Los tres tipos de inteligencia que es necesario fomentar para resolver problemas

Robert J. Sternberg, autor de la célebre teoría triangular del amor, es un experto en el estudio de la creatividad y cómo se aplica a la educación

Por Elisa Silió

“Tus habilidades intelectuales cambian, la inteligencia se va aprendiendo”, dice Robert J. Sternberg

El estadounidense Robert J. Sternberg (New Jersey, 73 años) pasará a la historia de la psicología por su célebre teoría triangular del amor ―tiene que haber intimidad, pasión y compromiso―, pero también ha dedicado mucho tiempo al estudio de la inteligencia humana, la creatividad y su aplicación al mundo de la educación. Está convencido de que la enseñanza no debe limitarse a la transmisión de conocimientos, sino insistir en el desarrollo integral de la inteligencia. Expresidente de la American Psychological Association, el extrovertido Sternberg ha compartido su saber con los alumnos y profesores de la Universidad Camilo José Cela en Madrid, donde concedió una entrevista a este diario. Aunque dirigió el Centro de psicología de las habilidades, las competencias y la pericia de la Universidad de Yale, en la actualidad es profesor en Cornell.

Usted distingue tres tipos de inteligencia: analítica, creativa y práctica. ¿Cuál es mejor tener?

Una combinación de todas. Usas tu creatividad para generar ideas, pero todo el mundo tiene malas ideas, ¡hasta Einstein!, y necesitas habilidades analíticas para discernir si son buenas. Pero también se necesitan habilidades prácticas para comunicar las ideas de una manera que la gente pueda entender. Cuando las cosas no funcionan en una relación de pareja ―eso les pasa a los otros, no a nosotros [se ríe]― se necesitan habilidades analíticas para plantarse qué está pasando: ¿tiene un amante? ¿Está harto de mí? ¿Estamos fallando en la comunicación? Y se necesitan habilidades creativas para decir, “bueno, si las cosas no van bien, ¿cómo puedo hacer que vayan mejor?”. Además, se necesitan habilidades prácticas para asegurarse de que cualquier idea que se le ocurra realmente funcione con su pareja.

–Ahora más que nunca hay que trabajar en equipo de una forma transversal y esa es una habilidad que las empresas piden fomentar en las escuelas.

Sí, y ese es un gran punto cuando yo hablo en las escuelas. Las pruebas para medir el coeficiente intelectual se basan casi siempre en la individualidad, cuando los problemas del mundo real casi nunca lo son, involucran interacciones con personas como tu pareja, tu jefe, tus compañeros de trabajo, tus amigos, la gente de tu iglesia… Se enfatizan las habilidades propias, cuando también deberíamos ensalzar cómo trabajar con otros, porque esa es la forma en que se resuelven casi todos los problemas del mundo real.

–Por eso usted tiene su propia prueba de inteligencia.

–La prueba de coeficiente intelectual te dice un poco sobre el pensamiento analítico abstracto de una persona y eso es importante. Pero en la vida, cuando hay un problema, nadie te dice “aquí está el problema”, tienes que averiguarlo. Si no te das cuenta de que algo está mal, para cuando lo averigües, es posible que estés recibiendo la carta del divorcio. Lo que enfatizo en mi propia teoría es que necesitamos usar problemas que se parezcan más a los que la gente encuentra en la vida cotidiana. En mis charlas aquí, he dado ejemplos del mundo real. Problemas en la pareja, entre dos países o entre dos organizaciones. Pero los problemas reales son muy complicados, están cargados emocionalmente. No es cierto que tengas un coeficiente intelectual tuyo, tus habilidades intelectuales están cambiando constantemente. La inteligencia es algo que vas aprendiendo.

–En España, muchas familias piensan ahora que sus hijos tienen altas capacidades.

–Sí, ocurre también en Estados Unidos. Hay una especie de narcisismo creciente de que somos especiales, creo que es en parte una tendencia social. Tengo cinco hijos, los tres últimos trillizos [de 12 años], y me pregunto qué puedo hacer por ellos. Hay que ayudar a los niños a reconocer lo que les apasiona y alentarlos a que lo desarrollen. Mi chico Sammy en este momento está muy interesado en monedas raras y yo lo animo, porque aprende mucho sobre el mundo a través del estudio de las monedas. Tengo una niña que colecciona muñecas y a la otra le interesa la ropa. Todos tienen sus fortalezas y debilidades. Quiero ayudarlos a averiguar cómo pueden contribuir al mundo, para que puedan decir que tuvieron buena vida, pero que también hicieron la vida mejor a otras personas. A veces parte de la inteligencia es adaptarse o a veces cambiar de entorno. Me pasó a mí. Renuncié a un trabajo muy bien pagado. Después de unos meses vi que los valores de las personas en esta institución simplemente no coincidían con los míos. Necesitas encontrar entornos que conozcas, que te hagan sentir quién eres.

¿Cree que hay que fomentar la competencia sana entre escolares?

–No estoy muy seguro. En la vida, siempre hay competencia de algún tipo, pero a menudo las escuelas enfatizan demasiado la competencia, cuando la forma de resolver problemas es a través de la colaboración. Por eso es extraño que pasemos tanto tiempo diciendo quién hizo mejor tal prueba. Lo que tenemos que hacer es trabajar juntos. La invasión de Ucrania fue un muy buen ejemplo. Los países aprendieron que no pueden seguir cada uno su propio camino, hubiesen fracasado frente a Rusia. Yo tengo una teoría del amor y creo que una de las cosas que mata las relaciones es cuando las parejas están tan acostumbradas a competir que comienzan a competir entre ellos, en lugar de ser felices con el éxito de los demás. Incluso he visto a padres compitiendo con niños, es una locura.

–¿No es una exageración?

–No. ¿Por qué compiten con sus hijos? Si hablo del aumento del narcisismo, los padres se molestan. Mis hijos [mayores] son más exitosos que yo, tienen grandes hijos, buenos trabajos ― en mi vida hay una serie de fracasos― y eso me hace feliz. No me hace sentir que ellos están teniendo éxito y yo no. Y eso puede pasar con los niños, los hermanos, los padres… Es realmente destructivo competir, es absurdo. Pero, ya sabes, estos son tiempos difíciles.

–Luego están los llamados “padres helicóptero” que sobrevuelan por encima de la educación de sus hijos, sin dejar que sean autónomos.

 Mis padres nunca se involucraron, no terminaron la secundaria, por lo que no pudieron ayudarme. Pensé que era una desventaja, porque había niños cuyos padres eran médicos o abogados, mientras mi padre vendía botones. Pero luego llegué a la conclusión de que tenía una ventaja: nadie me iba a hacer triunfar. No iba a hacerme cargo del negocio de mi padre. Hay muchas personas que las miras y piensas: si no fuera por sus padres… Los hijos de Donald Trump podrían estar vendiendo zapatos en su zapatería.

–¿Hay que aburrirse para llegar a ser creativo?

No. Ser creativo es principalmente una forma de vida, no algo que obtienes cuando estás aburrido. Surge cuando tú decides que no haces las cosas como los demás. Pero cuando eres creativo pagas un precio, porque a la gente no le gusta. Incluso cuando te dicen que quieren que seas creativo, lo que realmente quieren decir es: sé creativo mientras no amenaces mi trabajo o mi forma de pensar. Para ser creativo tienes que estar dispuesto a desafiarte a ti mismo.

