El Conflicto en la Empresa

por Sofia Beguería

“Si te conoces a ti mismo, tú ganas cincuenta de cien batallas. Si conoces a la otra persona ganas cincuenta. Pero si te conoces a ti y a tu contraparte ganas cien batallas de cien”. –Sun Tzu

La presencia de las competencias emocionales en el personal de cualquier empresa traerá beneficios para el desarrollo del individuo en su puesto de trabajo, y brindará las herramientas necesarias para la resolución de los conflictos que se puedan presentar.

Las competencias emocionales son un aspecto que no solo tiene que ver con el control del carácter, sino que tiene mucho que ver con el trato de las personas y las maneras de demostrar y controlar los sentimientos. En la medida que una persona se conozca, puede aprender a controlarse, y a su vez, tener una manera adecuada de resolver diferencias, que son inevitables que se presenten en el día a día en una organización.

Con respecto a lo planteado anteriormente, el conflicto es una realidad importante en la vida de las empresas, es algo inevitable, según Cofer y Appley (1979). El conflicto resulta de dos o más tendencias de respuestas iguales, pero incompatibles. Pudiéndose definir también como aquel estado de tensión, que surge entre dos o más partes, porque tienen intereses iguales, diferentes u opuestos sobre alguien o sobre algo, a lo que ven difícilmente compatible o compartible con equidad entre ellos.

Igualmente, el conflicto puede ser un problema serio para cualquier organización, pero también la oportunidad de afinar las interacciones y de generar una dinámica más creativa productiva en ella. Básicamente es un problema de percepción porque las partes involucradas deben darse cuenta de que éste existe, si nadie es consciente del conflicto, entonces no existe, pero en el momento que una parte percibe que la otra a afectado negativamente, o está a punto de perjudicarla, en ese momento se inicia el proceso de conflicto.

La tarea del responsable del equipo es gestionar el conflicto no obviarlo. Los conflictos no deben ser olvidados sino resueltos ya que, un conflicto no resuelto llevará al fraccionamiento y disolución del equipo de trabajo tarde o temprano.

Un conflicto es:

  • Una situación de antagonismo u oposición que resulta problemática y de difícil gestión.
  • Aquel estado de tensión, que surge entre dos o más partes, porque tienen intereses iguales, diferentes u opuestos sobre alguien o sobre algo, a lo que ven difícilmente compatible con equidad entre ellos.

El conflicto surge divido a una serie de circunstancias dentro de la vida de los equipos y de la vida de las organizaciones:

  • Por las diferencias en necesidades, valores y deseos
  • Por las diferencias al percibir a los demás
  • Por las suposiciones de posibles ganancia o pérdidas
  • Por la falta de habilidad para integrar diferencias y falta de habilidad para dar y recibir

Podemos destacar cuatro categorías que pueden ser consideradas como las cuatro clases principales de conflicto:

  • Conflicto de rol múltiple: Un ejemplo de un conflicto de rol sería la situación en que un gerente sufre presión para aliarse con un bando en la disputa organizativa relacionada con colegas y empleados. Tal vez tenga que elegir entre la lealtad hacia sus colegas o hacia su grupo de trabajo.
  • Escasos recursos: En todas las organizaciones hay una cantidad limitada de tiempo, dinero y recursos humanos disponibles para lograr metas personales y de la compañía. Una fuente de conflicto principal surge cuando la demanda de los gerentes y los grupos de trabajo es mayor que la cantidad de recursos disponibles.
  • Valores y prioridades diferentes: A menudo, el conflicto empresario más difícil de resolver es el que se relaciona con la diferencia de valores. Es improbable que los valores cambien con el tiempo, puesto que son el fundamento del enfoque de vida del individuo. Por lo tanto, es improbable que las disputas entre grupos o individuos sobre la importancia relativa de valores básicos modifiquen o alteren la posición de cualquiera de los dos.
  • Diferencias de percepción de un problema: A pesar de que los miembros de una empresa pueden estar de acuerdo en términos generales sobre un problema, suele haber poco o ningún acuerdo acerca de lo demás. Las diferentes percepciones de las causas de los problemas de la organización, su impacto y las soluciones apropiadas a menudo pueden crear comportamientos defensivos y conflicto entre los individuos o grupos de trabajo en la misma empresa.

¿Qué ve usted aquí una copa o la silueta de la cara de dos personas?

Pregunta quizá muy típica pero no por ello útil y necesaria. Ambas respuestas son correctas y si usted que gestiona o forma parte de un equipo debe ser consciente de ello porque si no esa ceguera será el comienzo de una desavenencia. Estamos hablando de la percepción.

Dato importante
La percepción es un proceso por el cual recibimos impulsos del entorno y los dotamos de significado a través de la mente, del conocimiento, de las experiencias y de las expectativas de la persona.

Dado el ritmo rápido de cambio en las organizaciones, en la actualidad, los gerentes deben enfrentarse regularmente con tres clases de conflictos:

  • El primero, el conflicto grupal, suele tener que ver con cambios en las políticas, prácticas y estructuras corporativas que sitúan a las unidades de trabajo del mismo negocio en lugares opuestos. A medida que las metas corporativas y la dirección estratégica cambian, es común encontrar que subgrupos de la misma compañía se opongan entre sí sobre cómo lograr los resultados deseados.
  • Otra clase de conflicto al que todos los gerentes se enfrentan es el conflicto entre personas, que a diferencia del de grupos, éste ocurre a nivel individual. Es la tensión que surge entre individuos en una organización debido a las diferencias filosóficas y de percepción de la manera en que se debe llevar a cabo el trabajo, además de metas personales opuestas.

Mientras que hay otras clases de conflictos, tanto en los niveles individual como organizativo, aquellos que ocurren entre individuos y entre unidades de trabajo tienden a prevalecer en las organizaciones modernas, y son los que requieren atención continua de la conducción.

Los líderes deben poder aceptar el conflicto como una parte inevitable de la vida empresarial. Pues, así como el proceso de cambio se convierte en algo dado en toda la industria, los conflictos que aparecen de manera inevitable también se convierten en una forma de vida en la mayoría de las compañías. Pero no por necesario debe formar parte de la foto empresarial, es responsabilidad del líder solventar los conflictos de lo contrario:

  • Habrá pérdida de empleados valiosos
  • La calidad de las decisiones empeorará
  • Se instalará una baja motivación en el equipo
  • Se dará pérdida de tiempo gerencial

Para solucionarlo cualquier responsable de equipo no debe hacer presunciones si no pre­guntar a su equipo:

  • ¿Qué es lo que ocurre?
  • ¿Quién está implicado?
  • ¿Cómo sucede?
  • ¿Cuándo sucede?
  • ¿Dónde tiene lugar?
  • ¿Por qué acontece así?

Publicado en CEUPE Blog. Post original aquí.

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Qué es la asertividad y cómo ser más asertivo

por Pau Forner Navarro

¿Has estado alguna vez en una situación parecida a estas?

  1. Estás haciendo cola para subir al autobús y alguien se te cuela. Te enfadas pero no te atreves a decirle nada.
  1. Un amigo te pregunta si puedes ir a recogerlo al aeropuerto. A pesar de que te va fatal porque tienes mucho trabajo, le dices que sí. No quieres que se enfade contigo.
  1. Llevas tiempo pensando que mereces un aumento de sueldo, pero no se lo planteas a tu jefe. Está claro que no es lo más adecuado tal y como están las cosas.

Quizás te hayas sentido identificado con alguna de ellas. En cualquiera de estos casos deberías haber dicho lo que pensabas pero no lo hiciste.

La mayoría de las personas aceptamos pasivamente estas situaciones mientras sentimos como perdemos el respeto por nosotros mismos. Hasta que a veces llegamos al límite y estallamos de ira, lo que tiene unas consecuencias mucho peores.

Sin embargo hay una tercera forma de responder y de respetarte bastante más eficaz que la simple pasividad o la peligrosa agresividad. Estoy hablando de la asertividad.

En este artículo aprenderás por qué es tan importante, cuáles son sus límites y por qué no todo el mundo puede ser asertivo. También descubrirás 10 técnicas para dominar la comunicación asertiva y los 4 pasos que debes seguir para crear el mensaje asertivo perfecto.

¿Qué es la asertividad?

La asertividad es una forma de comunicación que consiste en defender tus derechosexpresar tus opiniones y realizar sugerencias de forma honesta, sin caer en la agresividad o la pasividad, respetando a los demás pero sobretodo respetando tus propias necesidades.

Si eres lector habitual de este blog probablemente ya conozcas su significado. Se trata de decir lo que realmente piensas controlando tu mensaje para que no sea demasiado agresivo o frágil.

Y aunque en teoría parezca sencillo, en la práctica no lo es tanto.

