liderazgo auténtico e inspirador– el autoconocimiento implica acciones concretas.

Conciencia emocional: Significa darse cuenta de qué emociones me “visitan” más recurrentemente; cómo reacciono desde cada una de ellas; qué impacto genero en otros con mis acciones y qué narrativas o pensamientos míos alimentan esas emociones recurrentes. El tomar conciencia de mis estados emocionales es, en sí mismo, una poderosa fuente de regulación emocional, lo que a su vez impacta poderosamente sobre las relaciones que establezco en mi ambiente laboral.

Conciencia motivacional: Preguntarse sobre qué necesidades importantes mueven e impactan mi comportamiento laboral, y en qué grado me estoy haciendo cargo de satisfacerlas o no. Cuánto conozco mi cuerpo, como la necesidad de descanso, de nutrición o de ejercicio físico. Y en el plano psicológico, identificar qué situaciones me proporcionan bienestar, disfrute y por lo mismo, me energizan. Desde este autoconocimiento, es posible diseñar experiencias que nos provean bienestar físico y psicológico, cuyo valor sobre el desempeño laboral es evidente.

Conciencia de mis puntos ciegos: Todos tenemos aspectos de nosotros mismos que no vemos, pero que los demás sí; son los llamados puntos ciegos. Una buena manera de conocerme en estos aspectos es solicitar retroalimentación, es decir, pedirle a otros que nos muestren acciones o conductas que generen impacto negativo en los demás. 

Conciencia valórica: Significa reconocer qué es aquello que más valoro en mi vida. Al tener conciencia de mis valores fundamentales, puedo ser más efectivo en armar experiencias, ambientes o relaciones que contengan los ingredientes que me hacen sentir pleno, porque calzan con lo que me resulta esencial.

Cifra: 125 líderes a nivel mundial comparten la convicción de atreverse a ser auténticos, según estudio de la Escuela de Negocios de Harvard.

Destacado: El tomar conciencia de mis estados emocionales es, en sí mismo, una poderosa fuente de regulación emocional.

Le preguntamos a los profesores

¿Es necesaria la ayuda de un externo para auto-conocerse? ¿Cuál es el rol del coach en este ámbito?

Para responder a esta pregunta, tomemos el ejemplo de una ejecutiva de una empresa chilena, quien comentaba hace poco lo importante que fue para ella descubrir lo mucho que valora tener relaciones cercanas, afectuosas y de confianza con sus pares. “Me importa mucho más con Quién que el Qué, y descubrirlo para tenerlo presente en mi trabajo, me ha devuelto la energía y el sentido en lo que hago”, relataba.

Entonces, ¿será siempre necesaria la ayuda de un externo para avanzar en el autoconocimiento? Si bien la reflexión personal e individual está siempre a nuestro alcance, el proceso de conocerse a sí mismo es mucho más profundo y significativo cuando se hace en compañía de otros.

Estos otros no necesariamente deben ser coaches, terapeutas o mentores, sino cualquiera con quien tenga una relación sincera y cercana. Estas intervenciones suelen estar orientadas precisamente a que la persona se conozca más a sí misma, y el poder está puesto en las conversaciones. Las personas con las que conversamos pueden entregarnos puntos de vista de aspectos de los que no estábamos conscientes, lo que en sí mismo es auto-conocerse.

En definitiva, conversar con otro, ya sea un colega, un jefe o un coach, contiene un enorme potencial para descubrirnos a nosotros mismos, sobre todo si estas conversaciones se dan en una atmósfera de genuino respeto y confianza.

Publicado en La Tercera. Post original aquí.

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El líder del cambio, según Drucker

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Por Alexis Codina

Hay que entender que el cambio es como “la muerte y los impuestos”, o sea que debe aplazarse lo máximo posible y sería muy preferible que no lo hubiese, plantea Drucker.

Ciertamente, resulta doloroso y arriesgado, y ante todo exige muchísimo trabajo duro. Pero si una organización- sea un negocio, una universidad, un hospital, etc- no ve como su cometido liderar el cambio, esa organización no a va a sobrevivir. En un período de cambio estructural veloz, los únicos que sobreviven son los líderes del cambio, concluye.

Para este autor, un líder del cambio ve el cambio como una oportunidad, lo busca y sabe encontrar los cambios acertados y cómo aprovecharlos, tanto fuera como dentro de la organización, lo que exige lo siguiente:

  1. Políticas para forjar el cambio.
  2. Métodos sistemáticos de buscar el cambio y adelantarse a él.
  3. La manera correcta de introducir el cambio tanto dentro como fuera de la organización.
  4. Políticas para equilibrar el cambio y la continuidad.

Algunos aspectos de interés que plantea Drucker para cada uno de estos factores se resumen a continuación:

1-Políticas para forjar el cambio

Hacer que la organización se torne más receptiva a la innovación está lejos de ser suficiente para convertirse en líder del cambio. Puede incluso ser una distracción, porque para ser un líder del cambio hay que tener el deseo y la capacidad, tanto de alterar lo que ya se está haciendo como de hacer cosas nuevas o diferentes.

La primera política – y el fundamento de todas las demás- es abandonar el ayer, un abandono organizado. La primera necesidad es liberar los recursos para que no se dediquen a conservar aquello que ha dejado de contribuir al desempeño y a producir resultados. No es posible forjar el mañana si uno no se despoja primero del ayer. Sin embargo, al hacer cualquier cosa diferente siempre se choca con dificultades imprevistas. Por eso, siempre se requiere un liderazgo ejercido por personas de alta y probada capacidad.

El líder del cambio pone cada producto, cada servicio, cada proyecto, cada procedimiento, en el “banquillo de los acusados” para hacerle un juicio de vida o muerte. Y lo hace con regularidad para lo cual debe hacerse la siguiente pregunta: “Si no estuviéramos haciendo esto ya, sabiendo lo que sabemos ahora ¿nos lanzaríamos a hacerlo?”. Si la respuesta es negativa, la reacción no puede ser “Hagamos otro estudio”, sino “¿Qué hacemos ahora?”.

En tres casos, la acción acertada deberá ser un franco abandono, propone Drucker:desafio-gerencia-drucker

  • Si un producto, servicio, mercado o proceso “aun tiene buenos años de vida”. Estos productos, servicios o procesos moribundos siempre son los que exigen más cuidado y los mayores esfuerzos. Amarran a las personas más productivas y capaces. Además, siempre sobre la “vida” que aun le resta a un viejo producto, servicio o proceso.
  • Igualmente es preciso abandonarlos si el único argumento para conservarlos es “ya está totalmente amortizado en los libros”. La pregunta no debe ser “¿Cuánto han costado?” sino “¿Cuánto van a producir?”.
  • El tercer caso en que el abandono es una política acertada – y el más importante – es el de aquel producto, servicio o proceso “viejo” y en decadencia cuya conservación implica el descuido del producto, servicio o proceso “nuevo”.

El abandono puede tomar diferentes formas. La solución acertada quizá sea hacer más de lo mismo, pero hacerlo de modo diferente.

Por eso, después de definir “qué debe ser abandonado”, la segunda pregunta que debe hacerse el líder del cambio es “¿cómo debe hacerlo?”. Por tanto, ha de plantearse la siguiente pregunta, también respecto de cada producto, servicio o proceso: “Si fuéramos a lanzarnos a esto ahora, sabiendo lo que sabemos, ¿nos lanzaríamos de la manera como lo estamos haciendo ahora?”.

Según Drucker esta es una pregunta que debe hacerse el líder del cambio respecto al producto, servicio o proceso de éxito con la misma regularidad y seriedad con que se hace para el producto, servicio, o proceso sin éxito.

Lo anterior se aplica a todos los aspectos de la empresa, pero debe considerarse con especial importancia a un aspecto que muchas veces suele descuidarse: los distribuidores y canales de distribución que, en épocas de cambio veloz, suelen cambiar más rápidamente que cualquier cosa. Además, es sobre ellos que probablemente tendrá su mayor impacto la “Revolución de la Información”, destaca Drucker. El ejemplo más evidente de esto es el impacto que ha tenido la irrupción del comercio electrónico en los enfoques y la práctica del marketing y de la comercialización. Un dato que puede ilustrar esto, en los EEUU, a fines de los años noventa, más de la mitad de las compras de automóviles se realizaban por internet, con lo cual, el papel de los concesionarios queda relegado a simples puntos de venta.