©EL PAÍS, SL

El País

EL PAIS

Publicado en La Nación. Post original aquí.

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¿Cómo la ansiedad reduce la empatía?

Las personas que experimentan ansiedad, sobre todo cuando viven un ataque de pánico, saben perfectamente que el mundo se reduce instantáneamente a sí mismas. Durante un ataque de pánico el cerebro emocional toma el mando, apaga el cerebro racional y solo se preocupa por su supervivencia. Por eso, una persona que sufre un ataque de pánico mientras vuela no se preocupa por el hecho de que el avión tenga que desviar su ruta y esto afecte los planes de cientos de pasajeros. En ese momento, esa persona en lo único que piensa es en estar en tierra firme. Ahora un estudio nos desvela cuál es la conexión entre la ansiedad y esa forma de egocentrismo.

La ansiedad nos hace más egocéntricos que la ira o el orgullo

En una serie de seis estudios, en los que participaron más de 1.300 personas en total, investigadores de las universidades de Harvard y Columbia generaron ansiedad, ira, asco, sorpresa y el orgullo en los participantes, pidiéndoles que escribieran sobre una experiencia pasada en la que habían experimentado esos estados. Otras personas no hicieron nada o escribieron sobre la forma en que solían pasar sus tardes, para generar así una sensación lo más neutral emocionalmente posible.
Luego, los participantes se enfrentaron a diferentes situaciones. En uno de los experimentos debían especificar si deseaban colocar un libro a su derecha, lo cual implicaba que estaría a la izquierda de otra persona. En otro debían indicar la posición de la luz verde, según su perspectiva y la de otra persona.
En un tercer experimento, tenían que averiguar si el destinatario de un mensaje de correo electrónico creería que el mensaje era sincero, aunque a los participantes se les había sugerido que era sarcástico. En otro experimento, debían leer diferentes situaciones y llenar el espacio en blanco tan pronto como fuera posible. Una de esas situaciones era: “Anna hizo lasaña en un plato azul. Después de Anna se fue, Ian llegó a casa y se comió la lasaña. Luego, llenó el plato azul con espaguetis y puso en la nevera. Anna cree que el plato azul contiene (lasaña/espaguetis)”.
En todos estos experimentos, las personas que habían experimentado ansiedad o sorpresa fueron más propensas a brindar respuestas egocéntricas, o tardaron más en ponerse en el lugar del otro. De hecho, mostraron respuestas más egoístas que las personas en las que se habían activado la sensación de ira, asco u orgullo.
Además, los investigadores apreciaron que mientras más alto era el nivel de ansiedad, más difícil les resultaba a estas personas asumir la perspectiva de otro.

¿Por qué la ansiedad reduce nuestra capacidad para ser empáticos?

Una pista proviene de los experimentos finales. En este caso, se descubrió que las personas se volvían más egocéntricas cuando experimentaban un mayor grado de incertidumbre. De hecho, mientras que la indignación o el orgullo generan una fuerte sensación de seguridad, la ansiedad y la sorpresa socava nuestra confianza ya que no sabemos qué pasará en el futuro inmediato.
Obviamente, cuando nuestras bases se tambalean y nos sentimos inseguros, tenemos la tendencia a mirar atrás en la búsqueda de certezas, nos recluimos en nuestros sentimientos y nos encerramos en nuestra perspectiva para buscar algo a lo cual aferrarnos. Por eso, no es extraño que en momentos de crisis, cuando hay una incertidumbre extrema, las posiciones de las personas se radicalizan, a despecho de la empatía.
Sin duda, se trata de un fenómeno muy interesante, sobre todo porque vivimos en una sociedad que añade continuamente una gran cantidad de estrés a nuestras vidas, un estrés que se puede convertir en ansiedad haciendo que perdamos la capacidad para conectar con los demás y nos recluyamos en nuestra visión egocéntrica del mundo.
Ahora, más que nunca, necesitamos fortalecer los músculos de la empatía. Y no es muy difícil, podemos hacerlo practicando con mayor frecuencia la escucha activa, en vez de vomitar sobre los otros continuamente nuestros problemas.
También podemos intentar ponernos en la piel de los demás, en vez de pasar directamente a una actitud crítica. Cuando nos encontremos con la diferencia, en vez de darle la espalda y fingir que no existe, debemos intentar comprenderla, aunque no la compartamos. La tolerancia es un valor importante para vivir en un mundo cada vez más globalizado.
Fuente:
Todd, A. R. et. Al. (2015) Anxious and egocentric: how specific emotions influence perspective taking. J Exp Psychol Gen; 144(2):374-391.
Publicado en Rincón de la Psicología. Post original aquí.

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Liderazgo con inteligencia emocional

En la actualidad las competencias que caracterizan a los líderes que están al frente de las organizaciones exitosas, no son exclusivamente las que están relacionadas con su conocimiento, experiencia y capacidad técnica. Las investigaciones han permitido concluir que lo que caracteriza a esos líderes ejemplares es su capacidad para inyectar en otros su energía, su pasión y su entusiasmo.

Por Dabdoub Alvarado

Para tener capacidad de influir en otros, para poderlos conducir a visiones prometedoras, se requiere partir de la capacidad para liderar la propia vida. Esto es, el liderazgo es una fuerza que surge de dentro del individuo para poder tener efecto en los demás.

La inteligencia emocional del líder surge desde el interior a través de la conciencia de sí mismo y de su capacidad para la autogestión. Con base en estos dos dominios, puede ejercer influencia en los otros por medio de su conciencia social y de su capacidad para gestionar las relaciones que le permiten contagiar a los equipos de trabajo con un efecto multiplicador en la organización.

Con base en su autoconocimiento el individuo es capaz de visualizar sus metas y automotivarse para alcanzarlas venciendo con creatividad los obstáculos que puedan llegar a interponerse. Al estar consciente de sí mismo, de sus talentos y debilidades, de sus intereses, de sus reacciones y emociones se encuentra en un primer escalón para decidir a dónde y cómo quiere conducir su vida. Nadie puede motivar a otros si no es capaz de mostrar entusiasmo, el cuál se comunica por medio de su expresión facial, su tono de voz, su expresión corporal. Una persona capaz de motivarse a sí misma, refleja ante los otros entusiasmo y optimismo que son contagiosos.

Las competencias para la autogestión se refieren a la capacidad del individuo para, a partir del reconocimiento de sus emociones, controlarlas y dirigirlas en la dirección adecuada. Por medio del autocontrol, puede permanecer sereno y lúcido frente a una situación crítica. Sin embargo es importante diferenciar esta capacidad para el autocontrol de la negación de las emociones o de la antigua creencia de la necesidad de dejar las emociones fuera del ámbito de trabajo.

La autogestión le permite al líder emocionalmente inteligente ser transparente, al ser capaz de expresar abiertamente sus creencias y sentimientos, ser flexible para responder oportunamente a los cambios, tener iniciativa para promover la acción y ser optimistas al enfrentar las situaciones adversas como oportunidades para crecer en nuevas direcciones. La conciencia social se traduce en la sensibilidad de los líderes para reconocer sus emociones y las de otros y en su capacidad para dirigirlas adecuadamente hacia el logro de la visión. El líder inteligente emocionalmente dispone de un radar que le permite ser un receptor sensible a las señales que los otros envían acerca de su estado emocional y de su nivel de motivación con respecto a un proyecto. Posee la capacidad de escucha activa, así como la capacidad para expresarse asertivamente, de manera certera, con base en su auto-conocimiento y autocontrol.

