Innovación y diferenciación de su empresa. Importancia de jugar al filo de la navaja

por Jorge Arias Romero

“Durante éstos tiempos de complejidad, usted podrá ganar únicamente si se sale de su zona de confort y aprende a jugar, junto con su Equipo, al Filo de la Navaja”.

“Si no entiende que asumir riesgos significa estar en la delantera, entonces usted es un seguidor y en tal caso no espere grandes cosas, pues está en su zona de confort”.

“Jugar en los negocios y en la vida al filo de la navaja, le hará sentirse vivo y en tal sentido podrá revitalizarse para alcanzar mediante la innovación diferenciarse”

En medio de la turbulencia y el caos económico internacional, y de la contracción de los mercados en muchos puntos del orbe, se hace presente la necesidad de abandonar las viejas creencias y formas de actuación para encontrar en la innovación y nuestro liderazgo, el poder transformador que nos permita transitar con mayores posibilidades de éxito frente a nuestro propósito y visión de vida.

Es necesario cuestionar los viejos modelos, normas, reglas y en generar toda nuestra cultura para poder permitir el paso a la renovación y cambio que necesitan nuestras vidas.

Empresas de las llamadas de Clase Mundial, como aquellas de menor escala, me confirman que han perdido el rumbo que en su momento los ha hecho grandes, y al perder el enfoque perdieron consigo también su liderazgo en el mercado.

Soy fiel creyente que “la oscuridad se vence únicamente con la iluminación” y bajo ésta premisa es que quiero en ésta oportunidad desarrollar mí articulo para todos ustedes.

El panorama mundial es de por si alarmante, y en nuestro país las condiciones aún cuando nuestra economía no presenta los trastornos que muestra el promedio mundial, no deja de preocupar que con la llegada de un cambio de gobierno, las cosas no sólo no avancen, sino que exista un retroceso por el efecto mismo de cambiar lo que el otro hizo y experimentar otro modelo más alentador.

Es el momento de dejar de buscar como pretexto que la realidad económica mundial y los problemas que ésto representa son los causales de nuestra realidad. ¡Se requiere de nuestro liderazgo para hacer una nueva realidad a partir de lo que tenemos y con lo que contamos!. NO más pretextos, o cambiamos nuestra realidad a partir de nuevas acciones y una alta determinación, o nos vamos por al borda en la ola mental que el mundo nos presenta en todo contexto actual.

Es el momento de arriesgarlo todo por la diferenciación, por la innovación y la creatividad, por el cambio y sobre todo asumir un liderazgo distinto al que estamos acostumbrados. Sin duda. Se requiere la gran condicionante: CARÁCTER.

“Ya no se puede continuar haciendo lo mismo de siempre”. Si la innovación supone riesgos, juéguelos antes de que otro lo haga por usted.

Si está convencido de la necesidad de cambiar para alcanzar el máximo de efectividad y sobresalir por encima del promedio, considere lo siguiente:

1. La realidad mundial, no es tu realidad: Su realidad es usted mismo, no utilice de pretexto que todo está mal para justificar lo que usted hace mal. Durante años nos han hecho creer que si todo está mal a nuestro alrededor, nosotros también estaremos mal. Nada más falso que ésto. La única manera de hacer obtener resultados diferentes, es haciendo cosas diferentes. ¡No hay más!

2. Dispóngase a cambiar antes que los demás: No espere a que las circunstancias lo obliguen a cambiar. Es usted quien dirige el vehículo de su vida, y ésta responsabilidad no se puede delegar a nadie, así que considere que mientras otros están en problemas, usted no ?ene porqué sufrir las mismas consecuencias.

3. Para hace un cambio en su empresa, antes requiere transformar a las personas: Aunque lo dude, usted no puede sólo. Es necesario para fomentar una cultura de cambio permanente y de mejora continua, contar con un alto nivel de espíritu para alcanzarlo. Requiere encender el fuego interno de todos sus colaboradores para que se ATREVAN a dejar de hacer lo que comúnmente hacen para enfocarse en hacer lo que jamás han hecho.

4. Cree una estrategia de compromiso para hacer cosas nuevas y no el compromiso para arreglar lo mal que ha hecho: La estrategia con lo nuevo es lo que debe imperar en toda la organización y no el compromiso de estar buscando soluciones para lo que hemos hecho mal en el pasado. Los tiempos exigen hacer cosas que no se han hecho jamás no ir por la vida controlando y administrando los procesos de hacer lo mismo de siempre.

5. Hágase adicto a los resultados, no a las jornadas del esfuerzo y de simulación: Todavía existen aquellos que creen que quienes se comprometen son aquellos que le dan a la organización jornadas largas de trabajo. El esfuerzo hay que valorarlo si, pero no como para hacer un culto de ello. Es preferible generar resultados y valor agregado del más alto nivel, que tener a todo un ejército sin descansar esperando la siguiente lucha. El nivel de desgaste, la hará perder la batalla, ¡no lo dude!

6. El cambio comienza en la parte más alta: Es en la Alta Dirección donde se debe mostrar congruencia frente a la innovación y el amor a la diferenciación. Mientras usted allá arriba no cambie, tenga la seguridad que nada cambiará en la parte operativa. ¡Es una Regla Universal!

7. Si el fracaso le da sabiduría, el aprender de las cosas bien hechas le da el doble: Aprender de los éxitos es mucho mejor que aprender de las caídas. Nada motiva más que ir avanzando y alcanzando meta tras meta. Caer consecutivamente seguro traerá un mayor desgaste y desmotivación en usted y sus colaboradores.

8. Reta tu estado mental todo el tiempo: No hagas mucho caso al ruido mental y al pánico del entorno.

Concéntrese únicamente en aquello que sea nuevo para usted y sus clientes. Lo viejo y tradicional ¡ya no sirve!

“Sólo quienes arriesgan todo alcanzan la cima” Ir con pasos calculados quizá le hará dar algunos pasos hacia adelante, pero no le garantiza la delantera por encima de sus competidores”. ¡Atrévase a cambiar de filosofía!

“Viva el momento como una oportunidad de ser nuevo”

Muchas empresas existen todavía donde la práctica interna son los mismos métodos que los llevaron al éxito en el pasado, prevalecen inertes al cambio y lo ven pasar paralizados de miedo por la velocidad con que éste se mueve. Hay pánico en toda la organización. ¡Uf!. Yo insisto que el pánico está en la cabeza, está en el líder. “Cuando la cabeza tienen un problema el cuerpo lo resiente”. Ésta máxima universal permite visualizar de una forma nítida el trabajo en que deben concentrarse los líderes. Aquí algunas ideas más:

1. Abandónese al cambio: Jamás podrá avanzar si éste va primero que usted. Deje de pensar que adaptarse es lo mejor. Su postura frente a sus colaboradores es ir por delante de lo que se le viene encima, sólo así puede llegar antes que otros.

2. Aprenda a diferenciarse durante el proceso: El empaque de sus productos, aún cuando sea novedoso no será la clave de su éxito, mientras no se acompañe congruentemente con un proceso de servicio y calidad desde el nacimiento mismo del producto. Los clientes perciben todo ésto y son ellos los mejores jueces de la realidad de su negocio. La renovación debe ser de todo el ciclo productivo, no sólo en algunos aspectos.

3. Renovar el proceso productivo sólo se alcanza cuando renovamos nuestro estado mental: Si usted pretende que las cosas cambien únicamente por el hecho de implantar un sistema, de seguro va al fracaso. Todos los sistemas funcionan a partir de que las personas se convencen de que lo que hacen es lo mejor. Son ellos los que deben estar convencidos de ésta práctica, su estado mental y actitud positiva frente al cambio será lo único que le garantizará el éxito.

4. Sin la gente convencida, todo es meramente una especulación: Deje de esperar mejores resultados como producto de su inversión si no tiene a la gente de su lado. Evítese el desgaste y deje de jugar al hombre de negocios. Es su equipo lo que le hace sólido, fuerte y permite la renovación de su negocio. Es su equipo lo único que construye un mejor futuro.