Sí, puedes aprender a ser más asertivo

Por fortuna la asertividad es un comportamiento que se puede aprender y mejorar. Se trata de una forma consciente de comunicar tus sentimientos sin dejarte llevar por las emociones, y se sustenta sobre la autoestima y confianza en ti mismo. Y recuerda que la confianza tan sólo puede desarrollarse a través de las experiencias personales, nunca leyendo libros o blogs en casa.

Espero que tampoco creas que ser asertivo solucionará todos tus problemas en la vida, porque no lo hará. Tampoco será apropiado en todas las situaciones porque cada contexto es distinto. Sin embargo, te puedo asegurar que te sentirás más confiado y te comunicarás más efectivamente cuando lo necesites.

Expresar tus verdaderos sentimientos y defender tus derechos puede ser maravillosamente reconfortante. Cuando dices lo que quieres, independientemente de si lo consigues o no, logras vivir de forma más auténtica y feliz.

Te sientes libre.

¿Para qué te servirá ser asertivo?

Ser asertivo sirve para exponer a los demás cuáles son tus verdades deseos y necesidades, y para demostrar dignidad, autoconfianza y respeto por ti mismo.

Lo más interesante es que las peticiones que hagas desde la comunicación asertiva tendrán muchas más probabilidades de tener éxito ya que estarás pidiendo legítimamente que se respete tu punto de vista. Habitualmente te será útil para:

  • Dar tu opinión, hacer una petición o pedir un favor a alguien de forma natural y no como si le estuvieras pidiendo que te perdonase la vida.
  • Expresar tus emociones negativas (quejas, críticas, desacuerdos, etc) y rechazar peticiones sin que los demás se sientan heridos o molestos contigo.
  • Mostrar emociones positivas (alegría, orgullo, agrado, atracción) y hacer cumplidos sin parecer demasiado volátil emocionalmente.
  • Preguntar por qué y sentirte legitimado a cuestionar la autoridad o las tradiciones.
  • Iniciar, continuar, cambiar y terminar conversaciones de forma cómoda y sin la sensación de estar ninguneando o faltando al respeto a nadie.
  • Compartir tus sentimientos, emociones y experiencias con los demás y favorecer que ellos compartan las suyas contigo.
  • Resolver los problemas cotidianos antes de que aparezcan emociones negativas como la ira y el enfado y la situación se descontrole.

Sin embargo, siendo asertivo no lograrás que la gente te quiera, no se enfade nunca contigo, y que te concedan todo lo que deseas. Por mucha asertividad que uses siempre habrá gente que seguirá dándote un no como respuesta si les pides algo que va en contra de sus intereses o valores.

También habrá quien te pueda malinterpretar y tomarse tu mensaje como un ataque personal. Nada es infalible.

5 razones para tener poca asertividad

Seguramente cuando eras pequeño te enseñaron que no debías contradecir a tus padres, familiares y profesores, ¿me equivoco? Esa idea puede llegar a arraigarse y convertirse en una voluntad inconsciente de intentar complacer siempre a los demás para evitar confrontaciones, rechazos, o la sensación de culpa por haber herido los sentimientos de alguien.

A muchos nos educaron en la idea de que siempre debíamos intentar satisfacer y priorizar a los demás, que no era correcto anteponer nuestras propias necesidades por encima de las de los otros,  y que cuando alguien decía algo que no nos gustaba debíamos callar.

Pero junto a la educación recibida, existen también otros factores que determinan que no te comportes habitualmente de forma asertiva.

1. Porque tienes baja autoestima y autoconfianza

La falta de asertividad es un círculo vicioso: cuando no eres asertivo probablemente te sientas menos valioso al ver como pisotean constantemente tus derechos, lo que te convertirá en una persona todavía menos asertiva en el futuro.

Recuerda que cuando no defiendes tus derechos o expresas tus emociones, estás invitando a los demás a que te traten de esa misma forma.

2. Por el significado de ciertos estereotipos en tu vida

Algunos roles están directamente relacionados con conductas no asertivas, como por ejemplo ciertos puestos de trabajo de bajo nivel o el rol tradicional de las mujeres en algunas culturas. Todavía en muchos lugares existe el estereotipo de que las mujeres deben ser sumisas mientras que los hombres deben ser agresivos.

La paradoja es que nosotros mismos nos presionamos para actuar conforme el rol que se supone que debemos desempeñar en cada momento: casi todos somos más pasivos y menos asertivos delante del director general que frente el compañero de trabajo con el que compartimos mesa.

3. Porque estás estresado o nervioso

Cuando estás estresado es habitual sentir que estás perdiendo el control de tu vida. En esas situaciones puedes actuar sin pensar y terminar expresando las emociones de forma muy agresiva o incluso extremadamente pasiva, como si nada tuviera ya importancia.

Este comportamiento, de nuevo, alimentará la sensación de ansiedad y probablemente provoque rechazo en los demás, con lo que el círculo vicioso vuelve a alimentarse.

4. Por tu tipo de personalidad

Mucha gente cree que han nacido más agresivos o más pasivos y que no hay nada que puedan hacer para cambiarlo.

Esta afirmación no es correcta del todo. A pesar de que es probable que exista una tendencia natural a reaccionar de una manera u otra, todo el mundo puede aprender a ser más asertivo.

5. Por tus experiencias anteriores

Como he comentado al principio, mucha gente ha aprendido a responder de forma no asertiva por imitación de la conducta de sus padres, amigos o roles de referencia. Si siempre has tenido a tu alrededor personas serviciales y complacientes, o agresivas y hostiles, es difícil que aprendas a reaccionar de otra forma.

El primer paso para ser más asertivo es conocer el origen del problema.

Las 10 claves para ser más asertivo

A continuación encontrarás una recopilación de técnicas y herramientas que han demostrado ser útiles para mejorar tu asertividad. No es necesario que las interiorices todas, con tan sólo poner en práctica algunas seguro que notas la diferencia.

1. Reemplaza tus pensamientos negativos

Para empezar es clave que sustituyas los pensamientos negativos que te surgen cuando haces valer tus derechos.

Evita pensar cosas como “Soy un mal amigo por no dejarle dinero a mi colega” y cámbialo por una visión más positiva y personal como “Merezco que me respeten y no puedo dejarle dinero a alguien que nunca me lo ha devuelto”.

No puedes cambiar tus emociones, pero sí la forma en que las interpretas.

Sólo si crees estar en el derecho de expresar tus sentimientos y defender tus ideas podrás hacerlo sin herir a nadie. Empieza a pensar egoistamente en positivo.

2. Comprende que la gente no puede leerte la mente

Un gran y clásico error de la gente pasiva es suponer que la gente sabe qué está ocurriendo en tu interior.

Quizás creas que tu jefe sabe que quieres un aumento de sueldo, o que tu novia espera que la invites a una cena romántica, o que tu amigo sabe lo mucho que te molesta que le dejes un videojuego y que luego no te lo devuelva.

Sin embargo la gente no suele tener ni idea de lo que te molesta o de lo que realmente esperas de ellos. Así pues, no utilices el argumento de que ya saben lo que quieres como excusa para no dar un paso al frente, porque es falso.

Si quieres que la gente tenga en cuenta tus deseos y necesidades deberás empezar por expresarlas claramente.

3. Defiende “tu” verdad, no “la” verdad

Hablar de forma asertiva no transforma tu mensaje en la única verdad, pero sí que lo transforma en tu verdad.

Espero que estés de acuerdo conmigo en que no existe la verdad absoluta. La verdad es un invento humano. Damos por sentado que determinadas cosas son ciertas para así poder entender el mundo que nos rodea.

Cada una de nuestras verdades se fundamenta en nuestras experiencias pasadas y conocimientos. Eso te permite hablar de tus verdades incluso cuando no son ciertas para los demás. Y por ese motivo también debes escuchar lo que ellos tienen que decir.

Las verdades pueden ser desagradables, pero ese no es el motivo para no decirlas. A menudo las verdades más duras son las más valiosas. ¿Te acuerdas de la historia del traje nuevo del emperador? Es una fábula sobre la falta de asertividad, y al final se demuestra que decir lo que crees que es verdad puede tener un poder enorme.

Una verdad que nunca te podrá ser negada es cómo te sientes. Nadie podrá discutirte si estás contento, triste o enfadado, porque sólo tú conoces tus sentimientos.

4. Recuerda tu objetivo pase lo que pase

Imagínate que llevas una temporada poco motivado en el trabajo y decides ir a hablar con tu jefe. Si tan sólo le expones el problema -no te sientes motivado- lo que haces es traspasarle toda la responsabilidad a él.

Lo que decida quizás te guste, o quizás no, porque le has dejado libertad para decidir.

Para ser asertivo no debes exponer tan sólo las situaciones, también debes dejar muy claro lo que quieres.

No es fácil saber lo que se quiere, así que te recomiendo que antes lo pienses detenidamente. ¿Realmente quieres un aumento de sueldo o un proyecto más motivador? ¿Deseas que tu novio no salga tanto con tus amigos o que cuando esté contigo te dedique más atención y cariño?

Cuanto más claro tengas lo que quieres, más probable será que lo consigas.