La siguiente política para un líder del cambio es lo que Drucker llama el mejoramiento organizado, lo que los japoneses llaman “Kaizen”. Consiste en que todo lo que haga interna y externamente una empresa debe mejorarse sistemática y constantemente: productos, servicios, procesos, marketing, tecnología, capacitación y desarrollo del personal, uso de la información. Tal mejoramiento debe realizarse a un ritmo anual previamente establecido: en la mayoría de las áreas, según han demostrado los japoneses, un índice de mejoramiento del tres por ciento anual resulta realista y alcanzable.

Ahora bien, el mejoramiento continuo precisa una decisión importante ¿Qué constituye “desempeño” en un aspecto dado?. Si va a mejorarse el desempeño – y éste es, naturalmente, el objetivo del mejoramiento continuo- tenemos que definir el significado de “desempeño”. Lo más importante aquí es partir de lo que tiene más valor para los clientes, que no se limita a la calidad de los productos, sino también los servicios que se prestan, la rapidez en la atención, los servicios de postventa, la garantía, entre otros aspectos.

La otra política que el líder del cambio debe establecer es la que denomina aprovechamiento del éxito. Drucker critica que los “informes mensuales” que realizan la mayoría de las organizaciones se centran en destacar los problemas, planteando “no se pueden desconocer los problemas, y los graves tienen que atacarse. Mas para ser líder del cambio, las empresas tienen que concentrarse en las oportunidades. Tienen que matar de hambre a los problemas y alimentar las oportunidades”.

Para esto, sugiere un cambio de procedimiento pequeño pero que considera fundamental, una “primera página” adicional en el informe mensual que resalte dónde los resultados son mejores de lo previsto, sea en ventas, ingresos, utilidades o volumen, planteando que ciertas organizaciones que se han convertido en líderes del cambio le dedican un mañana o un día completo a la página de oportunidades y, después, una segunda mañana a los problemas.

Las empresas que logran hacerse líderes del cambio tienen cuidado de asignar el personal necesario para aprovechar las oportunidades para lo cual, al destacar los éxitos y el personal que demuestra capacidad y buen desempeño, aprovechan para hacer reconocimientos y asignarlos a las tareas que constituyen las mejores oportunidades. Ello implica que la primera oportunidad para efectuar un cambio con éxito, según Drucker, es aprovechar los éxitos propios y edificar sobre ellos.

Un ejemplo que destaca es el de la empresa japonesa Sony, que se convirtió en uno de los líderes mundiales en varios negocios aprovechando sistemáticamente un éxito tras otro. Todos los productos electrónicos de consumo de Sony se basan en un producto que Sony ni siquiera inventó: la grabadora magnetofónica, cuyo éxito se aprovechó para diseñar el siguiente producto y luego otro, basado en el éxito de este y así sucesivamente.

2-Métodos sistemáticos de buscar el cambio y adelantarse a él. (Creación del cambio)

Sin las políticas de abandono, mejoramiento y aprovechamiento del éxito, ninguna organización puede pretender convertirse en innovadora de éxito, considera Drucker.

Sin embargo, para ser una exitosa líder del cambio la empresa tiene que tener una política de innovación sistemática, lo que propicia la creación de una mentalidad para que la empresa se convierta en líder del cambio. Hace que toda la organización vea el cambio como una oportunidad.

Lo anterior precisa una política sistemática para buscar, cada seis o doce meses, cambios que puedan ser oportunidades en los aspectos que este especialista considera “las ventanillas de oportunidad”, entre las que señala:

  • Los éxitos y fracasos inesperados de la organización misma, pero también los éxitos y fracasos de los competidores.
  • Las incongruencias en el proceso, sea de productividad o distribución, o bien en el comportamiento de los clientes.
  • Las necesidades del proceso.
  • Los cambios en las estructuras de los mercados y la industria.
  • Los cambios demográficos.
  • -Los conocimientos nuevos.

Un cambio en cualquiera de estos aspectos suscita la pregunta: “¿Es esta una oportunidad para que innovemos, o sea, para que desarrollemos productos, servicios, procesos diferentes?. ¿Es indicativo de mercados o clientes nuevos o diferentes?. ¿De tecnologías nuevas y diferentes?. ¿De canales de distribución nuevos y diferentes?. La innovación nunca estará libre de riesgos, pero si se basa en el aprovechamiento de lo que ya ha sucedido será mucho menos arriesgada que abstenerse de innovar aprovechando estas oportunidades.

La innovación no es un “destello de genialidad”, es trabajo duro y este trabajo debe organizarse como parte integral de cada unidad dentro de la empresa y de cada nivel gerencial, plantea Drucker.

¿Qué no hacer?. Hay tres trampas que se deben evitar, aunque los líderes del cambio caen en ellas una y otra vez.

  1. La primera trampa es una oportunidad de innovación que no concuerde con determinadas realidades estratégicas. Se refiere a que, cualquier oportunidad que se identifique debe corresponderse con las tendencias que se presenten en el entorno en el que se mueve la empresa, en los aspectos tecnológicos, económicos, demográficos, sociales, y políticos.
  2. La segunda es confundir “novedad” con “innovación”. La prueba de una innovación es que crea valor. Una novedad sólo crea diversión. Sin embargo, sucede una y otra vez que la gerencia decide innovar porque está aburrida haciendo las mismas cosas. La pregunta de una innovación, además de su prueba de “calidad” no es “¿Nos gusta?”, sino “¿La desean los clientes y estarán dispuestos a pagar por ella?”.
  3. La tercera trampa es confundir movimiento con acción. Típicamente, cuando un producto, servicio o proceso deja de generar resultados y llega el momento de abandonarlo o cambiarlo radicalmente, la gerencia “reorganiza”. La reorganización es necesaria muchas veces, pero después viene la acción, es decir, después de enfrentar el “qué”, y el “cómo”. La reorganización es simple “movimiento”, que nunca reemplaza la acción.

Estas tres trampas son tan seductoras que todo líder del cambio puede prever que caerá en alguna de ellas. Hay una sola manera de conjurarlas o zafarse si uno ha tropezado y ha caído: organizar la introducción del cambio, es decir, EXPERIMENTAR, plantea Drucker.

3-La manera correcta de introducir el cambio tanto dentro como fuera de la organización. (La experimentación)

Las empresas emplean todo tipo de investigación de mercados, de los clientes, etc. para limitar, si no eliminar, los riesgos del cambio. Pero, investigar el mercado de lo realmente nuevo resulta imposible. Al mismo tiempo, lo nuevo nunca sale bien la primera vez. Invariablemente surgen problemas que a nadie se le habían ocurrido. Es casi una “ley de la naturaleza” que todo lo que sea realmente nuevo, trátese de un producto o servicio o tecnología, encuentra su mercado y aplicación principal no donde el innovador y el empresario esperaban, ni para el fin para el cual se diseñó el producto, servicio o tecnología. Y esto es algo que ninguna investigación de mercados o de la clientela puede revelar, plantea Drucker.

Ni los estudios, ni la investigación de mercados, ni los modelos computarizados, pueden reemplazar laprueba de la realidad. Por tanto, todo lo mejorado y lo nuevo debe ensayarse primero en pequeña escala, es decir, como una prueba experimental.

La mejor manera de hacer esto es encontrar alguien en la empresa que realmente desee lo nuevo. Todo lo nuevo necesita algún abanderado, alguien que diga: “Voy a hacer que esto salga adelante” y que luego ponga manos a la obra. Esa persona tiene que ser alguien respetado por la organización. No es preciso que sea alguien de adentro, puede ser un cliente, por ejemplo.

Si la prueba experimental resulta bien – si descubren los problemas que nadie había previsto pero también las oportunidades que nadie previó, bien sea en términos de diseño, de mercado, de servicio- el riesgo del cambio suele ser muy pequeño. También, generalmente, queda claro dónde introducir el cambio y cómo, es decir, qué estrategia empresarial debe emplearse.

Por último, un buen liderazgo para el cambio requiere políticas adecuadas en materia de contabilidad y presupuesto. Exige DOS presupuestos separados, destaca Drucker.

En la mayoría de las empresas hay un solo presupuesto que se ajusta al ciclo económico. En las épocas buenas, se aumentan los gastos en todas las áreas y, en las épocas malas, se recortan. Pero, esto prácticamente garantiza que la empresa quedará marginada del futuro, alerta Drucker.