5. Invierta en su gente: Si no invierte en su gente a la par de sus innovaciones tecnológicas pierde el tiempo. La innovación surge cuando se desencadena el torrente del potencial de las personas libremente, no les coarte ésta posibilidad ni en su entrenamiento ni en su ejecución.

¡Decídase a hacer la diferencia!

Reflexiones finales:

“Es el nivel de liderazgo que usted tenga, el tope de su eficiencia personal” Solo se puede ir en la delantera si decide correr el riesgo suficiente a través de la diferenciación y renovación total de su forma de actuar”.

Publicado en Gestiópolis. Post original aquí.

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La complejidad de las relaciones sociales y nuestros cerebros: sociedad aumentada y red neurosocial

Por Dolors Reig

Hablamos frecuentemente de nuevas profesiones (aquí artículo derivado del primero, más trabajado, en catalán), disciplinas, funciones profesionales.

Pues bien, la denominada neurociencia social es una nueva disciplina dedicada a estudiar las relaciones entre el cerebro y el comportamiento social. Mientras voy construyendo ideas alrededor de la sociedad aumentada, la que surge de la infinita variedad de comunidades, tipos de relaciones, matices en la interacción que podemos llegar a observar,  la aparición de esta disciplina refuerza el tema, llegando, en mi opinión, a poner en evidencia incluso un intocable número de Dunbar (el que establece que cognitivamente solo podemos llegar a tener 150 relaciones en redes sociales) que siempre he considerado absurdo en la era actual.

Así, la hipótesis del cerebro social nos dice que evolutivamente y en tanto en cuanto ha evolucionado la complejidad de nuestra sociabilidad, han cambiado las zonas del cerebro asociadas al comportamiento social. Se ha demostrado, por ejemplo en algunas investigaciones que en primates no humanos la medida de la amígdala (órgano tradicionalmente asociado a las emociones, al miedo, la agresividad) se relaciona con el comportamiento social.

La investigación que presentamos en esta entrada cambia esto último, relacionado la medida y la complejidad de las redes sociales a las que pertenecemos los seres humanos con cambios morfológicos en nuestros cerebros.

La lleva a cabo un equipo de investigación dirigido por Lisa F. Barrett, Ph.D., profesora de psicología que la desarrolla a partir de imágenes cerebrales y datos sobre número de contactos y de grupos a los que se pertenece (Social network index).

Publicaban en Nature Neuroscience las interesantes conclusiones: la gente con una amígdala más grande tiende a tener redes sociales más complejas y amplias. Del mismo modo los resultados indican que no existe relación entre el tamaño de la amígdala y la satisfacción vital o el soporte social percibido, mostrando que la relación es específica. Cuando se incluían variables como la edad y el sexo, la relación era menos pronunciada para participantes más viejos y para los hombres (independientemente de la edad).

No se llega a definir la direccionalidad de la relación, si una red social mayor lleva a un crecimiento de la amígdala o viceversa y la Dra. Barrett concluye que probablemente se trate de un poco de ambas cosas.

Se han replicado este tipo de estudios en individuos con autismo, psicopatía o personalidad antisocial y los resultados han sido diversos. Incluso en humanos normales sin esos desórdenes, la relación exacta entre el tamaño de la amígdala y el funcionamiento social resulta difícil de establecer. No sabemos si una amígdala más grande es mejor pero sí que una amígdala grande puede acomodar más información social, de más gente y en más contextos, que una amígdala más grande puede suponer mayor inteligencia social.

¿Aumentará de tamaño la amígdala del individuo conectado? ¿Quedará sin sentido un número de Dunbar ingeniado en época de relaciones 1.0, de interacciones sociales limitadas a lo offline?

Mi hipótesis, que parte de la idea de que cambia la configuración de nuestros cerebros para ser capaces de lidiar con la complejidad social de la sociedad aumentada, respondería que sí, que indudablemente esto será así durante las próximas generaciones.

Publicado en El Caparazón. Post original aquí.

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Motivación: ¿Maslow desfasado?

Por Mercedes Hortelano VdP @MyKLogica

En un foro ha salido el tema de motivación y Maslow y comentaban que estaba desfasado porque no explicaba algunos ejemplos, como el caso de los trepas en las empresas, la anorexia, etc.

Bajo mi perspectiva la pirámide de necesidades/motivaciones de Maslow, aunque puede ser “actualizable”, describe lo que nos lleva a actuar a la gran parte de la población, campana de Gauss, el ¿68%?, en nuestro día a día, teniendo muy en cuenta el pago de facturas y las necesidades básicas de subsistencia.

Las dos primeras bases de la pirámide (necesidades fisiológicas y necesidad de seguridad en el futuro), como “humanidad” estamos aún en ello y es precisamente por ello que ha surgido un movimiento como el 15M o muchos de los nuevos partidos ¿cuántas de esas personas se involucrarían si todo fuera como la seda, si tuviéramos nuestro futuro asegurado, si la ética y la honestidad fueran valores por los que se rigieran nuestros políticos o tuviéramos verdaderos líderes en cargos directivos? Mal-llegar a fin de mes, la precariedad en el trabajo y las perspectivas de paro, nos dan en nuestra línea de flotación de la seguridad.

¿Por qué se aceptan trabajos indignamente pagados o se “soportan” jefes acosadores, mediocres …. ?

¿Cuándo dejan las casas familiares hoy en día los hijos? ¿por qué? porque no tienen o los medios (base 1ª) o la seguridad (base 2ª) de poder pagarse su propia casa, es decir, iniciar su propio “núcleo” familiar (base 3ª).

Estas dos primeras bases de la pirámide, su carencia es la base de revueltas, malestar y resentimientos (y a la situación actual me remito). En el momento en el que se resuelven, se “dejan atrás”, si con poco esfuerzo, con poco aprendizaje, si con mucho esfuerzo, con bastante aprendizaje (y si ha sido una carencia muy fuerte, puede dar lugar a fobias).

Esto no quita para que las otras bases no se trabajen, pero una persona con una magnífica autoestima, sigue teniendo un cuerpo físico que alimentar y antes de que reconozcan “verbalmente su trabajo” seguro que prefiere que se lo reconozcan a nivel crematístico, sobre todo si tiene las necesidades básicas por cubrir.

Las necesidades básicas son de dos tipos:

  1. fisiológicas: salud (comida, bebida, ropa -sobre todo en invierno-, cobijo/hogar)
  2. de sostenibilidad: energía, educación y comunicaciones, que son las que te posibilitan un buen desarrollo, tanto en la vida, como en la pirámide

2ª base: Seguridad, aquí ya comenzamos a ver dos vías en la “subida” a la pirámide”, una exterior (basada en el tener) y otra interior (basada en el desarrollo de las propias capacidades o lo que se llama el “ser”). Quien lleva bien trabajada la “inteligencia emocional”, es decir, la confianza en uno, la seguridad, etc … su “tipo” de seguridad será mucho más interior que exterior:

  • Interior: personas que se arriesgan a dejar un trabajo porque “saben” que después o antes encontrarán otro y que si no es en lo suyo, será limpiando escaleras pero lo harán
  • Exterior: personas que “venden su alma al diablo”, es decir, pasarán por todo tipo de sinsabores y realizarán todo tipo de prácticas (aunque estén en desacuerdo con ellas y sepan que son injustas), con tal de tener una seguridad en su trabajo o un futuro “asegurado” (ya sea para esa persona y, a ser posible para sus hijos).

3ª base: Pertenencia, afiliación: A partir de aquí, si hay separación anterior entre el desarrollo interno y externo, su visibilidad es manifiesta:

  • Buen desarrollo interno: relación de igual a igual con todas las “capas”, ideologías, etnias, religiones, etc.etc.etc. de la sociedad
  • Predominio de desarrollo externo: relaciones endogámicas, ya sean clasistas, racistas, ideológicas, etc. lo cual a su vez, potencia ciertas características hoy en día indeseables y perjudiciales en la sociedad: estrechez de miras, cortoplacismo, rodearse de personas que sólo te dan la razón, disociación con la realidad, disociación entre las propias actuaciones y los impactos que ello tiene en el entorno, etc.