Una vez tengas un objetivo, no te apartes de él. En una conversación tensa es normal que haya ocasiones en las que la otra persona parezca no escucharte, no atienda a tus argumentos o incluso te desprecie.

En esos casos recuerda por qué estás allí. Recuerda que has regresado a la tienda a devolver un objeto defectuoso, que has llamado a tu vecino porque su música no te deja dormir por las noches, o que lo que realmente quieres es que tu novia no te ignore cuando está con sus amigas.

Tu objetivo es ése, y no ganar la discusión.

5. Sé siempre lo más concreto que puedas

Además de conocer cuál es tu objetivo real en esa situación, debes ser capaz de transmitir exacta y detalladamente lo que quieres y no una vaga idea general, o la situación probablemente se te escape de las manos.

Imagínate que entras en un restaurante a pedir algo para comer. ¿Verdad que no pedirías sólo “un bocadillo”? En su lugar pedirías algo más específico, como un bocadillo mediano de jamón ibérico con pan con tomate, ¿cierto?

Contrariamente a lo que hace mucha gente, no tiene ninguna utilidad mantener una conversación en la que tan sólo quieras expresar tu enfado. ¿Qué pretendes conseguir realmente?

Recuerda en todo momento cuál es tu objetivo, por muy tensa que se ponga la conversación, y sé cuantó más específico mejor. Sólo de esta forma podrás defender realmente tus necesidades.

6. Haz referencia a los hechos y no a tus juicios

Es muy importante que en general te acostumbres a hablar de hechos objetivos y concretos, y no de tus conclusiones. ¿La diferencia?

Hecho objetivo: “Tu escrito tiene faltas de ortografía y el formato varía en cada página”

Tu conclusión: “Tu escrito es una chapuza”

Así lograrás que tu comunicación sea mucho más precisa y que la gente no se sienta agredida ni juzgada antes de empezar a tratar con el problema.

7. Añade motivos a lo que pides

Cuando pidas algo que realmente quieras conseguir explica también tus motivos. Dar motivos es una excelente forma de reducir las probabilidades de que te rechacen porque tu interlocutor verá que hay un razón real que sustenta tu petición, y que no es un capricho tuyo.

Fíjate en estos dos mensajes asertivos:

-Me gustaría que me subierais el sueldo un 15% porque de esta forma estaré alineado con la media del sector por el trabajo que estoy realizando.

-Disculpa, ¿te importaría hablar un poco más bajo por el teléfono? Me duele un poco la cabeza y me cuesta concentrarme así.

De la misma manera, cuando alguien te pida algo también estás en tu derecho a negarte sin dar explicaciones. A pesar de que dar un motivo es bueno porque restará agresividad a tu mensaje y proporcionará una explicación a tu comportamiento, también estarás dejando una puerta abierta a que tu interlocutor te lo discuta.

Si negarte sin dar explicaciones te parece demasiado brusco, una buena idea es ofrecer alternativas al final de tu negativa:

-No puedo ayudarte con el trabajo. Estoy a tope hasta fin de mes. ¿Por qué no se lo preguntas a Andrea a ver si a ella le va bien?

Siempre que proporciones motivos concretos, tanto al pedir algo como al negarte, conseguirás que tu mensaje sea mucho más convincente y menos agresivo.

8. Habla desde “ti” y no desde “tú”

Incluso cuando no sea tu intención, es habitual que en las conversaciones intensas las demás personas perciban que las estás culpando. Utilizar la palabra “Tú” en tus argumentos puede intepretarse fácilmente como una acusación y entonces, como mecanismo de auto-protección, la gente se cierra y se distancia.

¿Por qué hablar desde ti (también llamado utilizar “mensajes Yo”) es tan importante en la comunicación asertiva?

Porque te ayudará a expresar tus verdades sin hacer que la otra persona se sienta atacada o se ponga a la defensiva. En lugar de decir “Me has tratado muy mal estos últimos días” puedes decir “Me siento disgustado con la forma en que me has tratado últimamente”.

Aunque básicamente estás diciendo lo mismo, lo centras en tus sentimientos en lugar de hacer ver a la otra persona que ha hecho algo mal. La clave es usar “Yo” en lugar de “Tú”, y mantenerse siempre concentrado en el problema que tienes, no en acusar o culpar la otra persona.

  • “Me siento incómodo cuando alguien conduce mi coche y prefiero ser yo quien lo haga” en lugar de “Es mejor que tú no conduzcas mi coche”
  • “Agradecería mucho que me avisara con unos días de antelación antes de decirme que tengo que viajar el fin de semana” en lugar de “Lo que ahora me pide es un problema”
  • “Me gustaría ser capaz de acabar mis argumentos sin que se me interrumpiera” en lugar de “¡Siempre estás interrumpiendo mis explicaciones!”

Hablar desde ti expresando lo que sientes, crees y opinas en lugar de lo que hace la otra persona conseguirá que tus mensajes sean mucho mejor aceptados.

9. Contagia tus emociones

Otra de las ventajas de los mensajes “Yo” es que son muy difíciles de discutir porque siempre irán seguidos de una emoción o sensación, y nadie te podrá discutir nunca cómo te sientes.

Además, las emociones se contagian al hablar de ellas. Cuando expresas lo que sientes la gente empatiza contigo porque conoce la emoción a la que te estás refiriendo.

La gente tampoco suele ser consciente de las consecuencias de sus acciones sobre el estado emocional de los demás. Describir tus emociones probablemente sorprenda a muchos y les haga reflexionar.

Me siento muy desilusionada cada vez que me prometes algo y lo incumples de nuevo” es mucho más asertivo y te permitirá mantener una conversación más productiva que con un “¡Nunca cumples tus promesas!”.

Describir con precisión tus emociones te ayudará a que la gente empatice más contigo y se muestre más receptiva a tus peticiones.

10. Reduce tu ansiedad con el lenguaje corporal

¿Te suena la serie “El encantador de perros”? En ella, el entrenador canino César Millán muestra cómo educa perros.

Pero la realidad es algo distinta: César no adiestra perros, sino que entrena a sus amos para ser líderes. Y gran parte de lo que se aplica a los perros también puede aplicarse a los humanos.

El aprendizaje fundamental de César es que los perros son animales de manada y están preparados para seguir a los líderes más asertivos, los que no pierden la calma con facilidad. Enseña a los dueños a comportarse de esta forma, ya que su anterior conductanerviosa se contagiaba a los animales.

En los hombres ocurre lo mismo. Debido a que las emociones son contagiosas, si quieres comunicarte de forma asertiva deberás transmitir también eso con tu lenguaje corporal. Pero hay más.

En un estudio realizado en 2010 en estudiantes y hombres de negocio en las universidades de Harvard y Columbia descubrieron que los líderes más efectivos presentaban altos niveles de testosterona y bajas concentraciones de cortisol en su sangre.

Los niveles altos de testosterona están relacionados con una mayor asertividad, mientras que cantidades elevadas de cortisol se asocian con el estrés y el nerviosismo. Los líderes presentaban más testosterona y menos cortisol que el promedio de participantes.

Pero lo que vieron a continuación fue sorprendente.

Descubrieron que es posible modificar los niveles de estas hormonas en sangre gracias a la propiocepción o vía de doble sentido entre el cerebro y los músculos. En concreto, encontraron un tipo de posiciones, las llamadas Posturas de Poder, capaces de incrementar la producción de testosterona y reducir los niveles de cortisol.

Las Posturas de Poder son aquellas que hacen tu cuerpo tan grande como sea posible, como la posición que adoptan los deportistas cuando ganan una competición (brazos levantados, pecho hinchado, cabeza ligeramente hacia arriba y boca abierta) o las personas cuando están orgullosas (manos apoyadas en la cintura, piernas separadas, mentón hacia arriba).

Estas posturas son innatas: las adoptan incluso los atletas ciegos pese a no haber visto nunca a nadie hacerlas.

Lo que el estudio reveló es que mantener una postura de este tipo durante dos minutos podía alterar la producción hormonal y hacer que la gente se comportara de forma más asertiva.

Cuando quieras ser asertivo no te encojas ni empequeñezcas tu postura. Mantén una postura corporal firme y calmada, sin mostrar debilidad a tu interlocutor ni, sobretodo, a ti mismo.

Las 4 etapas del mensaje asertivo perfecto

Varias investigaciones han demostrado que para conseguir la máxima asertividad debes usar la comunicación subjetiva para describir lo que ocurrirá si todo sigue igual, y a continuación presentar tu propuesta.

