Ser una persona empática no es fácil. Así lo reflejé en su momento en el artículo La escucha empática. ¿Por qué la gente no escucha? Y no es fácil porque en muchas ocasiones se cree estar en la obligación de dar una respuesta a la persona que se tiene delante. Esto hace que las respuestas que damos a dichas personas tengan una propósito empático pero, lamentablemente, en multitud de ocasiones no lo son. En el artículo de hoy tengo la intención de enseñarte los 9 tipos de respuestas no empáticas más comunes. Así que no te entretengo más y doy comienzo al artículo. ¿Me acompañas?
Las respuestas empáticas. ¿Hasta qué punto son necesarias?
A ver si me explico. Cuando nos referimos al término empatía es necesario tener en cuenta que en muchas ocasiones no es necesario dar una respuesta a la persona que tenemos en frente, es decir, queremos ser empáticos dando respuestas que en la mayoría de ocasiones no son empáticas. Entonces, ¿cuál es la mejor respuesta empática? Probablemente la mejor respuesta empática es no dar ninguna respuesta. Así es. Las personas empáticas son aquellas que destacan no por lo que responden, sino por su capacidad de escuchar.
Para ser empático no necesitas dar respuestas, sino saber escuchar de manera activa al otro. Es lo que en su momento denominé la escucha empática o escucha con y desde el corazón Puede que esta afirmación te sorprenda. Por ello mi intención es la de mostrarte tipos de respuestas que en apariencia son empáticas, pero que, si las examinas en profundidad, te darás cuenta de que no lo son.
¿Cuál es entonces la mejor respuesta empática?
La mejor respuesta empática es la que puedes dar a través de la escucha, no de la respuesta. De lo que se trata es de ser capaz de estar presente, de estar presenta frente al otro con los cinco sentidos. Y eso se consigue vaciando tu mente y escuchando a la otra persona con todo tu ser. Por tanto,
La empatía consiste en la capacidad de estar presente
De hecho, cuando una persona se acerca para comunicarte algo, en la mayoría de ocasiones no busca una respuesta, sino consuelo. Y el mejor consuelo no tiene por qué ofrecerse en forma de respuesta, es decir, lo que realmente quiere la gente es ser escuchada, transferirte sus sentimientos. Es saber interpretar el momento en el que la otra persona te transmite el siguiente deseo
Sólo quiero que me escuches
Escuchar sin responder tiene un enorme valor porque la escucha activa está normalmente exenta de juicio, opinión y valoración. Cuando se escucha sin dar respuesta, lo que se consigue es centrar toda la atención en el mensaje que te está transmitiendo esa persona. Escuchar sin responder ofrece el tiempo y el espacio al otro para que exprese de forma libre sus sentimientos y pensamientos, facilitando así que se sienta comprendido por ti. En este sentido hay un dicho que lo resume a la perfección:
No hagas nada, limítate a estar
Los 9 tipos de respuestas no empáticas.
1. Asesorativa.Creo que deberías…
2. Reconfortante.No te sientas culpable. Lo has hecho lo que mejor que has podido.
3. Personal.¡Eso no es nada! Yo una vez…
4. Narrativa.Eso me recuerda la historia…
5. Relativa.¡Anímate! Seguro que…
6. Condicional.Puedes aprender de esto si…
7. Correctiva.No es así.
8. Interrogativa.¿Y por qué…?
9. Excusadora. Me hubiera encantado ayudarte, pero…
Ejemplos de respuestas no empáticas.
Imagínate que un alumno te dice la siguiente frase:
«He suspendido el examen de matemáticas con un cuatro.»
Ahora aplicaré los nueve tipos de respuestas no empáticas. Juzga tú mismo las respuesta:
1. Asesorativa.Creo que deberías haber planificado mejor la semana, puesto que tenías muchas pruebas concentradas en pocos días.
2. Reconfortante.No estés triste. Seguro que en el examen has dado lo mejor de ti.
3. Personal.¡No te preocupes! Yo a tu edad solía suspender matemáticas y fíjate hasta dónde he llegado.
4. Narrativa.Acabas de recordarme el día en el que me suspendieron un examen de música con un cuatro. Me acuerdo como si fuera hoy del examen y de las preguntas.
5. Relativa.¡Ánimo! Ya verás como en el siguiente te va mucho mejor. No es para tanto.
6. Condicional.Seguro que puedes aprobar el siguiente si te fijas en los errores que has cometido en este examen.
7. Correctiva.Sabes perfectamente la razón por la que no has aprobado este examen de matemáticas.
8. Interrogativa.¿Y por qué crees que has sacado esta nota en el examen de matemáticas?
9. Excusadora. Me hubiera gustado haber podido ayudarte con el examen, pero las matemáticas no son mi fuerte.
Cuando la mejor respuesta no es una respuesta. La respuesta no empática. A modo de conclusión.
En este artículo he querido incidir sobre un aspecto que me parece francamente importante y es el siguiente: no es posible la escucha activa y la búsqueda de una respuesta al mismo tiempo. ¿Qué significa esto? Pues que se da más importancia a lo que queremos responder que a lo que te está diciendo la otra persona. Hay que escuchar con la mente vacía. Y para escuchar con la mente vacía no puedes estar planteándote posibles respuestas. De ahí el peligro de determinadas respuestas empáticas, respuestas que tal y como has visto en el ejemplo no aportan soluciones. Porque, tal vez, la empatía no está pensada para dar respuestas, sino para regalar tu presencia, tu espacio y tu tiempo al otro.
Publicado en Justifica tu respuesta. Post original aquí.
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Escuchar mostrando empatía y sin hacer juicios es la clave para la escucha reflexiva y un ingrediente importante en la escucha activa. La escucha mostrando empatía demuestra que usted se preocupa por el hablante, escuchar sin hacer juicios permite al hablante “pensar” en alto sin miedo a ser evaluado.(Dugger, 2006, pág. 86)
Existen tres principales razones por las cuales permanecemos desconectados de los demás cuando nos están tratando de comunicar algo. Una primera razón está relacionada con nuestra actitud al escuchar a otros; la segunda razón es de tipo fisiológico y la tercera tiene que ver con nuestros paradigmas, estas tres razones nos llevan a cuatro formas falsas de escuchar.
SOLUCIONES PARA ESCUCHAR CON EMPATÍA
Razón Fisiológica, esta puede ser una causa por la cual se están obstaculizando los mensajes, para mitigar esto se utilizan las siguientes técnicas, que permiten escuchar con empatía
Organizar mentalmente la información
Tomar notas
Dar retroalimentación
Verificar y preguntar
Razón Actitudinal, como su nombre lo indica tiene que ver con la actitud de una persona frente a la situación que se presenta, debemos tener en cuenta que podemos controlar nuestra propia conducta, y como gerentes sobre los demás solo podemos influir, en este orden de ideas la actitud para escuchar con empatía debe contener lo siguiente:
No juzgar.