En relación a uno de los ejemplos que puso, en este nivel es dónde mejor se percibe a los “trepas”, es decir, a aquellos que harían cualquier cosa por pertenecer a … llegar a ser …. pero su causa, bajo mi punto de vista, no radica en esta base, sino que habría que mirar de dónde viene (¿miedo a la carencia? ¿complejos de inferioridad?)

4ª base: reconocimiento

  • Buen desarrollo interno: la persona se reconoce a sí misma. Por supuesto que le puede agradar el externo pero no lo necesita, al igual que no necesita de “señas de identidad” externas (marquismo). Personalidad (*) definida, con gustos y criterio propio
  • Predominio de desarrollo externo: Necesita de la aprobación externa, mostrar sus logros y lo que ha conseguido y que se lo reconozcan. Personalidad sin criterio o gustos propios

(* Personalidad: Ego, personalidad y carácter)

Y, por último, está la cúspide: la autorrealización: entendida como el estado en el que uno acepta lo que es y cobra importancia lo que ha de cobrar. Según dicen, sólo un 3% de la población llega a este estado:

  • a través de un desarrollo interno, es una toma de consciencia de que lo que importa es disfrutar del camino, relativización de causas, problemas, premios …
  • a través de un desarrollo externo, conjeturo que a través de una toma de conciencia de que el “oro” no se puede comer, ni puede comprar “tranquilidad mental”, ni un hogar …. implicaría reparación de lo que ha podido hacer a lo largo del camino. Bajo mi perspectiva, quien llega por esta vía, debe de ser tremendo llegar a este punto y ser consciente de la relación de sus actos con la realidad actual.

¿Por qué decía que ha de actualizarse? porque para poner remedio y conseguir un buen desarrollo “interno” es más fácil si hablamos de tipos de motivación por su origen y sus impactos:

Factores motivacionales en función del origen:

  • intrínsecos: aquellos que nacen de factores internos a la persona
  • extrínsecos: aquellos que se producen por factores externos

Factores motivacionales en función del impacto:

  • negativos: aquella cuyos impactos en el individuo y/o en el entorno son perjudiciales
  • positivos: aquellos cuyos impactos benefician tanto al individuo como a su entorno

La combinación de estos factores, nos daría 4 tipos de motivación:

  1. Extrínseca positiva: aquella que nos lleva a actuar hasta alcanzar nuestras necesidades vitales y de seguridad y, una vez conseguidas, se convierte en motivación secundaria. En nuestra sociedad actual, el dinero, premios e incentivos, reconocimiento de la autoridad, etc.
  2. Extrínseca negativa: aquella que, independientemente de que hayamos conseguido nuestras necesidades vitales y de seguridad, sigue siendo motor de nuestros actos y nos lleva a factores de reconocimiento y superación “externos”, ya sean crematísticos o de poder. El mejor ejemplo de este tipo de motivación: los mercados.
  3. Intrínseca positiva: aquella que, una vez cubiertas nuestras necesidades básicas y de seguridad, lo que nos mueve son factores de reconocimiento, desarrollo y superación “propios” e internos.
  4. Intrínseca negativa: aquella que nos “impide actuar” y nos resta energía.

Bajo mi perspectiva el tipo de factores que nos motiva depende del nivel de inteligencia emocional que hayamos alcanzado, entendiendo “inteligencia emocional” como el desarrollo de la propia autoestima, confianza en nosotros, empatía, asertividad y capacidad de diálogo y relación con nuestro entorno:

  • a mayor desarrollo de nuestra inteligencia emocional, mayor capacidad de motivación positiva, ya sea extrínseca o intrínseca
  • a menor desarrollo de nuestra inteligencia emocional, mayor capacidad de motivación negativa

Viéndolo así, se puede actuar sobre la motivación, ya sea extrínseca o intrínseca:

  • Extrínseca positiva: salarios dignos, bonus, remuneración alternativa
  • Extrínseca negativa: programas dirigidos al desarrollo de la inteligencia emocional, comunicación y diálogo (*)
  • Intrínseca positiva: programas dirigidos al desarrollo de las capacidades y consecución de metas personales
  • Intrínseca negativa: programas de autodesarrollo por especialistas en psicología (a ser posibles entrenados en técnicas de coaching) (*)

(*) En las fases más agudas de la motivación tipo negativo, aconsejaría la inclusión de programas dirigidos por especialistas en psiquiatría. Un ejemplo claro y actual del tipo de personas que incluiría en dichos programas son las personas que trabajan en connivencia con los mercados, que están poniendo en peligro la paz social de naciones y la estabilidad global. Una persona en su sano juicio nunca jugaría con temas así. Convencida de que si se les hiciera un examen mental, se vería su enajenación mental y su disociación con la realidad.

Fuente: Inteligencia emocional, motivación, remuneración

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ImagenApuntes de periodismo digital  vía Google

Publicado en MyKLógica. Post original aquí.

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Las Organizaciones Duales (Kotter)

por Daniel Blanco

El éxito actual de cualquier organización es garantizar su rapidez e innovación para conseguir competir con éxito en la economía de grandes cambios actuales.

Esta agilidad estratégica precisa según John P. Kotter de la gestión de las llamadas organizaciones duales que combinan la gestión de sus procesos mediante la jerarquía tradicional y su “esperanza” a medio y largo plazo mediante la llamada redarquía.

El libro de Kotter “Acelerar” aboga por el diseño de las empresas con dos sistemas de trabajo donde uno se encuentra orientado a la consecución de los resultados en el día a día y el otro sistema, actuando como complementario, actúe de forma similar a una red ágil explorando y analizando oportunidades a medio y largo plazo. El objetivo final es la generación de entidades competitivas y capaces de gestionar las amenazas y aprovechar correctamente las oportunidades de modo que las entidades sean capaces de combinar la eficiencia en sus tareas y responder a los cambios cada vez más rápidos que se producen en su entorno.

Las entidades jóvenes suelen carecer de una estructura excesivamente rígida actuado más Calidad“en modo red” con objeto de aprovechar el máximo de las oportunidades el medio ambiente de la empresa pueda ofrecer, en este punto los directivos actúan como centro de la entidad y el resto de personal actúa con bastante autonomía en diferentes actuaciones teniendo un elevado grado de implicación del personal y manteniendo una visión compartida.

El éxito de las empresas provoca, en muchas ocasiones, la necesidad de dotar de una estructura jerárquica, una elevación de la burocracia y una división de las funciones (con el fin último de minimizar riesgos y ganar en eficiencia) por lo que las entidades se vuelven más lentas y rígidas y su capacidad de adaptación al cambio se ralentiza*.

Aclaración*. Para Kotter los problemas de la jerarquía se traducen en la existencia de silos de comunicación (impiden que la información vaya de Dirección a la base de los trabajadores de un modo ágil), la burocracia y exceso de procedimentación (suponen barreras a la velocidad estratégica), cortoplacismo (los resultados trimestrales o semestrales no suelen concordar con la misión y visión de la entidad), miedo a tomar iniciativas (los superiores mandan) y autocomplacencia (si el pasado ha sido bueno para que vamos a cambiar).

Asumiendo que la jerarquía y la “cadena de mando” es necesaria para la gestión de cualquier empresa (recomiendo consultar los 14 principios del Henri Fayol), actuaciones como grupos interdepartamentales, círculos de calidad, aplicación de estructuras más horizontales y generación de procesos dinámicos logran mejorar y agilizar las entidades*.

Nota*. Desde el punto de vista de Kotter hasta cierto punto. Mi punto de vista es que estas actuaciones mejoran bastante la gestión empresarial. Kotter resumen que la jerarquía como estructura no fue diseñada para el entorno de fuerte cambio imperante en los últimos años.