Las 4 fases son las siguientes:

  1. Los hechos. Primero describe la conducta de la otra persona. La conducta puede ser positiva o negativa, según si pretendes agradecer algo o expresar tu descontento. Recuerda que debes hablar de hechos y no de juicios, y ser lo más específico posible.
  1. Tus sentimientos. Ahora explica cómo te hace sentir esa conducta. ¿Frustrado? ¿Triste? ¿Satisfecho? Habla desde ti y de tus sentimientos, e intenta mantenerte calmado.
  1. Las consecuencias. Describe las consecuencias de que tu interlocutor siga manteniendo esa conducta. Aquí también puedes añadir los sentimientos que prevés experimentar, cómo ese comportamiento afectará a otras personas o situaciones, o dar más detalles de esa conducta.
  1. La solución. Finalmente explica concretamente los cambios que quieres que se produzcan en el comportamiento de la otra persona. De esta forma la gente podrá responder de forma proactiva, al contrario de si tan sólo expusieras un listado de tus problemas sin sugerir soluciones.

Aquí tienes tres ejemplos de un mensaje perfectamente asertivo:

  • “Has trabajado mucho para terminar este proyecto (conducta) y estoy muy orgulloso de ti (cómo te sientes). Así seguro que vas a tener éxito en tu negocio (consecuencias).”
  • “A menudo entregas tus proyectos tarde (conducta) lo que me molesta bastante (cómo te sientes) porque da la sensación de que todo el departamento es muy desorganizado (consecuencias). Quiero pedirte que a partir de ahora seas puntual en la entrega (solución).”
  • “Cada vez que me dices lo que debo hacer (conducta) me siento amenazado (cómo te sientes) porque gritas mucho y me señalas (más detalles). Me gustaría que dejaras de hacerlo de esa manera (solución).”

Aunque la mayoría de nosotros no hablamos de esta forma, es importante que reflexiones sobre la manera en que vas a expresar tus sentimientos a partir de ahora para que sea lo más clara y menos agresiva posible.

Empieza desde cero

De la misma manera que si estuvieras aprendiendo a montar en bici no te tirarías cuesta abajo por el Kilimanjaro, con la asertividad también debes practicar en situaciones menos comprometidas antes de aspirar a metas más altas.

Lo ideal es que empieces a practicar en situaciones de bajo riesgo, como pedir que te cambien de sitio en un restaurante o que te den otra habitación en un hotel.

Progresivamente, afronta situaciones más complejas como pedir incrementos de sueldo, negarte a favores de amigos, o discutir temas con alta carga emocional. Poco a poco irás cogiendo práctica y ganando confianza para ser más asertivo.

Cuando hayas hecho de la asertividad un hábito, te preguntarás como es que has sobrevivido hasta ahora sin usarla. Y luego ya no te harán falta estrategias porque empezarás a sentirte cómodo diciendo lo que piensas. Por que decir lo que piensas es lo natural.

Recuerda que habrá muchas ocasiones en las que no tengas éxito. Es normal. La clave está en no venirse abajo y volver a intentarlo con más ganas. No es el miedo al rechazo lo que separa la gente con mayor o menor confianza, sino cómo reaccionan a él.

La asertividad, finalmente, tiene un maravilloso efecto sobre la propia autoestima, convirtiéndose en uno de sus motores. Cuanto más te respetes a ti mismo, más te respetarán los demás, y ése es, en realidad, el objetivo final de la asertividad.

Publicado en Habilidad Social. Post original aquí.

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El valor de la empatía

por Àngels Mora

Cada vez que nos acercamos a las personas esperamos atención y comprensión, dando por hecho que seremos tratados con delicadeza y respeto. Pero, ¿cuántas veces procuramos tratar a los demás de la misma forma?

Debemos reconocer que en medio de nuestras prisas y preocupaciones nos volvemos egoístas y olvidamos que los demás también tienen algo importante que comunicarnos. El valor de la empatía nos ayuda a recuperar el interés por las personas que nos rodean y a consolidar la relación que con cada una de ellas tenemos.

La empatía es el esfuerzo que realizamos para reconocer y comprender los sentimientos y actitudes de las personas, así como las circunstancias que los afectan en un momento determinado.

Es muy común escuchar que la empatía es la tendencia o actitud que tenemos para ponernos en el lugar de los demás e identificarnos plenamente con sus sentimientos. Sin embargo, esto tiene el riesgo de dejar a la empatía en un nivel meramente emocional: “si siento lo mismo que el otro, entonces hay verdadera empatía”.

La realidad es que la empatía no es el producto del buen humor con que despertamos, como tampoco del afecto que nos une a las personas. Si esta combinación fuera común, siempre estaríamos disponibles para escuchar a los demás y dejaríamos momentáneamente nuestras ocupaciones, pensamientos y preocupaciones para atender a quienes nos rodean.

Desgraciadamente las circunstancias pocas veces son tan favorables, por eso la empatía es un valor que se vive habitualmente, totalmente independiente de nuestro estado de ánimo y disposición interior.

La empatía se facilita en la medida que conocemos a las personas, la relación frecuente nos facilita descubrir los motivos de enojo, alegría o desánimo de nuestros allegados y su consecuente modo de actuar. Esto se manifiesta claramente entre padres e hijos, en las parejas y con los amigos donde la relación es muy estrecha, quienes parecen haber adquirido el “poder de adivinar” que sucede antes de haber escuchado una palabra, teniendo siempre a la mano la respuesta y el consejo adecuados para la ocasión.

Aun así, este valor debe superar ciertos obstáculos: el cansancio, el mal humor, el dolor de cabeza y las preocupaciones propias del trabajo y el estudio. En casa se nota cuando los padres prestan poca atención a los “pequeños” problemas o alegrías de sus hijos, con su actitud -y muchas veces sin querer- procuran evadir esa molestia e inoportunidad para encerrarse en sí mismos; en la pareja cuando alguno da monosílabos, gestos o sonidos guturales como respuesta; cuando tenemos tantos problemas, y lo que menos deseamos es escuchar lo bien o lo mal que les sucede a los demás.

El problema es dejarnos llevar por nuestro estado de ánimo y obstinarnos en permanecer en nuestro mundo, damos a todo lo que ocupa nuestra mente la máxima importancia, comportándonos indiferentes y poco amables; queremos ser entendidos sin antes intentar comprender a los demás. Por tanto, la empatía implica generosidad y genuina comprensión: para olvidarnos de nosotros mismos y hacer el esfuerzo por considerar los asuntos y sentimientos que los demás quieren participarnos.

Debemos ser enérgicos y afirmar que la empatía como valor – y al igual que todos los valores – no hace diferencias entre personas, es una actitud propia de la personalidad, siempre abierta y dispuesta a las necesidades de los demás. La empatía nos da un sin fin de posibilidades, primero hacia nuestros semejantes, quienes buscan con quien compartir y confiar sus problemas, alegrías, triunfos y fracasos, ser escuchados y comprendidos. De esta forma tenemos la inmejorable oportunidad de procurar el bienestar, desarrollo y perfeccionamiento de las personas, lo cual manifiesta el profundo respeto que les debemos.

Para nosotros, la empatía nos permite conocer y comprender mejor a las personas, a través del trato cotidiano, estamos en condiciones de mejorar en familia, obteniendo una mayor colaboración y entendimiento entre todos; con la pareja la relación es cada vez más estable y alegre; con los amigos garantiza una amistad duradera; con los conocidos abre la posibilidad a nuevas amistades; en la empresa ayuda a conseguir una mayor productividad al interesarnos por los empleados y compañeros; en la escuela se obtiene un mejor rendimiento por la relación que se tiene con los alumnos y entre ellos mismos.

El valor de la empatía desarrolla en nosotros la capacidad de motivar y encauzar positivamente a las personas; enseñar a tener ese interés por los demás y vivirlo habitualmente, es la mejor forma de transmitir empatía e identificarnos plenamente con los demás, cambiando radicalmente el entorno social en el que vivimos. Vivir el valor de la empatía es algo sencillo si nos detenemos a pensar un poco en los demás y en consecuencia, aprenderemos a actuar favorablemente en todas las circunstancias.

Podemos concluir que la empatía es un valor indispensable en todos los aspectos de nuestra vida, sin él, sería muy difícil enriquecer las relaciones interpersonales; quien se preocupa por vivir este valor, cultiva simultáneamente entre otros: confianza, amistad, comprensión, generosidad, respeto y comunicación. El ritmo de vida actual nos brinda pocas oportunidades de servir a los demás, de conocerlos y de tratarlos como es debido, la empatía se convierte en esa pieza fundamental que nos enriquece y nos identifica mejor como seres humanos.

Publicado en Human Performance. Post original aquí.

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Futuro laboral: el adiós al jefe tradicional y la llegada del liderazgo 360º

por Agustina D´Ambra

El año 2020 debido al contexto de pandemia, puso a prueba a los líderes de las organizaciones

La figura del líder tradicional verticalista e inaccesible que imparte ordenes de a poco parece estar quedándose obsoleto y hoy el mundo laboral está en transición hacia un enfoque de liderazgo equilibrado entre lo racional y emocional: un liderazgo 360º.

Cambia todo cambia. Y el año 2020 puso a prueba a los líderes de las organizaciones sobre cómo manejar los equipos de trabajo orientados a los objetivos pero también desafió las habilidades para acompañar a la persona en una situación sin precedentes.