El primer presupuesto del líder del cambio es un “presupuesto de operación” que muestra los gastos para mantener el negocio actual, que generalmente es del 80 al 90 por ciento de los gastos totales. Este presupuesto siempre debe abordarse con la pregunta “¿Cuánto es el mínimo que debemos gastar para mantener andando las operaciones’”. En las épocas malas, esta cifra ciertamente debe ajustarse hacia abajo (aunque en épocas buenas, la mayor parte de ese presupuesto no debe ajustarse hacia arriba, no más que en la proporción del aumento del volumen de los ingresos).

El líder del cambio tiene un segundo “presupuesto separado, para el futuro”. Este permanece estable en épocas buenas y malas. Rara vez corresponde a más del 10-12 % de los gastos totales de la empresa. Muy pocos gastos para el futuro producen resultados si no se mantienen en un nivel estable durante períodos considerables, lo que es válido para los trabajos de productos, servicios y tecnologías nuevas, así como para el desarrollo de mercados y canales de distribución, y ante todo para el desarrollo del personal.

El “presupuesto del futuro” debe abordarse con la pregunta “¿Cuánto es el máximo que esta actividad puede absorber para producir resultados óptimos?”. Este monto debe mantenerse en épocas buenas y malas, a menos que la situación sea tan catastrófica que la conservación de tales gastos amenace la supervivencia de la empresa, recomienda Drucker.

Ahora bien, alerta este autor, el presupuesto para el futuro también debe incluir los gastos para aprovechar el éxito. La práctica más frecuente, y a la vez la más nociva, es recortar los gastos para el éxito, especialmente en épocas malas, a fin de conservar los gastos para operaciones corrientes, especialmente los gastos para conservar el pasado. El argumento siempre es “Este producto, servicio o tecnología es un éxito de todas maneras; no precisa más dinero”. El argumento acertado sería: “Esto es un éxito, por tanto debemos respaldarlo al máximo posible”. Y debe respaldarse, especialmente, en épocas malas, cuando es muy posible que la competencia reduzca sus gastos creando así una apertura.

4-Políticas para equilibrar el cambio y la continuidad

La institución tradicional se diseña con miras a la continuidad, lo que explica por qué chocan con la resistencia al cambio. Para la institución tradicional es un contrasentido.

Ahora bien, los líderes del cambio sí están “diseñados” para el cambio. Sin embargo, también precisan continuidad. Las personas necesitan saber dónde están situadas. Necesitan saber qué pueden esperar. No funcionan si el medio no es previsible, ni conocido. La continuidad resulta igualmente necesaria afuera de la empresa. La empresa también debe tener una “personalidad” que la identifique entre sus clientes y sus mercados.

Por tanto, cambio y continuidad no son términos opuestos, sino polos, destaca Drucker. Cuanto más esté organizada una institución con miras a hacerse líder del cambio, más tendrá que establecer continuidad interna y externa, y más tendrá que equilibrar el cambio veloz con la continuidad.

Puede preverse que tal equilibrio será una de las inquietudes principales de la administración de mañana. Ahora bien, ya sabemos mucho sobre la manera de lograrlo. Ciertas instituciones ya son líderes del cambio y ya han atacado el problema, aunque no siempre lo han resuelto.

Una manera es acoger la idea de socios en el cambio como fundamento de unas relaciones continuas. Esto es lo que hacen los japoneses respecto a la relación entre proveedor y fabricante, y lo que los negocios estadounidenses están adoptando velozmente por medio de la “contabilidad de cadena económica”, todo lo cual se facilita con la interconexión de redes de computación.

En el interior de la empresa también se forman asociaciones, con empleados de la organización, con personas que trabajan para una firma de contratación externa pero que en realidad son integrantes de los equipos de la propia empresa.

El equilibrio entre cambio y continuidad exige una labor constante en materia de información. Nada perturba más la continuidad y corrompe más las relaciones que la información mala o poco confiable. Ya es rutina en toda empresa preguntar, ante cualquier cambio por pequeño que sea: “¿A quién hay que informar sobre esto?”.

Toda firma que busque éxito, como líder del cambio, ha de tener la regla firme de que no haya sorpresas. Ante todo, se requiere continuidad respecto a los fundamentos de la empresa: su misión, sus principios, su definición del desempeño y resultados.

Por último, el equilibrio entre cambio y continuidad debe estar reflejado en la remuneración, el reconocimiento y los premios. Aprendimos hace mucho tiempo que una organización no producirá innovaciones si no premia satisfactoriamente a los innovadores. Del mismo modo, tendremos que aprender que una organización necesita premiar la continuidad, por ejemplo, considerando que los individuos que aportan un mejoramiento continuo son tan valiosos para ella, y merecen tanto reconocimiento y premiación, como el auténtico innovador.

Fuente: Drucker, P. (1999). Resumido del trabajo El líder del cambio, incluído en Los Desafíos de la Gerencia para el Siglo XXI, de Peter Drucker, Grupo Editorial Norma, Barcelona, 1999, págs. 101-132.

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Publicado en De Gerencia. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Análisis de problemas y toma de decisiones. Reto principal para una gerencia efectiva

Los líderes: ¿nacen o se hacen?

Seguir leyendo:

7 principios de Pensamiento Creativo

Organizaciones inteligentes, Si o No???

Para los interesados en consultar el libro de Peter Drucker citado en el post, pueden encontrarlo en Google Books en este link.

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10 Estrategias para liderar el Cambio

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Por Isabel Carrasco González

Richard Jolly, profesor adjunto de Comportamiento Organizacional en London Business School, el pasado 26 de enero de 2016 planteaba  en LBS Review, que el coraje, la preocupación junto al cuidado y la comunicación constituyen las herramientas básicas para liderar el cambio.

Ser un líder en estos tiempos de incertidumbre constituye un reto. Jolly, desde su experiencia como codirector del programa de liderar el cambio en LBS,  propone una serie de estrategias para conseguirlo

1.- Centrarse en las prioridades claves. No tenemos que distraernos con las miles de cosas que compiten por nuestra atención. Debemos analizar el porcentaje de nuestro tiempo que dedicamos a nuestras tres prioridades principales. Reservar tiempo para pensar es fundamental, no hay que caer víctima de las prisas.

2.- Construir un equipo. Necesitan conocer cuáles son nuestros objetivos y ambiciones para que se puedan comprometer para garantizar que se cumplen. Investigaciones recientes han encontrado que el 68% de los profesionales encuestados no comprendían la visión de la organización. La única forma de que las personas trabajen juntas para alcanzar una meta compartida es que conozcan cuál es ésta.

3.- Comunicar, comunicar, comunicar y pedir feedback para garantizar que se entiende el mensaje. Los profesionales tienen que saber hacia dónde se dirigen y qué es lo que se espera de ellos. Las personas se sienten valoradas si el líder comparte información con ellos. Les muestra que se confía en ellos y les ayuda a poder realizar su trabajo.

4.- Tener el coraje de abordar las conversaciones complicadas. Basar esas conversaciones en hechos no en sentimientos. Hay que demostrar objetividad. Recordar que como líderes actuamos como maestros. Debemos facilitar a nuestros colaboradores la información que necesitan para que puedan hacer las cosas bien, aunque nos cueste hacerlo.

5.- Crear un entorno en el que los profesionales sientan que sus acciones tienen un impacto. El rol del líder no es tanto liderar el cambio sino crear las condiciones para que otros lo hagan. Ordenar y controlar cada vez funciona peor en organizaciones complejas. No se puede imponer el cambio, los profesionales tienen que encontrar la forma en que deben resolver sus retos. La labor del líder es ayudar a su desarrollo y facilitarles el que puedan hacerlo.

6.- Ser un modelo de los comportamientos que esperamos de los demás.

7.- Confiar en nuestro instinto. En ocasiones podemos fallar por ser demasiado cuidadosos. Las organizaciones normalmente se equivocan no por tener la estrategia equivocada sino porque sus profesionales no hacen lo adecuado. Debemos evitar la frase: “Ellos deben,….” No existen ellos somos nosotros los que tenemos  que actuar.

8.- Demostrar a los demás que nos preocupamos por ellos, mostrar empatía.

