10 Estrategias para liderar el Cambio

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Por Isabel Carrasco González

Richard Jolly, profesor adjunto de Comportamiento Organizacional en London Business School, el pasado 26 de enero de 2016 planteaba  en LBS Review, que el coraje, la preocupación junto al cuidado y la comunicación constituyen las herramientas básicas para liderar el cambio.

Ser un líder en estos tiempos de incertidumbre constituye un reto. Jolly, desde su experiencia como codirector del programa de liderar el cambio en LBS,  propone una serie de estrategias para conseguirlo

1.- Centrarse en las prioridades claves. No tenemos que distraernos con las miles de cosas que compiten por nuestra atención. Debemos analizar el porcentaje de nuestro tiempo que dedicamos a nuestras tres prioridades principales. Reservar tiempo para pensar es fundamental, no hay que caer víctima de las prisas.

2.- Construir un equipo. Necesitan conocer cuáles son nuestros objetivos y ambiciones para que se puedan comprometer para garantizar que se cumplen. Investigaciones recientes han encontrado que el 68% de los profesionales encuestados no comprendían la visión de la organización. La única forma de que las personas trabajen juntas para alcanzar una meta compartida es que conozcan cuál es ésta.

3.- Comunicar, comunicar, comunicar y pedir feedback para garantizar que se entiende el mensaje. Los profesionales tienen que saber hacia dónde se dirigen y qué es lo que se espera de ellos. Las personas se sienten valoradas si el líder comparte información con ellos. Les muestra que se confía en ellos y les ayuda a poder realizar su trabajo.

4.- Tener el coraje de abordar las conversaciones complicadas. Basar esas conversaciones en hechos no en sentimientos. Hay que demostrar objetividad. Recordar que como líderes actuamos como maestros. Debemos facilitar a nuestros colaboradores la información que necesitan para que puedan hacer las cosas bien, aunque nos cueste hacerlo.

5.- Crear un entorno en el que los profesionales sientan que sus acciones tienen un impacto. El rol del líder no es tanto liderar el cambio sino crear las condiciones para que otros lo hagan. Ordenar y controlar cada vez funciona peor en organizaciones complejas. No se puede imponer el cambio, los profesionales tienen que encontrar la forma en que deben resolver sus retos. La labor del líder es ayudar a su desarrollo y facilitarles el que puedan hacerlo.

6.- Ser un modelo de los comportamientos que esperamos de los demás.

7.- Confiar en nuestro instinto. En ocasiones podemos fallar por ser demasiado cuidadosos. Las organizaciones normalmente se equivocan no por tener la estrategia equivocada sino porque sus profesionales no hacen lo adecuado. Debemos evitar la frase: “Ellos deben,….” No existen ellos somos nosotros los que tenemos  que actuar.

8.- Demostrar a los demás que nos preocupamos por ellos, mostrar empatía.

9.- Mostrar  los beneficios del cambio según se van produciendo.Algunos profesionales necesitan ver los beneficios de una parte de un gran cambio antes de aventurarse a continuar.

10.- Identificar los agentes de interés. Hacer un listado de las personas que van a intervenir en el proceso de cambio y analizar cómo se sienten con respecto al mismo y la estrategia que tenemos que seguir con cada persona para lograr que jueguen el rol que tienen asignado.

Licencia de contenido del blog de “Hablemos de liderazgo”

Publicado en Hablemos de Liderazgo. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Los buenos líderes saben hacer preguntas (I)

Preguntar al Equipo. Los buenos líderes saben hacer preguntas II

Los buenos líderes saben hacer preguntas III

Los Buenos Líderes saben hacer preguntas IV

Seguir leyendo:

Cómo liderar el cambio

Aprender a liderar desde el futuro emergente: La Teoría U de Otto Scharmer

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Liderazgo en Tiempos de Incertidumbre (parte 2)

por John C. Maxwell

9451a5d5fc272af67b69a69e7fb8d7d8_XLEn la última edición de Leadership Wired nos enfocamos en el Liderazgo de Rudy Giuliani durante los ataques terroristas del 11 de septiembre. Quisiera hacer notar cinco cosas que hacen los líderes en tiempos de incertidumbre, mientras utilizamos el ejemplo de Giuliani durante ese momento crítico.

Sabemos lo que hacen quienes siguen los liderazgos: buscar seguridad, esperanza y tienen una tendencia a paralizarse y a no hacer nada. Pero, ¿qué hacen los lideres en los momentos críticos?.

1.- Estudian a los otros líderes que han actuado exitosamente en momentos similares

Giuliani dejó la TV prendida toda la noche en caso de que los terroristas atacasen de nuevo. Colocó sus botas llenas de barro junto a la cama por si tenía que movilizarse rápido. No iba a dormir. Yaciendo en la cama con los rascacielos explotando una y otra vez en la pantalla de su TV, tomó un libro Churchill, su nueva biografía escrita por Roy Jenkins y fue directamente a los capítulos de la Segunda Guerra Mundial y absorbió las palabras del Primer Ministro, “No tengo nada que ofrecer sino sangre, trabajo, lágrimas y sudor”.

2. Dan esperanza a otros

El 12 de septiembre del 2001 Giuliani dio esta declaración a los medios; “Vamos a resurgir de esto más fuertes de lo que antes éramos. Más fuertes emocionalmente, políticamente y económicamente”. Téngase presente que ese era el mismo día siguiente después de los ataques. Una cosa es decir algo como eso días o semanas después de haber ocurrido y otra cosa es levantarse y decirlo con audacia y de una manera tan inmediata. En el polvo de todas las ruinas e incertidumbre, él encontró la fuerza para expresar esperanza.

3. Suministran compasión

Giuliani fue el Jefe de quienes repartían consuelo, suficientemente fuerte para permitir que su voz se desbordara en pena, compasión y amor. Cuando dijo: “El número de bajas será mayor de las que podemos soportar”, mostró una faceta que la mayoría no había visto antes. Fue triste e inevitable que un desastre de tal magnitud obligara a salir lo mejor de él. El trauma nos obligó a descubrir la ternura que él poseía, nos demostró la bondad que otorgó a las viudas e hijos de los caídos.

4. Mostró coraje a los demás

Antes de que ocurriese el 11 de septiembre, Giuliani tuvo una conversación con su padre sobre coraje y miedo. “Le dije: ¿le tienes miedo a algo?. Y el me dijo:”siempre”. Luego dijo: “Coraje es tener miedo pero debes hacer lo que debas hacer de todas maneras”. Su declaración en una conferencia de prensa apenas unas horas después del ataque estaba llena de coraje: “Nos esforzaremos ahora para salvar a tantas personas como sea posible y para enviar un mensaje de que la ciudad de Nueva York y las Estados Unidos de América son más fuertes que cualquier grupo de terroristas bárbaros. Deseo que el Pueblo de Nueva York sea un ejemplo para el resto del país y del mundo de que el terrorismo no puede detenernos”.

5. Permanecen cerca de las personas para darles seguridad

Sin la presencia del Presidente la mayor parte de ese día, Giuliani se convirtió en la Voz de América. Cada vez que hablaba millones de personas se sentían un poco mejor. Sus palabras estaban llenas de pesar y decisión, inspirando a Nueva York a inspirar a la nación. “Mañana Nueva York va a estar aquí”, dijo. También reaccionó al asalto con compostura -fue punta de lanza de cada uno de los esfuerzos de respuesta de la ciudad, desde ubicar oficiales de policía en cada una de las estaciones del Tren Subterráneo hasta el suministro regular de información al día a los medios- a medida que el impacto de la noticia se extendía a la nación y al mundo.

He tenido liderazgos en momentos de crisis muchas veces –nada comparado a esto- pero he encontrado que cada vez que la gente está insegura y cada vez que está emocionalmente aturdida, lo que necesitan más que nada es la seguridad de la presencia del líder, caminando a través de las multitudes, escuchándolas, alcanzándolas, abrazándolas, cuidándolas, en otras palabras, simplemente diciendo “Estoy aquí, estoy aquí por ti, estoy aquí para servirte, estoy aquí para ayudarte”.

Traducción:
Francisco La Salvia
E-mail: fls2002@latinmail.com

John C. Maxwell
Conferencista Internacional, especialista en Liderazgo, fundador del INJOY Life Club®

Publicado en Liderazgo y Mercadeo. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Liderazgo en Tiempos de incertidumbre

Para seguir leyendo:

Liderazgo, complejidad e incertidumbre

La incertidumbre del cambio

Gestión de la incertidumbre

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Liderazgo, complejidad e incertidumbre

por José Cabrera

Vivimos en la permanente contradicción de experimentar la realidad de la incertidumbre, y la creencia de que todavía podemos elegir el destino de nuestras vidas y el de nuestras organizaciones.

Ralph D. Stacey

5181398110_cddf23b53e_b1-800x600Cada día es más obvio que nuestros líderes no tienen la respuesta. A pesar de lo cual, la mayor parte de los libros sobre liderazgo, y las mejores escuelas de negocio, continúan negando lo obvio: nuestra incapacidad para gestionar, predecir o controlar lo que pasará en un contexto como el actual de volatilidad extrema. Seguimos empeñados en aplicar, sobre un territorio nuevo y volátil, herramientas diseñadas hace un siglo, pensadas para la planificación, el control, la certeza y la predictibilidad.

La premisa fundamental sigue siendo que el trabajo del líder es elegir el estado futuro de la organización, y guiar su desarrollo en esa misma dirección. Sin embargo, nuestra experiencia nos muestra, cada día, que en un mundo global, complejo e incierto, la realidad organizativa no es planificable; que emerge como resultado de innumerables interacciones e intereses imprevisibles; y que los conocimientos y experiencias que hemos ido acumulando en nuestro paso por el escenario anterior, acaban convertidos en disfuncionalidades y errores graves cuando se aplican al contexto actual sistemáticamente disruptivo.
organizational-complexityLa creciente incertidumbre social, económica y política exige de nosotros, pues, una buena dosis de humildad. Humildad para reconocer que el territorio ha cambiado significativamente, y que necesitamos con urgencia nuevos mapas que nos permitan explorar el futuro. Por eso, en la reflexión de hoy os propongo que relajemos nuestros modelos mentales y disfrutemos de la compañía de Ralph Stacey para adentrarnos en el mundo emergente de las ciencias de la complejidad y la incertidumbre.