“Hoy un líder tiene que manejarse de forma más simple pero de forma contundente por la profundidad que debe tener en su rol. Un buen líder debe tener en cuenta distintos factores y separar a la persona del rol. Hoy el liderazgo 360º busca potenciar el vínculo formado entre el líder y el liderado, pero para lograrlo ambos deben contribuir el vinculo y dar el 100%”, dijo a Infobae Carlos Alberto Sosa, autor de Liderazgo 360 (Temas).

Lo cierto es que uno de los grandes capitales de la empresa es el factor humano, que tiene que ver con cualidades intangibles como la imaginación, la creatividad, la sensibilidad, la empatía, la capacidad de proyectar, de conectar con las emociones, y es gracias a ello que se puede hacer la diferencia.

En el liderazgo, hay múltiples maneras de influir, no existe una única forma

Con un punto de partida en el mundo de las ciencias duras, Sosa descubrió a través de su trabajo -por un lado como asesor y consultor en la toma de decisiones, y por el otro como coach ontológico y con una especialización en neurociencias- que lo importante era equilibrar las ciencias duras con las blandas en pos de un liderazgo más racional y emocional.

“Me di cuenta de que en el empresario para lograr influencia debía conocer a una persona en su totalidad para potencial su rol en lo laboral. El 360 es un todo, es conocer a esa persona y que se sienta conocida. Eso le da una autoridad al líder y le permite motivar, dejarse ayudar. La conexión a largo plazo se genera cuando el líder y el liderado se conocen. Esto requiere de una apertura en ambos y un espacio de confidencialidad”, enfatizó Sosa.

Lo cierto es que hay un factor que suma y es fundamental: el bienestar. Aunque no es algo tangible, su percepción es sólida y determinante: un empleado feliz trabaja mejor. En este sentido, el liderazgo, hay múltiples maneras de influir, no existe una única forma. Tradicionalmente al líder se lo respetaba por la transferencia de conocimientos a su liderado. En el liderazgo 360, el éxito se da en la combinación efectiva de las cinco maneras de influir.

Pero, ¿cómo lograrlo? De acuerdo a Sosa hay cinco maneras de influir en las personas:

-Por el conocimiento: un buen líder influye sobre la persona por su nivel de conocimientos, por su dominio técnico por su saber en los asuntos de la organización. El manejo efectivo de la información genera poder si se proporciona como nuevo conocimiento

-Por emociones funcionales: la inteligencia emocional del líder es reveladora en su colaborador cuando se utiliza efectivamente para gestionar un vínculo

-Por reconocimientos y/o castigos: una manera de estimular el rendimiento es reconociendo las buenas actitudes y el cumplimiento efectivo de las responsabilidades. Cuando no hay reconocimientos ni castigos la gente nivela para abajo, nadie intenta sobresalir porque no hay valoración

-Por sus ideales: la visión de un líder y sus sueños pueden causar en algunos liderados impactos para hacer real los niveles de pensamientos e ideales de su líder. Los líderes de organizaciones del futuro deben tener ideales para influenciar a través de una filosofía de vida

-Por su comunicación: El estilo, las formas y/o estrategias comunicacionales del líder causan un gran impacto en el liderado. Cuando la comunicación es clara, precisa y firme, se convierte en una herramienta muy poderosa de influencia

Hay que buscar un equilibrio entre las ciencias duras con las blandas

En este sentido, el especialista aseguró que el paradigma de a poco está cambiando: “Antes seleccionábamos a las personas por sus CV y las despedíamos por su carácter. Pero si el líder conociera a la persona en todas sus dimensiones entendería cómo potenciar el rendimiento. Estamos descubriendo cómo es el nuevo mundo emocional. Hoy no se puede desplazar al tradicional por eso se le dice transición”.

Y es que de acuerdo a Sosa, hace muy poco se ha descubierto que los seres humanos somos seres emocionales: “Estamos descubriendo cómo es el nuevo mundo emocional. Hace 30 años empezamos a descubrir que somos seres emocionales que nos justificamos racionalmente”.

Liderar es como la cuerda de una guitarra que tiene que tener la tensión justa para que suene afinada, si tiene la cuerda floja no suena pero si está demasiado ajustada se corta, por eso es vital el equilibrio en el liderazgo”, enfatizó Sosa.

Lo cierto es que el líder 360 es creador de un liderazgo y una cultura que permanece en el tiempo, germina y crece continuamente. No cierra caminos, abre continuamente posibilidades y expande límites. Sin embargo para lograrlo, también se requieren ciertos hábitos que se dividen en activar, conectar y desactivar.

El factor más importante de una organización es el humano

En este contexto, en el escrito, Sosa describe los cinco objetivos de los hábitos de un líder equilibrado:

-Lograr bienestar emocional: mejorar autoestima, confianza y moderar la ansiedad

-Fortalecer y consolidar memorias

-Diferenciar persona de rol

-Implementar el desarrollo de nuevos hábitos

-Estimular la toma de decisiones de lo simple a lo complejo

Lideramos como vivimos, vivimos como decidimos, decidimos para ser felices”, aseguró Sosa.

Publicado en Infobae. Post original aquí.

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Cómo tomar decisiones en la empresa

La toma de decisiones es parte fundamental del puesto de cualquier manager. Una buena toma de decisiones es clave para alcanzar el éxito de una empresa. Recordemos que cuando se elige un camino, se dejan infinitos otros de lado. Y en esa elección está la posibilidad o no de obtener resultados positivos o consecuencias negativas.

Existe un proceso que consta de seis pasos o etapas que, según el sitio Crece Negocios, puede ayudar a la hora de tomar buenas decisiones en la empresa:
1. Identificar la necesidad de decisión: En primer lugar debemos identificar la necesidad de tomar una decisión, es decir, preguntarse si es necesario tomar una decisión de algún tipo. Identificar qué necesidad hay y, en base a eso, ver si es menester decidir el procedimiento a seguir.
La necesidad de tomar una decisión generalmente se da cuando se presenta un problema u oportunidad. Es importante que no sólo se tomen decisiones ante situaciones de crisis, ya que ver una posibilidad de negocio o una nueva alternativa requiere también de una toma de decisión acerca de cómo actuar al respecto.
Por lo tanto, en esta etapa debemos definir claramente el problema u oportunidad, y asegurar la opción de que seremos nosotros quienes tomemos la decisión o, en todo caso, ver si podemos delegar la toma de dicha decisión.
2. Desarrollar alternativas: Una vez definida la necesidad, surge el camino de las opciones a seguir. Identificar cuáles son las alternativas posibles que servirán para solucionar el problema o encarar el nuevo desafío.
Para desarrollar estas alternativas se puede realizar lo que en inglés se conoce como brainstorming o tormenta de ideas. Todos aquellos que estén involucrados en esta situación puden proponer un camino a seguir. Una vez obtenida una cantidad de posibilidades se evalúa cuál pude ser la más adecuada.
Otra forma de encontrar alternativas es analizando las decisiones que se hayan tomado anteriormente, o que otras personas o empresas hayan tomado, y tomar dichas decisiones como guía o referencia para diseñar las alternativas que se puedan necesitar ahora.
Por ejemplo, si queremos hallar alternativas sobre estrategias de marketing, es posible analizar las estrategias de marketing que se hayan utilizado anteriormente, o que hayan llevado adelante los miembros de la competencia.
3. Evaluar alternativas: Una vez que contemos con el listado de alternativas, debemos evaluar cada una de ellas. Se puede hacer un cuadro de ventajas y desventajas de cada opción y, en base a eso, seleccionar la que fuere más conveniente o adecuada.
Es necesario considerar las consecuencias que podrían tener en el corto y en el largo plazo.
Otra forma de evaluar las alternativas, es diseñar criterios de decisión, y asignar un valor a cada uno de acuerdo a la importancia que tienen al momento de tomar la decisión. Por ejemplo, para la compra de una maquinaria, se podría dar mayor peso al criterio de “garantía” antes que al criterio de “precio”.
Luego asignar un valor a los criterios de cada alternativa y, tomando en cuenta el peso que se le ha dado a cada criterio, hallar la alternativa que tenga el mayor promedio.
4. Seleccionar la mejor alternativa: Una vez analizadas las alternativas propuestas, en base a dichos análisis, seleccionar la mejor alternativa, es decir, aquella que se considere que pueda brindar los mejores resultados al momento de resolver el problema, o al aprovechar la oportunidad.
5. Implementar la decisión: Una vez seleccionada la alternativa o decisión que vamos a tomar, debemos hacerla efectiva. Hacer efectiva la decisión, incluye comunicar la decisión a todas las personas afectadas, y hacer que todas ellas la acepten y se comprometan a ponerla en práctica.
6. Evaluar la eficacia de la decisión: Y finalmente, una vez que se ha puesto en práctica la decisión, es necesario establecer un seguimiento, y asegurarse de que esté dando los resultados esperados.
En caso de que ello no suceda, es posible optar por darle un mayor tiempo para que obtenga los resultados esperados o, en todo caso, aceptar el error, y ser lo suficientemente flexible como para tomar una nueva decisión.
Mientras más importante sea la decisión a tomar en la empresa (por ejemplo, decisiones sobre el lanzamiento de un nuevo producto, sobre la incursión en nuevos mercados, u otras decisiones que podrían tener consecuencias en el rumbo de la empresa), mayor será el cuidado que se debe tener al momento de tomarla (por ejemplo, se podrían considerar mayores alternativas, recabar una mayor información, tomar un mayor tiempo, o realizar un mayor análisis a las alternativas propuestas).
Pero, por otro lado, en ocasiones será necesario dejar de lado algunas de las etapas del proceso descrito anteriormente y tener la capacidad para tomar buenas decisiones rápidamente (por ejemplo, en el caso de que sean decisiones cotidianas o rutinarias, o cuando no se cuente con mucho tiempo para analizar bien la decisión).
En esos casos se deberá evitar el tomarse tanto tiempo en tomar la decisión, y confiar en la experiencia y en los instintos.