La “solución” pasa por la premisa de una empresa y dos estructuras: la jerarquía para optimizar el trabajo a corto y medio plazo y la redarquía para gestionar la innovación y las oportunidades que puedan presentarse.

De este modo el primer sistema (jerarquía) se basa en una buena estructura de procesos, tanto de gestión como operativos, que permiten a la organización la obtención de los resultados de un modo eficiente gestionando sus recursos de un modo óptimo. Por otro lado el segundo sistema (redarquía) contituiría una red más ágil y dinámica totalmente fuera de la burocracia de la entidad y formado por un conjunto de personas (voluntarias) que abarquen todos los niveles  y área de la empresas y que aporte la “materia prima” para la creatividad y la innovación.

La clave se encuentra en que ambas estructuras deben encontrase “conectadas” principalmente a través de los trabajadores que se sitúan en los dos sistemas* lo que posibilita el aprendizaje organizativo y que la información se trasvase entre ambos sistemas “derribando” los límites entre departamentos y niveles. El objetivo final es la consecución de una empresa eficiente pero con su visión puesta en el largo plazo.

Observación*. Un punto muy importante a considerar es que la redarquía no se gestiona como un proyecto, pues no precisa de control sino de un liderazgo por influencia.

El sistema operativo dual de Kotter se basa en cinco principios:

Muchos voluntarios para el cambio (1)

La necesidad de que el cambio alcance a todos los niveles de la organización precisa de su impulso por un buen número de personas y su participación en el sistema dual. El sistema jerárquico consolida un número reducido de personas de confianza a la Dirección de la entidad lo que genera el riesgo de no incluir a todos los estamentos y áreas de la organización. Kotter los define claramente “se necesitan más ojos para ver, más cerebro para pensar y más piernas para actuar con el fin de acelerar”.

Una mentalidad de “llegar a” en lugar de “tener que hacerlo” (2)

La necesidad de que el trabajo en red sea totalmente voluntario es vital para el correcto desarrollo de la redarquía. Las personas deben “sentir” la necesidad de trabajar bajo un propósito común y en una iniciativa relevante.

Acción impulsada por la cabeza y el corazón (3)

Los cambios precisan de un sentido y propósito más allá de la lógica numérica. Se trata de un trabajo para crear el futuro de la organización y precisa que el personal involucrado encuentre un sentido en su trabajo.

Más liderazgo y menos gestión (4)

El aprovechamiento de oportunidades y la detección de amenazas que “rodean” a la organización precisan de un liderazgo por influencia que consiga la participación activa de todos sus componentes con el fin de “aprovechar” las ventajas. La visión de la organización y la agilidad son componentes necesarios para garantizar la redarquía.

La asociación inseparable entre la jerarquía y la redarquía (5)

Se trata del gran reto: ambos sistemas deben funcionar con uno sólo con un intercambio constante de información y trabajo. El secreto se sitúa en que las personas que trabajan de un modo voluntario en la red ya se encuentran dentro del organigrama. No hay tiempos diferentes para ambos sistemas se precisa del trabajo simultáneo aunque deban “instalarse” espacios y tiempos para la innovación.

Considerado el texto del propio Kotter en relación a los 8 pasos para liderar el cambio se observan algunas diferencias como que los pasos se emplean en forma secuencial y los aceleradores con concurrentes; los pasos se impulsan por un grupo pequeño de elegidos y aceleración debe “contener” al mayor número de personas; los pasos se diseñan para una estructura jerárquica “pura” y los aceleradores demandan un sistema dual.

En resumen y como consecuencia de la aceleración del cambio que afecta a empresas y que demanda de éstas una mayor capacidad de reacción, flexibilidad y adaptación sus estructuras y relaciones deberán adaptarse a la gestión de dicho cambio y como modelo para “gestionar el futuro” por lo que la metodología de organización dual se posiciona como salida para conseguir “lo mejor de ambos mundos” es decir la efectividad en los procesos del día a día y consecución de una agilidad estratégica que tenga en cuenta las oportunidades que se generan en el entorno que rodea a la entidad.

“Las estructuras jerárquicas y los procesos organizativos que se han utilizado durante décadas para gestionar y mejorar las empresas ya no están a la altura de los desafíos a los que nos enfrentamos en un mundo de cambios acelerados.”

 John Kotter, consultor y experto estadounidense de gestión y liderazgo.

Autor: Daniel Blanco

Publicado en DBCalidad. Post original aquí.

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Teoría del Liderazgo Situacional de Hersey & Blanchard

Gestión del cambio en la Era de la Colaboración. De la Jerarquía a la Redarquía

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Más allá de la innovación

Por Xavier Marcet

La innovación es la forma de crear valor, diferenciarse y adaptarse en contextos  que cambian aceleradamente.  La suma de muchas innovaciones simultáneas crea esta sensación de un mundo que cambia de época con una cadencia cada vez mayor. La espiral de innovaciones parece más desatada que nunca. La concatenación de cambios que vamos a vivir en el futuro – presente, va a ser similar en impacto a la de los años noventa. Quizás ahora no habrá un concepto que resuma tanto el cambio como la síntesis que hace veinte años significó Internet. Creo que la cascada de transformaciones de los noventa afectó mucho a los procesos y a las comunicaciones, ahora creo que además comportará cambios inexorables en las formas de dirigir las organizaciones. Vivimos en la antesala de otra gran transformación y esta vez deberemos aprender a tomar las decisiones de un modo distinto.

En este mundo al que nadie discute la importancia de la innovación, ¿las organizaciones están consiguiendo resultados significativos en innovación? Para la  mayoría de empresas consolidadas diríamos que los resultados son muy discretos, más tendientes a los incremental que a lo radical. De hecho, muchas de las innovaciones que nos han cambiado la vida en los últimos veinte años procedían más de start – up que de empresas establecidas del Fortune 500. Sin duda, entre el impacto innovador de las start – up y el de las empresas consolidadas, parece que los resultados son mucho más espectaculares a favor de las nuevas empresas. Por cierto, no debería pasarnos desapercibida la eclosión extraordinaria de “unicorns” que estamos viviendo en los últimos dos años. Es como si muchas grandes empresas consolidadas  prefirieran poner sus recursos en proyectos nacidos fuera de la caja y liderados por emprendedores ajenos más que confiar en sus propias competencias de innovación. Parece que sus culturas corporativas aceptaran la retórica de la innovación pero se vieran incapaces de lidiar con sus propias inercias y les costara mucho adoptar prácticas de innovación realmente comprometidas.

Estos resultados discretos de muchas empresas han supuesto un cambio en la forma de innovar. Hemos pasado de funnels de innovación bastante encorsetados a perímetros mucho más abiertos de innovación en los que confluyen talentos e iniciativas internas y externas. Son frecuentes las propuestas corporativas para combinar la frescura y capacidad disruptiva de las start up con el posicionamiento, conocimiento y musculatura financiera de las grandes empresas. Tenemos una innovación más híbrida, más “lean” y más abierta. No en vano, estamos viviendo un auge notable del Corporate Entrepreneurship.  Algunas propuestas van ya más allá de la innovación clásica y  fusionan, por ejemplo,  la innovación con la gestión de la complejidad que se asienta en el Big Data y la inteligencia artificial. Abundan las propuestas que intentan construir nuevos paradigmas de management, ya sean desde la holacracia, la desburocratización radical o los que ensayan combinar inteligencia natural e inteligencia artificial.