El líder creativo y emocionalmente inteligente influye activamente para generar un clima emocional en donde permea la confianza en el que la persona no se sienta amenazada psicológicamente. El líder genera las condiciones para que los miembros del equipo perciban la posibilidad de tomar riesgos y de probar nuevos caminos, requisito indispensable para la innovación.

El líder emocionalmente inteligente cuenta con las competencias para influir en otros por medio de la gestión de las relaciones comunicándoles de manera efectiva el beneficio y las ventajas que se obtendrán al encaminarse a la visión planteada. Es capaz de inspirar y convencer a los otros. Pone en práctica su creatividad al alinear la visión común con la posibilidad de desarrollo y crecimiento de cada uno de los miembros del equipo.

El líder se convierte en un catalizador del cambio capaz de mantener la motivación en un buen nivel, reconociendo los sentimientos y emociones de las personas y atendiendo oportunamente los conflictos para mantener la dirección de la energía hacia el logro de una meta común.

El bien más importante en las organizaciones está en los talentos de las personas que las integran. Si se ignoran las emociones, y se continúa haciendo énfasis exclusivamente en el pensamiento “lógico”, se corre el riesgo no sólo de desaprovechar esos talentos, sino de perderlos, cediéndoselos a otras organizaciones. El desarrollo de la inteligencia emocional y de las habilidades para la creatividad incrementan el potencial del individuo al favorecer la conexión entre pensamiento, emoción y cuerpo. Un líder creativo e inteligente emocionalmente es capaz de obtener lo mejor de las personas que colaboran con él, favoreciendo su crecimiento y creatividad, abriendo múltiples vías de acción que inevitablemente conducen, no sólo a la prosperidad de cada uno de los miembros del equipo, sino de la organización.

Las competencias que se integran en la inteligencia emocional son indispensables en las organizaciones que buscan no sólo sobrevivir, sino resplandecer con excelencia por su productividad y capacidad para innovar.

Fuente: www.neuronilla.com

Publicado en Liredazgo. Post original aquí.

Seguir leyendo:

El sistema de aptitudes de la inteligencia emocional. Enfoques y propuesta

La Inteligencia Emocional como un componente del liderazgo

Inteligencia Emocional. 10 hábitos de los líderes emocionalmente atractivos

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Las seis aptitudes del pensador estratégico.

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Empatía para convivir en el entorno laboral

Por Isabel Soria del Río (@Isabelsoriar)

Hoy he releído un artículo que apareció este mes de agosto en Expansion.com. El artículo (que me encantó) se llamaba “No soporto a mis compañeros de trabajo“… ¡cuántas veces ocurre esto!

En nuestro trabajo pasamos más horas que en casa y nos vemos obligados a convivir mucho tiempo con personas con las que estamos bien, con personas que nos resultan indiferentes y con otras personas a las que simplemente ¡no podemos ni ver!

Las relaciones con nuestros compañeros son determinantes para tener un clima de trabajo saludable y hacer de nuestra experiencia laboral algo apetecible, por eso hay que hacer un gran esfuerzo para sortear estos problemas.

mp900423066-297x300Como bien dice el artículo anteriormente mencionado, en el trabajo nos encontraremos con los trepas, los pesados, los envidiosos, los que te pondrían la zancadilla al menor resbalón, los vagos, los muy atareados o los que todo lo dejan para el día siguiente, pero también nos encontraremos con buenos compañeros. Con todos hay convivir y trabajar. Con los últimos nos apetecerá estar y con muchos otros lo mejor será coincidir lo menos posible, pero puesto que hay que ir a trabajar y hay que convivir, lo mejor es armarse de paciencia y pensar que:“En esta vida, todo lo que das te vuelve multiplicado por dos”.

 Si eres intransigente, la vida te devolverá dos raciones de intransigencia, si eres mezquino, la vida te devolverá mezquindades, si eres paciente, la vida te devolverá paciencia, si eres buen compañero, la mayoría de tus compañeros se esforzarán por ser buenos compañeros contigo, aunque no lo sean con los demás.

Intentemos poner de nuestra parte para que la convivencia en el entorno de trabajo sea lo más satisfactoria posible, así es que para aplicar esta máxima, lo primero que tenemos que hacer es intentar entender al otro.

Ese compañero al que no soporto, seguramente es como es y actúa como actúa por alguna causa en concreto. Tómate un tiempo e intenta averiguar cómo es, qué es lo que le pasa. Con esto acabamos de entrar en el terreno de la EMPATÍA.

¿Qué es la empatía?

La empatía, como otros de los conceptos que ya hemos tratado en este blog (asertividadresilencia, respeto y coherencia), es el término que define una habilidad muy valorada en la vida y en la empresa actual.

“La empatía es la capacidad de conocer, comprender y compartir los sentimientos de los demás sin necesidad de que éstos los verbalicen” (Sánchez y Gaya).

mp900422733-300x300Gracias a esta habilidad emocional se pueden manejar y tratar de modo adecuado las emociones y sentimientos de la gente con la que nos relacionamos en el mundo laboral. Ser empático  consiste en darse cuenta de lo que sienten los demás sin necesidad de que nos lo digan. Esta disposición facilita el ponernos en el punto de vista de los compañeros y adivinar lo que les pasa, lo que necesitan, con lo que nos colocamos en condiciones idóneas para comprenderles y saber por qué actúan de una manera determinada.

La empatía no debe confundirse con la identificación ni, con la imitación.
 El empático no pierde su personalidad, ni siquiera adopta temporalmente la del otro, simplemente lo entiende y valora el porqué de sus reacciones para poder contestarlas adecuadamente.

La empatía: Consejos para potenciarla

El ser humano en general tiene, genéticamente, una predisposición especial para experimentar la emoción de la empatía. Casi podríamos aventurarnos a decir que posee un gen de empatía. Si bien esa tendencia a reaccionar ante las manifestaciones emocionales de otra  persona es  innata, numerosas investigaciones han puesto de manifiesto que esta capacidad va desarrollándose de forma gradual y paulatina en cada individuo desde su nacimiento hasta alcanzar la edad adulta. Pero no basta con sentir los mismos sentimientos que el otro, es decir, ser empático a nivel afectivo. La empatía es una capacidad que se adquiere, en mayor o menor medida, a lo largo de toda la vida, a través de la relación con las demás personas (por imitación) y a través de la educación .

La habilidad para ser empático forma parte de la propia personalidad, pero como todas la habilidades, también puede  y debe adquirirse y perfeccionarse.

entender-para-ser-entendido1-300x225Para perfeccionar nuestra capacidad de empatía, sea esta mucha o poca, es aconsejable que nos interesemos por la persona o personas que tenemos enfrente: conocer su cultura, sus aficiones, su circunstancia vital, entender sus necesidades y objetivos. Solo así podremos ponernos en su lugar.

Además, Según la Dra.Jenny Moix, profesora titular de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, uno de los puntos esenciales para desarrollar la empatía consiste en aprender a escuchar. Ella describe cuatro aspectos a tener en cuenta:

 1.  Cuidado con los consejos

Al tratar con alguien a quien queremos ayudar a resolver su problema, no olvidemos que habrá pensado mucho sobre cómo solucionarlo y que probablemente habrá emprendido varios caminos para lograrlo. Antes de sugerir soluciones, debemos preguntar las posibilidades que se han barajado y los intentos de reparación emprendidos.