Publicado en Capacitarte. Post original aquí.

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Gerencia: Inteligencia emocional

Por Vineet Chopra y Sanjay Saint

Está más que claro en management que no todo recién graduado de una escuela de negocios será un buen gerente, y mucho menos pensar que llegará a ser un buen líder. Las habilidades que normalmente se desarrollan en las aulas no van relacionadas con el manejo y control de las emociones, la capacidad para manejar múltiples tipos de conflictos a la vez, su capacidad para manejar el estrés y tomar decisiones que afectan a terceros simultáneamente ( soft-skills ).

La inteligencia emocional del nuevo gerente será uno de los factores críticos que le ayudarán a alcanzar el éxito en sus propósitos, en conjunto con su equipo de trabajo. Aquí aplica la frase de Epicteto: “No importa lo que le suceda a una persona. Lo importante es cómo reacciona”.

En el presente, el cambio es cada vez más acelerado en los mercados.

Ser gerente en la actualidad es cada vez más complejo. Se trata de administrar el caos en una economía de la incertidumbre, en la que la capacidad del líder para sortear y adaptarse a dichos cambios y convertirse en un agente de cambio, es de las principales fortalezas que requiere todo nuevo gerente. Si se considera que ante el cambio se produce gran resistencia y estrés, tanto a nivel personal como con todo el equipo de trabajo, aparece, otra vez y preponderantemente, la capacidad de manejo de las emociones y la capacidad para lidiar con la gente y sus viejos paradigmas.

El concepto de inteligencia emocional fue desarrollado por el sicólogo Daniel Goleman, en los 90 y la definió en función de varias capacidades: conocer las emociones propias, controlarlas, reconocerlas, automotivarse y gestionar las relaciones con los demás.

Podrán existir muchos gerentes con un coeficiente intelectual prodigioso, con grandes conocimientos en su especialidad, pero cuentan con graves falencias en la parte emocional, carencias que les generarán problemas con su equipo de trabajo y fallas con la que tendrán que lidiar durante el resto de sus carreras profesionales, si no prestan atención oportuna al tema. La clave para gestionar personal es aprender a conocer muy bien cuáles son nuestras actitudes y reacciones frente a los problemas y frente a los demás.

“Mi jefe me hace sentir bien, cada vez que converso con él me transmite tranquilidad. Con su temple para discernir sobre lo que le planteo, me logra persuadir al final de nuestras conversaciones; es respetuoso, sin dejar de ser exigente con los resultados que solicita”. Pregunta: ¿Dirían esto de usted sus colaboradores y subalternos?

Un autodiagnóstico

Todo gerente debe realizar un autodiagnóstico y sentarse a meditar sobre su capacidad para manejar el estrés, relacionarse empáticamente con los demás y manejar los conflictos de manera positiva. Hay que estar dispuestos a aprender y desaprender viejas creencias, para reaprender otras que nos fortalezcan como profesionales y personas. Cambiar patrones nocivos de comportamiento y tratar de sustituirlos por mejores prácticas. Sé que escribirlo es fácil y ponerlo en práctica es lo verdaderamente difícil, pero la buena noticia es que nuestras competencias emocionales pueden y deben mejorarse con capacitación y constante autoevaluación.

Los profesionales exitosos muestran competencias emocionales superiores, al tener mejores relaciones interpersonales, mayor empatía, desarrollar mayor confianza entre los miembros de su equipo y contar con gran capacidad de influencia personal sobre otros. Definitivamente, una mejora en el manejo de la inteligencia emocional del líder despliega notablemente la visibilidad de cualquier gerente ante su equipo y mejora la productividad. Cuanto más se asciende en una organización, más importante es la inteligencia emocional del nuevo gerente.

Líderes más flexibles al entorno y a las necesidades humanas es lo que se requiere en el presente, para entender mejor a su equipo y lograr motivarlo para el alcance de las metas y proyectos propuestos.

Señora (a) gerente: Un pequeño cambio en usted y un mejor manejo de sus competencias emocionales provocarán un gran impacto en su equipo de trabajo. ¿Qué tal si hace un alto en el camino, se analiza, estudia sus propias emociones y las de sus colaboradores, y se da la oportunidad de rectificar para dejar de ser un gerente y convertirse en un gran líder que deje huella e impacte positivamente en la vida de los demás?

Publicado en El Financiero. Post original aquí.

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3 hábitos para aumentar tu autoestima

por Paula Díaz

Sabemos que una autoestima sana es la mejor base para que una mente funcione bien. Sin embargo, ni la sociedad facilitándonos modelos retocados con ordenador, ni nosotros mismos, corriendo detrás del reloj y apuntando decepciones, somos sus mejores cuidadores. Más bien, a veces parecemos sus peores enemigos.

Por otro lado, hacer frente al estado de inseguridad que nace de una autoestima baja requiere de una estrategia, de un tiempo y de un alto en el camino. Precisamente este artículo pretende ser el hilo conductor de ese pensamiento, señalando 3 hábitos que nutren adecuadamente a nuestra autoestima.

«Si no eres bueno amándote a ti mismo, tendrás dificultades al amar a alguien, debido a que resentirás el tiempo y energía que das a otra persona que ni siquiera te das a ti mismo»

-Barbara De Angelisi-

Aliméntate con consciencia mental

Tenemos a nuestra disposición información suficiente sobre cómo lo que entra por nuestra boca, se recrea en nuestro paladar y descansa brevemente en nuestro estómago condiciona nuestro estado anímico. Ahora que la gastronomía está de moda, podemos decir que la comida guarda emociones y cumple una función más trascendente que la de permitir la vida.

Ahí alimentos que son tan fabulosos que mejoran nuestro estado de ánimo, que nos dan energía, sin apurar demasiado a nuestro sistema digestivo. Alimentos que permiten un descanso placentero, después de una mañana de descanso y una comida pensada, lógica.

Los alimentos estrella con que estimulan la liberación de las llamadas hormonas de bienestar y que contienen las mejores proteínas para sentirnos bien con nosotros mismos son los ácidos grasos omega 3, los frutos secos, las nueces, el aguacate y los pescados azules

Trabaja y mejora cada parcela de tu existencia

Esta claro que la autoestima implica el amor por «todo nuestro ser» , por ello es esencial trabajar cada parcela y dimensión de nuestra vida para conseguir la plenitud interior. Una tarea importante y que muchos tenemos como pendiente es el proveernos del placer que acompaña al hecho de estar vivos. Hablo de la fortuna de contar con posibilidades, con alternativas, por escaso que sea el margen para tomar decisiones.

Supone uno de los ingredientes básicos para desarrollar con éxito nuestra autoestima. Si no llevamos a cabo este derecho vital, nos sentiremos presos de nuestro devenir, dejándonos a la merced de las emociones ajenas y sin ganas de vivir nuestro propio desarrollo personal, mermando con todo ello el amor por nosotros mismos. Un rasgo importante que te propongo cuidar es el extender tu atención más allá de tus propios intereses.

Es normal que, si solo valoramos un camino de los muchos que tenemos a nuestra disposición, nos sintamos poco merecedores de la valía que atesoramos. No consideramos otras alternativas y con ello no nos atrevemos a superarnos y conquistarnos interiormente. Recuerda que tienes una responsabilidad: llevar a cabo acciones para cambiar la relación contigo mismo, con ejercicios y actividades complementarias: 

Conocer qué necesitas para tu persona

Con los puntos anteriores ya tenemos todo lo necesario para gozar de una base para una autoestima sana, flexible pero al mismo tiempo robusta. Sin embargo, de alguna manera lo podemos completar con otro hábito: escuchar con amor lo que nos dice nuestro cuerpo y menteAveriguar qué nos permite amar nuestra existencia y qué acciones iluminan nuestros corazones.