Evitar respuestas autobiográficas.
Lograr el autocontrol.
Buscar que puede aprender de lo que dice el otro
Razón Paradigma, consiste en primero comprender antes de ser comprendido, esto debe convertirse en un hábito, para establecer relaciones interpersonales efectivas.
Algunos Beneficios de la escucha empática……
Las discusiones que surgen cuando se presentan posiciones contradictorias, se hacen más suaves, más fáciles de manejar a favor de ambas partes.
La otra persona deja de defenderse, llegando a considerar otras alternativas.
Al alejarse de su posición, ambas partes ven más claramente sus valores, pudiendo utilizarlos como guías para crear y evaluar diferentes opciones.
Dejamos de usar respuestas autobiográficas, que son respuestas basadas en nuestra historia personal y no en la situación del otro.
(Martinez,2007)
Publicado en Gerencia Efectiva. Post original aquí.
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La empatía es una cualidad de la inteligencia emocional que nos permite ponernos en la situación del otro a la par que intentamos pensar y entender cómo la otra persona. Para expresar esta cualidad se suele decir que:
Se debe caminar con los zapatos del otro y hacer su camino.
Como comprenderéis esto no es fácil y requiere un mucho de habilidad.
Pongamos por ejemplo que el zapato te viene grande, ello ocasionará que te cueste mucho andar normalmente porque en todo momento estarás pendiente de si pierdes o no el zapato, lo que conlleva que no te fijes por dónde caminas incluso puedes tropezar, en tanto que si el zapato te va pequeño, puede que andes a pequeños pasos pensando que al caminar los zapatos darán de si y en nada los habrás ajustado a tus pies cosa que no suele pasar a menudo y entonces, tus pies serán una masa llena de ampollas en las que no entrará ni tan siquiera tu zapato habitual.
Como vemos, la empatía tiene mucho que ver con la inteligencia emocional que nos ayuda y nos permite reconocer y expresar nuestras emociones conociéndonos mejor a nosotros mismos.
Decimos que una persona es empática cuando se pone fácilmente en el lugar del otro sin que exista comunicación al respecto y tan sólo con ver su comunicación no verbal. Cuando hablamos de lenguaje verbal estamos haciendo referencia a la manera cómo nos comunicamos teniendo en cuenta los siguientes aspectos:
Comprobaremos que todos estos canales de comunicación son muy importantes y nos permiten ver lo que otros no ven, si no hay coherencia entre lo que se dice y lo que se ve. De hecho la comunicación no verbal, nos sirve para reemplazar las palabras, repiten en cierta manera lo que estamos diciendo y enfatizan nuestro mensaje verbal.
Un objetivo a tener en cuenta en todo proceso de comunicación es que el lenguaje no verbal o CNV es una parte inseparable de todo el proceso de comunicación, ya que cuando comunicamos, transmitimos no sólo la información sino también, emociones afectos, sentimientos. De ahí que es tan necesario que nuestro mensaje sea congruente, ya que la parte emocional se transmite por la parte no verbal. Tu puedes decir a una persona que te ha gustado mucho el regalo que te ha ofrecido aunque verbalmente le puedes decir todo lo contrario y esto conlleva que el interlocutor no crea tu mensaje.
Daniel Goleman, autor de la inteligencia emocional, nos dice que saber escuchar activamente es la clave de la empatía. Ello no quiere decir que compremos las emociones y la historia de la persona que tenemos enfrente, ya que entonces tendríamos difícil la salida. Tenemos que saber desconectar sin perder nuestro control para darle la compañía, la comprensión, la ayuda, el afecto o lo que la persona necesita en aquél momento aunque no lo dice explícitamente.
La escucha activa de la que habla Goleman es la que equivale a escuchar y entender a comunicación desde el punto de vista de la persona que habla, de manera que entendemos lo que la otra persona está expresando con el habla sino también con los pensamientos y las ideas de lo que está diciendo. Esta habilidad necesita también la colaboración de la empatía, que es uno de los elementos más importantes de la inteligencia emocional.
De todo lo expuesto, vemos que una buena gestión de nuestras emociones nos permite tener una buena comunicación y empatizar con nuestros semejantes. Como coach personal me gusta incidir en los temas de comunicación e inteligencia emocional, que nos permiten ser y actuar de manera natural.
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El arte de escuchar, nuestra resiliencia y la neurociencia que tenemos detrás. Muchas veces nos podemos preguntar si es lo mismo oír o escuchar, por ejemplo nos preguntamos: ¿Por qué escuchar es mucho mejor que oír? O por ejemplo ¿Qué escuchamos ahora? El arte de escuchar, nuestra resiliencia aparte de empatizar con la otra persona, de poner nuestro foco de atención mediante la conversación, un diálogo, el simple hecho de escuchar música, una película o incluso un audio libro, todo ello dependerá de nosotros con que arte hagamos la simple acción de escuchar.
“Es una estupidez perder el presente sólo por el miedo de no llegar a ganar el futuro”. José Saramago
Siendo este mes, el día 13 de abril, hará 7 añitos que hay este espacio abierto para todos, para que sigamos cómo siempre hemos intentando ser, agradeciendo incluso en los momentos más difíciles, a las personas en las redes sociales y fuera de ellas, el cual nos acompañado tanto en tiempos bonitos como en tiempos difíciles, en la anterior entrada, en mi resumen, dejé mi especial momento de convulsión pero que me permitió seguir con el arte de escuchar a las personas y siguiendo firme, con resiliencia para poder afrontar los nuevos cambios.
Cuando empezamos con el mismo blog, hablamos de Neuro liderazgo porqué los equipos no nos escuchamos, hoy sin más ya dejamos los equipos y pasamos entre personas, para darle forma al arte de escuchar, que deja de ser lo mismo que oír.
Si nuestros hogares son parecidos al mío por ejemplo, tanto antes como ahora podemos parar y si estamos en silencio, escuchar desde el latido del poco tráfico que hay actualmente, con la efervescencia de la ciudad en anteriores épocas, al igual que si estamos en sitios dónde la población es menor, podemos escuchar lo que antes ya dábamos también como un sonido natural, la naturaleza, al mismo tiempo podemos incluso escuchar desde el movimiento y sonido de una impresora, el bajo latido del tráfico de la carretera cercana, el sonido de la lluvia, el ruido y sonido de las comunidades de vecinos, el simplemente escuchar los pasos del animal doméstico etc… la misma música que nos ponemos, como ahora mientras voy deslizando los dedos por encima del teclado para hacer la misma y propia entrada que podemos leer ahora, es cuando la importancia de tener el sentido de la escucha de la activa, nos da un poder de escuchar de forma aumentada.