Nadie puede aportar una buena solución a un problema que no ha entendido. Por ello, primero deberíamos entender y luego procurar que el otro se sienta comprendido. Si no es así, nuestro consejo caerá en saco roto. Nunca se sigue un consejo de alguien que no parece haber entendido la situación. Así que no nos precipitemos en aconsejar: mejor escuchar y preguntar mucho antes de hacerlo.

 Nuestro interlocutor quizá sólo quiere ser escuchado y comprendido.

 2.     Evitemos juzgar



Juzgar es un acto casi automático. Si alguien nos cuenta el trance que está sufriendo, nuestro cerebro extrae conclusiones rápidas que suelen ser dicotómicas, con pocos matices, del tipo: “ha actuado mal” o “ha actuado bien”. Por suerte, con más tiempo solemos matizar, pero nuestra mente tiene estos arranques. 
Cuando alguien nos describa alguna situación dura por la que está atravesando, agradecerá que nos pongamos en su nivel y que no juzguemos. Algunas veces podemos pensar: “Yo no hubiera cometido estos errores”. Frenar nuestros impulsos de juzgar, y ser humildes ayudará a que los demás se sientan más cómodos y entendidos.

3.     No relativicemos el problema del otro



Ante un compañero que no cuenta sus tristezas, podemos caer en la trampa de intentar que relativice diciéndole cosas del tipo: “Hay gente que está peor que tú”. Probablemente ya lo sabe, pero eso no le consuela. Incluso puede sentirse culpable por sentirse mal sabiendo que existen seres humanos que se encuentran muchísimo peor. Mejor será que permitamos que la persona  que se queje y explote. A veces intentar relativizar es contraproducente.

4.     Simplemente, debemos comprender



La comprensión es un bálsamo muy potente. Las personas con las que más a gusto nos encontramos son las que nos comprenden. Si queremos que los demás se sientan cómodos y comprendidos por nosotros, simplemente escuchemos sin juzgar; no aconsejemos con tanta facilidad; permitamos cualquier emoción sin intentar relativizarla; y pongámonos no sólo en su piel, sino sobre todo en su corazón. Preguntémonos: en estos momentos, ¿quién necesita nuestra comprensión?

Además, para mejorar nuestro nivel de empatía conviene tener en cuenta los siguientes puntos:

  1. Confiar en los propios sentimientos. Es el punto de partida para poder intuir los sentimientos de los demás.
  2. Desarrollar la asertividad (la capacidad para defender nuestros derechos sin menoscabar los derechos de otros).
  3. Comprometerse con la sinceridad. No ocultar las emociones ni sentimientos, dejar que se manifiesten, pero con asertividad.
  4. Pensar verdaderamente en la otra persona, para tratar de averiguar como se siente.
  5. No provocar interrupciones bruscas en las conversaciones.

Concluyendo

mp900385401-300x214La empatía no es una varita mágica que nos permite conectar directamente con otros y tener buenas relaciones con personas con las que no congeniamos, pero si es un buen ejercicio de aproximación y comprensión. Es posible que una vez entendido el punto de vista del otro seamos capaces de entender mejor su realidad y por tanto avanzar en la mejora de nuestras relaciones.

Además de realizar este ejercicio de empatía, es importante que en la relaciones con nuestros compañeros de trabajo impere el respeto y el espíritu de colaboración.

Si con todo y con eso, la relación resulta imposible, ¡ármate de paciencia!
 y trata de evitar a estos compañeros, cuanto menos coincidas con ellos, mejor.

Publicado en Inspiring Benefits. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Empresas felices: “Happy companies”

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La motivación secuestrada

¿Qué necesitamos para trabajar motivados?

Las Neuronas Espejo y el aprendizaje

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La importancia de la inteligencia Social

Por Martha Torres

El doctor Tony Buzan, investigador y experto en el tema de inteligencia humana, expone una teoría que dice que una de las múltiples inteligencia del hombre es la “inteligencia social”, y la define como la habilidad para relacionarse con las personas que le rodean y la capacidad para interpretarlas. 

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El doctor Tony Buzan, investigador y experto en el tema de inteligencia humana, expone una teoría que dice que una de las múltiples inteligencias del hombre es la “inteligencia social”, y la define como la habilidad para relacionarse con las personas que le rodean y la capacidad para interpretarlas.

Este tipo de inteligencia es la que toda persona debería hacer el mayor esfuerzo por desarrollar, pues es la que finalmente le puede ofrecer mayores ventajas en la vida. Las reglas de hoy han cambiado, tanto en la vida familiar y social como en la laboral se aprecia más la capacidad cómo se maneja una persona a sí mismo y la de manejar cómo se relaciona con los demás, que la misma sagacidad y un altísimo índice de coeficiencia intelectual.

Así, las personas socialmente inteligentes tienen mayores posibilidades de alcanzar unas excelentes relaciones humanas, desde pequeños parecen disfrutar con sus amigos, en general no encuentran dificultades para compartir y son capaces de aceptar las diferencias sin dramatizar o crear polémicas.

Estas personas son capaces de interrelacionarse con gente de diferentes culturas, edades y clases sociales y tienen la habilidad para lograr que los demás se sientan bien en su compañía y muy posiblemente son personas que más fácilmente logran sentirse felices porque suelen ser positivas y atraer una buena energía.

Si bien una persona adulta puede trabajar en desarrollar este tipo de inteligencia,  fundamentalmente se adquiere en el seno de la familia, en la vida cotidiana del hogar y a ella aportan de manera capital el comportamiento y modelo que los padres y demás personas mayores le aportan al niño.

Es por ello tan importante apoyar el desarrollo de las habilidades sociales en los niños, y cultivar en los pequeños formas de comportamiento basadas en el respeto por los demás.

Se podrá formar jóvenes y ciudadanos con una alta inteligencia social si se les enseñan las normas básicas de urbanidad.

Se les enseña con el ejemplo, siendo congruentes entre lo que se hace y dice. Se motiva al niño a participar en las reuniones familiares y sociales.Se involucra en conversaciones, se les permite hablar y se tienen en cuenta sus opiniones.

Se les enseña a comprender la diversidad cultural y a no estigmatizar por razas o condición social. Se cultiva el hábito por el deporte, el buen uso del tiempo libre, la música y el estudio. Se estimula el trabajo en equipo, la solidaridad y el espíritu de colaboración.

Con una formación basada en los anteriores valores seguramente, se tendrán personas capaces de tener una actitud positiva y respetuosa respecto a sí mismo y a los demás, sabrá manejar situaciones delicadas y estará capacitada para resolver de mejor manera los conflictos en general y a forjar unas buenas relaciones con su medio.

Publicado en El Nuevo Día. Post original aquí.

Para seguir leyendo:
La Inteligencia Colectiva es inteligencia emocional
La automotivación en la inteligencia emocional
Importancia de la inteligencia emocional en el crecimiento personal
Inteligencia conversacional, una técnica para controlar nuestras emociones
Cambio y estrategia: el desafío emocional
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Los comportamientos sociales explicados por las neuronas espejo

empathy708La empatía y la cognición social 
Dr . Rafael H. Pagán Santini

Diariamente nos encontramos con personas con las cuales interactuamos, intercambiamos saludos, opiniones y probablemente acordemos alguna acción en conjunto. Aunque la interacción fue automática y el encuentro fue fluido, el éxito del encuentro demanda cierto tipo de destrezas cognitivas. Por ejemplo, la interacción apropiada con otra persona requiere que primero reconozcamos que la otra entidad sea verdaderamente otro agente mental, en posesión de un estado psicológico interno diferente al propio nuestro.