Todo parece indicar que vamos a ir más allá de la innovación tal y como la hemos conocido en las dos últimas décadas. Entramos en una nueva etapa. Obviamente cada empresa es un mundo y hay de todo, pero aquellas empresas que marcan tendencia han cambiado sus maneras de innovar. Ya aprendimos  que la arrogancia y la visión de retrovisor fijada en las glorias pasadas no son buenas compañeras de la innovación. Ya sabemos que la innovación tiene mucho que ver con ambiciones que no solamente quieren construir negocios rentables sino mejorar o cambiar el mundo con sus nuevas soluciones. Las culturas innovadoras que  son capaces de simultanear estas ambiciones con “propósito” con una cadena de humildades auténtica tienen más potencial. Son culturas en las personas de una organización no pierden la empatía con sus clientes ni caen en la prepotencia por muchos éxitos que hayan tenido. Estas organizaciones donde para nadie es imposible hacer llegar una idea significativa hacia arriba porqué no hay burocracias que lo impiden ni culturas corporativas auto limitantes. Necesitamos ambiciones con suficiente autenticidad para apasionar a quienes se proponen alcanzarlas. Necesitamos humildades para nada impostadas. Necesitamos líderes que crezcan ayudando a crecer a aquellos con quienes comparten la ambición de crear nuevo valor para sus clientes o para la sociedad. Necesitamos líderes que no delegan el riesgo pero que saben sacar la mejor energía innovadora de sus equipos.

La innovación ha entrado en una nueva fase, de menos “innoganda” diría mi socio Roberto Espinosa (@resbla). Vamos a ir más allá de la innovación. Irá más en serio. Más nueces, puede que menos ruido. Quizás crearemos otro concepto para esta nueva fase. Un tiempo en el que las empresas y las administraciones giran alrededor de los clientes y los ciudadanos y no al revés. Este cambio copernicano requiere una forma distinta de integrar la innovación en el management nos repite Steve Denning a menudo.

 

Qué tiempo tan interesante este que nos toca vivir en el management. Qué evidente la necesidad de superar los preceptos que funcionaron en las grandes escuelas de negocio de la segunda mitad del siglo XX. Qué reto compartido para estas escuelas de negocio y para nosotros de reinventar el management. Qué apasionante esta oportunidad de innovar en innovación, de ir más allá de la innovación tal y como la hemos realizado en las últimas décadas. Si nos enrocáramos en la innovación cómo un fundamentalista cualquiera, seríamos todo menos innovadores.

Este post fue publicado en Sintetia el 4 de abril de 2016

La imagen pertenece a una obra de Simone Martini

Publicado en XavierMarcet.com . Post original aquí.

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Empresas más allá del beneficio

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Algunas preguntas impertinentes

Por Merce Roura @merceroura

Las preguntas adecuadas son más importantes que las respuestas correctas. De hecho, no existen respuestas correctas cuando indagas en ti mismo, porque lo que es bueno para otros puede ser tóxico para ti… Incluso lo que fue bueno (o lo parecía) para ti antes puede que ahora te lleve a un callejón sin salida porque has cambiado y evolucionado.

En ocasiones, una respuesta incorrecta y poco acertada te lleva a conocer más, a esforzarte más y a ser más tú mismo.

Las respuestas muchas veces no nos sirven porque ahondamos en lo que ya sabemos, redundamos en lo que nos hace sentir cómodos y nos reafirma.  Si las preguntas que nos hacemos no son adecuadas, lo que sacamos de ellas es calderilla para nuestro desarrollo personal.  En el fondo, nos sentimos mal con nosotros mismos porque nos somos infieles y desleales. Nos mentimos, nos escondemos cosas para vivir en una tranquilidad falsa que nos permite ir tirando sin abrir la caja de Pandora de nuestras heridas pendientes y  cicatrizarlas… Eso nos corroe por dentro y nos hace vivir a medias, sin afrontar el dolor ser asumir y cambiar pero sin la liberación de ser cómo deseamos y dejar las ataduras de una conciencia encadenada a nuestros dilemas pendientes…

Recuerdo una vez, hace años, que le contaba a una amiga psicóloga que cada noche, al acabar el día hacía revisión de todo lo que había sucedido, de cada paso que había dado para saber cómo me sentía y a dónde me llevaba. Me dijo que era un ejercicio saludable pero me propuso un reto… Cuando te sientas con fuerzas, a demás de preguntarte por lo que haces cada día, intenta preguntar por lo que no haces, por lo que no te preguntas, por lo que te escondes…

Y entonces me di cuenta de que mi ejercicio era muy sano pero que para crecer tendría que ir más allá y entrar en un terreno hasta entonces oculto. Revisar lo que no había hecho y sentía que debía, que me debía a mí, no a nadie. Analizar si lo que no hacía era porque no quería, no me interesaba o me daba miedo. Ponerme a prueba.

Demasiado a menudo, nos hacemos trampa. Nos preguntamos cosas que tenemos superadas con lo que las respuesta que obtenemos son cómodas y llevaderas. Como si cada día corriéramos el mismo tramo sin intentar ir más allá o hacerlo más rápido. Nunca batimos nuestro récord, nunca nos superamos. Nos movemos en ese metro cuadrado de logro que nos gusta recordar.

Hacemos largas tesis sobre el por qué de nuestras limitaciones (las que hemos decidido imponernos) para justificarnos. A menudo son buenas, suenan bien, encajan, sincronizan con nuestra vida… Se las soltamos a los demás para excusar no ser o no llegar a dónde creemos que deberíamos llegar u otros nos han hecho creer que deberíamos y nos lo hemos tragado. Y los demás, ante nuestra ristra de excusa, a veces, opinan. Y lo que opinan no nos gusta…  En ocasiones, porque justo van a dar en el clavo y dicen lo que nosotros mismos no nos atrevemos a decirnos y nos desmontan una coartada perfecta. Otras porque no en nosotros y no tienen ni idea y lo que dicen no tiene sentido para nosotros…. La responsabilidad es nuestra por meterles en esa situación y darle tanta información adicional que no nos han pedido.

Nos justificamos ante otros pero en realidad estamos buscando coartada para nosotros. Para convencernos de que si no vamos más allá es porque no podemos, no porque no queramos. Porque nos sentimos culpables no dedicar más tiempo a un montón de cosas que pensamos que necesitan que lo hagamos. Lo más triste de todo es que en muchas ocasiones, nos sentimos culpables por algo que ni siquiera nos importa o no es cierto. Es decir, no es lo mismo ser madre y sentirse culpable por no poder dedicar suficiente tiempo a tus hijos porque trabajas mil horas y cuando llegas a casa no eres la mejor madre porque está agotada y estresada… Que sentirse culpable por no ser como tus padres querrían que fueras. En ambos casos, la culpabilidad es una amago para no ejercer la responsabilidad de decidir si se puede solucionar el problema y cómo. En el primero, sin embargo, ella se siente culpable por no hacer algo que desea hacer y que sale de su propio compromiso vital. En el segundo caso, él se siente culpable por no ser algo que no desea ser pero que otros quieren que sea.

El primer caso es duro y pasa demasiado a menudo en una sociedad que no entiende que las personas amargadas y sin vida personal no pueden llegar a ser grandes profesionales porque no tienen equilibrio. Y les obliga a arrastrarse en pos de una productividad mal entendida que nos lleva al fracaso. Ella se siente atrapada, pero sabe lo que quiere, aunque se ha resignado a no poder cambiar la situación y se culpa.

El  segundo caso,  él pena por una situación que ni siquiera le concierne. Lleva pegada una etiqueta de fracaso que no es real y no es capaz de darse cuenta.

Seguro que en estos y miles de casos que nos han sucedido a muchos de nosotros, la situación persiste porque no nos hacemos las preguntas adecuadas…  Porque sin esas preguntas, las respuestas siempre nos llevan a lo mismo y damos vueltas en un circuito cerrado que no nos deja evolucionar…

“No tengo más remedio porque necesito el dinero” “tengo que intentar tomármelo con filosofía y tener paciencia” “Nunca estaré a la altura de lo que mi familia quiere…”.

Lo más curioso es que tal vez si nos pusiéramos manos a la obra para por un lado darnos cuenta de la situación y aceptarla y por otro empezar a planificar cómo cambiarla porque no nos hace felices, ni obedece a nuestro modelo vital, quizás la solución tardaría.