El primer paso es que consigas abrir tu mente. Piensa que la posibilidad de comprender el nuevo contexto no depende de la claridad de los hechos, ni de la cantidad de información que tengamos, sino que, hoy más que nunca, depende de nuestra capacidad para crear nuevas perspectivas de la realidad, de integrar nuevas experiencias y desarrollar nuevas formas de acción colectiva.

La realidad de la incertidumbre
Tal y como explica Nassim Taleb en su libro “El Cisne Negro”, nos encontramos en un mundo nuevo, dominado por lo desconocido y lo imprevisible. Nos hallamos frente a un futuro emergente, en el que todos somos parte del problema y de la solución, y en el que, para abordar los nuevos retos, debemos asumir que “lo que no sabemos es más importante que lo que sabemos”. Tanto es así que la complejidad creciente de este mundo global, interconectado y compuesto por innumerables actores, nos lleva a pensar que la estabilidad, en el nuevo escenario, será la excepcion en un entorno estructuralmente inestable.

De ahí que esta sea, precisamente, una de las primeras preguntas que Ralph nos plantea en su libro: ¿Por qué seguimos hablando, explicando y prescribiendo soluciones a nuestros desafíos actuales sobre una base intelectual que contradice completamente a la experiencia?

Su propuesta para la Era de la Colaboración es sorprendentemente sencilla:

“Necesitamos dejar de fantasear acerca de lo que las organizaciones deberían ser, para dedicarnos seriamente a explorar la realidad de la vida de nuestras organizaciones”

Y eso mismo, explorar la verdadera realidad de nuestras organizaciones, es lo que vamos a intentar en los siguientes párrafos.

Las organizaciones son conversaciones
Ralph nos propone en su libro ver a las organizaciones como son realmente, como sistemas adaptativos, es decir como interacciones conversacionales entre personas y relaciones de poder en las que se negocian decisiones basadas en ideologías e intereses concretos, donde la continuidad organizacional y los cambios emergen impredeciblemente en vez de ser el resultado de un plan global predefinido.

Las organizaciones son conversaciones, en la medida en que la realidad organizativa emerge como resultado de las conversaciones que -día tras día- tienen lugar entre los miembros de las organización, y de las conversaciones entabladas entre los miembros de las organización y sus clientes y partners. Al fin y al cabo, son las experiencias que surgen en estas conversaciones ordinarias las que establecen la estructura de poder, las relaciones de inclusión y exclusión, y la propia identidad y valores de la organización; son estas interacciones y relaciones entre personas las que configuran la realidad de la organización, las que transforman esa misma realidad y las que, además, deciden su futuro. Y el orden jerarquico cuidadosamente planificado es realmente reemplazado, en el día a día de la organización, por un orden emergente desde la inestabilidad a través de procesos de auto organización.

La principal implicación de esta realidad es la siguiente: necesitamos cambiar el foco y la atención para pasar de los procesos -como hasta ahora- a las personas y sus interacciones. Algo que no va a resultar sencillo, sobre todo si tenemos en cuenta que esta que proponemos no es, precisamente, la perspectiva dominante. La literatura tradicional del management pone el foco en la ciencia de lo cierto, en vez ponerlo en la ciencia de la complejidad y lo incierto. Y esto nos obliga a plantearnos la siguiente cuestión: ¿cómo tomar las decisiones adecuadas en el nuevo entorno cuando el proceso racional no puede ser aplicado, y las técnicas analíticas se muestran incapaces de establecer la dirección futura?

Mi apuesta es clara: La incertidumbre se gestiona con mas diálogo e interacción y menos jerarquía y planificación. Nuestras organizaciones 2.0 deberán ser, esencialmente conversaciones, organizaciones centradas en las personas; organizaciones capaces de atraer y retener el talento de las primeras generaciones de profesionales nativos digitales. Ser competitivos ante la incertidumbre supone ante todo capacidad para adaptarse a los cambios. Esto implica que nuestras organizaciones tendrán que ser no solamente competitivas, sino extremadamente ágiles, capaces de innovar y de adaptarse a un entorno complejo y estructuralmente inestable; que deberán ser organizaciones más abiertas, sin fronteras funcionales, transparentes en su gestión y capaces de co-crear con sus clientes y partners. Organizaciones, en definitiva, en las cuales el liderazgo y la innovación será un trabajo de todos, y no el de unos pocos privilegiados situados en lo alto de la pirámide organizativa.

Autoorganización y emergencia
Ralph Stacey nos propone analizar la realidad de las organizaciones desde la perspectiva de las ciencias de la complejidad e incertidumbre. El reconocimiento de que las organizaciones son el resultado de una multitud de interacciones, tal y como, en cierto modo, sucede con los seres vivos y con otros sistemas complejos, nos lleva a afirmar que, al igual que ocurre con los seres vivos, la capacidad de adaptación es un eje motor de los cambios organizativos.

Pero, ¿cómo se organiza un sistema complejo? Un sistema adaptativo complejo consiste en un gran número de agentes, cada uno de los cuales se relaciona con los demás siguiendo sus propios principios locales de interacción. Esto significa que los sistemas complejos no obedecen a leyes prefijadas. En lugar de regirse por ellas, los agentes interactúan siguiendo sus intereses particulares. Y aunque en la mayor parte de los casos no existe una coordinación explicita de las interacciones -o precisamente por ello mismo-lo cierto es que el orden acaba emergiendo de forma natural.

La autoorganización es uno de los conceptos claves en las ciencias de la complejidad. Se trata es un proceso/forma organizativa en la que no hay una coordinación central, ni interna ni externa a la organización. En contraste con las organizaciones centralizadas -en que las que el poder se ejerce deliberadamente a través de mecanismos formales o informales de control- en las redes autoorganizadas, como es el caso en las redarquías, los agentes actúan y se comportan de forma exploratoria y experimental.

Y la emergencia es otro concepto que nos ayuda a entender el proceso dinámico por el cual surge -de forma impredecible- un orden superior, resultado de las múltiples interacciones que se producen en las organizaciones autoorganizadas. La emergencia es, por tanto, el nuevo orden. Un nuevo orden que resulta de la dinámica de las interacciones, que no viene marcado -como en las organizaciones jerárquicas- por la dirección y el control, y que, a diferencia de las férreas e inflexibles estructuras jerárquicas, es capaz de dar respuesta a los retos excepcionalmente complejos a los que nos enfrentamos.

Liderazgo e incertidumbre
Ambos temas, autoLiderazgo organización y emergencia, nos ayudan a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del liderazgo, y nos permiten poner el foco de la reflexión no tanto en los líderes que “actúan” sobre las organizaciones -una mera ilusión en tiempos de incertidumbre- sino en aspectos algo más soft pero a la vez mucho más definitivos, como son las conversaciones, las percepciones, motivaciones y los valores que guían el funcionamiento de esas organizaciones. El punto de partida consiste en entender que el trabajo del liderazgo como proceso adaptativo no es una prerrogativa de los líderes, sino el resultado emergente de las relaciones entre las personas de la organización. Por lo que la gestión de la complejidad requiere fomentar el liderazgo a todos los niveles, para lograr que el liderazgo se convierta en el trabajo de todos, y no solo -como viene sucediendo hasta ahora- de unos pocos elegidos situados en la cúspide de la pirámide.

El liderazgo adaptativo exige, pues, poner un mayor foco en las interacciones y en las personas. Como líderes adaptativos debemos ser capaces de influir en los demás, y de crear las condiciones que faciliten la emergencia de nuevas soluciones. Debemos fomentar la colaboración y la participación de todos, la cultura abierta y la transparencia en las interacciones, teniendo siempre en cuenta que la innovación surge según la forma en que las interacciones son gobernadas y facilitadas. Y debemos facilitar la comunicación y la co-creación entre los distintos nodos de la organización, para desarrollar al máximo el capital humano y social.

Todo sin olvidar que el objetivo final es la emergencia. Y la emergencia es lo opuesto al control, al ordeno y mando, al abuso de poder y a la opacidad.

Redarquía e incertidumbre
El hecho cierto es que no podemos abordar la complejidad y la incertidumbre utilizando las estructuras burocráticas actuales. La respuesta a los desafíos actuales ha de ser colectiva. Y eso significa que debemos explorar estructuras alternativas, nuevas formas de organización que nos permitan colaborar, y generar nuevos espacios de contribución situados más allá de los límites tradicionales.

Piensa que, hoy en día, en el seno de las organizaciones, las personas logran sus metas interactuando con un número pequeño de personas; es decir, a través de interacciones locales. Estas interacciones locales hacen que cada equipo, grupo o departamento tenga sus propias formas de hacer y relacionarse. Y están fuertemente condicionadas y limitadas por la estructura jerárquica, por las estructuras de reporting, por la división del trabajo y, muy particularmente, por la obligación de hacer lo que se considera correcto en la organización; es decir, por sus valores y su cultura.

El modelo organizativo tradicional nos constriñe, y nos impide dar una respuesta adecuada. La realidad nos muestra cada día que, en tiempos de incertidumbre, las estructuras jerárquicas funcionales -las divisiones operativas- compiten entre sí, luchan por los recursos internos, y se olvidan con frecuencia de que, en un entorno inestable e impredecible, la colaboración es la forma mas poderosa de crear valor. Olvidan, por tanto, que la colaboración y la confianza son claves para la adaptabilidad y flexibilidad organizativa en un entorno cada día mas complejo y global.