Habiendo hecho esto, debemos intuir sus motivaciones, sus sentimientos y sus creencias por debajo de su comportamiento individual, de forma rápida y correcta, mientras mantenemos en mente que, aunado al estado mental del momento las personas poseen características disposicionales estables (personalidad) que influyen en sus acciones.

Finalmente debemos computar cuánto nuestro propio comportamiento influenciará a la otra persona, tanto para actuar de manera apropiada socialmente, como para manipular el estado mental del otro y su comportamiento concomitante (como cuando se intenta llevar una idea complicada o persuadir a alguien de actuar de una manera determinada)(1).

Así pues, la comprensión del comportamiento o de la forma de tomar decisiones de otra persona dependerá de la capacidad para experimentar de forma vicaria los estados emocionales de éste.

En otras palabras, la empatía, esto es, la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, poniéndose en su lugar, influirá en nuestro comportamiento social; permitiéndonos comprender correctamente las  reacciones emocionales del otro. En las últimas décadas se ha resaltado la relevancia de la empatía en la disposición pro–social de las personas y su función inhibitoria de agresividad e, inclusive, en el desarrollo moral de las personas.

El concepto de empatía acarrea la sensación de sentir los sentimientos de otros. En latín, la palabra significa, “sentir adentro” o “sentir con”(2). La respuesta empática incluye la capacidad para comprender al otro y ponerse en su lugar a partir de lo que se observa, de la información verbal o de la información accesible desde la memoria (toma de perspectiva), y la reacción afectiva de compartir su estado emocional, que puede producir tristeza, malestar o ansiedad.

Así, la empatía debe favorecer la percepción tanto de las emociones (alegría, tristeza, sorpresa) como las sensaciones (tacto, dolor) de otras personas. Por ello, la empatía desempeña un papel central en la disposición pro–social de las personas y en su supervivencia, ya que ésta depende de la habilidad para funcionar de manera óptima dentro del contexto social, para lo cual es fundamental comprender lo que sienten los demás (3).

De acuerdo con J.P Mitchell (4), una de los retos más importantes de la cognición social es entender las fuerzas que gobiernan el comportamiento de las otras personas. A diferencia de los objetos inanimados, al comportamiento de las personas se les puede atribuir un estado mental inobservable. Citando a Daniel Dennett, Mitchell explica que los perceptores entienden a otras personas y predicen como estos van actuar adoptando su “postura intencional”, asumiendo que las personas están motivadas por sus creencias, deseos, sentimientos y metas actuales. Por lo tanto, un reto fundamental para entender a otras personas es la habilidad para inferir qué pudiera haber debajo de esos estados mentales.

La empatía es, pues, una forma de cognición social y, en esta última se incluye al conjunto de operaciones mentales que subyacen en las interacciones sociales, y que incluyen los procesos implicados en la percepción, interpretación y generación de respuestas ante las intenciones, disposiciones y conductas de otros (5). La cognición social, por tanto, es crítica para el funcionamiento en comunidad. Sin ésta, sería imposible la interacción entre sujetos en su ambiente social. La disfunción en el área cognitiva llevaría al sujeto a percibir menos lo social, a reacciones inesperadas hacia el otro y, con el tiempo, a la retirada social.

Además, la empatía es una forma de inferencia psicológica en la que la observación, la memoria, el conocimiento y el razonamiento se combinan para poder comprender los pensamientos y sentimientos de los demás. El aspecto cognitivo de la empatía está muy relacionado con la capacidad para abstraer los procesos mentales de otras personas. A esta capacidad se le ha denominado “teoría de la mente” (ToM) o inteligencia social. Consiste principalmente en poder inferir las intenciones y creencias de los demás, capacita a la persona para conceptualizar los estados mentales de otras y así poder explicar y predecir gran parte de su comportamiento. En la actualidad, la ToM es uno de los principales modelos explicativos del déficit que aparecen en diversos trastornos, como el autismo y la esquizofrenia.

Otro componente de la empatía es el emocional. Al tratar de comprender y de ponerse en el lugar del otro, la persona se acerca al estado emocional del otro y reacciona. Popularmente, una persona empática es aquella que entiende los estados emocionales del otro, aunque en realidad, más que entender o apreciar los sentimientos de otros, es representar en sí mismo lo observado en otros.

Cuando Theodore Lipp introdujo el concepto de empatía (Einfühlung), destacó el papel crítico de la “imitación interior” de las acciones de los demás. Comparado con los individuos no empáticos, los individuos empáticos muestran una mayor imitación no consciente de las posturas, manierismos y expresiones faciales de otros. De acuerdo con Luis Moya–Albiol, esta representación de la acción de los otros modula y forma los contenidos emocionales de la empatía (6).

Tanto la empatía como la imitación son dos procesos automáticos que dependen de la representación interna. Un individuo reconoce las emociones de otros, habitualmente expresadas por gestos corporales y/o faciales, mediante la representación interna de dichas emociones y mediante imitación.

Parte de la base neuronal de la empatía radica en las neuronas espejo localizadas en la corteza premotora y parietal. Los actuales modelos neurocientíficos de empatía postulan que un estado motor, perceptivo o emocional determinado de un individuo activa las correspondientes representaciones y procesos neuronales en otro individuo que observa ese estado (7).

Las neuronas espejo de las áreas premotoras, no tan sólo están implicadas en el reconocimiento de una acción determinada, sino también, están involucradas en la comprensión de la conducta de otros. En este sentido, como señala Iacoboni M., entender una intencionalidad es inferir un nuevo propósito que está por llegar, procesos que el sistema motor del cerebro realiza de forma automática.

Miércoles, 17 de febrero de 2010

1 John T. Cacioppo; Penny S. Visser, and Cynthia L. Pickett, Social Neuroscience, (2006) Cambrige, Mass, MIT Press, p. 64.
2 Bernard J. Baars and Nicole M. Gage; Cognition, Brain, and Consciousness (2007), Boston, Mass, Academic Press p. 392.
3 Rev Neurol 2010, 50 (2), p. 89–100.
4 Ibid, p68.
5 Kunda Z. Social Cognition, 1999, Cambrige, Mass. MIT Press.
6 Ibid. 92.
7 Behav. Brain Sci., 2002; 25, 120.

Si desea más información sobre esta columna puede escribir al correo electrónico rhpmedicus@yahoo.com

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Fuente: La Jornada de Oriente
Imagen:
Empathy  http://www.divavillage.com/images/Oct05/empathy708.jpg

Publicado en Pensamiento Imaginactivo. Post original aquí.

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Empatía y simpatía

Civilización empática: El altruismo develado por las neuronas espejo

Conoce a las neuronas espejo

Guy Kawasaki: Las neuronas de Gandhi y 5 formas de practicar la empatía

Inteligencia conversacional. El poder de la comunicación (I)

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Las 8 inteligencias múltiples aplicadas a la empresa

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Por Altonivel    

Uno de los principales objetivos del coaching empresarial es facilitar los contextos de aprendizaje para que los ejecutivos puedan superar sus limitaciones y alcancen sus metas deseadas. Esto es provisto por un profesional externo, un compañero de trabajo o por un supervisor al que llamamos coach.

Entender las ocho inteligencias observadas por Gardner te permitirá llegar de la mejor manera a tus empleados y todos con quienes debes lidiar.