“La resiliencia es la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a situaciones adversas. Sin embargo, el concepto ha experimentado cambios importantes desde la década de los 60. En un principio, se interpretó como una condición innata, luego se enfocó en los factores no solo individuales, sino también familiares, comunitarios y, actualmente, culturales. Los investigadores del siglo XXI entienden la resiliencia como un proceso comunitario y cultural, que responde a tres modelos que la explican: un modelo «compensatorio», otro «de protección» y por último uno «de desafío».” Resiliencia según Wikipedia.
Por ello rescato una de las partes que tiempo atrás hablamos, sobre que se han realizado muchas investigaciones sobre la construcción de resiliencia, sobre los factores que podrían estar bajo nuestro control. Podríamos decir algunos de ellos:
Factores de protección
Definición
Nuestro optimismo
La expectativa de buenos resultados que queremos alcanzar.
Reevaluación cognitiva
La capacidad de replantear los pensamientos negativos qué tenemos en nuestro día a día.
Nuestro afrontamiento activo
Las habilidades que tenemos de afrontamiento positivas para reducir o superar el estrés (frente a afrontamiento pasivo como la abstinencia, la evitación o el consumo de diferentes cosas para desestresarnos)
Nuestro apoyo social
Tengamos el apoyo de las personas que nos rodean, social y que nuestro comportamiento sea de buscar y dar apoyo social.
Nuestro humor
Seamos capaces de encontrar el humor en algo; dejémonos de tomarnos muchas cosas demasiado en serio, el humor nos ayuda en nuestro día a día.
Nuestro ejercicio físico y mental
El auto aprendizaje, el auto ejercicio sea físico o mental nos ayudará.
Nuestro comportamiento pro social / altruismo
Si actuamos en ayudar a los demás nuestro sistema de recompensa será bueno.
Nuestra atención plena
Si tomamos conciencia actual sin prejuicios sobre las sensaciones corporales, los sentimientos, las emociones, el entorno y los pensamientos, nos ayudará a tener atención plena.
Al observar estos factores de protección, probablemente podamos ver muchas maneras en que podemos hacer nuestros hábitos diarios, para obtener una resiliencia todos los días. Podríamos tener algunas ideas más:
Mantengamos una acción o diario de agradecimiento, el dar las gracias, de verdad nos ayuda mucho.
Hagamos un balance de cómo hemos superado las dificultades en nuestras vidas (esto nos puede ayudarnos a darnos cuenta de nuestras fortalezas)
Voluntariado para una causa en la que creemos, desde ir a una residencia de abuelos de forma voluntaria, ayudar a personas necesitadas o una simple acción de ayuda de forma continuada.
Hagamos algo bueno por alguien más de nuestro entorno.
Intentemos practicar la atención plena: disponemos de muchas informaciones de excelentes meditaciones guiadas en línea. Sin embargo, la atención plena no tiene que ser meditación en forma sentada. Podemos practicar la atención plena en cualquier momento durante el día… cuando hacemos cualquier tipo de acción habitual de nuestro día a día ejemplos muchos, desde cuando nos lavamos nuestro cuerpo, lavamos los platos, almorzamos, acariciamos nuestro perro, nuestro gato, etc.
Observemos cuando tenemos pensamientos negativos. Pensemos en algunas alternativas positivas. Tenemos muchos recursos en línea para ayudarnos hoy en día a parte de los profesionales, que nos pueden ayudar con esto
Hagamos algo solo por pura tontería o diversión, algo que nos provoque reírnos incluso de nosotros mismos o estar bien con nosotros.
Si pasamos tiempo con las personas que nos importan. Es una forma de dar y buscar apoyo.
Si damos un paseo, andar, salir, lo que sea que nos ayude a tener una dispersión de nuestras cosas y así nos podamos evadir por un instante.
Todos nos encontramos con adversidades en algún momento de nuestras vidas, construir resistencia significa que podemos enfrentarlas mejor cuando nos encontramos delante de ellas. Más en un momento dónde toda nuestra planificación de acciones, han producido un cambio de hábitos en nuestro día a día, hoy es esto mañana será otra cosa.
“Tú podrás retrasarte, pero el tiempo no lo hará”. – Benjamin Franklin
El pequeño truco en la pregunta es que, al preguntarnos qué estábamos o estamos escuchando, si le pedimos a nuestro cerebro que tome el control de la experiencia sensorial, y lo hacemos escuchar en lugar de solo oír. Esto, en efecto, es lo que nos sucede cuando un pequeño ruido, nos salta del fondo lo suficiente como para ser percibido conscientemente en lugar de simplemente ser parte de nuestro entorno auditivo. La diferencia entre el sentido del oído y la habilidad de escuchar es la atención, simplemente nuestra atención que pongamos en el foco auditivo para poder percibir todas y cada una de las percepciones.
Escuchar es un sentido muy subestimado. Tendemos a pensar en el mundo como un lugar que vemos, interactuando con cosas y personas en función de cómo las vemos. Lo hablamos tiempo atrás cuando mencionamos sobre la importancia del arte de escuchar y nuestra credibilidad dentro de las organizaciones, que ponderadamente lo podríamos decir dentro de la sociedad, dentro de nuestra comunidad etc…que sería muy larga de irla nombrarla la gran cantidad de ámbitos socio culturales etc.
Según los estudios, “A primary acoustic startle circuit: lesion and stimulation studies” por M Davis, DS Gendelman, MD Tischler and PM Gendelman en Journal of Neuroscience, han demostrado que el pensamiento consciente tiene lugar aproximadamente al mismo ritmo que el reconocimiento visual, lo que requiere una fracción significativa de segundo por evento. Pero escuchar es un sentido cuantitativamente más rápido. Si bien podemos tomar un segundo completo “notar algo” como si miramos por el rabillo del ojo, girando la cabeza hacia él, para luego reconocerlo y responder a él, la misma reacción a un sonido nuevo o repentino ocurre al menos 10 veces más rápido.
Esto se debe a que la audición ha evolucionado como nuestro sistema de alarma: funciona fuera de la línea de visión, audición y funciona incluso mientras estamos dormidos. Y debido a que deja de existir un lugar en el universo que sea totalmente silencioso, nuestro sistema auditivo ha desarrollado un “control de volumen” complejo y automático, ajustado por el desarrollo y la experiencia, para mantener la mayoría de los sonidos fuera de nuestro radar cognitivo a menos que puedan sernos útiles. Como una señal de que algo peligroso o maravilloso está en algún lugar dentro de nuestra zona auditiva para que nuestros oídos puedan detectarlo.