Los nuevos espacios de comunicación -los blogs, tweets y redes sociales- están teniendo un impacto real en los entornos de trabajo, en los procesos y en la estructura de nuestras organizaciones. Las nuevas generaciones de nativos digitales -recién llegados a las organizaciones- aprenden, innovan, colaboran y hacen las cosas de forma sustancialmente distinta a las generaciones anteriores. De ahí, la necesidad de crear nuevas estructuras y marcos de contribución mas dinámicos, que hagan posible la innovación y la diferenciación a todos los niveles. Y de ahí mi propuesta, que pasa por el desarrollo de una nueva estructura redárquica complementaria, que supla las evidentes carencias del modelo organizativo jerárquico, y lo vaya sustituyendo paso a paso, al ritmo que la organización lo necesite.

Como ya he explicado en otras conversaciones, la redarquía emerge como estructura natural de las nuevas organizaciones en red, facilita la innovación y hace posible que las personas creativas opten por aquellas contribuciones que más les motivan, y que mejor se alinean con sus propias habilidades. En la redarquía, las tareas pueden ser elegidas y no impuestas, y la capacidad de decisión de cada uno viene determinada por su reputación personal y el valor añadido que aporta a la organización.

Por eso pienso que, ante lo imprevisible, una estructura dual jerarquía-redarquía puede asegurar la sostenibilidad y la escalabilidad necesarias y, a la vez, es capaz de mantenerse ágil y flexible en sus interacciones con el entorno.

A modo de resumen
Lo radical de la propuesta de Ralph Stacey es que nos obliga a cambiar el discurso dominante frente a la crisis: en vez de dedicar toda nuestra energía a buscar responsables en nuestros líderes, gobiernos, empresas, instituciones etc., debemos dedicar algo de tiempo a reconocer que la realidad de la incertidumbre es algo que hemos creado entre todos; un resultado no planificado, que resulta de la emergencia de nuestros propios valores, acciones y omisiones. De ahí la importancia de que nuestros líderes dejen de hablar de lo que ellos y nosotros vamos a hacer, y empecemos hablar de lo que ellos y nosotros realmente hacemos.

De la misma forma que las civilizaciones no son el resultado de ninguna clase de planificación a largo plazo, las organizaciones y su cultura no son resultados de una planificación especifica, sino de la emergencia de las interacciones y relaciones de poder entre las personas que las forman. Es decir, de las propias interacciones entre las personas.

La herencia de las organizaciones objetivas, estructuradas y previsibles no es suficiente para abordar el futuro. Es necesario avanzar en el diseño -tal y como ya hemos hecho en otras ciencias- de un modelo no lineal de gestión, que pueda contener los sucesos emergentes y sea capaz de generar acciones a partir del seguimiento de las relaciones, y de la atención a las tendencias, rupturas y discontinuidades. En este sentido, la tesis de este autor es la siguiente:

“La mejor manera de prepararse para actuar no es intentar adivinar lo que está adelante y mirar hacia atrás, sino percibir la dinámica que nos trajo hasta aquí y aprender con ella”

Por lo que para salir con éxito de la crisis actual vamos a necesitar algo mas que ajustes presupuestarios, medidas de control financiero o nuevos bonos europeos seguros. Quizás debamos, como nos propone Ralph, comenzar por repensarnos radicalmente lo que hacen nuestros líderes, ejecutivos, gerentes y lo que hacemos todos nosotros cada día en nuestras organizaciones. La buena noticia está en que en las ciencias de la incertidumbre lo posible siempre es más edificante que lo real.

Publicado en Innovación en la gestión. Post original aquí.

Para seguir leyendo:

El cisne negro de Nassim Nicholas Taleb

La incertidumbre del cambio

Gestión de la incertidumbre

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Liderazgo en Tiempos de incertidumbre

por John C. Maxwell

Cuando a la gente le falta esperanza, el líder debe tenerla. Cuando a la gente le faltan respuestas, el líder debe darlas. Cuando a la gente le falta dirección, el líder debe dirigir”.
– John Maxwell –

Complexity-and-Innovation¿Cuándo la gente necesita más a un líder?
La respuesta es, en tiempos de incertidumbre.

He hallado que en tiempos de crisis e incertidumbre la tendencia es a que la gente se paralice. Básicamente dicen: “No sé si quiero tomar una decisión”. Por otra parte, los líderes deben estar constantemente liderando, aún en épocas de incertidumbre.

Uno de los mejores ejemplos que puedo utilizar para ilustrar cómo liderar en tiempos de incertidumbre es Rudy Giuliani, debido a su increíble liderazgo en New York City durante la crisis del 11 de Septiembre.

He aquí un pasaje tomado del Time Magazine, que lo nombró como la Persona del Año 2001:

“En la mañana del 11 de Septiembre, día primordial para New York City, Rudy Giuliani se mojó los pies al igual que todos los otros patos olvidados en el estanque.

La Torre de Fortaleza se había convertido en objeto de lástima: el cáncer del Hombre de Hierro lo había hecho vulnerable, las pasiones de su lealtad para su ciudad -sus policías, sus calles y sus jugadores de pelota- la dividían aún cuando había sido mejorada. Después de abandonar Gracie Mansión con su matrimonio en llamas, él se encontraba paseando por el campo en el Upper East Side y era la hora de escoger su sucesor: el final estaba en puertas.

El final estaba –de hecho- sólo unas pocas cuadras más allá. Habiendo acudido a la escena con las primeras noticias de los ataques, Giuliani casi se quema vivo. En las horas que siguieron, él debió cerrar partes de la ciudad y forzar la apertura de otras, crear un Comando Central de Obras y una morgue temporal, encontrar un millón de pares de guantes y máscaras antipolvo y respiradores, tomar previsiones contra otros ataques, detener a las pandillas que podían estar buscando venganza y de alguna manera persuadir al resto de la ciudad de que no había sido fatalmente herida en su corazón.

Fue una ocasión para descubrir lo que realmente éramos. “Puede que el propósito de todo esto –dijo Giuliani en el funeral de un amigo- sea descubrir si América hoy es tan fuerte como cuando luchamos por nuestra independencia o cuando luchamos por nosotros mismos como Unión para terminar con la esclavitud o tan fuertes como nuestros padres y abuelos que lucharon para liberar al mundo del Nazismo y el Comunismo”.

Los Terroristas –dijo él– contaban con nuestra cobardía. Desde entonces aprendieron mucho de nosotros y nosotros también de ellos”.

Pero al comenzar el nuevo milenio, el alcalde de New York Rudy Giuliani emergió de las cenizas del derrumbado World Trade Center construyendo la calma a una nación aterrorizada y ansiosa. Y conduciendo a la ciudad a través de una crisis de horror inimaginable diabólicamente diseñada para poner de rodillas a la nación más poderosa del mundo y Giuliani ubicó su sitial como el primer Gran Líder del Siglo.

¿Qué ocurre cuando la gente tiene incertidumbre?

1. Buscan Seguridad.
Las personas inseguras desean aferrarse a algo en lo que crean y que les dará seguridad.

2. Buscan Esperanza
Napoleón decía que los líderes reparten la esperanza.

3. No hacen nada.
La Tendencia es a paralizarse.

En la próxima entrega de Leadership Wired cubriré las cinco cosas que los líderes hacen en épocas de incertidumbre, utilizando como ejemplos las acciones de Giuliani durante la crisis del 11 de Septiembre.

John C. Maxwell
Conferencista Internacional, especialista en Liderazgo, fundador del INJOY Life Club®

Publicado en Liderazgo y Mercadeo. Post original aquí.

Para seguir leyendo:

La gestión en momentos de incertidumbre requiere lentitud

10 formas de enfrentarse al cambio y a la incertidumbre

La incertidumbre del cambio

La gestión de la Incertidumbre. El Desafío del Liderazgo en Contextos Inestables

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Los líderes: ¿nacen o se hacen?

liderazgo-gerenciaPor Alexis Codina

En un comentario sobre el artículo “Dirigir liderando”, publicado en este portal en diciembre pasado un lector de Venezuela planteó “…la única duda que tengo es si un líder nace o se hace…”. Es una pregunta obligada en cualquier actividad académica o de capacitación gerencial en el que se aborde el tema de liderazgo. La duda no ha escapado al interés de los especialistas, que se han dedicado a realizar diferentes investigaciones y a formular teorías y experiencias sobre el asunto.

Robbins reconoce que “…la literatura sobre liderazgo es voluminosa y mucho de ella es confuso y contradictorio”. Para facilitar el camino a través del “bosque” analiza tres enfoques que se utilizan para explicar lo que hace que un líder sea eficaz. El primero es la búsqueda de las características personales universales que los líderes podrían tener en algún grado mayor que los que no son líderes. El segundo trata de explicar el liderazgo en términos de comportamientos que uno puede observar. El tercero observa los modelos de contingencia, para explicar lo inadecuado de las teorías anteriores.

De los tres, el que podría acercarse más a la idea de que los líderes “nacen”, es decir que el liderazgo tiene un basamento genético es el primero, que se llama la “Teoría de los rasgos”. Sobre esto, Robbins informa que una revisión de 20 estudios diferentes identificaron cerca de 80 características de la personalidad, pero sólo 6 fueron comunes a cuatro o más investigaciones. Estas características en las cuales los líderes tienden a diferir de los no líderes son: la ambición y la energía, el deseo de dirigir, la honestidad e integridad, la seguridad en uno mismo, la inteligencia y el conocimiento relevante sobre el trabajo.

Tanto Robbins como otros especialistas desechan los resultados de estas investigaciones y de la “Teoría de los Rasgos”. Entre las razones que aducen destacan cuatro:

  1. Pasan por alto las necesidades de los seguidores (un liderazgo es efectivo sólo si “conecta” con las necesidades e intereses de los seguidores).
  2. No ponen en claro la importancia relativa de varias características.
  3. No separan la causa del efecto (por ejemplo, ¿son los líderes seguros de sí mismo, o su éxito como líderes fomenta la seguridad en sí mismos?).
  4. Ignoran los factores situacionales (un tipo de liderazgo puede ser efectivo en unas circunstancias y en otras no serlo).