De este modo se puede afirmar que el coaching busca construir habilidades como comunicación, resolución de problemas, trabajo en equipo o dominar técnicas al momento de la venta. También se utiliza con frecuencia para mejorar características personales como impacto o asertividad.

Por lo tanto, ya seas un director de empresa, gerente o jefe de departamento; siempre será de suma importancia comprender y utilizar lo que Howard Gardner denominó “Inteligencias Múltiples”.

Inteligencias aplicadas a la empresa 

El psicólogo estadounidense, gurú de este concepto, asegura que los seres humanos tenemos ocho estilos diferentes de inteligencias, cada uno en distintos niveles de desarrollo. Entender esto, te permitirá llegar de la mejor manera a tus empleados y todos con quienes debes lidiar en tu jornada diaria. Pero ello sucederá siempre que utilices recursos acorde a la inteligencia más adecuada.

Así, utilizar inteligencias múltiples te permitirá crear los contextos adecuados para potenciar el nivel de tu coach o tu equipo.

1. Inteligencia Lingüística 

La gente con esta inteligencia se relaciona muy bien con las palabras, la gramática, los ritmos y las inflexiones. Les gusta escribir, leer, contar y escuchar historias. Memorizan fácilmente. Por ello, necesitan de libros, juegos de palabras, actividades para escuchar, brainstorming, entrevistas y sobre todo dar opiniones. Uno de los aspectos principales a considerar es cómo decir las cosas que quieras transmitir.

2. Interpersonal

Quienes tienen más desarrollada esta inteligencia, se destacan por contar con una buena relación con otras personas. Comprenden los estados de ánimo y los comportamientos de la gente y disfrutan trabajar con gente en un objetivo común. Si quieres transmitir a través de esta inteligencia o interactuar con personas que la tienen muy desarrollada, deben enfocarte en incluir interacciones y aprovechar los beneficios del trabajo en equipo.

3. Intrapersonal

Son muy conscientes de sus capacidades y fallas. Disfrutan de reflexionar, meditar,  seguir sus propias ideas, escribir en bitácoras personales y, lamentablemente, trabajar solos. Necesitan sobre todo trabajo independiente.

4. Corporal

Son ejecutivos que disfrutan del movimiento, del exterior y poner el cuerpo en la experiencia. Realizan deportes, les gusta encargarse de las actividades extra programáticas, role playing y ser parte total de los proyectos en los que participan. Para mejorar la relación con estas personas será necesario incrementar aquellas actividades donde existe el movimiento y las experiencias en primera persona.

5. Lógico-Matemática

Relacionan los principios de causa-efecto, es decir, cómo una acción puede influir sobre otra; analizan fácilmente procesos de pasos y sistemas, disfrutan trabajar con números, experimentos y cálculos. Estos empleados necesitan actividades para desarrollar el pensamiento crítico y la resolución de conflictos.

¿Cómo puedes aprovechar estas características? Incluyéndolas en aquellas situaciones problemáticas de la empresa, a través de ellos siempre encontrarás respuestas e ideas (son muy imaginativos) a todas esas interrogantes que son pueden ser resultas por el común de las personas.

6. Espacial

Es la habilidad que te permite comprender y percibir los espacios (y sus trasformaciones). Imaginan y visualizan proyectos futuros con mayor facilidad que el resto. Entre sus principales materiales de trabajo se encuentran los videos, dibujos, fotos, recortes demostraciones e ilustraciones.

7. Musical

Aunque no es del todo útil para las empresas, con algo de imaginación, sí puede llegar a serlo. Se trata de personas con una habilidad especial para reconocer y distinguir sonidos, melodías y ritmos. Estas personas, por lo general, son muy bulliciosas, por ende disfrutan de cantar y aplaudir. Un dato muy importante es que todos los empleados que tengan desarrollada esta inteligencia por sobre el resto, necesitan música para aprender y trabajar a su máximo potencial.

La pregunta correcta entonces es: ¿Cómo puedes incluir música, sonidos, ritmos en cada una de las experiencias?

8. Naturalista

Se describe como la competencia para percibir las relaciones que existen entre grupos de objetos y personas, así como reconocer y establecer si existen distinciones y semejanzas entre ellos.  Su campo de observación más afín es el mundo natural, donde pueden reconocer y utilizar productivamente sus habilidades en actividades de caza, ciencias biológicas y conservación de la naturaleza.

Estas personas son realmente necesarias en empresas de exterior, ya sea servicios turísticos, viajes, museos y todo lo que tenga relación con la naturaleza y el entorno en el que se desarrollan los negocios.

Escrito por: Altonivel

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Fuente: Altonivel

Imagen: Multiple intelligences

Fuente: Pensamiento Imaginactivo. Post original aquí.

Para seguir leyendo:

8 tipos de inteligencias

Howard Gardner: Las 5 formas de pensamiento para despertar la creatividad.

Howard Gardner: La inteligencia nos hará libres

Teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner

¿Cuántas inteligencias tienes?

Descubre los cinco tipos de creatividad

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Inteligencia conversacional. El poder de la comunicación (I)

inteligencia-conversacional

Por Isabel Carrasco González

Judith E. Glaser, en su libro “Conversational intelligence”, plantea que la clave para está el éxito en la vida personal y profesional se encuentra en ser un maestro en inteligencia conversacional.

Las conversaciones no son lo que creemos que son. Hemos crecido con una visión estrecha de las conversaciones pensando que, fundamentalmente, se ocupan de hablar,  de compartir información, de decir a otros lo que pensamos. Ahora estamos aprendiendo, a través de investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro, que una “conversación” va más allá de compartir información. Las conversaciones son dinámicas, interactivas e inclusivas e impactan en la forma en que nos relacionamos, cautivamos, interactuamos e influimos sobre los demás, permitiendo moldear la realidad y los hechos de forma colaborativa. Las conversaciones nos permiten que vayamos más allá del “poder sobre” otros al “poder con” otros, facilitando que experimentemos la misma realidad al acortar la distancia entre cómo ven las cosas los demás y cómo las vemos nosotros.

Las palabras no son cosas, son representaciones y símbolos que utilizamos para ver, pensar y procesar nuestras percepciones de la realidad y son el medio para compartir estas percepciones con otros. Desgraciadamente pocos líderes son conscientes de la importancia que tienen las conversaciones para la salud y la productividad de la organización.

Las conversaciones insanas están en la raíz de la desconfianza, del engaño, de la traición y de la evitación, que van a conducir a una disminución de la productividad y de la innovación, lo que originará peores resultados.

Frases tales como “no puedes hacer eso” o “ si supieses cómo hacerlo” se pueden decir en pocos segundos pero pueden tener repercusiones serias. Existe poca relación entre el tiempo que lleva decir unas palabras y el  impacto duradero que pueden tener en una persona, una relación o una organización. Al ser nuestras palabras tan poderosas debemos ser capaces de entender y desarrollar nuestra inteligencia conversacional, que es el marco y la perspectiva que nos permite ver cómo las conversaciones crean uniones poderosas entre las relaciones y la cultura. Las conversaciones son la forma en la que conectamos, enganchamos, navegamos y transformamos el mundo con los demás.

La premisa de la inteligencia conversacional es que acceder a un nivel superior de progreso  va a depender de la calidad de nuestra  cultura, lo que depende de la calidad de nuestras relaciones, que a su vez dependen de la calidad de nuestras conversaciones. Todo ocurre a través de conversaciones.