Aquí es donde entramos con la atención y el arte de escuchar, nuestra resiliencia y nuestra empatía con los demás.
La atención no es un proceso cerebral monolítico. Existen diferentes tipos de atención y utilizan diferentes partes del cerebro. El repentino ruido fuerte que te hace saltar activa el tipo más simple: el sobresalto. Una cadena de cinco neuronas desde los oídos hasta la columna vertebral toma ese ruido y lo convierte en una respuesta defensiva en solo una décima de segundo, elevando su ritmo cardíaco, encogiendo los hombros y haciéndolo girar para ver si lo que escuchó va para saltar y comerte. Esta forma más simple de atención casi no requiere cerebro y se ha observado en todos los vertebrados estudiados.
Se escucha una atención más compleja cuando escuchamos nuestro nombre al otro lado de una habitación o escuchamos un inesperado sonido de algo fuera del lugar que normal sería, imaginemos el sonido de un pájaro en el interior de una estación de metro. Esta atención dirigida al estímulo está controlada por vías a través de las regiones temporoparietales e inferiores de la corteza frontal, principalmente en el hemisferio derecho, áreas que procesan la información sensorial bruta, pero dejamos de preocuparnos por lo que podríamos hacer con ese sonido. (Los neurocientíficos llaman a esto una respuesta “de abajo hacia arriba”).
Pero cuando prestamos atención a algo que estamos escuchando, ya sea nuestra canción favorita o el canto de un pájaro en medio de la naturaleza, en la propia casa, o incluso la del gato maullando a la hora de la cena, nos entra en juego una vía separada “de arriba hacia abajo”. Aquí, las señales se transmiten a través de una vía dorsal en su corteza, parte del cerebro que realiza más cálculos, que nos permite concentrarnos activamente en lo que estamos escuchando, junto a desconectar imágenes y sonidos que nos dejan de ser tan importantes de inmediato.
En este caso, nuestro cerebro funciona como un conjunto de auriculares con supresión de ruido, con las vías de abajo hacia arriba que actúan como un interruptor para interrumpir si algo más urgente, por ejemplo, si escuchamos una fuerte explosión, unas sirenas continuadas de equipos de emergencia, o simplemente ya si lo exageramos mucho a un motor de avión que cae por el techo de nuestro baño, todo ello provocará que nos capte nuestra atención.
Escuchar, en resumen, es fácil. Nosotros y todos los demás “seres vertebrados” que no han sufrido algún accidente genético, de desarrollo o ambiental lo han estado haciendo durante cientos de millones de años. Es nuestra línea de vida, nuestro sistema de alarma, nuestra forma de escapar del peligro y transmitir nuestros genes. Pero escuchar, realmente escuchar, es difícil cuando las distracciones potenciales saltan a nuestros oídos cada cincuenta milésimas de segundo, y las vías en nuestro cerebro están esperando interrumpir nuestro enfoque para advertirnos de cualquier peligro potencial.
Escuchar es una habilidad que corremos el riesgo de perder en un mundo de distracción digital y sobrecarga de información. Más ahora, en estos momentos, antes nos ocurría, ahora también y después nos seguirá ocurriendo, el correr dicho riesgo.
Y sin embargo, no nos atrevemos a perderlo. Porque escuchar sintoniza nuestro cerebro con los patrones de nuestro entorno más rápido que cualquier otro sentido, y prestar atención a las partes no visuales de nuestro mundo alimenta todo, desde nuestra agudeza intelectual hasta nuestras habilidades de baile.
Afortunadamente, podemos entrenar nuestra escucha al igual que con cualquier otra habilidad. Ejemplo si escuchamos música nueva cuando hacemos cosas nuevas en lugar de melodías o música que nos son familiares sus sonidos, algunos quizás nos ayuden a tener un bienestar de plenitud y serenidad.
Por ejemplo, para las personas que tenemos o hemos tenido perros. Cuando escuchamos los gemidos y ladridos de nuestro perro: quién está tratando de decirnos que algo no está bien. Si escuchamos la voz de nuestra pareja, no solo las palabras, que después de algunos años pueden repetirse, sino también los sonidos debajo de ellas, las emociones transmitidas en los sonidos armónicos. Pueden ahorrarnos discusiones, pérdidas de tiempo etc…y así con todo, porqué las mismas palabras incluso las escritas según la entonación que le pongamos pueden tener un significado u otro depende de cómo las escuchemos o las leíamos.
“Nunca escuchas o nunca escuchamos” deja de ser solo la queja de una relación problemática, también se nos ha convertido en una epidemia en un mundo que está intercambiando conveniencia por contenido, velocidad por significado. La riqueza de la vida no radica en el volumen y el ritmo, sino en los timbres y las variaciones de sonido que podemos discernir si simplemente prestamos atención, según nuestro arte en escuchar las personas o los sonidos que nos vayan llegando a nuestro sentido auditivo.
Kotliarenco, María Angélica; Cáceres, Irma; Fontecilla, Marcelo (julio de 1997). Estado de Arte en Resiliencia. Organización Panamericana de la Salud. Consultado el 31 de enero de 2017.
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Numerosos expertos en comunicación corporativa coinciden en una cosa: el liderazgo es una tarea imposible sin una buena comunicación.
Una de las principales habilidades de los líderes es su capacidad de influir en aquellas personas que tienen a cargo. Asimismo, deben motivarlas, orientarlas, monitorizarlas y acompañarlas en cada etapa de los procesos que emprendan. Todas estas funciones se alcanzan con una sola cosa: una comunicación eficaz.
De hecho, gran parte de los problemas de los grupos de trabajo se deben a estrategias de comunicación deficientes. En estos casos, los integrantes de los equipos tienden a perder el foco de sus labores y a desatender los objetivos generales.
O para decirlo de otro modo, la comunicación es para el líder lo mismo que el mármol para el escultor o la arcilla para el artesano. Es su materia prima, su elemento base, el material con el que día a día forja su liderazgo.
Comunicar no es sinónima de hablar. Implica muchas otras habilidades y acciones como son:
Empatía. Es indispensable saber qué sienten los otros y qué efectos provocarán en ellos los mensajes que se difundan. Es un primer paso para la eficacia.
Dominio de la situación. Cada mensaje tiene un momento y un lugar adecuados. El buen líder sabe identificarlos y es capaz de lograr que la situación juegue a favor. A esta habilidad también se le conoce como sentido de la oportunidad.