Bennis y Goldsmith son más directos en sus conclusiones. En Learning to Lead, uno de los trabajos recientes más interesantes sobre liderazgo, analizan lo que consideran “Mitos sobre el liderazgo” en lo que incluyen lo siguiente, con sus comentarios correspondientes.

-Mito 1- El liderazgo es una habilidad natural. Nada más lejos de la verdad. Todos tenemos algo potencial de liderazgo. Unas personas pueden ser líderes en una organización y en otras no.

-Mito 2- Los líderes nacen, no se hacen. Muchas investigaciones demuestran que en determinadas condiciones, se convierten en líderes personas que no se habían identificado como tales hasta ese momento. La mayor parte de las capacidades y competencias del liderazgo pueden ser aprendidas, si existen los deseos y la voluntad de aprenderlos. Lo cual no quiere decir que es fácil y que “cualquiera” puede convertirse en líder.

-Mito 3- Los líderes son carismáticos. Algunos si, otros no. Nuestra experiencia es que el carisma es más el resultado de un liderazgo efectivo que a la inversa. Un efectivo liderazgo incrementa la atracción de los seguidores.

-Mito 4- Los líderes existen sólo en los niveles altos de una organización. Esto es falso, se pueden encontrar en cualquier nivel.

-Mito 5- Los líderes controlan, mandan, manipulan a otros. El liderazgo es tanto el ejercicio del poder como el “enriquecimiento” de otros (empowerment). Los líderes se apoyan más en la atracción que en “empujar”.

Durante los últimos 50 años Peter Drucker se dedicó a analizar el papel del líder, su comportamiento, sus metas. La primera de las conclusiones que extrajo de ese prolongado estudio es que, aunque los líderes natos existen, son demasiado escasos para las necesidades urgentes actuales. El liderazgo, por tanto, puede – y debe – aprenderse, concluye Drucker.

La segunda conclusión a la que llegó es que no existe tal cosa como una “personalidad” de líder. Tampoco existen los “rasgos” o las “características” de líder. “Entre los líderes más eficaces que conozco”, dice Drucker, “y con los que he trabajado durante 50 años, algunos se encierran en su oficina y otros son demasiado gregarios”. Algunos – no muchos – son “buenos tipos” y otros son rígidos y autoritarios. Algunos impulsivos y rápidos, otros estudian la situación y se toman siglos para llegar a una decisión. Algunos son cálidos, otros distantes, algunos vanidosos, otros retraídos y modestos. Algunos tienen el don de saber escuchar, mientras que otros son “lobos solitarios que no escuchan más que su propia voz”. Lo único en común es algo que no tienen: carisma, concluye este gurú.

Para Drucker, los mejores líderes saben cuatro cosas simples.

  1. La única definición válida de líder es que se trata de alguien que tiene seguidores.
  2. Un buen líder no es alguien a quien se “ama” o se “admira”. Liderazgo no es popularidad, liderazgo es resultados.
  3. Los líderes son muy visibles. Dan el ejemplo.
  4. Liderazgo no es ni rango, ni privilegios, ni dinero. Liderazgo es responsabilidad.

Los líderes de verdad son hacedores, no predicadores. Delegan cosas, muchas cosas, pero no delegan la única cosa que pueden hacer con excelencia, la única cosa que marca la diferencia, lo que define las normas o aquello por lo que quieren ser recordados. Eso lo hacen.

Pinchot cree que a medida que aumenta la proporción de trabajadores del conocimiento en una organización, aumenta también la necesidad de líderes. Hace falta gente que innove, que vea las cosas desde nuevos ángulos, que reaccione ante los clientes cambiando la forma de hacer las cosas.

En las investigaciones de Kotter sobre ¿Qué hacen los líderes? identificó lo que considera que son los “requisitos para un liderazgo efectivo” que son: conocimientos del sector industrial y de la organización, relaciones en la empresa y en el sector industrial, reputación e historial, potencial y habilidad, valores personales y motivación. Cuando analizó de dónde proceden los atributos necesarios para estos requisitos llegó a la conclusión de que “un número sorprendentemente elevado de dichos atributos se desarrollan en el trabajo, como parte de la carrera profesional”, es decir que no se nace con ellos, sino que se desarrollan.

En las investigaciones de Goleman, Ryback y Weisinger sobre el papel de la inteligencia emocional y su impacto en el trabajo directivo llegan a la conclusión de que la mayoría de los aptitudes de la inteligencia emocional que tienen un impacto positivo en el liderazgo son aptitudes adquiridas, que se pueden aprender y desarrollar, por tanto, no son congénitas, no se nace con ellas.

Estos son los resultados de muchas investigaciones y los criterios de especialistas muy destacados, no sólo como académicos y estudiosos sino también como consultores de una diversidad de organizaciones. Sin embargo, ¿por qué todavía pensamos que el liderazgo es una cualidad innata, que “hay que nacer con ella”?. En los cursos, talleres y consultorías en los que trabajo el tema de liderazgo siempre surge esta duda. Pienso que es el resultado de la mitificación que hacemos de lo que es un líder, pensando en personas que han ejercido una gran influencia, en la historia, en las organizaciones, o en nuestra propia formación. Los idealizamos de tal manera que nos parece imposible poder usarlos como modelos para orientar nuestro comportamiento y acciones.

El liderazgo no hay que verlo en esos niveles “tan lejanos y excepcionales”. Un buen maestro, o un buen padre, ejercen funciones de liderazgo muy importantes, educan, crean valores, modelan comportamientos, sirven de modelo, en fin, tienen “seguidores”.

Hay muchas evidencias de personas que, hasta determinado momento, han sido “normales”, que no han mostrado capacidades especiales para ejercer un liderazgo efectivo. Sin embargo, en determinados momentos han tenido que enfrentar situaciones que han revelado sus potencialidades. Esto puede conocerse en numerosos libros que presentan relatos de la segunda guerra mundial, donde un pelotón ha perdido a su jefe, ha resultado necesario y ha surgido un líder dentro de los que quedaban. Muchas veces, las circunstancias “hacen” a los líderes y no al revés, como se piensa.

Para ejercer un liderazgo efectivo hace falta determinadas cualidades, como para aprender idiomas, destacarse en un deporte, ser un buen profesional, o cualquier otra actividad. Pero, las experiencias demuestran que, la voluntad, el estudio, y la constancia son capaces de desarrollar capacidades que pueden suplir la ausencia de determinadas “cualidades naturales”. Recuerdo que, cuando joven, yo practicaba gimnástica, un deporte muy complejo que requiere muchas habilidades, dominio de la técnica, elasticidad, etc. Un miembro del equipo con el que practicaba presentaba muchas dificultades en la mayoría de los ejercicios, tenia poca flexibilidad, sus movimientos eran torpes. Todos pensamos que sería el de peores resultados. Sin embargo, era el más constante de todos nosotros. Cuando terminábamos el entrenamiento se quedaba repitiendo los ejercicios muchas veces, entrenaba los días de receso, iba a las competencias de los más avanzados y les preguntaba muchas cosas. Al final, fue uno de los que mejores resultados obtuvo. Logró suplir su “falta de condiciones naturales”, con la pasión que tenía por el deporte, con la constancia y con la dedicación. Esa puede ser una enseñanza importante.

Este artículo es Copyright de su autor(a). El autor(a) es responsable por el contenido y las opiniones expresadas, así como de la legitimidad de su autoría.
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1) se publique tal como está, sin alteraciones
2) se haga referencia al autor (Alexis Codina)
3) se haga referencia a la fuente (degerencia.com)
4) se provea un enlace al artículo original (http://www.degerencia.com/articulo/los_lideres_nacen_o_se_hacen)
5) se provea un enlace a los datos del autor (http://www.degerencia.com/acodina)

Publicado en De Gerencia. Post original aquí.

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Liderazgo transformacional y comunicación

Por Javier Villalba (@j_villalba)

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¿Es posible ejercer un liderazgo transformador de espaldas a la comunicación? ¿Puede inspirarse a los demás cuando el diálogo con ellos fracasa? ¿Cabe esperarse un incremento de la moral si las relaciones internas son de baja calidad? ¿Es la grandilocuencia en los discursos condición para influir? ¿Es posible desarrollar nuestro entorno inmediato cuando nuestras interacciones son superficiales?

Mi tesis es que en una sociedad relacional, como lo es también el trabajo, inspirar, influir y estimular son tres condiciones subyacentes de los estilos individuales de comunicación que consiguen remover conciencias, alinear intereses e impulsar voluntades.

Todos somos responsables del resultado relacional

Solemos referirnos a empresarios, directivos y mandos en tanto que máximos responsables del acontecer empresarial, pero en materia de comunicación se da la circunstancia de que la responsabilidad, por muy gradual que se nos antoje, es, a la postre, de todos y de cada uno de los actores incursos en el proceso comunicativo, lo que equivale a decir que tiene el rango de una responsabilidad individual que atañe a todos los trabajadores en su faceta relacional o, lo que es lo mismo, en su quehacer laboral. Dicho de otro modo, el universo del trabajo es -en esencia- comunicación y lo laboral es -esencialmente- relacional, lo que nos impide hurtarnos de lo uno y de lo otro.

Así, la cuestión de fondo es que la comunicación, siendo una competencia gerencial inalienable, de máxima trascendencia en quienes ostentan el poder, es la condición sine qua non que les faculta para establecer relaciones cordiales, colaborativas y contributivas con quienes dirigen y entre quienes son dirigidos por ellos. Pero –como digo- también es una responsabilidad personal de cada uno de los actores involucrados en la dinámica laboral, de tal modo que trabajadores y profesionales, compañeros y colegas, mandos y subordinados somos, sin excepción, parte actora del proceso comunicativo y, por ende, agentes responsables, por muy en distinta medida que lo seamos, del resultado del mismo.