Sin embargo, podríamos decir que estamos haciendo algo, que pondremos esfuerzo en cambiarlo, que vamos a darle la vuelta a la situación porque tenemos un plan… Porque estamos intentado todo lo posible y lo imposible… Estaríamos cansados e incómodos aún, pero tendríamos algo muy valioso de nuestra parte… Esperanza. Y con esperanza se cogen fuerzas y se anda el camino más rápido y con más energía.

La esperanza borra la culpabilidad porque la cambia por responsabilidad. Y el tomar las riendas de nuestra vida nos da el poder para hacerlo. Nos dice que podemos decidir y tomar parte en ella sin ser sólo espectadores… Pero para conseguir esa esperanza es necesario sacar un pie al abismo, hacerse la pregunta que hace falta, la necesaria, la pregunta osada e impertinente, la pregunta adecuada que te permita indagar y planificar una ruta para conseguir ser quién quieres y vivir según tus valores…

Si nunca te preguntas qué quieres, es como si nada quisieras.

Si no te preguntas qué sueñas, no tienes sueños… O están tan ocultos tras la rutina que no se atreven a salir.

Si no te haces la preguntas adecuadas, nunca sabrás quién eres…

Las preguntas son poderosas.

¿Cómo saber si son las preguntas adecuadas?  Si no te suenan de otras veces, si te molestan, si te aturden, si las dejarías para luego porque te dan acidez en el estómago, si te punzan el pecho y te recuerdan algo que quieres olvidar porque dejaste abierto en canal, si te arañan la conciencia, si te gritan, si te irritan y ponen de mal humor, si has usado un argumento parecido alguna vez para criticar a alguien… Si son tan impertinentes que te dan ganas de huir…

Háztelas, son necesarias. Escúchalas. Analízalas y decide cómo no volver a tener que planteártelas porque ya tendrán una respuesta real y útil. Sé tan irreverente e impertinente contigo mismo como sea necesario para sacar a la luz lo que ocultas, sé capaz de decirte a la cara lo que a te asusta…

Tal vez tardes un mes o un año… Pero no importa, porque una vez entres en ese proceso, sea muy duro o más liviano, sabrás que quién manda eres tú y te sentirás reconfortado porque ya no tienes nada en el equipaje esperando solucionar o verás que se abren ante ti otras dudas pero serán nuevas… Tendrás la actitud necesaria para afrontar lo que pase… Y serás más ágil, más sabio,te sentirás más tranquilo y tendrás un punto de apoyo muy importante… La esperanza de saber estás en el camino… La ilusión de notar que te eres fiel y no te escondes nada.

Publicado en MERCEROURA, la rebelión de las palabras. Post original aquí.

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Diez lecciones de creatividad que impulsan tu negocio

 por Tino Fernández

La innovación no puede desaparecer de tu compañía, ni siquiera cuando ésta se consolide. Aquí van algunos consejos para mantener el espíritu renovador que ayudará a impulsar un nuevo proyecto.

Pasión, visión, pero también altas dosis de realismo que permitan convertir una idea en negocio rentable. Las características que definen al emprendedor –ve soluciones donde otros sólo advierten problemas– tienen mucho que ver con ser creativo: la creatividad nace de la divergencia, de ver con ojos diferentes lo que todo el mundo ha visto. Es descubrir lo que otros no han descubierto.

El gran paso, además, es buscar socios y colaboradores que piensen de forma distinta y que revolucionan la organización. Pero resulta definitivo lograr que esas personas puedan también integrarse dentro de la compañía. De lo contrario, el sistema los ‘escupe’. El emprendedor es creativo y busca además personas originales con respuestas diferentes, pero que tengan capacidad para que sus ideas se puedan realizar.

1. No penalices el fracaso. La innovación requiere experimentación, y esto nos puede conducir inevitablemente a fallar. El error será un paso adelante si estás seguro de que cada intento sigue un plan bien concebido. Penalizar el fracaso hace que tu equipo se desanime a seguir intentándolo. Debes crear una cultura que recompense la innovación y la experimentación, en la que el fracaso sea visto como una experiencia de aprendizaje.

2. A cualquier compañía le interesa convertir a su equipo en una incubadora de innovaciones antes que seguir un modelo de negocio estático.

El emprendedor busca socios originales, pero con capacidad para ‘aterrizar’ sus ideas

Si no lo intentas, nunca tendrás éxito. Habla con clientes, inversores. El resultado de tus “experimentos” será el mejor indicador sobre el éxito de tu producto o servicio.

3. Cambia tu forma de ver las cosas. Las visiones estereotipadas bloquean al visionario. Imagina aproximaciones contradictorias, y acostúmbrate a trabajar con conceptos opuestos. Algunos expertos recuerdan que en ocasiones elevar el precio de un producto o servicio vendiendo la idea de estatus puede llevarte a tener más clientes que entrar en una guerra de precios.

4. Debes conseguir un equilibrio en tu compañía entre aquellos que son creativos y los que ejecutan y hacen efectivamente las cosas.

5 Delega y confía en tu equipo. Es la única forma de crecer eficazmente. El fundador de una start up no puede hacerlo todo solo.

6. La diversidad es aliada de la creatividad. Haz todo lo posible por rodearte de verdadera diversidad intelectual. Si quieres ser más creativo necesitas ampliar tu círculo social e incluir en él a gente que sea diferente a tí. Esa red más extensa de contactos te abre a nuevas formas de pensar.

7. Descubre las áreas en las que eres más débil y contrata a gente apasionada y experta en esas cuestiones.

8. Comparte tu visión del negocio. Si tienes nuevos proyectos creativos que necesitan salir adelante, tu equipo se implicará en ellos si sabe por dónde vas.

9. Celebra los éxitos y recompensa las victorias de tus colaboradores. Es una forma de fidelizarlos e implicarlos.

10. Puedes llegar a ser lo que pretendas ser. La actitud influye en el comportamiento, pero el comportamiento también influye en la actitud.

Celebra los éxitos y recompensa el talento

¿Quieres hacer felices a tus empleados? ¿Estás dispuesto a que la mentalidad start up perdure cuando tu nueva compañía esté consolidada? Si es así, celebra cada éxito y no dejes que la creatividad de tus socios y empleados quede sin recompensa.

Debes fomentar ese caldo de cultivo que estimule y premie el reto. Un entorno en el que se acepta el pensamiento diferente.

Contratar a personas rupturistas es una tarea difícil en organizaciones que premian más la actitud conservadora y temen excesivamente el fracaso. En demasiadas empresas no se admite el pensamiento distinto ni se da lo necesario para que germinen las buenas ideas. La llegada o captación de empleados rupturistas es un reto para la capacidad de gestionar el cambio, y los profesionales que generan alternativas resultan incómodo para algunos gestores, ya que inevitablemente se trata de integrar a personas que les van a retar.

Todo esto implica favorecer el entorno que celebre los éxitos pero que no penalice el fracaso, porque en un proceso de creatividad e innovación se puede fallar en algunos pasos, y el pavor al batacazo es uno de los mayores frenos para la creatividad.

Contratar adecuadamente a un profesional creativo supone captar a un empleado flexible, que esté listo para adaptarse y analizar los retos desde diferentes puntos de vista; curioso, siempre en busca de buenas ideas para explorar y recombinarse; humilde, capaz de entender que una buena idea puede desencadenar una mejor idea de otra persona; que no vaya sólo a por lo que se espera, sino que mire más allá; estratégico, que entienda el impacto que cada decisión tiene en el proyecto global, en el equipo o en la ejecución final de la idea.

Lo más importante para que se dé la creatividad es que se ha de producir un entorno adecuado. Debe haber un jefe que permita opiniones divergentes; un clima laboral en el que los compañeros no penalicen ideas distintas; tiempo para ello; el reconocimiento a esa creatividad; y una cultura que se cuestione a sí misma y fomente la exigencia de ideas nuevas.