Escucha activa. La comunicación eficaz es imposible si antes no se ha desarrollado la habilidad de saber escuchar al otro. Comunicar no sólo consiste en delegar tareas o dar órdenes; es, sobre todo, dialogar y comprender al otro.
Accesibilidad y claridad. Pero no basta con difundir mensajes. Parte del éxito de éstos radica en el grado de accesibilidad y en la claridad que transmitan. De nada sirven cientos de mensajes si hay dificultades para su difusión o si están construidos con un lenguaje al que sólo acceden unos pocos.
Retroalimentación. El liderazgo unidireccional da pocos frutos. Por el contrario, si el líder se preocupa por abrir canales para que los mensajes fluyan con naturalidad entre las partes, la comunicación será mucho más acertada.
La comunicación en situaciones de crisis
Las crisis, bien sean internas o externas, son situaciones en las que la comunicación de las empresas se pone especialmente a prueba, pues requieren de un doble esfuerzo por parte de sus líderes o altos cargos.
Cuando se trata de crisis internas, la principal función del líder pasa por controlar cada uno de los canales de comunicación corporativos y, a partir de allí, ir implementando las mejoras adecuadas. Algunas veces, estas situaciones se originan por una dispersión de los mensajes y la ausencia de comunicados oficiales.
En el segundo caso, el líder debe servir de elemento aglutinador ante las amenazas o agentes externos que originan la crisis. Debe saber proyectar la unidad de la empresa y hacer que los demás le sigan en su estrategia.
Dependiendo de la gravedad de la situación, el líder puede nombrar un gabinete para llevar a cabo tareas extraordinarias, entre las cuales está, por supuesto, la gestión de la comunicación. Este tipo de climas obliga a que los mensajes de las empresas tengan un tratamiento especial y sean especialmente cuidadosos.
Publicado en EAE Business School. Post original aquí.
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La empatía no es sólo una forma de conectar con los demás sino que tiene grandes beneficios para uno mismo
La definición de empatía dice que es la capacidad de ponerse en lugar del otro. Se trata de entender sus emociones e imaginar qué necesitaríamos nosotros si estuviéramos en su misma situación. No tiene nada que ver con la simpatía, ni se trata de intentar convertirse en una especie de coach motivador para la otra persona… Es más el arte de escuchar y activar tu compasión.
A menudo, queremos ser empáticos pero no lo hacemos de la forma adecuada. Decidimos que la otra persona no tiene derecho a estar triste y nos limitamos a sermonearla para que cambie de estado de ánimo. Y eso, no sólo le genera más ansiedad sino que nos convierte justo en lo contrario de lo que deseamos porque en lugar de comprender lo que siente, parece que nos esforzamos en minimizarlo. Algo que debemos tener claro desde el principio es que no podemos imponernos ni decidir por los demás. La empatía debe estar exenta de juicio y no se basa en desear cambiar al otro sino en aceptarlo, comprenderlo y comunicar nuestro respaldo. De otra forma, sería como si nos consideráramos por encima de los demás y quisiéramos ir dando lecciones.
Hay personas que nacen con esa capacidad para entender a los demás de forma innata. Sin embargo, la empatía se puede aprender y ejercitar. No sólo es muy necesaria para mejorar nuestras habilidades sociales, sino que es muy útil en nuestra vida personal y profesional.
Las empresas cada vez demandan más personas empáticas.
Estamos ante un cambio de paradigma en el que se valora el talento y la capacidad para comunicarlo, pero nada de eso sirve si no somos capaces de crear alianzas y trabajar en equipo. La era de la competencia está desembocando en un cambio de actitud que nos lleva a la cooperación. Las personas y las empresas que compartan conocimiento, talento y estrategia serán más sólidas.
Si las empresas son cada vez más humanas, las personas deben mostrar esa humanidad sin miedo… Ser empático no te hace débil, te hace fuerte y sólido, te hace coherente y potencia tu Marca Personal. Te convierte en alguien que usa su inteligencia emocional y genera confianza.
La empatía es una garantía de valor añadido, una actitud necesaria para conectar con otros profesionales y no quedarse aislado en un mercado global que crece cada día.
Se habla mucho de empatía como si fuera una careta que ponernos para salir a la calle y fingir que todo el mundo nos gusta. Y nada más lejos de la realidad. La empatía es una forma de ver la vida y de compartirla.
Seguramente, te estás preguntando cómo ejercitar tu empatía. Como cualquier otra habilidad social, tiene que ver y mucho con nuestra capacidad para comunicar quiénes somos. De poco sirve esforzarse en entender a los demás si no somos capaces de expresar esa inquietud.
¿Cómo se comunica una persona empática?
Hemos tratado otras veces sobre la necesidad de practicar la escucha activa. Vivimos muy deprisa y escuchamos muy poco. Estamos acostumbrados a prestar poca atención a lo que nos dicen los demás y cuando nos hablan, a menudo, estamos pendientes de nuestro diálogo interno. No nos damos cuenta pero cuando alguien nos cuenta algo y nosotros estamos pensando qué vamos a contestar, se nota. El lenguaje no verbal es un rico código con el que nos comunicamos desde siempre, antes de la palabra, y lo llevamos muy incorporado. Cuando escuchamos “sin escuchar” nuestra cara deja muy claro al interlocutor que no nos interesa. Y eso hace que la otra persona no se sienta cómoda y corta el flujo de comunicación que tanto nos interesa mantener.
Las personas empáticas escuchan. Y la mejor arma que tenemos para escuchar son nuestros ojos. Escuchamos con los ojos, mirando a la persona que nos está intentando comunicar algo. Con la mirada le decimos, adelante, me interesa, me importa, estoy contigo…
Cuando nos relacionamos con los demás, nuestro cuerpo habla. La posición de nuestros pies, si se inclinan en posición contraria a esa persona y parece que están intentando huir… La posición de nuestros brazos y nuestras manos, si están abiertas o cerradas, nuestros pequeños gestos y el movimiento de la cabeza. Se trata de asentir, aunque podemos no estar de acuerdo, asentir es decirle “te entiendo, sé a qué te refieres” para que la otra persona sepa que le seguimos y no nos hemos perdido, que estamos presentes y no estamos repasando la lista de la compra mientras nos cuenta lo que a ella le preocupa o interesa.
Cuando hablas con alguien ¿serías capaz de repetir después algunas de sus frases? ¿podrías hacer luego un breve resumen y destacar los puntos más importantes?
Si la respuesta es no, es que aún no sabes escuchar, pero tranquilo, a escuchar se aprende.