Compartir el protagonismo comunicacional

Tomar conciencia de ello abre oportunidades como poco para que, quienes no lo hayan hecho todavía, vinculen estrategia de negocio y comunicación, para construir y afianzar relaciones de confianza y para apoyar en el diálogo participativo los cambios organizativos necesarios, lo que posiblemente proporcione nuevas experiencias en la plantilla si se consigue involucrar, en esta responsabilidad relacional, a quienes todavía no se perciben como protagonistas de la comunicación y limitan su papel al de meros receptores pasivos y, a lo sumo, oyentes sin que asuman la cuota de impacto de sus comportamientos en el clima interno. Movilizar a la plantilla para transformar a los trabajadores en agentes de la comunicación es reforzar la cultura de empresa y es la manera en la que todos los integrantes logran sintonizarse para emitir y compartir mensajes alineados con los objetivos de la organización.

No hay liderazgo sin comunicación

Pese a lo dicho, está claro que el ejercicio del mando, supuestas las competencias específicas que confieren autoridad técnica, exige de los dirigentes contar con un repertorio de habilidades relacionales entre las que la capacidad de comunicación emerge por derecho propio, en tanto que pilar fundamental para el desarrollo del liderazgo, una cualidad personal sin la cual no les sería posible ni expresarse asertivamente, ni exponer claramente las propias ideas, ni establecer una relación empática con los interlocutores, pues dicha capacidad es en la que descansan para establecer el diálogo, persuadir, alentar el trabajo en equipo, acertar en las negociaciones e influir sobre terceras personas.

Comunicarse, por tanto, supone –como mínimo- ser capaz de informar contenidos complejos y hacerlos asequibles, saber escuchar activamente haciendo partícipes a los interlocutores, contraponer puntos de vista distintos manteniendo a salvo el diálogo y saber preguntar para informarse, persuadir e influir sobre los demás en la dirección que conviene al propósito comunicador. Pero es sabido que las relaciones se empañan cuando alguno de los actores del diálogo hace o no hace algo que lo traba o lo dificulta.

Tomar conciencia

Todavía bajo la resonancia de los ecos del reciente Foro Mundial de la Comunicación -una comunicación con conciencia- y aún bajo el influjo de los cinco enunciados del denominado Impulso Madrid1, me pregunto en cuántos equipos de trabajo, secciones, departamentos, divisiones o empresas podemos afirmar que existe un clima interno proclive al diálogo; como también me interrogo en qué medida podemos, cada uno de nosotros, dar por superados los obstáculos más comunes que cercenan las relaciones entre iguales y distintos en el seno de las organizaciones.

Ante dichas cuestiones, la mayoría de nosotros tenemos que admitir que conocemos las principales barreras personales que nos lastran y nos hacen dilapidar ocasiones que podríamos aprovechar para transformar una conversación en un diálogo satisfactorio y rentable. Complementariamente a lo dicho, también hemos de aceptar que tenemos noticia de las reiteradas recomendaciones de expertos para lograr diálogos de calidad, pero ¿en qué medida nos enfrentamos a nuestros déficits relacionales? No obstante, y debido a su mayor responsabilidad, podemos preguntarnos, en primer lugar, ¿con qué nervio los principales responsables de la construcción de la conversación interna asumen íntegramente su compromiso relacional como primer paso para la creación de un ambiente proclive a la transformación?

Poner base al liderazgo transformacional

Entre los errores más lesivos con los que me he encontrado para acreditar un verdadero liderazgo transformacional, he podido constatar que algunos directivos no entienden la comunicación como una responsabilidad inherente a su cargo, que otros no tienen en cuenta el impacto comunicacional de su gestión informativa, que los hay que no tienen un discurso unificado y, en consecuencia, incurren en contradicciones notorias, que algunos no comparten la visión y que tales discrepancias son motivo de conflictos que se terminan filtrando a la base, que otros se despreocupan de los impactos de su proceder en la plantilla y que no pocos centran la transmisión de información exclusivamente en los asuntos operativos.

Dichos errores ponen de manifiesto una deficiente gestión de la comunicación que bien podrían subsanarse a poco que se le dedique tiempo a la comunicación interna, tal vez incluyendo en el calendario de la dirección una reunión de trabajo mensual para hacer balance, determinar puntos débiles y fuertes, analizar necesidades y extraer y compartir conclusiones derivadas de actos y eventos internos que se hayan realizado o de los posibles incidentes críticos que se conozcan o se puedan identificar. Indiscutiblemente el proceso pasa primero por sensibilizar a la capa directiva.

Necesariamente hay que ingeniárselas para hacer converger esfuerzos, posiblemente un plan de desarrollo de habilidades brinde la ocasión de crear estados de opinión favorables y seguramente la designación de portavoces internos ayude en esta misión.

Respecto de la información circulante, no estaría de más orientar su significado, pues nada impide dar valor a los fríos informes de la dirección o del consejo o del comité anexando explicaciones cualitativas en relación con el sentido creado –planes estratégicos- o resaltando la interpretación de los líderes de opinión sobre la realidad actual de la empresa.

Con relación a las prácticas comunicativas que se tengan establecidas es posible articular fórmulas de doble vía, lo que ahora pone fácil la tecnología, y recabar percepciones y estados de opinión sobre los asuntos concernientes a la empresa, lo que permitirá reorientar los temas de máximo interés. Finalmente, será posible transmitir sentido y empezar a crear diálogo, mediante las fórmulas que se consideren más oportunas y adaptadas a la propia realidad, pudiendo fijar calendarios informativos sobre planes en vigor, crear un sistema de noticias y diseñar y compartir una agenda de actualidad de la empresa como estrategia de involucración e integración.

Una cuestión de actitudes directivas

Lo expuesto no precisa disponer de sofisticados medios; ahora bien, los recursos que se tengan se pueden capitalizar en provecho de ello. Lo que exige es comprender la importancia de la comunicación en los procesos transformacionales, asumir un compromiso organizativo que confiera a la comunicación un papel estratégico, valiéndose de ella para apalancar los planes de empresa, y tener el convencimiento de que la evolución de ésta principalmente depende de los líderes que han comprendido que el avance solo es posible en equipo y que, para hacer progresar al conjunto, tienen que ser capaces de inspirar, influir y estimular en una dirección que a todos convenga y que permita conquistar mejores cotas de desarrollo y bienestar.

—–

(1) La comunicación al servicio de la cohesión social, de la integración social basada en el diálogo, de la honestidad en favor de utilidades sociales, del liderazgo transformador y, en suma, del desarrollo social.

Foto: Lisa Padilla

Publicado en Con tu Negocio. Post original aquí.

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Los Buenos Líderes saben hacer preguntas IV

Por Isabel Carrasco González

valoresJohn C. Maxwell, en el libro “Good leaders ask great questions” , recomienda que  para saber qué tiene que hacer para poder ser un buen líder  debe hacerse además de las preguntas: “¿Por qué liderarme es más difícil que liderar a los demás?” y “ ¿Qué sostiene  al líder?”, que hemos comentado en una entrada anterior las siguientes reflexiones:

III.- ¿CUÁLES SON LOS VALORES MÁS IMPORTANTES PARA UN LÍDER?

Todos los individuos tienen que decidir cuáles son los valores que van a dirigir su vida de acuerdo con sus creencias. Maxwell considera que los fundamentales para el liderazgo son:

1.- Servicio. Liderar bien supone servir a los demás. Eugene B.Habecker en su libro “The other side of leadership” escribe: “El verdadero líder sirve. Sirve a las personas. Sirve teniendo en cuenta sus mejores intereses y al hacerlo a veces no siempre será popular. Pero como está motivado por una preocupación sincera, más que por el deseo de gloria personal, está dispuesto a pagar el precio.”

2.- Propósito. Dejar que el por qué dirija el qué. Maxwell cree que el éxito viene de conocer nuestro propósito en la vida, de alcanzar nuestro máximo potencial y de la “siembra de semillas” que beneficien a los demás. Para desarrollar los dos últimos aspectos necesitamos ser conscientes de cuál es nuestro propósito en la vida. Una vez que lo somos debemos establecer prioridades en nuestra vida acordes con éste.

3.- Integridad. Demasiados líderes son como los malos padres. Hacen lo que quieren y dicen a aquellos a los que se supone que tienen que liderar: “Haz lo que digo, no lo que hago”. Pero esto no funciona porque las personas tienden a repetir las conductas que ven en otros.

Los grandes equipos están formados por personas con habilidades diversas, pero tiene que existir una unidad en relación a los valores, hábitos, disciplinas y actitudes, que suele venir  marcada  por  el ejemplo de sus líderes. Al convertirnos en líderes debemos centrarnos más en nuestras responsabilidades que en nuestros derechos. Debemos elevar los estándares y hacer más que lo que esperamos de los demás.

4.- Relaciones auténticas. El impacto del liderazgo está condicionado no por el título o posición sino por las relaciones auténticas. Para desarrollarlas debemos ser sinceros, tratar a las personas con amabilidad y respeto e ir hasta donde están para conectar con ellas.

Muchos líderes esperan que sus profesionales vengan a ellos, asumen que acudirán a ellos si necesitan algo, pero los buenos líderes no piensan así. Ellos inician, comunican una visión, buscan oportunidades, comienzan iniciativas que beneficien a la organización y buscan a las personas, les hacen preguntas para conocerles, aprenden quienes son, les ofrecen su ayuda y encuentran formas para conseguir que triunfen.

5.- Renovación. La vida nos somete a muchas demandas y las personas también. Cuanto más lideremos y más éxito tengamos mayores exigencias tendremos de los demás. Si no hacemos el esfuerzo de renovar y recargar nuestra energía y nuestra mente nos agotaremos. Hacerlo requiere nuestra atención ya que supone diseñar y seguir un programa de renovación equilibrado en las 4 áreas de nuestra vida: física, social/emocional, mental y espiritual.

IV.- ¿CUÁL ES EL HÁBITO DIARIO MÁS EFICAZ QUE DEBE DESARROLLAR UN LÍDER?

El autor recomienda el siguiente: dar más de lo que recibimos. La generosidad es un reconocimiento de que:

1.- Nadie puede triunfar en la vida en solitario. Todos hemos recibido ayuda de alguien en algún momento de nuestras vidas. Cuando nos mostramos generosos con los demás estamos reconociendo este hecho y devolviendo los favores.