La inteligencia conversacional nos va a dar poder para:

1.- Influir en nuestra química cerebral ya que toda conversación que mantenemos con una persona tiene un componente químico. Las conversaciones tienen el poder de cambiar nuestro cerebro: estimulan la producción de hormonas y neurotransmisores y  estimulan las conexiones nerviosas.

2.- Expresar nuestros pensamientos y sentimientos íntimos a los demás de forma que pueden fortalecer las relaciones. Al comunicar transmitimos contenido y emociones a los demás y vemos el contenido y emociones que nos muestran éstos. Una conversación va más allá de la información que compartimos y las palabras que decimos. Ofrece la posibilidad de empaquetar y presentar nuestros sentimientos sobre nuestro mundo. Como líderes comunicamos si estamos alegres o tristes, por ejemplo, con cada conversación.

3.- Influir en la forma en la que interpretamos la realidad. Las conversaciones impactan en distintas partes de nuestro cerebro porque diversas partes del mismo están escuchando a cosas diferentes. Al entender la manera en la que las conversaciones influyen en nuestra escucha podemos determinar cómo lo estamos haciendo, ya que va a determinar cómo interpretamos el mundo.

La inteligencia conversacional es esencial  para lograr que la organización tenga la capacidad de crear significados compartidos sobre qué necesidades se tienen que cubrir y por qué, para que los profesionales tengan ideas claras del futuro que tienen que contribuir a crear entre todos. Va a permitir, también, discernir qué tipo de conversación es adecuada para cada situación. La autora distingue distintos niveles:

a).- Nivel I.- Conversaciones que nos permiten hacer transacciones y compartir información.

b).- Nivel II.- Conversaciones en las que manifestamos nuestra posición. En ellas tenemos un punto de vista fuerte e intentamos influir en los demás para que lo entiendan o acepten.

c).- Nivel III.- Conversaciones mediante las que nos comunicamos con los demás para poder transformar y moldear la realidad junto a ellos: co-crear conversaciones. Los investigadores en neurociencia están demostrando que la capacidad de operar en el nivel III se encuentra en la corteza prefrontal. Ésta se activa cuando sentimos que podemos confiar en los demás y se desactiva cuando experimentamos niveles elevados de miedo o desconfianza. Todos los seres humanos estamos creados para llegar a este nivel pero muchos entornos no estimulan el desarrollo de esta capacidad e incluso la desaconsejan.

Conocer y entender estos tres niveles y cómo activarlos es vital para alcanzar el éxito. Para empezar es importante saber que la inteligencia conversacional es una competencia que se puede cultivar. Nos permite conectar con los demás y se expande con la práctica. Mientras el resto de las inteligencias son más individualistas  ya que se desarrollan en solitario, tales como la matemática o lingüística, ésta existe como resultado de un esfuerzo colaborativo y al practicarla junto a los demás aumentamos la “inteligencia” de las relaciones  y de los grupos y organizaciones.

En 1931  el científico y filósofo Alfred Korzybski acuñó la frase “ el mapa no es el territorio” para distinguir entre las palabras que utilizamos para describir la realidad misma. Planteaba que con frecuencia confundimos el mapa ( la forma en la que nuestras mentes representan la realidad), con el territorio (la realidad física) y no somos conscientes de que estamos mezclando ambos. Nos comunicamos con los demás como si todos compartiésemos el mismo mapa ( el mismo mundo) lo que ocasiona conflictos.

Por medio de la inteligencia conversacional se crea un diálogo mantenido con los demás, para explorar nuestros mapas ( a los que la autora llama nuestras películas) y mantenernos en contacto con la evolución del pensamiento de cada uno mientras se trabaja en conjunto para alcanzar metas compartidas.

Glaser como ejemplo de desarrollo de la inteligencia colectiva menciona el programa que desarrollo para Boehringer Ingelheim dirigido a sus representantes de ventas para enseñarles habilidades “estrella” que obtienen resultados. Éstas consisten en tener la capacidad de:

1.- Establecer empatía para estar en la misma longitud de onda que la persona con la que hablamos.

2.- Escuchar sin juzgar que implica prestar atención plena a la otra persona mientras habla, procurando apartar conscientemente la tendencia que tenemos a juzgar a los demás.

3.- Hacer preguntas para descubrir nuevas cosas. De esta forma abrimos nuestras mentes a la curiosidad y a la posibilidad de cambiar nuestros puntos de vista mientras escuchamos y aprendemos.

4.- Reforzar el éxito. Se centra en ver y validar cómo será el éxito para todas las partes eliminando la incertidumbre y movilizando a las personas a la acción con mayor conectividad y coherencia.

5.- Dramatizar el mensaje. Nos va a recordar que necesitamos estar alertas para comprobar que nuestros mensajes son claros y comprensibles para todos.  Cuando no conseguimos conectar con la audiencia al comunicarnos podemos intentar transmitir el mensaje de otra manera, por ejemplo contando una historia o mostrando una imagen de lo que estamos intentando decir. Estas dramatizaciones ayudan a un mayor entendimiento, elevan la confianza y refuerzan las relaciones.

Estas habilidades “estrella” sirven como guía y anclaje de nuestro proceso de compromiso y están diseñadas para originar cambios positivos en la química cerebral: la oxitocina que se libera durante este tipo de conversaciones incrementa nuestros sentimientos de unión con los demás y la dopamina y serotonina contribuyen a aumentar nuestros sentimientos de bienestar. Estos neurotransmisores mitigan el rol defensivo de la amígdala liberando a la corteza prefrontal para que puedan emerger nuevas ideas y sabiduría. Esta parte del cerebro contiene también las neuronas espejo que nos permiten sentir empatía por los demás.

Las conversaciones tienen un propósito en nuestras vidas. Todos los niveles, el I (transaccional: intercambio de datos e información), II (posicional: trabajar el poder y la influencia) y III (transformacional: co-crear el futuro para el éxito mutuo), son importantes. Podemos atascarnos en uno de ellos y encontrar que nuestras conversaciones no sólo no son sanas sino que conducen a la desconfianza o podemos destacar en todos y lograr resultados que van a conseguir resultados transformacionales. Las conversaciones sanas se sustentan en altos niveles de confianza.

Las investigaciones de Angelika Dimoka y otros neurocientíficos han comprobado que la confianza se encuentra situada en la corteza prefrontal y la desconfianza está instalada en la amígdala y en áreas límbicas del cerebro. El hecho de que el cerebro procese estas dos respuestas en lugares separados ofrece claves para poder desarrollar la inteligencia conversacional. No podemos conectar con otras personas si nuestra amígdala está muy activada. El miedo y la desconfianza en este caso cierran nuestro cerebro.

La autora recomienda no olvidar.

1.- La necesidad de ser considerados en nuestras conversaciones y en el contexto emocional que creamos con las mismas. Por ejemplo si estamos mandando el mensaje de que pueden confiar en nosotros o de que queremos que no discrepen de nuestras opiniones. Si somos conscientes de estos meta-mensajes podremos crear una cultura segura que permita a todas las partes interactuar al nivel más elevado, compartiendo perspectivas, sentimientos y aspiraciones e incrementando la sabiduría de todos.

2.- La habilidad que tienen las conversaciones para desencadenar reacciones emocionales. Las conversaciones llevan consigo un significado que puede conducir a una mayor unión y confianza y hacer que sintamos que los demás son amigos o colegas o pueden ocasionar una ruptura de la empatía y que contemplemos  a nuestros interlocutores como enemigos.