La idea de la escucha activa que es una de las capacidades que desarrollan las personas empáticas es conseguir que se pare el mundo mientras escuchamos.
Ser capaces de no interrumpir y de vez en cuando hacer alguna pregunta que no corte el ritmo de la conversación pero que nos ayude a aclarar alguna idea y permita mostrar interés.
Las fases de la empatía
Así como hay personas a las que les cuesta escuchar y ponerse en piel ajena, otras sin embargo, por su sensibilidad, se meten tanto en este papel que acaban sufriendo.
En este caso, el rol establecido también es erróneo. Si no somos capaces de separar nuestras emociones de las emociones de los demás, no les podremos ser útiles a ellos ni a nosotros. No podemos llevarnos los problemas ajenos a casa y si lo hacemos, en caso de que nos pidan ayuda, no tendremos la distancia emocional necesaria para poder darles una visión neutral.
En la empatía hay tres fases. La primera es la identificación con esa persona y con su estado de ánimo y emociones. La segunda es la de la incorporación o repercusión en la que esa persona se suelta y nos cuenta lo que siente y cómo le afecta contarlo. La tercera fase es la de separación, en ella debemos desimplicarnos totalmente y dejar a un lado nuestras emociones para usar la razón sin dejar de tenerlas en cuenta.
Esta última fase es imprescindible.
La capacidad empática de las personas se usa desde siempre en el mundo da la publicidad y las ventas.
La venta emocional implica un conocimiento exhaustivo de qué siente el comprador para que el vendedor ofrezca aquello que necesita y motive la compra.
Sin embargo, la empatía es una herramienta útil en cualquier situación. En una entrevista de trabajo, en una situación de estrés laboral, en la gestión de equipos y sobre todo para conseguir un liderazgo sólido.
Si llevamos nuestra capacidad empática al extremo y nos ejercitamos suficiente podemos llegar a procesos de rapport en el cual se genera un clima de confianza entre dos personas. Es cuando se activan las llamadas “neuronas espejo” que nos permiten identificarnos con el otro y llegar a copiar sus gestos, su lenguaje corporal e incluso sincronizar nuestro corazón con el suyo y con el ritmo de su respiración…
Las personas se sienten cómodas con lo conocido y lo cercano. A menudo, amamos lo que se nos parece. Si te conviertes en alguien cercano, se sentirán cómodas contigo. Y eso es una gran fuente de aprendizaje para ellos y para ti porque nos permite sellar alianzas y conectar. Todas la personas con las que nos cruzamos pueden enseñarnos algo. Estar abiertos a esa posibilidad, nos acerca a nuevas oportunidades.
Si quieres mejorar tus relaciones y habilidades sociales es básico empezar desde ahora a practicar tu empatía y capacidad de comprender a los demás y ponerte en su lugar.
Las personas carismáticas y seductoras, los grandes líderes que reconocemos como dignos de confianza son los que a menudo saben escuchar a los demás y ponerse a su altura.
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La escucha activa es una habilidad que puede ser adquirida y desarrollada con la práctica. Sin embargo, puede ser difícil de dominar, pues hay que ser pacientes y tomarse un tiempo para desarrollarla adecuadamente.
La escucha activa se refiere, como su nombre indica, a escuchar activamente y con conciencia plena. Por tanto, la escucha activa no es oír a la otra persona, sino a estar totalmente concentrados en el mensaje que el otro individuo intenta comunicar.
Escucha activa: escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista del que habla
Pese a que puede parecer que escuchar activamente es tarea fácil, este tipo de escucha requiere un esfuerzo de nuestras capacidades cognitivas y empáticas. Saber escuchar es muy importante en la comunicación, y aunque no lo parezca, en muchas ocasiones pasamos mucho tiempo pendientes de lo que nosotros pensamos y de lo que nosotros decimos en vez de escuchar activamente al otro.
La escucha activa no es escuchar de manera pasiva, sino que se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que la persona está expresando directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que se está intentando expresar. En la escucha activa, la empatía es importante para situarse en el lugar del otro, pero también la Validación emocional, la aceptación y el feedback, pues se debe escuchar sin juzgar y es necesario comunicar a la otra persona que se le ha entendido. Por esto, existen dos elementos que facilitan la escucha activa, son los siguientes:
Disposición psicológica: la preparación interna es importante, estar en el momento presente, prestar atención constante y observar al otro: identificar el contenido de lo que dice, los objetivos y los sentimientos.
Expresión de que se está escuchando al otro interlocutor con comunicación verbal, en lo que se conoce como la función fática del lenguaje (ya veo, umm, uh, etc.) y el lenguaje no verbal(contacto visual, gestos, inclinación del cuerpo, etc.).
Qué no hacer en la escucha activa
A continuación repasamos algunos errores que se pueden producir cuando se escucha a la otra persona:
Distraerse durante la conversación
Interrumpir al que habla
Juzgarlo y querer imponer tus ideas
Ofrecer ayuda de manera prematura y con falta de información
Rechazar y no validar lo que el otro esté sintiendo
Descalificar al dar tu opinión
Contar tu propia historia en vez de escuchar la suya
Señales que indican la escucha activa correcta
Existen varias señales que muestran a la otra persona que se le está escuchando activamente. A continuación se muestran las señales verbales y no verbales de la escucha activa, para que puedas ser capaz de adaptar tu estilo comunicativo hacia un mejor entendimiento y comprensión de tu interlocutor.
1. Señales no verbales
Las personas que escuchan activamente suelen mostrar las siguientes señales no verbales:
Contacto visual
El contacto visual muestra a la otra persona que se está prestando atención a lo que dice y siente y, además, puede mostrar sinceridad. Combinar el contacto visual con otras señales verbales y no verbales, muestran interés por lo que la otra persona está expresando.
Sonrisa ligera
Esto asegura al interlocutor que la información que está transmitiendo está siendo bien recibida y le que le motiva a seguir hablando. Por tanto, actúa como reforzador, además de dar un mensaje de empatía.
Postura corporal receptiva
La postura da información del emisor y el receptor en el proceso de comunicación. La persona que escucha activamente tiende a inclinarse ligeramente hacia adelante o hacia los lados mientras está sentado.
Mirroring
El reflejo automático o mirroring de cualquier expresión facial del hablante puede ser señal de escucha atenta. Estos gestos expresivos parecen indicar simpatía y empatía en las situaciones emocionales. Por el contrario, la imitación consciente de gestos faciales (no automáticos) parece ser señal de inatención.
No distracción
El oyente activo no se va a distraer, pues su atención está puesta en las señales verbales y no verbales que emite en oyente.