2.- Podemos ir más allá de nosotros mismos. Si creemos  que tenemos que dar más de lo que recibimos tendremos que pensar más en los demás que en nosotros mismos y para ello prestar atención a los demás y a lo que quieren y ver cómo podemos facilitárselo.

3.- Dar es un hecho  intencional.  Las personas rara vez dan algo accidentalmente. Deben realizar un esfuerzo para dar, es un acto de voluntad. La intencionalidad nos hace crecer y nos hace más proactivos, una cualidad importante para los líderes.

4.- Dando cambiamos el mundo. ¿Cómo sería el mundo si las personas procurásemos dar más de lo que recibimos? Las personas cambiarían, ya que es muy difícil que una persona sana reciba constantemente de los demás sin dar nada a cambio. Si somos generosos con los demás, sin esperar ningún retorno, la persona que recibe normalmente va a adoptar una actitud similar con otros. Una vez que te has hecho a la idea de dar cuanto más recibes más quieres dar y se convierte en un ciclo positivo.

Un líder generoso crea un ambiente positivo en sus equipos y en la organización que favorece el que sus miembros quieran seguir integrados en él.

Maxwell recomienda que nos hagamos 3 preguntas:

a).- ¿Qué hemos recibido? Para responderla tenemos que mirar hacia atrás y reflexionar sobre todo lo que hemos recibido a lo largo de nuestra vida.

b).- ¿Qué tengo? Supone mirar en nuestro interior y descubrir que talentos, habilidades y pasiones residen dentro de nosotros que podemos transmitir a los demás. Somos valiosos y otros se pueden beneficiar de nuestro tiempo y experiencia.

c).- ¿Qué podemos hacer? Mirar a nuestro alrededor y ver lo que podemos hacer por los demás y las aprovechar las oportunidades   que tenemos para añadirles valor.

V.- ¿CÓMO CONSEGUIR INCREMENTAR NUESTRO DESEO DE AÑADIR VALOR Y DE SERVIR A LOS DEMÁS?

No podemos ser buenos líderes si mantenemos a las personas a distancia, ni actuar como sus mentores sin estar cerca de ellas. No podemos añadir valor si no sabemos lo que valoran y éstas nunca se esforzarán por un líder que nunca se preocupa por ellas.

El líder debe decidir ser auténtico con los que le rodean y dejar que entren en su vida, abriendo no sólo su mente sino también su corazón,  para poder añadirles  valor y que ellos, a su vez, como respuesta puedan añadirle  valor a él.

VI.- ¿SI ESTOY ALCANZANDO MIS METAS Y TRIUNFANDO POR QUÉ TENGO QUE PREOCUPARME DE DESARROLLARME COMO LÍDER?

Warren Bennis y Burt Nanus mantienen que “es la capacidad de desarrollarse y de incrementar sus habilidades lo que distingue a los líderes de los seguidores”. Si queremos ser líderes debemos continuar creciendo siempre, cambiando  y adaptándonos al futuro.

Un plan de crecimiento es intencional y requiere:

1.- Delimitar un tiempo para dedicarlo al crecimiento.

2.- Determinar las áreas en que se quiere trabajar.

3.- Buscar los recursos.

4.- Aplicar lo que aprendemos diariamente.

VII.- ¿CÓMO LIDERAR CON HUMILDAD SI EN EL DURO MUNDO DE LAS ORGANIZACIONES HACERLO SE CONTEMPLA COMO UNA DEBILIDAD?

Ser humilde no significa ser débil, significa que pensamos menos en nosotros mismos, ser realistas y tener los “pies en la tierra”. Implica valorar a los demás y a sus contribuciones.

El orgullo es una debilidad pero la humildad no. El orgullo bloque el progreso personal, el buen liderazgo y la construcción de equipos de trabajo.

ORGULLO HUMILDAD
Dificulta la creación de equipos Favorece la creación de equipos
Bloquea el aprendizaje Valora y estimula el aprendizaje
Cierra las mentes al feedback Nos abre al feedback
Evita el reconocimiento de los errores Facilita el admitir y enfrentarse a los errores
Distorsiona la percepción de la realidad Capacita para enfrentarse a la realidad
Limita el potencial de las personas Incrementa el potencial de las personas

Si combina la excelencia con la humildad el líder obtendrá el respeto de todos sus colaboradores.

VIII.- ¿QUÉ GRADO DE TRANSPARENCIA DEBE TENER UN LÍDER?

Un líder no debe ocultar las malas noticias. Las personas intuitivas las detectan aunque no se comuniquen y estamos en la era de la transparencia en la que todo se sabe.

Cuando el líder analiza la conveniencia o no de transmitir malas noticias debe preguntarse cuáles son sus razones para no hacerlo: si son por el bien del equipo y para conectar con sus miembros y animarles  o por otras causas menos nobles, que responden a intereses personales.

IX.- ¿CÓMO PUEDO VENCER LA SENSACIÓN DE SOLEDAD QUE A VECES SIENTO YA QUE EL PROCESO DE LIDERAZGO ES UN LARGO CAMINO?

Existe una diferencia clara entre estar solo en algunos momentos y la soledad. Lo primero es necesario para nuestro equilibrio personal, ya que nos permite pensar, reflexionar, meditar,…. La soledad es diferente y los líderes con frecuencia pueden llegar a sentirla ya que deben ir en cabeza, tomar decisiones críticas, comunicar determinados mensajes,… En una organización bien liderada aproximadamente el 90% de las decisiones las toman los profesionales que están cerca de los problemas, pero el 10% restante suelen ser decisiones complicadas que debe tomar el líder.

La soledad puede ser sangrante y es uno de los precios que tiene que pagar el líder. Para intentar contrarrestar sus efectos Maxwell recomienda que tengamos cerca alguna persona que nos quiera de manera incondicional, con la que conectemos emocionalmente  y que esté dispuesta a escucharnos. No tiene que ser otro líder, sino alguien con quien compartir el camino, alguien de nuestro círculo íntimo (para el autor era su madre).

X.- ¿CÓMO PUEDEN LOS LÍDERES “FILTRAR” SUS EMOCIONES PARA TOMAR DECISIONES ACERTADAS?

Uno de los principios fundamentales de la toma de decisiones es no hacerlo cuando nuestra moral es baja, ya que nuestra perspectiva va a ser negativa, todo parece difícil e imposible de alcanzar. En los casos en los que el líder tiene que tomar decisiones aunque se encuentre en ese estado el autor recomienda:

1.- Hacer los deberes. La primera defensa contra la influencia de emociones sin filtrar que puedan afectar negativamente nuestras decisiones es considerar y definir  los hechos y recoger información analizando la  credibilidad de nuestras fuentes.  Cuanta más información sólida tengamos mejor podremos luchar contra las emociones irracionales.

2.- Preparar una lista con las opciones y con lo que conseguiremos con cada una de ellas. Sirve para descartar ideas que parecen buenas desde una perspectiva emocional pero no desde un punto de vista racional.

3.- Buscar el consejo de las personas adecuadas. Existen dos tipos de personas a las que hay que consultar:

a).- Las que son necesarias para conseguir que la decisión llegue a buen puerto. Si no están de acuerdo con la misma tendremos problemas si la tomamos en contra de su opinión.

b).- Las que han tenido éxito y tienen experiencia en el área que estamos considerado y que comparten nuestros intereses.

4.- Escuchar a nuestro instinto. En ocasiones éste nos puede advertir de lo que puede ocurrir de una forma que trasciende los hechos. La psicóloga Joyce Brothers aconsejaba  “Confiar en vuestros instintos. Suelen estar basados en hechos almacenados más allá de nuestro nivel consciente”.

Para saber si debemos hacerlo podemos hacernos las siguientes preguntas:

¿Soy un líder intuitivo?

¿Son mis intuiciones normalmente correctas?

¿Tengo muchos conocimientos sobre el área en la que tengo que tomar una decisión?

¿Suelo tener éxito en mis experiencias en esa área?

5.- Tomar decisiones basadas en los valores y principios en los que creemos, ya que tendremos que vivir con lo que decidamos.

Licencia de contenido del blog de “Hablemos de liderazgo”

Publicado en Hablemos de Liderazgo. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Los buenos líderes saben hacer preguntas (I)

Preguntar al Equipo. Los buenos líderes saben hacer preguntas II

Los buenos líderes saben hacer preguntas III

Seguir leyendo:

Liderazgo y oportunidad

Cómo liderar el cambio

Liderazgo y Autoliderazgo: Superar el miedo a lo positivo

Cómo conseguir el autoliderazgo

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El liderazgo lateral

por Beatriz Soto

liderazgo-lateral-239x182El liderazgo lateral es aquel que se basa en la capacidad para influir en personas de un mismo nivel para conseguir objetivos comunes. Se suele realizar entre personas que se encuentran en el mismo rango o puesto dentro de la empresa, y no es una relación entre jefe y empleado.

¿En qué consiste el liderazgo o líder lateral?

Se trata de que cualquier persona puede dirigir sin tener que ser el jefe, puede involucrar a los demás hacia un objetivo común influenciándolos. No es necesario ser jefe para ser líder, ni si quiera estar a cargo de cierta operación aunque sí se tenga responsabilidad sobre ella, y el liderazgo lateral es un claro ejemplo de esto.

Consiste en un conjunto de destrezas y habilidades que permiten conseguir que otras personas hagan lo que el líder quiere, que es lo que la empresa necesita, obteniendo así un mayor rendimiento en el trabajo y eficiencia en los grupos sin necesidad que actúen los altos mandos para ello.

Este tipo de líder es, sin ser superior, capaz de influir en los valores, creencias y acciones de los otros y apoyarlos para trabajar en torno a un fin y objetivos comunes. Los líderes toman la iniciativa, motivan a los demás, promueven a la acción gestionan, convocan y hacen lo que sea necesario para que el grupo funcione y consiga sus resultados. Pero no basta con que estos líderes existan, sino que la empresa los promueva y les permita la mayor flexibilidad.