Publicado en Expansión.com. Post original aquí.

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El cerebro emocional que nos engaña y bloquea la innovación

Por Virginio Gallardo

Para innovar necesitamos tomar decisiones e impulsar cambios sobre una realidad de negocio que nuestro cerebro a menudo no percibe.  La ausencia de decisión o la toma de decisiones erróneas sobre el cambio supone el drama empresarial de nuestro siglo, un drama sin precedentes, organizaciones poco innovadoras, o si quieres decirlo de otra forma más clara: organizaciones moribundas.

Tenemos un cerebro emocional construido biológicamente para sobrevivir en otras condiciones ambientales, no diseñado para tomar las mejores decisiones en situaciones de alta complejidad y cambio constante que exige nuestra Era de la Innovación.

El principal freno (y motor) del cambio y precursor de la muerte empresarial pesa algo menos de un kilo y medio y se llama cerebro. ¿Se puede luchar contra un cerebro que nos engaña?

Cómo nuestro cerebro nos engaña

El neurocientífico Francisco Rubia, autor de “El cerebro nos engaña”, afirma que solo el 2% de nuestros procesos cerebrales son conscientes, además de haber sido construidos en periodos remotamente antiguos de la evolución humana, diseñados para sobrevivir no para tomar decisiones estratégicas en entornos hipercomplejos.

A pesar de lo que nos han enseñado, no somos fundamentalmente seres racionales y analíticos, sobre todo somos seres que no podemos controlar un cerebro emocional… y menos mal que no lo hacemos.  El psicólogo Ap Dijksterhuis ha mostrado en numerosos experimentos que cuando se trata de decisiones complejas, utilizar procesos emocionales mejora la toma de decisiones frente a los procesos racionales.

Conclusiones parecidas a las de Jonah Lehrer, autor de “How We Decide”, que muestra cómo en la toma de decisiones complejas el cerebro racional parece poco útil, mientras el cerebro emocional puede conectar más cantidad de información y complejidad.

Daniel Kahneman, psicólogo israelita, Nobel de Economía, padre de la toma de decisiones, nos dice que nuestro cerebro utiliza básicamente un tipo de sistemas automáticos o intuitivos que están activos la mayor parte del tiempo, independientemente de nuestra voluntad. El cerebro se deja engañar a menudo por “efectos halo” de generalizaciones excesivas, por la repetición del proceso o se guía simplificando lo que ve y escucha. Y activa poco a menudo (por economía cerebral) un segundo tipo de sistemas cerebrales más analíticos.

Pero probablemente el fenómeno cerebral más interesante para entender cómo nuestro cerebro nos engaña en la toma de decisiones es el de la disonancia cognitiva, que hace que nuestro  cerebro  escuche lo que queremos escuchar, eliminando aquello que contradice nuestras hipótesis previas y, especialmente, nuestros comportamientos. Es unaespecie de ignorancia a la que nos somete nuestro cerebro, que recompensa evidencias en nuestros razonamientos que confirman la coherencia con nuestro comportamiento. Es la dictadura de los neurotransmisores de placer, que premian el autoengaño que a menudo impide el cambio.

La innovación es demasiado compleja para nuestro diseño cerebral

Innovar se basa en desafiar lo establecido, especialmente lo que han establecido nuestros mecanismos automatizados de pensamiento en nuestro cerebro, no diseñados para el cambio e hipercomplejidad a la que estamos sometidos.

La seguridad que nos da el hábito, la energía que ahorramos por no replantearnos lo que hacemos se convierte en una cárcel de nuestras percepciones y nos aleja de nuestro entorno cambiante y esta es la mayor amenaza para los profesionales y sus empresas, pues dificulta la innovación.

A menudo nuestro cerebro nos hace actuar de acuerdo con viejos esquemas mentales, sin plantearnos las cosas que hacemos a diario. Las emociones convierten nuestra acción en hábitos que nos dan seguridad pero que a menudo no sabemos cambiar.

La incertidumbre y la angustia del cambio nos hace que lo emocional cobre más importancia.  La neurociencia nos muestra lo poco racionales que somos y cómo se crea el efecto túnel, con efectos muy parecidos a la distorsión óptica que sufren los pilotos de avión: a mayor velocidad, menos capacidad de ver el entorno y más concentrados nos encontramos en lo que hacemos.

Para innovar en tiempos de aceleración se hace necesario “pensar fuera de la caja”, think out of the box, para obtener nuevas ideas subversivas para nuestro cerebro, que provoquen olvidar las normas e ignorar los esquemas establecidos que muchas veces nos aprisionan sin saberlo.

Enfrentarse a lo desconocido eficientemente, a la innovación, requiere una gestión emocional eficiente que permita  que nuestros mecanismos  cerebrales ayuden a la toma de decisiones innovadoras de forma óptima.

¿Cómo luchar? Gestionar emociones para innovar

No se trata de negar o luchar contra  la naturaleza emocional de nuestro cerebro(lo cual es además imposible). Se trata de apalancarse en esta naturaleza emocional para tomar las mejores decisiones, las más adaptadas al cambio continuo y la innovación empresarial.

Nuestro éxito profesional dependerá cada vez más de nuestra capacidad de gestionar las emociones de nuestro cerebro de forma que nos permitan reinventarnos y prepararnos para enfrentarnos a crear entornos que no existen.

Nuestro éxito es por tanto saber que la creatividad y la innovación no siempre vienen del orden ni de la planificación (la racionalidad), sino a menudo de nuestro cerebro emocional o de las intuiciones y las corazonadas de nuestros empleados y nuestras organizaciones.Debemos mantener nuestra mente abierta y no hemos sido educados para ello. No menospreciemos el aparente caos de las conversaciones de la cafetería o las que se dan en una red virtual.

La humildad, diría que una actitud paranoica de sospecha, frente a nuestro éxito en el pasado es la condición básica para el desarrollo emocional, pues es un estado en el que tu cerebro está más preparado para replantearse lo conocido, aprender del error e intentar huir de la temida disonancia cognitiva.

Fomentar el equilibrio emocional, la confianza y el optimismo como facilitadores del cambio personal forma parte de esta gestión. Las emociones positivas, tal como señala Fredricksonaumentan el repertorio de pensamiento, aportan más creatividad, neutralizan los efectos  de las emociones negativas y, por tanto, potencian la capacidad de acción para enfrentarse a la innovación.

Hacerse preguntas nuevas cada día, conservar la curiosidad, obligar como si se tratase de una gimnasia mental a mantener nuestro cerebro fuera de las rutinas forma parte de esa nueva gestión emocional que debemos aprender.

Si no gestionamos activamente nuestras emociones, los viejos mecanismos de nuestro cerebro emocional actuarán conforme su diseño, nos engañarán, tomaremos decisiones incorrectas y paralizaremos el cambio y la innovación de nuestras organizaciones y las haremos morir.

Publicado en Supervivencia Directiva. Post original aquí.

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La irresponsabilidad estructurada

Por Manel Muntada Colell

Recuerda Martha C. Nussbaum cómo, hace ya tiempo, Milgram demostró que “las personas toman decisiones irresponsables cuando se les permite pensar que no son responsables de sus decisiones porque una figura con autoridad asume esa responsabilidad” y, aunque ella sitúe este fenómeno en ámbitos aparentemente tan dispares como el de la “educación para la democracia”, no puedo evitar pensar en nuestras organizaciones y en cómo todo el pensamiento heredado insiste en estructurarlas justamente de este modo, en una cadena ascendente de autoridades que asumen, respectivamente, las responsabilidades de los estratos inferiores.

La afirmación tiene su miga ya que se muestra impúdica, revelándonos una y otra vez algo que corremos inmediatamente a velar, aunque forme parte de aquellas instrucciones que llevamos marcadas a fuego en el código genético, y es que sabemos de sobra que responsabilizar significa, en pocas palabras, salir de en medio, no interferir, arriesgar y dejar al otro hacer, a su libre albedrío.