2. Señales verbales
Emitir palabras de refuerzo o cumplidos
Este tipo de verbalizaciones refuerzan el discurso del hablante al transmitir que uno valida su punto de vista. Frases como “lo hiciste muy bien”, “me gusta cuando eres sincero” o “debes ser muy bueno jugando al fútbol”, muestran atención por parte de la persona que escucha. Pese a que estas frases pueden ser positivas, no hay que usarlas en exceso, pues pueden distraer al emisor.
Parafrasear
Parafrasear hace referencia a verificar o expresar con las propias palabras lo que parece que el hablante acaba de decir. De esta manera, es posible que el emisor informe al receptor si este último ha entendido bien el mensaje.Un ejemplo de parafrasear puede ser: “¿Quieres decir que te sentiste de esta manera…?”.
Resumir
Una persona que domina la habilidad de la escucha activa suele resumir lo que le acaba de comunicar el otro interlocutor. Esto ayuda a dejar claro que se entiende el punto de vista del otro antes de exponer el suyo propio.
Hacer preguntas
El oyente puede demostrar que ha estado atento al hacer preguntas relevantes. De esta manera puede clarificar la información que ha recibido y mostrar interés por lo que el emisor intenta comunicar.
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Los líderes en las empresas forman un papel importante dentro de las relaciones internas y sobre el cumplimiento de los objetivos de las empresas, los hay de todos tipos: coercitivo, pacifico, motivador, alegre o hasta castigador.
Pero si dentro de nuestra formación buscamos ser líderes a nivel internacional debemos buscar la formación de habilidades superiores que animen a los otros a trabajar con nosotros y hacerlos sentir inspirados a la hora de realizar sus funciones.
Un líder poderoso no es solamente aquel que trabaja en una gran empresa multinacional, sino también aquel que ayuda a convertir una empresa común en una organización de valor y con potencial internacional. Aquel que hace de sus ideas una oportunidad y tendencia para el mercado, que sabe anticiparse y trabajar con un grupo de personas, convenciéndolos de que su visión es la adecuada para que ellos actúen motivados en consecuencia.
Para profundizar listamos las 9 características de un Líder Poderoso:
1. Saber Administrar con Seres Humanos
Como mencionamos existen muchos tipos de líderes, muchos de ellos en puestos altos sin tener la capacidad de gestionar a un grupo de personas, pero si con el conocimiento y experiencia. Para ser un verdadero líder es necesario desarrollar la capacidad de empatía y escucha, sobre todo conocer perfectamente a cada empleado y el valor que representa para un proyecto en especifico, es contundente un líder que no sabe manejarse ante las personas esta condenado a fracasar.
Daniel Goleman lo pone de manifiesto en su libro Inteligencia Emocional, “Tenemos personas muy habilidosas en la comprensión y regulación de sus emociones y muy equilibradas emocionalmente, pero con pocos recursos para conectar con los demás. Lo contrario también ocurre, pues hay personas con una gran capacidad empática para comprender a los demás, pero que son muy torpes para gestionar sus emociones”
Pero también esta la otra cara de la moneda, donde un líder tiene que tomar decisiones que a veces no son muy gratas para los empleados o incluso despedir a un colaborador que no esta funcionando. Y es aquí donde un verdadero administrador de seres humanos da la cara, ya que no debe ser el más agradable para todos, ni la más espectacular de las personalidades, pero si debe convencer aunque las decisiones que tome sean en algún momento fuertes para la empresa, o totalmente diferentes de lo que ha pasado. Piense por un momento en el cambio de las maquinas de escribir a las computadoras, o de un recorte de personal de 200 puestos, o la negociación de una disminución en los bonos. Un líder sabe identificar el momento adecuado de hacer las cosas, lo que nos lleva al siguiente punto:
2. Gestionar sus Acciones
Hay una habilidad muy especial en este tipo de personas y es que sus propuestas e ideas vienen en grandes cantidades, por default son personas muy creativas y analíticas al mismo tiempo, se trata de proponer, gestionar e implementar sus acciones en el momento adecuado para la industria, su la empresa y para su equipo.
Identificar el momento oportuno se vuelve trascendental, para ello hay distintos tipos de matrices para hacerlo como el benchmarking y DAFO
No existe rápido o lento para ir con las estrategias, todo depende del movimiento del mercado, del personal a cargo, de su capacidad para realizar y ejecutar acciones, los recursos disponibles, nuestro tamaño como empresa y la habilidad para crear un diferencial.
3. Gestionar Información
Debemos tener en cuenta que la información debe fluir libremente, un colaborador informado, es más fiel a la empresa, a su trabajo y por supuesto a quién le comparte esta información.
Pero no solo debemos hacer pública la información evidente, que tenemos disponible fácilmente, son los propios empleados lo que deben generar nueva información que ayude a otras áreas a su funcionamiento. De esta manera lograremos una interrelación positiva para que el trabajo sea más eficiente y el clima laboral sea mejor. No dude siquiera en compartir cualquier información por mínima que sea y fomente en sus empleados la apertura.
4. Soportar la Presión
Quién dijo que ser líder es fácil, o que sería siempre de lo más agradable, como observamos siempre existen dificultades. Pero la habilidad de resilencia de una persona es la clave de su crecimiento. Consiste en sacar el mejor provecho de las situaciones difíciles o de fracaso, en pocas palabras es nuestra capacidad de reinventarnos en la adversidad.
Soportar la presión muchas veces es complicado por que implica un grado alto de estrés, sobre todo en proyectos donde implica una fuerte inversión y una volatilidad alta en el mercado, pero desarrollar capacidades que nos permitan controlarlo y soportar decisiones es importante para no perder cosas como el tiempo en nuestra vida personal, nuestra calidad de vida o incluso ¡nuestro cabello!
5. Conocer el Negocio
Cualquier persona que se haga llamar líder o que intente serlo debe conocer su negocio desde la raíz. Es inútil vender o hacer crecer algo que no conoce. Concentrarse en aprender todo en un mercado y la empresa para la que trabaja es esencial. También lo es conocer sus productos y servicios así como su funcionamiento. La base de nuestro siglo es el conocimiento.
6. Adaptabilidad Cultural
Un Líder Poderoso sabe de culturas, idiomas y puede tropicalizar experiencias y marcas en un lugar en especifico, para ello se vale de todo el talento posible en el lugar. Se rodea de los mejores para conocer su mercado y es capaz de sumar talento internacional a sus filas.
Además crea una red de contactos importantes a través del mundo que le ayudaran en la búsqueda y cumplimiento de sus objetivos. Es por eso que es naturalmente sociable, conoce las tradiciones de distintas regiones del mundo y es capaz de por lo menos hablar un idioma perfectamente además de su lengua nativa.