9.- Mostrar  los beneficios del cambio según se van produciendo.Algunos profesionales necesitan ver los beneficios de una parte de un gran cambio antes de aventurarse a continuar.

10.- Identificar los agentes de interés. Hacer un listado de las personas que van a intervenir en el proceso de cambio y analizar cómo se sienten con respecto al mismo y la estrategia que tenemos que seguir con cada persona para lograr que jueguen el rol que tienen asignado.

Licencia de contenido del blog de “Hablemos de liderazgo”

Publicado en Hablemos de Liderazgo. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Los buenos líderes saben hacer preguntas (I)

Preguntar al Equipo. Los buenos líderes saben hacer preguntas II

Los buenos líderes saben hacer preguntas III

Los Buenos Líderes saben hacer preguntas IV

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Cómo liderar el cambio

Aprender a liderar desde el futuro emergente: La Teoría U de Otto Scharmer

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Liderazgo en Tiempos de Incertidumbre (parte 2)

por John C. Maxwell

9451a5d5fc272af67b69a69e7fb8d7d8_XLEn la última edición de Leadership Wired nos enfocamos en el Liderazgo de Rudy Giuliani durante los ataques terroristas del 11 de septiembre. Quisiera hacer notar cinco cosas que hacen los líderes en tiempos de incertidumbre, mientras utilizamos el ejemplo de Giuliani durante ese momento crítico.

Sabemos lo que hacen quienes siguen los liderazgos: buscar seguridad, esperanza y tienen una tendencia a paralizarse y a no hacer nada. Pero, ¿qué hacen los lideres en los momentos críticos?.

1.- Estudian a los otros líderes que han actuado exitosamente en momentos similares

Giuliani dejó la TV prendida toda la noche en caso de que los terroristas atacasen de nuevo. Colocó sus botas llenas de barro junto a la cama por si tenía que movilizarse rápido. No iba a dormir. Yaciendo en la cama con los rascacielos explotando una y otra vez en la pantalla de su TV, tomó un libro Churchill, su nueva biografía escrita por Roy Jenkins y fue directamente a los capítulos de la Segunda Guerra Mundial y absorbió las palabras del Primer Ministro, “No tengo nada que ofrecer sino sangre, trabajo, lágrimas y sudor”.

2. Dan esperanza a otros

El 12 de septiembre del 2001 Giuliani dio esta declaración a los medios; “Vamos a resurgir de esto más fuertes de lo que antes éramos. Más fuertes emocionalmente, políticamente y económicamente”. Téngase presente que ese era el mismo día siguiente después de los ataques. Una cosa es decir algo como eso días o semanas después de haber ocurrido y otra cosa es levantarse y decirlo con audacia y de una manera tan inmediata. En el polvo de todas las ruinas e incertidumbre, él encontró la fuerza para expresar esperanza.

3. Suministran compasión

Giuliani fue el Jefe de quienes repartían consuelo, suficientemente fuerte para permitir que su voz se desbordara en pena, compasión y amor. Cuando dijo: “El número de bajas será mayor de las que podemos soportar”, mostró una faceta que la mayoría no había visto antes. Fue triste e inevitable que un desastre de tal magnitud obligara a salir lo mejor de él. El trauma nos obligó a descubrir la ternura que él poseía, nos demostró la bondad que otorgó a las viudas e hijos de los caídos.

4. Mostró coraje a los demás

Antes de que ocurriese el 11 de septiembre, Giuliani tuvo una conversación con su padre sobre coraje y miedo. “Le dije: ¿le tienes miedo a algo?. Y el me dijo:”siempre”. Luego dijo: “Coraje es tener miedo pero debes hacer lo que debas hacer de todas maneras”. Su declaración en una conferencia de prensa apenas unas horas después del ataque estaba llena de coraje: “Nos esforzaremos ahora para salvar a tantas personas como sea posible y para enviar un mensaje de que la ciudad de Nueva York y las Estados Unidos de América son más fuertes que cualquier grupo de terroristas bárbaros. Deseo que el Pueblo de Nueva York sea un ejemplo para el resto del país y del mundo de que el terrorismo no puede detenernos”.

5. Permanecen cerca de las personas para darles seguridad

Sin la presencia del Presidente la mayor parte de ese día, Giuliani se convirtió en la Voz de América. Cada vez que hablaba millones de personas se sentían un poco mejor. Sus palabras estaban llenas de pesar y decisión, inspirando a Nueva York a inspirar a la nación. “Mañana Nueva York va a estar aquí”, dijo. También reaccionó al asalto con compostura -fue punta de lanza de cada uno de los esfuerzos de respuesta de la ciudad, desde ubicar oficiales de policía en cada una de las estaciones del Tren Subterráneo hasta el suministro regular de información al día a los medios- a medida que el impacto de la noticia se extendía a la nación y al mundo.

He tenido liderazgos en momentos de crisis muchas veces –nada comparado a esto- pero he encontrado que cada vez que la gente está insegura y cada vez que está emocionalmente aturdida, lo que necesitan más que nada es la seguridad de la presencia del líder, caminando a través de las multitudes, escuchándolas, alcanzándolas, abrazándolas, cuidándolas, en otras palabras, simplemente diciendo “Estoy aquí, estoy aquí por ti, estoy aquí para servirte, estoy aquí para ayudarte”.

Traducción:
Francisco La Salvia
E-mail: fls2002@latinmail.com

John C. Maxwell
Conferencista Internacional, especialista en Liderazgo, fundador del INJOY Life Club®

Publicado en Liderazgo y Mercadeo. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Liderazgo en Tiempos de incertidumbre

Para seguir leyendo:

Liderazgo, complejidad e incertidumbre

La incertidumbre del cambio

Gestión de la incertidumbre

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La comunicación, esencial para dirigir en tiempos de crisis

por Sue Carrie

comunicacion-esencial para dirigir en tiempos de crisis

Una crisis puede golpearnos en cualquier momento y  lugar amenazando  la estabilidad, seguridad, las finanzas o la reputación de la empresa. Por ello, la gestión de una crisis se convierte en una función ejecutiva vital que puede permitir, reducir o prever el daño producido a la compañía  y a los empleadores.

“Las épocas turbulentas son una oportunidad para que los directivos de las empresas demuestren su verdadera fortaleza de liderazgo. Los líderes tienen un papel crucial para infundir confianza y animar a los empleados a que se centren en las áreas prioritarias para el negocio y ayuden a la viabilidad de la empresa a medio y largo plazo”, explica Yolanda Gutiérrez, socia de la consultora española Mercer.

Y es que el goteo constante de malas noticias sobre la economía está teniendo un impacto nefasto en la moral de los empleados.

“Hace seis meses muchos pensaban que estábamos saliendo, aunque de manera cauta, de la sombra de la crisis, pero en lugar de situarnos en el lugar que muchos esperaban, estamos luchando por evitar caer en las profundidades de una nueva recesión. Los empleados están distraídos y confusos. Están preocupados por la continuidad de sus puestos de trabajo. No están seguros de la fortaleza económica de su empresa y quieren saber el estado de salud de sus ahorros para la jubilación. Por ello, el Comité de Dirección necesitará ser fuente, constante y regular en cuanto a la información dirigida a sus empleados”, sostuvo Gutiérrez.

Una comunicación efectiva para enfrentar una situación complicada siempre es necesaria, porque “muchos directivos están sintiendo en sus propias carnes la incertidumbre de hacia dónde va su empresa e, incluso, su economía personal ante este tipo de situaciones”, afirmó la académica de la Universidad Federal do Rio Grande do Sul (Brasil), Patricia Stabili, quien agregó que esa incertidumbre podría mermar la productividad y provocar inestabilidades peligrosas para la compañía.

“Por eso el papel de los directivos es fundamental para neutralizar este fenómeno. Es acá cuando los directivos deben comunicar desde el liderazgo, practicar la claridad, compartir la responsabilidad, coordinar los mensajes y mostrar a los empleados su rostro más humano”, dijo Stabili.

Sin embargo, un buen plan de gestión de crisis no puede ser improvisado sino que requiere de planificación exhaustiva, preparación y comprobación. El pilar de un buen plan de gestión de crisis es la comunicación.