Cabe preguntarse, como ya apunté en otro post, hasta qué punto preocupaciones atávicas y tan actuales como la falta de iniciativa, de implicación en los proyectos o, incluso, el mítico problema de la motivación que ha generado y sigue generando tanta atención y provecho por parte de aquellos que viven del management, no tienen realmente sus raíces en los modelos de estratificación organizativa que muestra el más común y aparentemente inocente de nuestros organigramas. Es mucho más que probable que, durante muchísimo tiempo, hayamos dado [y sigamos dando] palos de ciego buscando soluciones a problemas que se hallan en la misma naturaleza del andamiaje que hemos construido para resolverlos.

Continua diciendo M. Nussbaum, en alguna otra parte de su libro, que “tanto a través de las normas sociales como de las familiares, se da el mensaje de que la perfección, la invulnerabilidad y el control son aspectos fundamentales para el éxito del adulto”, que “incluso cuando una cultura no contemple este tipo de normas insanas, la familia puede transmitir mensajes erróneos como que la única manera de triunfar es ser perfecto y controlarlo todo”. Y es difícil evitar el pensar hasta qué punto incide esta concepción del éxito en dar forma al ideal de “jefe” que planea sobre el pensamiento organizativo al uso.

Aunque recientemente se hable o se escriba mucho sobre empresas sin jefes, y se exhiban como modelos a seguir los espectaculares resultados y el alto nivel de competitividad a los que han llegando empresas como Morning Star o Gore al apostar, sencillamente, por la adultez y la capacidad de autogestión de sus trabajadores, el tema no es, para nada, sencillo y se hace difícil, muy difícil, verlo factible y correteando en entornos profesionales como los nuestros y, mucho menos, en grandes organizaciones, ya sean éstas públicas o privadas.

El hecho de que conceptos como el de empowerment caducara hace ya tiempo sin llegar a ser, salvo en casos excepcionales, algo más que una delegación de responsabilidades sin traspasar la autoridad suficiente sobre el tema, han demostrado de sobra que, aunque se aluda a valores como el de la coordinación y la facilitación, el verdadero valor que se le exige a cualquier cadena de mando, es el de gestionar la desconfianza que, de manera general, se extiende como una pesada capa sobre las personas. Sustituir esa utilidad por la contraria va mucho más allá de un ejercicio de voluntades o de rediseño organizativo y exige afrontar los miedos que anidan y realmente gobiernan desde el núcleo del poder.

La foto la he obtenido aquí.

Publicado en CumClavis. Post original aquí.

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A Menos Jerarquía, Más Responsabilidad

Por José Miguel Bolívar

El trabajo del conocimiento requiere tanto de la autonomía como de la responsabilidad
Peter Drucker

Uno de los principales obstáculos al que se enfrentan actualmente las organizaciones a la hora de mejorar su productividad, es la ignorancia de un principio básico fundamental del trabajo del conocimiento: “para ser productivas, las personas necesitan autonomía y responsabilidad“.

Esto no es precisamente una novedad. Peter Drucker lo dejó muy claro ya en 1999, cuando definió seis factores clave para la productividad personal de los trabajadores del conocimiento. Más recientemente, Dan Pink lo ha vuelto a poner de manifiesto, como puedes comprobar en esta charla TED. Pero ya sabemos por qué los managers no aprenden de management, así que tampoco deberíamos sorprendernos demasiado.

El problema es que la estructura actual de la mayoría de las organizaciones, es decir, la jerarquía, es un freno al desarrollo de la responsabilidad individual. Se da la paradoja de que la falta de compromiso por parte de sus profesionales de la que se quejan muchas organizaciones se ve favorecida, en gran medida, por la estructura jerárquica de esas mismas organizaciones.

Milgram demostró que “las personas toman decisiones irresponsables cuando se les permite pensar que no son responsables de sus decisiones porque una figura con autoridad asume esa responsabilidad“. Esto convierte nuestras organizaciones en grandes “estructuras de irresponsabilidad“, por utilizar la expresión con la que Manel Muntada titula este excelente post, ya que, en última instancia, la responsabilidad recae sobre una única persona o, en su defecto, sobre un grupo muy reducido de personas.

En el trabajo en cadena, la responsabilidad individual es innecesaria e irrelevante. El papel que juega la persona se limita únicamente a obedecer y a ejecutar órdenes. La toma de decisiones no tiene sentido porque no hay nada que decidir; todo está decidido de antemano. El proceso define el rol de las personas y las personas tienen que jugar ese rol o, de lo contrario, el proceso deja de funcionar. La desobediencia tiene consecuencias inmediatas, en forma de amonestación o despido, ya que las consecuencias de la misma son evidentes y no se pueden ocultar.

En el trabajo del conocimiento, la responsabilidad individual es esencial. La persona no puede limitarse a obedecer y ejecutar órdenes. Constantemente se ve enfrentada a una multiplicidad de situaciones en las que se ve en la necesidad de decidir. Por muy pautado y definido que esté el puesto de trabajo, siempre hay que tomar decisiones, aunque puedan parecer simples y aparentemente intrascendentes. El proceso pierde la rigidez del trabajo en cadena y pasa a ser más una especie de hilo argumental, una estructura básica dentro de la que actuar. Siempre hay algún tipo de imprevisto, por pequeño que sea, y la forma de actuar ante ese imprevisto es decidida, sobre la marcha, por el profesional del conocimiento. A diferencia de lo que ocurre con el trabajo en línea de producción, las consecuencias de estas decisiones son con frecuencia imperceptibles a corto plazo o pueden ser diluidas de tal forma que es difícil relacionar causa y efecto.

Por otra parte, en la mayoría de los procesos de toma de decisiones hay variación en el riesgo que suponen las diversas opciones posibles. La decisión que se tome dependerá de muchos factores y uno de ellos es el grado de compromiso con el resultado que tiene la persona que toma la decisión. Si yo estoy comprometido con el resultado, es decir, si yo me siento responsable de que el resultado sea uno en concreto, mi decisión será probablemente distinta de si no estoy comprometido ni me siento responsable del mismo. Esto se hará aún más evidente en la medida que la decisión correcta para alcanzar el resultado conlleve algún tipo de riesgo.

Cuando las organizaciones se quejan de falta de compromiso, habría que preguntarse en qué medida son sus personas capaces de responsabilizarse de su trabajo. El paternalismo es una infección extendida en todas las organizaciones, y muy especialmente en los países de cultura latina, donde la figura del “micromanager” es particularmente abundante por desgracia. En la medida que las personas entienden que la responsabilidad última sobre lo que hacen recae sobre sus jefes, tanto para bien como para mal, tienden a desvincularse de las consecuencias de lo que hacen y se limitan a “salir del paso” o a “cubrir el expediente”, como vulgarmente se dice.

Para resolver este círculo vicioso, hay que atacar el problema de raíz, es decir, hay que ir desmantelando las jerarquías, haciéndolas evolucionar hacia otros tipos de estructura, como por ejemplo las meta-redes productivas. El papel de los “jefes” debe transformarse profundamente también, a la vez que ir acompañado de una transferencia formal y real de responsabilidad hacia las personas de sus equipos. Porque hasta que las personas no sean realmente responsables de su trabajo, con todo lo que ello conlleva de positivo y de negativo, el compromiso solo existirá por accidente o por intereses que poco o nada tienen que ver con la esencia del trabajo en sí.

Los retos a los que se enfrentan las organizaciones a día de hoy exigen profesionales maduros e independientes, no fieles sirvientes que ejecuten órdenes sin rechistar. Esos profesionales maduros e independientes son personas que se sienten responsables de lo que hacen porque están comprometidas con ello. Mientras no se les permita asumir esa responsabilidad, porque formalmente recae sobre sus superiores jerárquicos, el cambio difícilmente tendrá lugar. La solución puede no gustar pero la realidad se impone: a menos jerarquía, más responsabilidad.

Publicado en Óptima Infinito. Post original aquí.

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