7. Entender y asumir puntos de vista ajenos
El líder debe dejar el ego de lado, ya que asume que otros tienen un punto de vista importante que ayudará a alimentar y enriquecer de forma activa sus puntos de vista y las estrategias que ha diseñado. Fomenta la participación y el dialogo entre los suyos, respetando roles y funciones pero sin demeritar el trabajo de otros en departamentos ajenos a los de su naturaleza.
8. Ejercer una función innovadora
Formar un hábito creativo innovador es un requisito fundamental en el desarrollo de un líder poderoso, y aún mejor, sabe provocar un clima innovador en su equipo.
Siempre apunta sus ideas y las desarrolla al máximo, las mejores estrategias vienen a cualquier hora, en cualquier lugar, por lo que tiene la costumbre de siempre cargar con una “libreta de ideas” para después desarrollar su estructura en la carpeta de su computadora llamada “Desarrollos y estrategias”. Comparte esta carpeta para que la desarrolle su equipo y se vean beneficiados además de que recibe el mismo número de ideas que el genera.
9. Marcan las tendencias
El líder conoce tan bien, su mercado, sus productos, que se ha relacionado tan bien y conoce los puntos débiles y fuertes de donde trabaja, es capaz de adaptarse y proveer flexibilidad para ganar, puede crear en cualquier momento ideas innovadoras. Todos los puntos anteriores unidos hacen que por inercia marque tendencias, donde lo siguen, se sabe líder y le gusta ese papel. Ha completado un trabajo arduo con sus empleados, sus hábitos, experiencia y se preocupa siempre por obtener conocimientos con humildad.
Un líder internacional marca un nuevo camino donde trabajar que genera nuevo conocimiento para el mercado, casos de estudio, artículos y libros sobre su trabajo, su voz es escuchada y respetada, pero siempre toma en cuenta a los demás. Es un proceso largo que se construye con mucho trabajo y esfuerzo pero ¿Estamos dispuestos a emprenderlo?
Publicado en El Arte de la Estrategia. Post original aquí.
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Si las habilidades de comunicación son esenciales para el desarrollo de nuestro trabajo, un buen ejercicio sería el analizar cómo comunicamos en el momento presente, qué resultados obtenemos, cuán importante es la comunicación en nuestra tarea directiva y cómo debemos comunicar para llegar a nuestros objetivos.
Piensa que del impacto de un mensaje un 93% corresponde a la comunicación no verbal y sólo un 7% a la verbal. De ese 93%, un 38% tiene que ver con el paralenguaje, es decir, con el tono de voz empleado, la velocidad, el ritmo, los matices vocales, la respiración, las pausas, entre otros, y un 55% se desprende de la kinésica: los gestos, las posturas o las miradas.
Estos son algunos consejos generales que te ayudarán a mejorar tus habilidades de comunicación en cualquier circunstancia:
– Mantén la mirada con la persona que se está expresando. La calidez que transmiten los ojos es muy potente.
– Indica que estás escuchando diciendo sí, sin entorpecer el discurso del otro, y afirmando con la cabeza.
– Utiliza la sonrisa como elemento de confianza y cercanía y para relajar tensiones.
– Responde a los sentimientos que están detrás de las palabras, mostrando que los comprendes. No se trata de ser simpático ni empalagoso, sino empático y asertivo.
– Mira a la cara de la persona que tienes enfrente, tanto cuando te toca hablar como cuando escuchas. Es un acto que refrenda al otro como identidad singular. Quien sabe escuchar y se interesa por los sentimientos de sus interlocutores atrae sentimientos positivos.
– Ten en cuenta tu movimiento corporal y expresión facial y coordínalo con tu forma de hablar y de escuchar. Una descoordinación ofrecerá una señal de incongruencia.
– Atiende a tu respiración, tono y modulación de voz, ua que te informan de tus emociones y te ayudan a que transmitas bien el mensaje.
– Huye de los estereotipos, ya que marcan y condicionan las respuestas y las actitudes. En cualquier caso, siempre debemos validar nuestras primeras impresiones.
– No expreses inicialmente el propio acuerdo o desacuerdo. Los seres humanos solemos acompañar de argumentaciones a nuestras afirmaciones, deja que fluyan.
– Si te encuentras dentro de un bucle y no estás seguro de estar entiendo el mensaje en su totalidad, resume de vez en cuando lo que escuchas para comprobar si lo has comprendido o no.
– No menosprecies al que habla ni a su forma de hacerlo. Recuerda que todos somos iguales, que no te pierdan los modos.
– Comparte opiniones, sentimientos y emociones con quienes te rodean. No seas tan reservado porque no conduce a nada.
– Piensa que aceptar opiniones diferentes a las nuestras es de sabios porque nos ayudan a ver todas las caras del mundo y nos abren nuevas puertas. Reflexiona sobre las nuevas visiones y analiza si hay algo que quieras aprovechar de ellas.
– Elimina los obstáculos que frenan y entorpecen la comunicación: acusaciones, exigencias, juicios de valor, prejuicios, generalizaciones, negatividades y silencios.
– Todos tenemos un espacio vital ponemos nuestros límites físicos y emocionales. Es bueno conocerlos para no invadir un terreno que alguien puede entender como exclusivo.
– La ternura, la amabilidad y la afabilidad en la charla sólo traen cosas buenas, no les tengas miedo.
Publicado en Canal CEO. Post original aquí.
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Falta de escucha activa:
Para lograr una escucha activa, es necesario dejar hablar a nuestro interlocutor, sin interrumpirle. Resumiendo y reformulando periódicamente lo que hemos oído y haciendo evidente nuestra escucha, es decir, utilizando la comunicación no verbal para retroalimentar.
Defensa psicológica:
Es una estrategia que solemos utilizar cuando sucede algo que va en contra de nuestras expectativas. esto, bloquea la recepción y comprensión de los mensajes cuyo contenido está en conflicto con nuestro sistema conceptual e impide la adquisición de nuevos conocimientos.
Tendencia a evaluar:
A menudo, solemos juzgar, evaluar, aprobar y desaprobar lo que dice nuestro interlocutor, sobre todo en las situaciones en las que se mezclan sentimientos y emociones.
Retroalimentación confusa:
En ocasiones, la particularidad de nuestros gestos e incluso nuestro sentido del humor, encaja en un código no compartido por otros, lo que hace que la retroalimentación sea interpretada de forma diferente a nuestra intención.
Intereses creados:
Es frecuente que el temor a que otros sepan tanto como nosotros, nos lleve a comunicarnos de forma confusa.
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