“De ahí la importancia de tener un buen Plan de Comunicación que permita gestionar las percepciones internas y externas de negocio, porque un plan bien gestionado no sólo conserva, sino que también aumenta la reputación y credibilidad de la empresa, pues reduce la indecisión y la incertidumbre. La clave para una respuesta eficiente ante la crisis es la de estar preparados ofreciendo una rápida respuesta, narrativas claras y un plan eficaz de comunicación”, enfatizó el director del MBA de la Universidad del Desarrollo, Francisco Santibáñez.
Santibáñez agregó que un alto ejecutivo, para enfrentar la situación actual, debe tener foco y centrase en la acción en el que entregue lineamientos de trabajo y un marco de referencia para actuar.

Ser y parecer

Para mejorar nuestra aptitud para la comunicación, especialmente en épocas de crisis, debemos poner en práctica nuestros conocimientos.  Por ello, la consultora Mercer resalta ocho consejos para los directivos a la hora de gestionar la comunicación con los empleados en las situaciones a las que se enfrentan en la actualidad:

1.      Tire a la basura el libro de normas. Un dicho popular dice: “Cuando no tengas nada que decir, no digas nada”. En esta nueva situación de incertidumbre semi-permanente, lo opuesto es lo válido. Aunque no tenga nada que decir, comunique eso mismo a los empleados y déles un plazo para comunicarles más información. “Mantenga la comunicación con sus empleados y rellene los vacíos de comunicación con información actualizada en lugar de permitir rumores y conjeturas”, afirma la socia de Mercer.

2.      No presuponga que tiene el control. Ya son lejanos los días en los que los directores generales podían controlar lo que los empleados leían o escuchaban de la empresa. Internet, los blogs, la mensajería instantánea, posibilitan una comunicación a nivel mundial que implica que los empleados puedan saber cosas de la empresa al mismo tiempo (o incluso antes) que la junta directiva. “Sobra decir que los empleados perderían la confianza en su empresa si creen que la historia que está contando al exterior es diferente de la que ellos están oyendo de usted. Dote de consistencia sus comunicaciones internas y externas”, explica Yolanda Gutiérrez.

3.      Diga a los empleados lo que no cambiará. Utilice los fundamentos básicos de su negocio como forma de infundir confianza en los empleados. “Haga saber a sus empleados que, aunque los mercados estén revueltos, los valores de la compañía, la forma en que cree que la gente debe ser tratada, el concepto que tiene de servicio al cliente no cambiará”, comenta la socia de Mercer.

4.      Sea honesto en lo que sí cambiará.  Anticípese a las preocupaciones de los empleados y admita lo que podría pasar en un futuro. Comunique las posibles resultados y qué se está haciendo para conseguirlos si son positivos o qué se hará para evitarlos sin son negativos.

5.      Describa resultados positivos. Sea claro con las cosas que los empleados pueden hacer para marcar la diferencia. Las cosas que harán que continúe el negocio, mantenga los ingresos, reduzca los costes y retenga a los clientes. Los empleados deberían recibir un plan de acción de 10 puntos que deberían tener en mente cada día.

6.      Haga de todos sus directivos líderes de comunicación. Los estudios para determinar en quién confía la gente como fuente de información siguen mostrando que las figuras de autoridad (incluido el director general) están consideradas en cierta manera por debajo de “las personas como yo”. Utilice esto en beneficio suyo. Consiga que los empleados hablen con sus jefes inmediatos y también entre ellos, apoyando estas discusiones con material oficial y formación.

7.      Forme a sus empleados. Los trabajadores están viendo mucha información confusa y posiblemente conflictiva en los medios de comunicación. Las empresas pueden ayudarlos a entender qué está pasando, y reducir su incertidumbre, ofreciéndoles formación básica en temas financieros. Esto le ayudará en épocas problemáticas, contribuirá a desarrollar una fuerza de trabajo más eficaz comercialmente en un futuro y capacitará a los empleados de cara al cliente para responder dudas con mayor confianza. También puede darles un listado de preguntas frecuentes que incluya puntos sobre cómo afectan a la compañía las condiciones del mercado.

8.      Predique con el ejemplo. Los líderes deberían estar en primera línea de fuego mostrando a los empleados qué hacer y cómo comportarse. En épocas de incertidumbre y cambio, los líderes no sólo tienen que comunicar el mensaje verbalmente, sino que ellos mismos deben ser el mensaje y demostrarlo a través de su comportamiento.

Publicado en EDUCAMERICAS. Post original aquí.

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Liderazgo transformacional y comunicación

Empatía y comunicación. Primera “Aptitud social” de la inteligencia emocional

El falso debate de RRHH sobre comunicación 2.0.

#Comunicación: cómo impacta en nuestra cuenta de resultados (y en nuestra #estrategia)

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Liderazgo, complejidad e incertidumbre

por José Cabrera

Vivimos en la permanente contradicción de experimentar la realidad de la incertidumbre, y la creencia de que todavía podemos elegir el destino de nuestras vidas y el de nuestras organizaciones.

Ralph D. Stacey

5181398110_cddf23b53e_b1-800x600Cada día es más obvio que nuestros líderes no tienen la respuesta. A pesar de lo cual, la mayor parte de los libros sobre liderazgo, y las mejores escuelas de negocio, continúan negando lo obvio: nuestra incapacidad para gestionar, predecir o controlar lo que pasará en un contexto como el actual de volatilidad extrema. Seguimos empeñados en aplicar, sobre un territorio nuevo y volátil, herramientas diseñadas hace un siglo, pensadas para la planificación, el control, la certeza y la predictibilidad.

La premisa fundamental sigue siendo que el trabajo del líder es elegir el estado futuro de la organización, y guiar su desarrollo en esa misma dirección. Sin embargo, nuestra experiencia nos muestra, cada día, que en un mundo global, complejo e incierto, la realidad organizativa no es planificable; que emerge como resultado de innumerables interacciones e intereses imprevisibles; y que los conocimientos y experiencias que hemos ido acumulando en nuestro paso por el escenario anterior, acaban convertidos en disfuncionalidades y errores graves cuando se aplican al contexto actual sistemáticamente disruptivo.
organizational-complexityLa creciente incertidumbre social, económica y política exige de nosotros, pues, una buena dosis de humildad. Humildad para reconocer que el territorio ha cambiado significativamente, y que necesitamos con urgencia nuevos mapas que nos permitan explorar el futuro. Por eso, en la reflexión de hoy os propongo que relajemos nuestros modelos mentales y disfrutemos de la compañía de Ralph Stacey para adentrarnos en el mundo emergente de las ciencias de la complejidad y la incertidumbre.

El primer paso es que consigas abrir tu mente. Piensa que la posibilidad de comprender el nuevo contexto no depende de la claridad de los hechos, ni de la cantidad de información que tengamos, sino que, hoy más que nunca, depende de nuestra capacidad para crear nuevas perspectivas de la realidad, de integrar nuevas experiencias y desarrollar nuevas formas de acción colectiva.

La realidad de la incertidumbre
Tal y como explica Nassim Taleb en su libro “El Cisne Negro”, nos encontramos en un mundo nuevo, dominado por lo desconocido y lo imprevisible. Nos hallamos frente a un futuro emergente, en el que todos somos parte del problema y de la solución, y en el que, para abordar los nuevos retos, debemos asumir que “lo que no sabemos es más importante que lo que sabemos”. Tanto es así que la complejidad creciente de este mundo global, interconectado y compuesto por innumerables actores, nos lleva a pensar que la estabilidad, en el nuevo escenario, será la excepcion en un entorno estructuralmente inestable.

De ahí que esta sea, precisamente, una de las primeras preguntas que Ralph nos plantea en su libro: ¿Por qué seguimos hablando, explicando y prescribiendo soluciones a nuestros desafíos actuales sobre una base intelectual que contradice completamente a la experiencia?

Su propuesta para la Era de la Colaboración es sorprendentemente sencilla:

“Necesitamos dejar de fantasear acerca de lo que las organizaciones deberían ser, para dedicarnos seriamente a explorar la realidad de la vida de nuestras organizaciones”

Y eso mismo, explorar la verdadera realidad de nuestras organizaciones, es lo que vamos a intentar en los siguientes párrafos.

Las organizaciones son conversaciones
Ralph nos propone en su libro ver a las organizaciones como son realmente, como sistemas adaptativos, es decir como interacciones conversacionales entre personas y relaciones de poder en las que se negocian decisiones basadas en ideologías e intereses concretos, donde la continuidad organizacional y los cambios emergen impredeciblemente en vez de ser el resultado de un plan global predefinido.