Tienes un sin fin de actividades que te permiten sentirte lleno de vitalidad y ganas por comerte el mundo como bailar, cantar, estar en compañía de los animales o ponerte manos a la obra con aquella meta que tenías aparcada y no sabías por donde comenzar. El concepto que buscamos no es solo mejorar tu autoestima, sino alimentar el resto de fuentes que la alimentan.

Publicado en La Mente es Maravillosa. Post original aquí.

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Conducta emocional: La brújula interior que guía nuestras decisiones

por Jennifer Delgado Suárez

Las emociones añaden color a nuestra vida. Sin ellas, la vida transcurriría en un continuo aplanamiento afectivo, como sucede a quienes padecen anhedonia. Sin embargo, a veces tanto “color” puede terminar nublando nuestra visión, generando un estado similar al vértigo que nos impide pensar con claridad. Si las emociones nos sobrepasan y toman el mando terminamos mostrando una conducta emocional que en algunas ocasiones puede rayar en lo irracional.

¿Qué es la conducta emocional?

En realidad, todos los comportamientos tienen una impronta emocional, en mayor o menor medida, ya que es prácticamente imposible desligarnos de las emociones. Cuando nos enfrentamos a una situación, experimentamos casi inmediatamente una sensación de rechazo o de atracción. Se trata de los marcadores somáticos.

En práctica, nuestro cerebro emocional está de guardia permanente para avisarnos de un posible peligro o, al contrario, de situaciones que podrían reportarnos satisfacción y placer. Es un mecanismo que transcurre por debajo de nuestro nivel de conciencia y que a menudo desencadena esas sensaciones viscerales de repulsión o atracción que experimentamos pero no podemos explicar.

Cuando esa primera respuesta va tomando forma, se perfilan diferentes emociones. Ese rechazo puede traducirse en rencor, disgusto u odio mientras que la atracción se convierte en curiosidad, alegría o felicidad.

En este punto del camino pueden ocurrir dos cosas: nos dejamos llevar por las emociones que estamos experimentando poniendo en práctica un comportamiento emocional e impulsivo, o reflexionamos sobre lo que nos sucede e intentamos mitigar el impacto de esas emociones para comportarnos de manera más reflexiva y racional.

De una u otra forma, las emociones siempre están presentes y nuestro éxito y bienestar psicológico depende en gran medida de nuestra capacidad para reconocerlas, interpretarlas y gestionarlas.

El comportamiento emocional nos hace tomar decisiones extremas

Las emociones son como brújulas, nos permiten conectar con nuestro interior, y jamás deberíamos hacer caso omiso de su mensaje. Sin embargo, poner en práctica un comportamiento emocional también puede reportarnos problemas.

Dejarnos llevar por la ira, por ejemplo, hará que seamos más propensos a echar la culpa a una persona en particular en vez de asumir una distancia psicológica y pensar con miras más amplias. Un estudio realizado en la Universidad de Surrey también demostró que la ira aumenta nuestra propensión a correr riesgos ya que nos infunde una confianza artificial que nos hace minimizar los peligros. Si estamos enojados también seremos más propensos a entrar en acción y nos mostraremos menos abiertos al diálogo. No debemos olvidar que la ira es una emoción activadora que nos anima a apretar el gatillo, en sentido metafórico o literal.

La felicidad, por otra parte, tampoco es mejor consejera, al contrario de lo que muchos podrían pensar. Las personas más felices suelen dar más valor a la longitud del mensaje y su atractivo que a su calidad o veracidad. En otras palabras: somos más crédulos y disminuye nuestra capacidad reflexiva. Cuando nos sentimos felices también somos más propensos a asumir riesgos y establecer compromisos que luego no podemos cumplir.

La tristeza, por ejemplo, una emoción que normalmente vilipendiamos y de la que nos gustaría escapar, puede ser buena en algunos casos ya que estimula el pensamiento reflexivo y sistemático llevándonos a valorar las diferentes opciones que tenemos delante. Eso es algo positivo. Sin embargo, demasiada tristeza nos hará caer en la rumiación, de manera que nos quedaremos atascados pensando en las opciones sin poder decidirnos por una u otra.

Eso significa que no hay emociones positivas o negativas, todo depende de su intensidad y de cuán adecuadas sean respecto a la situación que estamos viviendo. Por eso, en vez de poner en práctica un comportamiento emocional, debemos detenernos un segundo a reflexionar sobre lo que es realmente mejor para nosotros.

Las emociones: Un mecanismo rudimentario y subjetivo

El principal problema de las emociones es que no son particularmente sofisticadas o precisas pues su verdadero objetivo es indicarnos rápidamente si una situación es peligrosa o podemos estar tranquilos. Para poder catalogar esa situación, el cerebro emocional no se basa únicamente en lo que está sucediendo, si fuera así las emociones serían lógicas, sino que también tiene en cuenta nuestras experiencias e incluso expectativas, lo cual significa que a veces las emociones pueden engañarnos pues no reflejan únicamente una reacción al medio sino que incluyen nuestra subjetividad.

Por ejemplo, una persona que ha sufrido un accidente en autobús, puede sentir miedo cada vez que ve uno, lo cual la lleva a mostrar una conducta emocional de evitación. Sin embargo, en realidad los autobuses no son ni más ni menos peligrosos que un coche. Los autobuses no son una fuente real de peligro para la mayoría de las personas, pero generan la respuesta de miedo y rechazo en quien ha tenido un accidente debido a las conexiones emocionales creadas.

Las emociones activan “programas de comportamiento emocional fijos”, formas de afrontamiento que hemos usado en el pasado y a las cuales seguimos recurriendo sin valorar si son adaptativas o no para la situación presente. Ese es el peligro de poner en práctica un comportamiento emocional.

¿Cómo gestionar la conducta emocional?

  1. Aprende a catalogar las emociones. No es lo mismo sentirse irritado que frustrado, alegre o eurfórico. Etiquetar las emociones correctamente te ayudará a comprender su origen y gestionarlas mejor. Esta lista de emociones y sentimientos te permitirá descubrir la amplia gama de estados afectivos existentes.
  2. Acepta las emociones. No hay nada peor que huir de las emociones, obviarlas no hará que desaparezcan, al contrario, se enquistarán en el inconsciente, desde donde activarán la conducta emocional. Lo mejor es aceptar su presencia, sin juzgarlas. En ese mismo momento comienza a desaparecer su influjo.
  3. Piensa. Las emociones nos están enviando un mensaje, y no deberíamos desatenderlo. Incluye las emociones como una variable más de la ecuación a la hora de tomar una decisión. Después de todo, la felicidad radica en hacer aquello que nos motiva, inspira y atrae.

Fuentes:

Aarts, H. et. Al. (2010) The Art of Anger. Reward Context Turns Avoidance Responses to Anger-Related Objects Into Approach. Psychol Sci; 21(10): 1406-1410.

Sar, S. et. Al. (2010) The Effects of Mood and Advertising Context on Ad Memory and Evaluations: The Case of a Competitive and a Non-Competitive Ad Context. Journal of Current Issues and Research in Advertising; 32(2):1-9.

Aviezer, H. et. Al. (2008) Angry, disgusted, or afraid? Studies on the malleability of emotion perception. Psychol Sci; 19(7): 724-732.

Guido Gainotti, G. (2001) Disorders of emotional behaviour. Journal of Neurology; 248(9): 743–749.

Boiten, F. A. et. Al. (1998) The effects of emotional behaviour on components of the respiratory cycle. Biological Psychology; 49(1-2): 29-51.

Publicado en Rincón de la Psicología . Post original aquí.

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Nadie puede bajar mi autoestima

por Dolores Rizo

Es importante conocer el significado de la palabra autoestima, para no confundirnos con el estado de ánimo. Ya que, a menudo, los confundimos y atribuimos una disminución de nuestra valoración o reconocimiento personal, cuando en realidad es una bajada de nuestro ánimo.

Además, con frecuencia, estos cambios los atribuimos a causas externas a nosotros, como a los demás o a las circunstancias, expresando así “que alguien o algo me ha bajado la autoestima”, cuando en realidad, la autoestima sólo depende de nosotros mismos.

“Sólo podemos amar cuando nos amamos a nosotros mismos”

-Abraham Maslow-

Los componentes de la autoestima

Por definición, “autoestima”, hace alusión a la estima que me aporto a mí mismo, es decir, a lo que me quiero. La autoestima es la capacidad y la percepción que tenemos sobre nosotros mismos. Por lo tanto, no cabe atribución externa en tal concepto, ya que depende completamente de nosotros. Además, se encuentra formada por diferentes componentes, como son:

  • Autoconcepto, se refiere a la definición que tenemos sobre nosotros mismos, en cuanto a las ideas o creencias acerca de nuestra persona.
  • Autorespeto, se trata de la forma en la que respetamos nuestras necesidades y nuestros valores, así como, la forma que tenemos de afrontar y resolver nuestras emociones y sentimientos.
  • Autoaceptación, es aceptarnos como somos, en nuestras diferencias con el resto del mundo, valorando lo bueno y siempre con la posibilidad de mejorar lo menos bueno.
  • Autoevaluación, es la capacidad de evaluar nuestro comportamiento y forma de actuar, siendo sinceros y justos con nosotros mismos, para poder aprender y seguir creciendo.
  • Autoconocimiento, nadie mejor que nosotros mismos, para conocer nuestras capacidades, cualidades y habilidades e incluso nuestras debilidades, defectos y limitaciones.