Consideraciones sobre el liderazgo lateral: no es nada nuevo

El liderazgo lateral no es uno de los tipos de liderazgo propio de tiempos modernos, sino que viene funcionando desde hace mucho tiempo, sobre todo en personas con antigüedad en la empresa y con altos conocimientos en su puesto, pero también con aquellos que tienen carácter de líderes. Por supuesto, no puede funcionar si el líder tiene un carácter autoritario o actúa de malos modos, ya que no tiene la licencia suficiente para actuar así, pero sí si diseña buenas estrategias para conseguirlo.

Es necesario hacer uso de la capacidad de influencia, herramientas de comunicación efectivas y buenos modos a la hora de actuar, así como buen ejemplo, para que el liderazgo lateral funcione con eficacia. Tanto el jefe como los compañeros de trabajo deben consentir y aceptar este nuevo rol, y esto no siempre es fácil. Es necesario fomentar y favorecer el liderazgo lateral, el buen liderazgo. El problema que surge es que muchos no se ven motivados a ello porque en realidad no existe ningún tipo de recompensa a mayores para los líderes laterales.

Bibliografía:

  • “El liderazgo lateral, cómo dirigir si usted no es jefe”, de Robert Fisher y Alan Sharp

Publicado en Gestión.org. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Mitos y falsas creencias sobre el liderazgo

El liderazgo situacional

Para seguir leyendo:

Exclusivo para la “Línea de Mando”

El líder crea las condiciones de decisión, no sabe todas las respuestas

Dirigir personas es administrar emociones

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Los buenos líderes saben hacer preguntas III

Por Isabel Carrasco González

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John C. Maxwell, en el libro “Good leaders ask great questions”, que estamos comentando, recomienda que  si un líder quiere saber qué tiene que hacer para liderar de forma adecuada tiene que plantearse las siguientes preguntas:

I.- ¿Por qué liderarme es más difícil que liderar a los demás?

II.- ¿Qué sostiene  al líder?

III.- ¿Cuáles son los valores más importantes para un líder?

IV.- ¿Cuál es el hábito diario más eficaz que debe desarrollar un líder?

V.- ¿Cómo conseguir incrementar nuestro deseo de añadir valor y de servir a los demás?

VI.- ¿Si estoy alcanzando mis metas y triunfando por qué tengo que preocuparme de desarrollarme como líder?

VII.- ¿Cómo liderar con humildad si en el duro mundo de las organizaciones hacerlo se contempla como una debilidad?

VIII.- ¿Qué grado de transparencia debe tener un líder?

IX.- ¿Cómo puedo vencer la sensación de soledad que a veces siento ya que el proceso de liderazgo es un largo camino?

X.- ¿Cómo pueden los líderes “filtrar” sus emociones para tomar decisiones acertadas?

I.- ¿POR QUÉ LIDERARME ES MÁS DIFÍCIL QUE LIDERAR A LOS DEMÁS?

Una de las razones por las que surgen dificultades  para liderarnos a nosotros mismos es que tenemos puntos ciegos que evitan que veamos dónde tenemos problemas. Estos puntos son aquellas áreas en las que siempre fallamos a la hora de vernos a nosotros mismos o a una situación de forma realista. Todos tenemos algunos, pero pocas personas son capaces de reconocer las suyas. Vemos a los demás con más claridad que a nosotros mismos porque a nosotros nos vemos a través de nuestras intenciones, lo que puede darnos una falsa impresión de quiénes somos o de los que hacemos, mientras a los demás les vemos a través de sus acciones.

Los puntos ciegos son especialmente nocivos en los líderes, ya que éstos influyen sobre los demás y sus acciones repercuten en los resultados de un equipo o de una organización. Los 4 que son más comunes y destructivos en el caso de los líderes son:

1).- La perspectiva singular. Puede ocasionar problemas si:

a).- Independientemente de cómo comience una conversación termina hablándose del tema favorito del líder, aunque no tenga ninguna relación con lo previamente tratado.

b).- El líder repite continuamente el mismo discurso, conferencia o consejo. Si está excesivamente centrado en una preocupación o tema puede volver a él repetidamente sin ser consciente de ello.

c).- El líder piensa que siempre tiene la razón.

El líder eficaz debe hacer el esfuerzo de tratar de ver las cosas desde diferentes puntos de vista.

2.- La inseguridad. Los líderes inseguros piensan sobre ellos primero. Se preocupan de lo que los demás puedan pensar sobre ellos. Temen parecer débiles, tontos o insignificantes. Los líderes inseguros dan menos de lo que obtienen de sus profesionales. Al sentir que son menos necesitan la validación constante con lo que sus equipos y organizaciones sufren porque pone sus intereses por delante de los de éstas.

Tienden también a limitar a sus mejores colaboradores, ya que se sienten amenazados por ellos, siendo incapaces de celebrar los éxitos ajenos ya que sienten envidia.

Para detectar si el líder tiene este problema debe hacerse las siguientes preguntas:

a).- ¿Me cuesta reconocer la labor de los demás? Las personas inseguras necesitan el reconocimiento constante por lo que no les gusta compartirlo.

b).- ¿Oculto información a mis colaboradores? El objetivo del líder en esos casos es proteger su posición. Demuestra falta de confianza en los que le rodean.

c).- ¿Procuro  alejar a mis colaboradores de los buenos líderes? Si el líder se preocupa de que otro le vaya a robar a sus  profesionales es un signo de inseguridad.

d).- ¿Me siento amenazado por el crecimiento de los demás? Si la respuesta es positiva denota inseguridad.

e).- ¿Ejerzo un control excesivo sobre mis profesionales? Los líderes inseguros tratan de controlar todo  y a todos con firmeza.

3.- Un ego fuera de control. El artista y crítico inglés John Ruskin decía: “El orgullo está en el fondo  de todos los grandes errores”. Los líderes egocéntricos creen que lo saben todo, que los demás son inferiores a ellos y que las reglas y normas no están hechas para ellos. Suelen ser rígidos y de mente cerrada, culpan a los demás si algo sale mal y viven en un estado de negación. El único aspecto positivo es que nunca hablan sobre los demás, ya que sólo piensan en ellos mismos.

Las respuestas afirmativas a las siguientes preguntas pueden darnos la clave de si tenemos esa tendencia:

a).- ¿Pienso que nadie puede hacer el trabajo tan bien como yo? El  líder  egocéntrico piensa que es indispensable.

b).- ¿Los demás son siempre los culpables si las cosas van mal? Los líderes egocéntricos rechazan asumir la responsabilidad de los errores y trasladan la culpa a  otros.

c).- ¿Desprecio las ideas de los demás? Este tipo de líder rechaza las ideas ajenas porque siempre son inferiores a las suyas.

e).- ¿Se sienten los demás desairados por mi actitud? La insensibilidad y actitud de superioridad de estos líderes hace que las personas se sientan insultadas o despreciadas por ellos.

4.- Un carácter débil. Para detectar la existencia de posibles debilidades el líder puede hacerse las siguientes preguntas:

¿Con frecuencia no cumplo los plazos fijados para alcanzar un objetivo?

¿Hago promesas, votos y resoluciones para cambiar para después regresar a mi comportamiento anterior?

¿Me preocupa más agradar a los demás que mantener los valores que defiendo?

¿Estoy dispuesto a maquillar o a ocultar la verdad para salir de un aprieto?

¿Hago lo que es más fácil aunque sepa que no es lo mejor?

¿Los demás se muestran reacios a confiar en mí?

Maxwell para intentar superar algunos de estos puntos ciegos propone:

a).- Asumir que los tenemos. Si creemos que no los tenemos, al menos ese es nuestro punto ciego.

b).- Solicitar la ayuda de aquellas personas que nos conocen bien para identificarlos. Si son honestos nos dirán aquello que no vemos de nosotros mismos.

c).- Aceptar que es posible que solos no podamos eliminar nuestros puntos ciegos.

d).- Hablar abiertamente sobre nuestros puntos ciegos con nuestro círculo de personas más íntimas.

e).- Desarrollar y dar responsabilidad al equipo para que neutralice nuestros puntos ciegos, hasta que consigamos superarlos, para evitar que nos arruinen a nosotros o al equipo.

II.- ¿QUÉ SOSTIENE  AL LÍDER?

La pregunta implica que los líderes no se mantienen siempre. Se cansan, se desaniman, pierden el rumbo, …, ya que el liderazgo no es una tarea sencilla.

Para mantener la energía necesaria diariamente los líderes se pueden apoyar en 4 áreas:

1.- La pasión. Ésta facilita al líder dos características básicas del liderazgo: energía y credibilidad. Cuando amamos lo que hacemos y hacemos lo que amamos los demás lo encuentran inspirador. Es difícil triunfar en algo que odiemos.

2.- Los principios. Los líderes que tienen éxito se mantienen fieles a sus principios, a sus creencias, virtudes y personalidad. No intentan liderar con un estilo que no concuerde con su personalidad. Cuanto mejor se conocen a sí mismos y cuanto más sinceros son con ellos mismos mayor es su potencial para poder obtener un éxito mantenido.

3.- Las acciones. El líder si quiere conseguir triunfos de forma sostenida debe desarrollar los  hábitos o prácticas adecuadas que le permitan hacer lo correcto diariamente. Las personas que tienen éxito hacen cotidianamente lo que las personas que no lo tienen hacen ocasionalmente. Desarrollan sistemas que les permiten su crecimiento personal y practican disciplinas diariamente, tratando de mantener una actitud positiva.

El autor presenta cuáles son las prácticas que intenta ejecutar diariamente para ayudarle a tener una actitud  apasionada, sincera consigo mismo y de compromiso con su equipo. Algunas de ellas son las siguientes:

Sólo por hoy:

a).- Escogeré y mostraré las actitudes correctas.

b).- Seleccionaré y actuaré de acuerdo con las prioridades importantes.

c).- Actuaré de forma saludable.

d).- Me comunicaré y atenderé a mi familia.

e).- Adoptaré un pensamiento positivo.

f).- Haré y mantendré los compromisos adecuados.

g).- Seré un modelo de generosidad.

h).- Aceptaré y mostraré responsabilidad.

i).- Iniciaré e invertiré tiempo en desarrollar relaciones sólidas.

j).- Abrazaré y practicaré valores positivos.

k).- Buscaré y experimentaré formas de mejorar.