Las organizaciones son conversaciones, en la medida en que la realidad organizativa emerge como resultado de las conversaciones que -día tras día- tienen lugar entre los miembros de las organización, y de las conversaciones entabladas entre los miembros de las organización y sus clientes y partners. Al fin y al cabo, son las experiencias que surgen en estas conversaciones ordinarias las que establecen la estructura de poder, las relaciones de inclusión y exclusión, y la propia identidad y valores de la organización; son estas interacciones y relaciones entre personas las que configuran la realidad de la organización, las que transforman esa misma realidad y las que, además, deciden su futuro. Y el orden jerarquico cuidadosamente planificado es realmente reemplazado, en el día a día de la organización, por un orden emergente desde la inestabilidad a través de procesos de auto organización.

La principal implicación de esta realidad es la siguiente: necesitamos cambiar el foco y la atención para pasar de los procesos -como hasta ahora- a las personas y sus interacciones. Algo que no va a resultar sencillo, sobre todo si tenemos en cuenta que esta que proponemos no es, precisamente, la perspectiva dominante. La literatura tradicional del management pone el foco en la ciencia de lo cierto, en vez ponerlo en la ciencia de la complejidad y lo incierto. Y esto nos obliga a plantearnos la siguiente cuestión: ¿cómo tomar las decisiones adecuadas en el nuevo entorno cuando el proceso racional no puede ser aplicado, y las técnicas analíticas se muestran incapaces de establecer la dirección futura?

Mi apuesta es clara: La incertidumbre se gestiona con mas diálogo e interacción y menos jerarquía y planificación. Nuestras organizaciones 2.0 deberán ser, esencialmente conversaciones, organizaciones centradas en las personas; organizaciones capaces de atraer y retener el talento de las primeras generaciones de profesionales nativos digitales. Ser competitivos ante la incertidumbre supone ante todo capacidad para adaptarse a los cambios. Esto implica que nuestras organizaciones tendrán que ser no solamente competitivas, sino extremadamente ágiles, capaces de innovar y de adaptarse a un entorno complejo y estructuralmente inestable; que deberán ser organizaciones más abiertas, sin fronteras funcionales, transparentes en su gestión y capaces de co-crear con sus clientes y partners. Organizaciones, en definitiva, en las cuales el liderazgo y la innovación será un trabajo de todos, y no el de unos pocos privilegiados situados en lo alto de la pirámide organizativa.

Autoorganización y emergencia
Ralph Stacey nos propone analizar la realidad de las organizaciones desde la perspectiva de las ciencias de la complejidad e incertidumbre. El reconocimiento de que las organizaciones son el resultado de una multitud de interacciones, tal y como, en cierto modo, sucede con los seres vivos y con otros sistemas complejos, nos lleva a afirmar que, al igual que ocurre con los seres vivos, la capacidad de adaptación es un eje motor de los cambios organizativos.

Pero, ¿cómo se organiza un sistema complejo? Un sistema adaptativo complejo consiste en un gran número de agentes, cada uno de los cuales se relaciona con los demás siguiendo sus propios principios locales de interacción. Esto significa que los sistemas complejos no obedecen a leyes prefijadas. En lugar de regirse por ellas, los agentes interactúan siguiendo sus intereses particulares. Y aunque en la mayor parte de los casos no existe una coordinación explicita de las interacciones -o precisamente por ello mismo-lo cierto es que el orden acaba emergiendo de forma natural.

La autoorganización es uno de los conceptos claves en las ciencias de la complejidad. Se trata es un proceso/forma organizativa en la que no hay una coordinación central, ni interna ni externa a la organización. En contraste con las organizaciones centralizadas -en que las que el poder se ejerce deliberadamente a través de mecanismos formales o informales de control- en las redes autoorganizadas, como es el caso en las redarquías, los agentes actúan y se comportan de forma exploratoria y experimental.

Y la emergencia es otro concepto que nos ayuda a entender el proceso dinámico por el cual surge -de forma impredecible- un orden superior, resultado de las múltiples interacciones que se producen en las organizaciones autoorganizadas. La emergencia es, por tanto, el nuevo orden. Un nuevo orden que resulta de la dinámica de las interacciones, que no viene marcado -como en las organizaciones jerárquicas- por la dirección y el control, y que, a diferencia de las férreas e inflexibles estructuras jerárquicas, es capaz de dar respuesta a los retos excepcionalmente complejos a los que nos enfrentamos.

Liderazgo e incertidumbre
Ambos temas, autoLiderazgo organización y emergencia, nos ayudan a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del liderazgo, y nos permiten poner el foco de la reflexión no tanto en los líderes que “actúan” sobre las organizaciones -una mera ilusión en tiempos de incertidumbre- sino en aspectos algo más soft pero a la vez mucho más definitivos, como son las conversaciones, las percepciones, motivaciones y los valores que guían el funcionamiento de esas organizaciones. El punto de partida consiste en entender que el trabajo del liderazgo como proceso adaptativo no es una prerrogativa de los líderes, sino el resultado emergente de las relaciones entre las personas de la organización. Por lo que la gestión de la complejidad requiere fomentar el liderazgo a todos los niveles, para lograr que el liderazgo se convierta en el trabajo de todos, y no solo -como viene sucediendo hasta ahora- de unos pocos elegidos situados en la cúspide de la pirámide.

El liderazgo adaptativo exige, pues, poner un mayor foco en las interacciones y en las personas. Como líderes adaptativos debemos ser capaces de influir en los demás, y de crear las condiciones que faciliten la emergencia de nuevas soluciones. Debemos fomentar la colaboración y la participación de todos, la cultura abierta y la transparencia en las interacciones, teniendo siempre en cuenta que la innovación surge según la forma en que las interacciones son gobernadas y facilitadas. Y debemos facilitar la comunicación y la co-creación entre los distintos nodos de la organización, para desarrollar al máximo el capital humano y social.

Todo sin olvidar que el objetivo final es la emergencia. Y la emergencia es lo opuesto al control, al ordeno y mando, al abuso de poder y a la opacidad.

Redarquía e incertidumbre
El hecho cierto es que no podemos abordar la complejidad y la incertidumbre utilizando las estructuras burocráticas actuales. La respuesta a los desafíos actuales ha de ser colectiva. Y eso significa que debemos explorar estructuras alternativas, nuevas formas de organización que nos permitan colaborar, y generar nuevos espacios de contribución situados más allá de los límites tradicionales.

Piensa que, hoy en día, en el seno de las organizaciones, las personas logran sus metas interactuando con un número pequeño de personas; es decir, a través de interacciones locales. Estas interacciones locales hacen que cada equipo, grupo o departamento tenga sus propias formas de hacer y relacionarse. Y están fuertemente condicionadas y limitadas por la estructura jerárquica, por las estructuras de reporting, por la división del trabajo y, muy particularmente, por la obligación de hacer lo que se considera correcto en la organización; es decir, por sus valores y su cultura.

El modelo organizativo tradicional nos constriñe, y nos impide dar una respuesta adecuada. La realidad nos muestra cada día que, en tiempos de incertidumbre, las estructuras jerárquicas funcionales -las divisiones operativas- compiten entre sí, luchan por los recursos internos, y se olvidan con frecuencia de que, en un entorno inestable e impredecible, la colaboración es la forma mas poderosa de crear valor. Olvidan, por tanto, que la colaboración y la confianza son claves para la adaptabilidad y flexibilidad organizativa en un entorno cada día mas complejo y global.

Los nuevos espacios de comunicación -los blogs, tweets y redes sociales- están teniendo un impacto real en los entornos de trabajo, en los procesos y en la estructura de nuestras organizaciones. Las nuevas generaciones de nativos digitales -recién llegados a las organizaciones- aprenden, innovan, colaboran y hacen las cosas de forma sustancialmente distinta a las generaciones anteriores. De ahí, la necesidad de crear nuevas estructuras y marcos de contribución mas dinámicos, que hagan posible la innovación y la diferenciación a todos los niveles. Y de ahí mi propuesta, que pasa por el desarrollo de una nueva estructura redárquica complementaria, que supla las evidentes carencias del modelo organizativo jerárquico, y lo vaya sustituyendo paso a paso, al ritmo que la organización lo necesite.