“No apruebo algunas cosas que he hecho o soy o he sido. Pero soy yo. Es bueno saberlo.”

-Elizabeth Taylor-

¿Cuándo se forma la autoestima?

Sin duda, el concepto que tendremos en nuestra vida de adulto de nosotros mismos, se gestó en nuestra infancia. Nuestra autoestima nació de la imagen que nuestros antecesores proyectaron en nosotros, junto con el tipo de relación que mantuvieron desde que nacimos.

Si nuestros progenitores se mostraron interesados por nuestras necesidades, mostrándonos afecto y amor, proyectándonos lo importantes que éramos para ellos. Sin duda, la imagen que nos vamos generando de nosotros mismos, será positiva, buena, lo que llamamos “alta autoestima”.

Si por el contrario, desde la infancia sufrimos carencias emocionales y afectivas en las relaciones con nuestros adultos, y si además éstos no nos mostraron nada bueno de cómo éramos, es seguro, que la imagen con la que fuimos creciendo de nosotros mismos, no era muy adecuada o positiva, definiéndolo así como “baja autoestima”.

¿Cómo nos relacionamos con los demás si tenemos “baja autoestima?

Nadie puede ser feliz si no tiene un buen ajuste personal, ya que la insatisfacción de no saber quién somos realmente, o de no reconocernos buenos en nada, genera infelicidad. Por ello, “subir la autoestima” se convierte en una necesidad para la supervivencia emocional.

Cuando nuestra autoestima está baja, tendremos la necesidad de buscar en los demás el reconocimiento, valoración y apoyo que no nos damos a nosotros mismos. De tal forma, que cuando obtenemos ese reconocimiento, creemos erróneamente que “sube mi autoestima”, sin embargo, cuando me falta o me fallan los demás en lo que esperamos, erróneamente también creemos que nos “baja la autoestima”.

“La gente que quiere más aprobación consigue menos y la gente que necesita menos aprobación consigue más”

-Wayne Dyer-

Pero nada de ésto es cierto, porque los demás no tienen la capacidad de modificar nada que pertenezca a nuestro interior. No pueden bajar la autoestima, ni subirla, porque si tenemos la necesidad de buscar en los demás cuánto nos estiman, eso significa, que en realidad, nuestra autoestima ya estaba baja.

¿Qué es el estado de ánimo?

El ánimo es un estado emocional fluctuante por momentos, por circunstancias, y por muchos motivos, por eso, podemos sentirnos alegres o podemos sentirnos tristes o desdichados, con relativa frecuencia. Así, el estado ánimo es algo pasajero. Es muy probable, que cuando no hallamos lo que esperábamos de los demás, como es su reconocimiento o valoración, nuestro estado emocional y anímico baje.

Pero, en ningún caso el estado de ánimo bajará nuestra autoestima, ya que probablemente ésta se encuentre baja, desde el momento que necesitamos que otros nos reafirmen en quienes somos, en lo que hacemos bien y en la imagen que tienen de nosotros.

La autoestima también varía

Indudablemente, la autoestima, como toda actitud o forma de relacionarnos, puede cambiar, aunque es un constructo más estable y profundo de nosotros mismos que el ánimo o estado emocional, y por ello, para que la autoestima varíe, necesita de un periodo de tiempo, debido al cual, puede modificarse la imagen que tenemos de nosotros mismos.

Por ejemplo, puedo tener baja autoestima y aprender a subirla, con el trabajo de una terapia que nos enseña a profundizar en nosotros mismos. O bien, es posible, también, que de una buena autoestima, pasemos a tener una mala percepción de nosotros mismos, con frecuencia, relacionado con algún problema, situación o trastorno personal, que deja mella en nuestra valoración personal.

Por lo tanto, asumiendo la responsabilidad y el control que tenemos sobre nosotros mismos, podemos decidir restaurar y mejorar nuestro ajuste personal, sintiéndonos queridos y valorados por nosotros mismos, por quienes somos. Y por ello, disfrutando de una vida plena y feliz, independientemente de que a otras personas no les guste como somos.

Imágenes cortesía de Holly Sierra

Publicado en La Mente es Maravillosa. Post original aquí.

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La Empatía no es Simpatía

por Dolores Rizo

Todos hemos oído hablar de la Empatía, y en muchos casos, nos lo habrán explicado como “la capacidad de ponerse en el lugar del otro”.

Sin embargo, esto no suele funcionar muy bien en la práctica. Si bien es cierto, que a veces nos ponemos en el lugar del otro, en la mayoría de los casos lo hacemos únicamente porque coincidimos con la persona que tenemos delante, es decir, simpatizamos con ella.

Simpatía

Por tanto, podríamos decir que Simpatía supone COINCIDIR, y compartir los valores de la otra persona, simpatizamos con los amigos y con las personas que compartimos algo en la vida, y por eso, nos resultará fácil “ponernos en su lugar”.

Si bien, no nos resultará tan fácil “ponernos en el lugar” de aquella persona con la que no tenemos nada en común. Es éste, precisamente, el punto débil de ésa escueta definición de empatía.

¿Qué es la Empatía?

La Empatía es una actitud comunicativa que nos permite abarcar todas las interacciones interpersonales, independientemente de quien sea la persona que tenemos delante, estemos o no de acuerdo con ella, simpaticemos o no con ella.

Podemos definir pues la Empatía como la capacidad de expresar RESPETO del lugar desde dónde nos habla la otra persona, coincidamos o no con ella.

EMPATÍA no es SIMPATÍA.

La Empatía supone Respeto a la otra persona, y en muchas ocasiones, nuestra postura personal no importa, ya que puede ser contraria a la de la otra persona. En caso contrario, si estamos de acuerdo, estaremos simpatizando con ella.

¿Cómo utilizar la Empatía?

Empatizamos con las personas diferentes a nosotros, cuando las respeto en su posición. Para ello, expresamos al otro nuestra Empatía, mostrando comprensión y entendimiento por su postura, ya que observamos desde donde nos habla y no le juzgamos por ello. Unos ejemplos para expresar Empatía podrían ser:

“Entiendo que para ti sea importante eso que me comentas”

“Comprendo que te enfades por eso que para ti es injusto”

¿Cuándo expresar nuestra opinión personal?

Para mostrar Empatía, no es necesario expresar nuestra opinión al respecto, ya que la Empatía supone ESCUCHA, OBSERVACIÓN Y RESPETO hacia la postura de la otra persona.

Por supuesto, existirán otras muchas ocasiones, para expresar nuestra opinión, partiendo del respeto y la Empatía, a través de la Comunicación Asertiva o adecuada.

Otras confusiones…

A veces, en nuestra vida diaria, creemos ser Empáticos, cuando en realidad estamos buscando estar a bien con los demás, “agradar” a la otra persona, para obtener su aprobación, no por ello estamos Empatizando, ya que, lo que pretendemos es Simpatizar para obtener algo a cambio, su valoración. Y eso no es Empatía.

En otras ocasiones, simplemente, estamos de acuerdo con la otra persona, y nos mostramos Simpáticos hacia la otra persona.

¿Qué supone Respetar?

Respetar supone Conocimiento y Empatía. Ya que necesitamos conocer y observar a la otra persona, para poder mostrarle respeto en su posición.

Respetar es asumir que todas las personas tenemos derecho a decidir cómo queremos vivir, pensar, actuar, sentir y no las juzgamos por ello. Por el contrario, las respetamos en sus decisiones de vida.

Cuando respetamos, entendemos desde dónde nos habla el otro, según su propia escala de valores, es decir, mostramos Empatía hacia su posición, sin necesidad de “ponernos en su lugar”, ya que nuestra escala de valores puede ser muy diferente, entendemos y comprendemos desde dónde nos habla, le respetamos y expresamos Empatía.

Podemos no compartir su escala de valores, sin embargo, mostramos Empatía con la otra persona cuando respetamos su posición sin pretender cambiarla.

Simpatizar es compartir valores, aficiones,…

Empatizar es expresar respeto hacia las diferencias, sin juzgar.

En la convivencia de dos a más personas, respetar es permitirnos hacer las cosas como cada uno/a decida y mostrar Empatía es demostrarle nuestro respeto, sin que eso suponga imponer cambios en la otra persona, que modificaría su escala de valores.

Por eso, la EMPATÍA es una fabulosa herramienta para las relaciones interpersonales, especialmente, en las profesionales y en las que generan diferencias.

Publicado en La Mente es Maravillosa. Post original aquí.

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