4.- Las personas. El equipo es  el cuarto factor que ayuda al líder a mantenerse. Las personas que le rodean le ayudarán o le agotarán. Lo ideal sería contar con un grupo de colaboradores entusiastas, pero normalmente esta situación no se produce. Maxwell sugiere para procurar encontrar personas que puedan prestar soporte buscar a los:

a).- Creyentes. Personas que creen en el líder y en su visión.

b).- Triunfadores.  Personas que contribuyen al equipo con excelencia.

c).- Creadores. Personas que aportan buenas ideas.

d).- Complementadores. Personas que complementan las habilidades del líder.

Este trabajo continúa aquí…

Licencia de contenido del blog de “Hablemos de liderazgo”

Publicado en Hablemos de Liderazgo. Post original aquí.

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Los buenos líderes saben hacer preguntas (I)

Preguntar al Equipo. Los buenos líderes saben hacer preguntas II

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Desarrollo Personal: 14 claves para mejorar tu asertividad y tus mensajes

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Exclusivo para la “Línea de Mando”

Por Antonia Arévalo @AntoniaAreval

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Estas reflexiones son tan sólo el fruto de mi experiencia y de cientos de conversaciones con “integrantes” de esa línea de mando, compañeros, clientes, amigos, cómplices, confidentes. No hay frases de gurús que las sostengan, no hay estadísticas, ni estudios, más que el acompañar, el vivir y el devenir, más que muchas horas de cafés a la sombra del vértigo, el vértigo de no saber cómo hacer. Por tanto, vaya por delante, que no son más que eso, mis reflexiones.

Empiezo disculpándome, porque no voy a utilizar un lenguaje digamos muy de gestión empresarial, ni de escuela de negocios. Voy a utilizar el lenguaje en el que nos entendemos cuando nos dejamos llevar, retiramos las máscaras y hablamos de lo que nos pasa de verdad. No se trata de una disertación sobre liderazgo, se trata de lo que le pasa a las personas que integran la línea de mando. Que son todos los que, teniendo personal a su cargo, se encuentran en cualquier punto comprendido entre quien realmente tiene la potestad de decisión y quienes tienen la obligación de implementación. Cualquiera de ellos que, aún teniendo componente estratégico en su función, no alcance a poder decidir si sí o si no; más que el cómo o el cuando o ni eso. Cualquiera de ellos en los que recaiga la función de dar la cara, de hacer hacer, de hacer comprender. A veces habrán tenido la oportunidad de hacerse escuchar, a veces no. Siempre con la obligación de implementar, a veces no de cualquier manera, otras incluso eso da igual. En definitiva, prácticamente todos.

Cuanto más cerca se esté del órgano decisorio, más accesibilidad se tiene a los elementos de toma de decisión y, por tanto, más claridad de mensaje, de marco de situación, de influencia. Pero lo cierto es que conforme más alejado se está de ese núcleo decisorio, más se distorsiona el mensaje, exactamente igual que en el juego del teléfono, el mensaje se distorsiona incluyendo aquello que entendieron los de en medio. Lo que entendieron e interpretaron, en función de su propio prisma, en función de lo que les gustaría que fuera, en función de sus propios intereses, de sus propios miedos. Sea o no consciente, sea o no tendencioso, eso ocurre porque así es como funcionamos los humanos.

Esto, que siempre ha sido así, se agrava en situaciones de crisis, crisis por crecimiento, crisis por decrecimiento, crisis por adaptación a los cambios del mercado, crisis por adaptación a los nuevos mercados, nuevas regulaciones, crisis económica… Las empresas, desde el invento de la globalización, siempre están en crisis, crisis entendida como evolución, adaptación, cambio.

El actual entorno cambiante, inestable, impredecible; agrava ese estado permanente de crisis, situándonos en una crisis aguda crónica, que reclama de manera constante cambios internos. No puede ser de otra manera, cambios de difícil consolidación, al menos anímica, no se ha terminado de implementar uno y de consolidar, que ya nos ataca otro, o varios de ellos. Ahora tira, ahora para, ahora de esta manera, ahora de esta otra. Sin posible testeo, a pecho!

Los mensajes se nos antojan contradictorios porque realmente lo son, porque contradictorios son los movimientos de los mercados, por sus propias barreras de protección, por las protecciones de la competencia, por los comportamientos de los consumidores, por la cotización de las materias primas, de las primas de riesgo, intereses económicos, religiosos, bélicos… hoy alguien estornuda en una esquina del mundo y en la otra esquina, otro alguien la palma de neumonía y…esto es así y parece que lo seguirá siendo. Y no es que los de arriba no sepan por dónde van, es que eso es lo que es hoy, eso es lo que hay.

Ese entorno nos obliga a ser mucho más rápidos en los cambios, en la obtención de resultados, en dar el primero o al menos entre los primeros. Este entorno nos exige estar siempre en forma, para seguir, para virar a 180, 360 o en espiral, de manera absolutamente sincronizada, todos a la par. Este entorno demanda, más que nunca, una absoluta alineación, a la mínima que se rompa la cadena…no llegamos.

Y en este entorno es en el que gestiona la línea de mando, a veces con toda la información, a veces con poca, a veces con ninguna o con una totalmente distorsionada. Casi siempre con poco tiempo para comunicar, casi nunca para convencer, más que para exigir el cambio de rumbo, el cambio de ritmo. Y así se desgastan las tropas, así es difícil conseguir el objetivo, requiere un esfuerzo de titanes porque no fluye, es a fuerza de fuerza, a fuerza de tensiones.

Un mensaje de exigencia es el que se transmite, un mensaje de tu eres nadie el que se recibe. Así de eslabón en eslabón de la cadena.

Y así, miles de quejas sobre el liderazgo, lo que nos falla es la línea de mando (y en ocasiones es así, tampoco nos vayamos de rositas) Cuando lo cierto es que en la mayoría de veces se les exige unos resultados y allá te las apañes. No nos han enseñado…en el fondo… porque pocos, muy pocos son los que saben.

En muchas organizaciones, todavía no se ha entendido que el tiempo invertido en comunicar la visión, el entorno, el proyecto, es tiempo ganado, no es tiempo perdido. Una visión potente del para qué de las cosas nos traslada a una emocionalidad de necesidad, de sentido, nos traslada a una vibración emocional, en registro positivo. Unos minutos de explicar las circunstancias cambiantes, los problemas de los mercados, las trabas, la necesidad de gestionarlas, de hacer un pequeño giro para conseguir el objetivo, de hacer un rodeo, que no una marcha atrás…Unos minutos de dar visión unos pasos más allá, son horas, días de eficacia que se ganan. Son mejora de competitividad.

Y tu, mi querido mando, ahí estás, en medio, gestionando, jugando a la pelota vasca a mano y sin pareja…

Algo tendremos que hacer no? Algo habrá que esté de nuestra mano, mientras las organizaciones aprenden, mientras aprendemos todos. No estamos para lamentarnos, no?, estamos para solventarlo, para dar sentido a los nuestros, para guiar, para triunfar con ellos, para subsistir, para ganar. Y sabes que nada te impide que tu dediques ese tiempo, que tu escribas la historia que envuelve el momento, que seas tu quien dé la visión al resto, quien gire las formas. Sabes que sí tienes la potestad de hacerlo, que si te paras a dar la visión, la explicación, el marco… diluyes la confusión, centras el objetivo, alineas esfuerzos. Sabes que para ello lo primero que tienes que hacer es sacudirte de tus malos rollos, tus cabreos con tu línea de mando, tus no lo entiendo. Sabes que debes centrarte en recuperar la visión, el para qué, la ilusión de una nueva oportunidad, porque nada está perdido, en estos tiempos cualquier cosa es posible si se pone pasión e ilusión y tu lo sabes. Sabes que si actúas desde tu falta de confianza hacia el proyecto, lo estás haciendo fracasar de salida, no le estás dando la oportunidad, ni al proyecto, ni a ti, ni a tu gente, ni a nada. Si no crees, sabes que debes reprogramar, volver a atrás, recuperar, preguntar, entender, revisar pros y contras, posibilidades y dificultades. Se trata de una revisión tuya personal, Dónde perdiste la confianza? Es recuperable? Es tuya esa pérdida o es del entorno en el que te mueves? No quieres señalarte entre tus iguales con un yo si creo? Sus quejas te matan pero tu no andas?

Una cosa si tengo bien clara y es que no podemos estar en la línea, sea el nivel que sea, si no creemos, si no podemos transmitir al resto la ilusión de un proyecto, si no podemos dar sentido. Y sí, es el enésimo y más que vendrán, así es ahora el juego y si te vas a quedar tendrás que aprenderlo, no puedes esperar a que te lo den hecho, porque sabes que pasa? Que a los de arriba les ocurre exactamente lo mismo y es muy cómodo esperar, pero mata. Te mata a ti, al proyecto y al resto.

Si no crees, debes marchar, ahora, quizás sea cierto y la organización en la que estés no te merezca, pero si lo que estás haciendo es huir de este caos…ten en cuenta que en esto andamos metidos todos, que en esto estamos aprendiendo, que quizás te estés privando de esa oportunidad de aprender. Aprender algo que necesitas saber.

Nadie dijo que fuera fácil, pero es apasionante escribir, de verdad, la historia del nuevo Management, la que no está en los libros, la que se escribe cada día a pie de reto, en el límite del vértigo… Te lo vas a perder?

Un abrazo!!

“Sobra lo que no existe más…” con Andrés Calamaro & Fito&Fitipaldis

Photo credit: Light painting by potzuyoko

Publicado en Mayeutika. Post original aquí.

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