Como ya he explicado en otras conversaciones, la redarquía emerge como estructura natural de las nuevas organizaciones en red, facilita la innovación y hace posible que las personas creativas opten por aquellas contribuciones que más les motivan, y que mejor se alinean con sus propias habilidades. En la redarquía, las tareas pueden ser elegidas y no impuestas, y la capacidad de decisión de cada uno viene determinada por su reputación personal y el valor añadido que aporta a la organización.

Por eso pienso que, ante lo imprevisible, una estructura dual jerarquía-redarquía puede asegurar la sostenibilidad y la escalabilidad necesarias y, a la vez, es capaz de mantenerse ágil y flexible en sus interacciones con el entorno.

A modo de resumen
Lo radical de la propuesta de Ralph Stacey es que nos obliga a cambiar el discurso dominante frente a la crisis: en vez de dedicar toda nuestra energía a buscar responsables en nuestros líderes, gobiernos, empresas, instituciones etc., debemos dedicar algo de tiempo a reconocer que la realidad de la incertidumbre es algo que hemos creado entre todos; un resultado no planificado, que resulta de la emergencia de nuestros propios valores, acciones y omisiones. De ahí la importancia de que nuestros líderes dejen de hablar de lo que ellos y nosotros vamos a hacer, y empecemos hablar de lo que ellos y nosotros realmente hacemos.

De la misma forma que las civilizaciones no son el resultado de ninguna clase de planificación a largo plazo, las organizaciones y su cultura no son resultados de una planificación especifica, sino de la emergencia de las interacciones y relaciones de poder entre las personas que las forman. Es decir, de las propias interacciones entre las personas.

La herencia de las organizaciones objetivas, estructuradas y previsibles no es suficiente para abordar el futuro. Es necesario avanzar en el diseño -tal y como ya hemos hecho en otras ciencias- de un modelo no lineal de gestión, que pueda contener los sucesos emergentes y sea capaz de generar acciones a partir del seguimiento de las relaciones, y de la atención a las tendencias, rupturas y discontinuidades. En este sentido, la tesis de este autor es la siguiente:

“La mejor manera de prepararse para actuar no es intentar adivinar lo que está adelante y mirar hacia atrás, sino percibir la dinámica que nos trajo hasta aquí y aprender con ella”

Por lo que para salir con éxito de la crisis actual vamos a necesitar algo mas que ajustes presupuestarios, medidas de control financiero o nuevos bonos europeos seguros. Quizás debamos, como nos propone Ralph, comenzar por repensarnos radicalmente lo que hacen nuestros líderes, ejecutivos, gerentes y lo que hacemos todos nosotros cada día en nuestras organizaciones. La buena noticia está en que en las ciencias de la incertidumbre lo posible siempre es más edificante que lo real.

Publicado en Innovación en la gestión. Post original aquí.

Para seguir leyendo:

El cisne negro de Nassim Nicholas Taleb

La incertidumbre del cambio

Gestión de la incertidumbre

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Liderazgo en Tiempos de incertidumbre

por John C. Maxwell

Cuando a la gente le falta esperanza, el líder debe tenerla. Cuando a la gente le faltan respuestas, el líder debe darlas. Cuando a la gente le falta dirección, el líder debe dirigir”.
– John Maxwell –

Complexity-and-Innovation¿Cuándo la gente necesita más a un líder?
La respuesta es, en tiempos de incertidumbre.

He hallado que en tiempos de crisis e incertidumbre la tendencia es a que la gente se paralice. Básicamente dicen: “No sé si quiero tomar una decisión”. Por otra parte, los líderes deben estar constantemente liderando, aún en épocas de incertidumbre.

Uno de los mejores ejemplos que puedo utilizar para ilustrar cómo liderar en tiempos de incertidumbre es Rudy Giuliani, debido a su increíble liderazgo en New York City durante la crisis del 11 de Septiembre.

He aquí un pasaje tomado del Time Magazine, que lo nombró como la Persona del Año 2001:

“En la mañana del 11 de Septiembre, día primordial para New York City, Rudy Giuliani se mojó los pies al igual que todos los otros patos olvidados en el estanque.

La Torre de Fortaleza se había convertido en objeto de lástima: el cáncer del Hombre de Hierro lo había hecho vulnerable, las pasiones de su lealtad para su ciudad -sus policías, sus calles y sus jugadores de pelota- la dividían aún cuando había sido mejorada. Después de abandonar Gracie Mansión con su matrimonio en llamas, él se encontraba paseando por el campo en el Upper East Side y era la hora de escoger su sucesor: el final estaba en puertas.

El final estaba –de hecho- sólo unas pocas cuadras más allá. Habiendo acudido a la escena con las primeras noticias de los ataques, Giuliani casi se quema vivo. En las horas que siguieron, él debió cerrar partes de la ciudad y forzar la apertura de otras, crear un Comando Central de Obras y una morgue temporal, encontrar un millón de pares de guantes y máscaras antipolvo y respiradores, tomar previsiones contra otros ataques, detener a las pandillas que podían estar buscando venganza y de alguna manera persuadir al resto de la ciudad de que no había sido fatalmente herida en su corazón.

Fue una ocasión para descubrir lo que realmente éramos. “Puede que el propósito de todo esto –dijo Giuliani en el funeral de un amigo- sea descubrir si América hoy es tan fuerte como cuando luchamos por nuestra independencia o cuando luchamos por nosotros mismos como Unión para terminar con la esclavitud o tan fuertes como nuestros padres y abuelos que lucharon para liberar al mundo del Nazismo y el Comunismo”.

Los Terroristas –dijo él– contaban con nuestra cobardía. Desde entonces aprendieron mucho de nosotros y nosotros también de ellos”.

Pero al comenzar el nuevo milenio, el alcalde de New York Rudy Giuliani emergió de las cenizas del derrumbado World Trade Center construyendo la calma a una nación aterrorizada y ansiosa. Y conduciendo a la ciudad a través de una crisis de horror inimaginable diabólicamente diseñada para poner de rodillas a la nación más poderosa del mundo y Giuliani ubicó su sitial como el primer Gran Líder del Siglo.

¿Qué ocurre cuando la gente tiene incertidumbre?

1. Buscan Seguridad.
Las personas inseguras desean aferrarse a algo en lo que crean y que les dará seguridad.

2. Buscan Esperanza
Napoleón decía que los líderes reparten la esperanza.

3. No hacen nada.
La Tendencia es a paralizarse.

En la próxima entrega de Leadership Wired cubriré las cinco cosas que los líderes hacen en épocas de incertidumbre, utilizando como ejemplos las acciones de Giuliani durante la crisis del 11 de Septiembre.

John C. Maxwell
Conferencista Internacional, especialista en Liderazgo, fundador del INJOY Life Club®

Publicado en Liderazgo y Mercadeo. Post original aquí.

Para seguir leyendo:

La gestión en momentos de incertidumbre requiere lentitud

10 formas de enfrentarse al cambio y a la incertidumbre

La incertidumbre del cambio

La gestión de la Incertidumbre. El Desafío del Liderazgo en Contextos Inestables

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Los líderes: ¿nacen o se hacen?

liderazgo-gerenciaPor Alexis Codina

En un comentario sobre el artículo “Dirigir liderando”, publicado en este portal en diciembre pasado un lector de Venezuela planteó “…la única duda que tengo es si un líder nace o se hace…”. Es una pregunta obligada en cualquier actividad académica o de capacitación gerencial en el que se aborde el tema de liderazgo. La duda no ha escapado al interés de los especialistas, que se han dedicado a realizar diferentes investigaciones y a formular teorías y experiencias sobre el asunto.

Robbins reconoce que “…la literatura sobre liderazgo es voluminosa y mucho de ella es confuso y contradictorio”. Para facilitar el camino a través del “bosque” analiza tres enfoques que se utilizan para explicar lo que hace que un líder sea eficaz. El primero es la búsqueda de las características personales universales que los líderes podrían tener en algún grado mayor que los que no son líderes. El segundo trata de explicar el liderazgo en términos de comportamientos que uno puede observar. El tercero observa los modelos de contingencia, para explicar lo inadecuado de las teorías anteriores.

De los tres, el que podría acercarse más a la idea de que los líderes “nacen”, es decir que el liderazgo tiene un basamento genético es el primero, que se llama la “Teoría de los rasgos”. Sobre esto, Robbins informa que una revisión de 20 estudios diferentes identificaron cerca de 80 características de la personalidad, pero sólo 6 fueron comunes a cuatro o más investigaciones. Estas características en las cuales los líderes tienden a diferir de los no líderes son: la ambición y la energía, el deseo de dirigir, la honestidad e integridad, la seguridad en uno mismo, la inteligencia y el conocimiento relevante sobre el trabajo.

Tanto Robbins como otros especialistas desechan los resultados de estas investigaciones y de la “Teoría de los Rasgos”. Entre las razones que aducen destacan cuatro:

  1. Pasan por alto las necesidades de los seguidores (un liderazgo es efectivo sólo si “conecta” con las necesidades e intereses de los seguidores).
  2. No ponen en claro la importancia relativa de varias características.
  3. No separan la causa del efecto (por ejemplo, ¿son los líderes seguros de sí mismo, o su éxito como líderes fomenta la seguridad en sí mismos?).
  4. Ignoran los factores situacionales (un tipo de liderazgo puede ser efectivo en unas circunstancias y en otras no serlo).

Bennis y Goldsmith son más directos en sus conclusiones. En Learning to Lead, uno de los trabajos recientes más interesantes sobre liderazgo, analizan lo que consideran “Mitos sobre el liderazgo” en lo que incluyen lo siguiente, con sus comentarios correspondientes.

-Mito 1- El liderazgo es una habilidad natural. Nada más lejos de la verdad. Todos tenemos algo potencial de liderazgo. Unas personas pueden ser líderes en una organización y en otras no.

-Mito 2- Los líderes nacen, no se hacen. Muchas investigaciones demuestran que en determinadas condiciones, se convierten en líderes personas que no se habían identificado como tales hasta ese momento. La mayor parte de las capacidades y competencias del liderazgo pueden ser aprendidas, si existen los deseos y la voluntad de aprenderlos. Lo cual no quiere decir que es fácil y que “cualquiera” puede convertirse en líder.

-Mito 3- Los líderes son carismáticos. Algunos si, otros no. Nuestra experiencia es que el carisma es más el resultado de un liderazgo efectivo que a la inversa. Un efectivo liderazgo incrementa la atracción de los seguidores.

-Mito 4- Los líderes existen sólo en los niveles altos de una organización. Esto es falso, se pueden encontrar en cualquier nivel.

-Mito 5- Los líderes controlan, mandan, manipulan a otros. El liderazgo es tanto el ejercicio del poder como el “enriquecimiento” de otros (empowerment). Los líderes se apoyan más en la atracción que en “empujar”.

Durante los últimos 50 años Peter Drucker se dedicó a analizar el papel del líder, su comportamiento, sus metas. La primera de las conclusiones que extrajo de ese prolongado estudio es que, aunque los líderes natos existen, son demasiado escasos para las necesidades urgentes actuales. El liderazgo, por tanto, puede – y debe – aprenderse, concluye Drucker.

La segunda conclusión a la que llegó es que no existe tal cosa como una “personalidad” de líder. Tampoco existen los “rasgos” o las “características” de líder. “Entre los líderes más eficaces que conozco”, dice Drucker, “y con los que he trabajado durante 50 años, algunos se encierran en su oficina y otros son demasiado gregarios”. Algunos – no muchos – son “buenos tipos” y otros son rígidos y autoritarios. Algunos impulsivos y rápidos, otros estudian la situación y se toman siglos para llegar a una decisión. Algunos son cálidos, otros distantes, algunos vanidosos, otros retraídos y modestos. Algunos tienen el don de saber escuchar, mientras que otros son “lobos solitarios que no escuchan más que su propia voz”. Lo único en común es algo que no tienen: carisma, concluye este gurú.

Para Drucker, los mejores líderes saben cuatro cosas simples.

  1. La única definición válida de líder es que se trata de alguien que tiene seguidores.
  2. Un buen líder no es alguien a quien se “ama” o se “admira”. Liderazgo no es popularidad, liderazgo es resultados.
  3. Los líderes son muy visibles. Dan el ejemplo.
  4. Liderazgo no es ni rango, ni privilegios, ni dinero. Liderazgo es responsabilidad.

Los líderes de verdad son hacedores, no predicadores. Delegan cosas, muchas cosas, pero no delegan la única cosa que pueden hacer con excelencia, la única cosa que marca la diferencia, lo que define las normas o aquello por lo que quieren ser recordados. Eso lo hacen.

Pinchot cree que a medida que aumenta la proporción de trabajadores del conocimiento en una organización, aumenta también la necesidad de líderes. Hace falta gente que innove, que vea las cosas desde nuevos ángulos, que reaccione ante los clientes cambiando la forma de hacer las cosas.

En las investigaciones de Kotter sobre ¿Qué hacen los líderes? identificó lo que considera que son los “requisitos para un liderazgo efectivo” que son: conocimientos del sector industrial y de la organización, relaciones en la empresa y en el sector industrial, reputación e historial, potencial y habilidad, valores personales y motivación. Cuando analizó de dónde proceden los atributos necesarios para estos requisitos llegó a la conclusión de que “un número sorprendentemente elevado de dichos atributos se desarrollan en el trabajo, como parte de la carrera profesional”, es decir que no se nace con ellos, sino que se desarrollan.

En las investigaciones de Goleman, Ryback y Weisinger sobre el papel de la inteligencia emocional y su impacto en el trabajo directivo llegan a la conclusión de que la mayoría de los aptitudes de la inteligencia emocional que tienen un impacto positivo en el liderazgo son aptitudes adquiridas, que se pueden aprender y desarrollar, por tanto, no son congénitas, no se nace con ellas.

Estos son los resultados de muchas investigaciones y los criterios de especialistas muy destacados, no sólo como académicos y estudiosos sino también como consultores de una diversidad de organizaciones. Sin embargo, ¿por qué todavía pensamos que el liderazgo es una cualidad innata, que “hay que nacer con ella”?. En los cursos, talleres y consultorías en los que trabajo el tema de liderazgo siempre surge esta duda. Pienso que es el resultado de la mitificación que hacemos de lo que es un líder, pensando en personas que han ejercido una gran influencia, en la historia, en las organizaciones, o en nuestra propia formación. Los idealizamos de tal manera que nos parece imposible poder usarlos como modelos para orientar nuestro comportamiento y acciones.

El liderazgo no hay que verlo en esos niveles “tan lejanos y excepcionales”. Un buen maestro, o un buen padre, ejercen funciones de liderazgo muy importantes, educan, crean valores, modelan comportamientos, sirven de modelo, en fin, tienen “seguidores”.

Hay muchas evidencias de personas que, hasta determinado momento, han sido “normales”, que no han mostrado capacidades especiales para ejercer un liderazgo efectivo. Sin embargo, en determinados momentos han tenido que enfrentar situaciones que han revelado sus potencialidades. Esto puede conocerse en numerosos libros que presentan relatos de la segunda guerra mundial, donde un pelotón ha perdido a su jefe, ha resultado necesario y ha surgido un líder dentro de los que quedaban. Muchas veces, las circunstancias “hacen” a los líderes y no al revés, como se piensa.

Para ejercer un liderazgo efectivo hace falta determinadas cualidades, como para aprender idiomas, destacarse en un deporte, ser un buen profesional, o cualquier otra actividad. Pero, las experiencias demuestran que, la voluntad, el estudio, y la constancia son capaces de desarrollar capacidades que pueden suplir la ausencia de determinadas “cualidades naturales”. Recuerdo que, cuando joven, yo practicaba gimnástica, un deporte muy complejo que requiere muchas habilidades, dominio de la técnica, elasticidad, etc. Un miembro del equipo con el que practicaba presentaba muchas dificultades en la mayoría de los ejercicios, tenia poca flexibilidad, sus movimientos eran torpes. Todos pensamos que sería el de peores resultados. Sin embargo, era el más constante de todos nosotros. Cuando terminábamos el entrenamiento se quedaba repitiendo los ejercicios muchas veces, entrenaba los días de receso, iba a las competencias de los más avanzados y les preguntaba muchas cosas. Al final, fue uno de los que mejores resultados obtuvo. Logró suplir su “falta de condiciones naturales”, con la pasión que tenía por el deporte, con la constancia y con la dedicación. Esa puede ser una enseñanza importante.

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Publicado en De Gerencia. Post original aquí.

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