3.- Las palabras que utilizamos en nuestras conversaciones raramente son neutrales. Las palabras tienen historia y cada vez que una nueva experiencia crea un nuevo significado de una palabra la información se recoge en nuestros cerebros para ser activada durante las conversaciones. Conociendo como proyectamos significados en nuestras conversaciones podremos conectar con otros más fácilmente.

Entendiendo cómo las conversaciones activan distintas partes de nuestro cerebro y estimulan determinados hábitos y comportamientos podremos desarrollar nuestra inteligencia conversacional para construir organizaciones más sanas y resilientes.

Licencia de contenido del blog de “Hablemos de liderazgo”

Publicado en Hablemos de Liderazgo. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Inteligencia Emocional. 10 hábitos de los líderes emocionalmente atractivos.

Ideas para negociar eficazmente

Creencias erróneas sobre la Estrategia

Las trampas en la toma de decisiones estratégicas

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La empatía nos hace humanos

¿Qué mueve nuestro deseo de actuar moralmente? El neuroeconomista Paul Zak muestra por qué cree él que la oxitocina, a la que denomina “molécula moral”, es la responsable de la confianza, la empatía y otros sentimientos que ayudan a construir una sociedad estable. También muestra cómo Twitter libera oxitocina, una hormona relacionada con los patrones sexuales y con la conducta maternal y paternal.

Sorprende, quizá no, que la “molécula del amor” o “la molécula afrodisíaca” sea exactamente lo que Paul Zak denomina la “molécula moral” o de la generosidad, porque nos conecta con las demás personas. Concluye con su receta de la felicidad: “Ocho abrazos cada día“.

Publicado en el Blog de Mikel Agirregabiria. Post original aquí.

Para seguir leyendo:

Competencias Básicas: Autoestima, Asertividad y Empatía

Empatía y dirección.

Inteligencia emocional. Cómo la empatía permite mejorar tus relaciones.

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Inteligencia emocional. Cómo la empatía permite mejorar tus relaciones.

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Tus zapatos me aprietan.
Por Diego Larrea.
Management Participativo.

Todo lo que hacemos esta directa o indirectamente relacionado con los demás, sea para bien o para mal, porque cada paso que damos no solo caminamos con nuestros zapatos sino que estamos influyendo y creando condicionantes para el andar ajeno.

Pero como vivimos en una era altamente individualista, creemos que todo está más relacionado con el “YO” que con el “NOSOTROS” y cuando el nosotros nos cuestiona es allí que nuestra seudoestabilidad se trastoca.

Decía Blaise Pascal que el hombre está dispuesto siempre a negar todo aquello que no comprende y es por ello que estamos convencidos que somos personas abiertas, empáticas, capaces de sortear muchas situaciones, pero cuando nos enfrentan a nuestras propias inseguridades y la persona que tenemos enfrente no procesa del mismo modo que lo hacemos nosotros, nos sentimos tan incómodos que somos capaces de rasgar nuestra vestiduras como el Increíble Hulk en plena enajenación.

Nuestras justificaciones

Normalmente tenemos un discurso perfecto para nuestras acciones, también para nuestras inacciones, para la justificación de nuestras decisiones, para remodelar nuestras contradicciones, para nuestros éxitos y para nuestros fracasos, construimos sobre nosotros las capas encebolladas más tupidas e intensas creyendo que nada ni nadie podrá con nosotros.

Probablemente pasen días, meses, incluso años y ese personaje que nos hemos diseñado caminará plácidamente por nuestra rutinaria vida, pero llegará un momento que esa cebolla olerá mal, y comenzará a pudrirse poco a poco sin pedirnos permiso, y seremos nosotros mismos los que salgamos prácticamente disparados de esas innumerables capas ahogados en nuestra propia frustración y discordancia.

Somos parte del ajedrez, somos una pieza más de un puzzle gigante, y estamos rodeados por personas, no somos los únicos habitantes del planeta tierra, cada movimiento sí que importa y cada encaje es único. Nuestras gafas no siempre nos dejan ver la realidad, y muchas otras no nos dejan ver quien está delante de nosotros.

La hipoacusia relacional es una de las grandes enfermedades sociales de este siglo.

Nuestras máscaras

Somos mágicamente poetas de nuestros actos, describimos con frases y preguntas las diversas situaciones que tanto para lo profesional como para lo personal nos encajan muy bien en nuestro “perfecto” discurso:

  • “¿Cómo es posible que con lo que yo le he dicho no haya podido solucionar su problema?”,
  • “¿Cómo es posible que siga igual si las cosas las hemos hablado una y mil veces?”;
  • “No me entiende”;
  • “¿Por qué me habla así?”;
  • “Las cosas las hemos dejado claras y todos los días me viene con las mismas historias, ya me aburre”;
  • “Lo he intentado todo, pero no hay manera de llegar a un acuerdo”;
  • “Vemos las cosas siempre de manera diferente”.

Estamos convencidos de nuestra verdad, de nuestros actos, de nuestra comunicación, pero somos incapaces de pedirle al otro sus zapatos y caminar con ellos durante un día entero, y ver la vida como él/ella la ve.

Y no me refiero simplemente al cuento de Plutarco cuando dijo: “¿Dónde me aprieta el zapato?” Nadie puede saberlo sino el mismo que lo usa o al proverbio español: “No conocerás a nadie hasta haber consumido con él un saco de sal”.

Abandonemos prejuicios

Pensemos mas allá, seamos capaces de no anteponer nuestros prejuicios y juicios antes de dictar sentencia y entender que muchos de los motores de nuestros actos, decisiones y proyectos son compartidos y no unipersonales, que vivimos en un mundo relacional y no solitario, nos guste más o menos, y el “cómo” lo haga tiene un nivel de influencia altamente decisorio, por lo tanto sí que importan sus zapatos, porque sus pasos también son producto de mi caminar.

En esas reflexiones para la historia, Concepción Arenal, decía que cuando no comprendemos una cosa, es preciso declararla absurda o superior a nuestra inteligencia, y generalmente, se adopta la primera determinación.

Seamos empáticos

Y en ese análisis traemos a la Sra. Empatía que se distingue por ser una virtud cuyo valor está directamente relacionado con nuestra inteligencia emocional, probablemente la verdadera de todas las inteligencias o talentos que poseemos.

La característica esencial de una persona inteligente, es su capacidad para entender las emociones de los demás. No parece concebible que una persona se crea realmente inteligente cuando a la vez prescinde de un mecanismo mental que le haga entender la susceptibilidad, el dolor o el sufrimiento de los demás.

No importa cuántos títulos académicos tenga esa persona, si no es capaz de intuir, de percibir, de reconocer, de darse cuenta, es decir, de ponerse en el lugar del otro, es ciertamente una persona limitada en sus capacidades emocionales e intelectuales, restringidas sólo a lo que haya aprendido en la escuela, la universidad o su ambiente social o familiar.

El otro nos enfrenta a nuestro propio espejo, con lo bueno y lo malo. Lo importante es tener la capacidad, talento y humildad para escucharnos por su propia boca, mirarnos por sus propios ojos, oírnos por su propio oído y sobre todo caminar con sus propios zapatos aunque nos apriete y nos trastabillemos al comenzar a andar.

Diego Larrea

Twitter: @larreadiego

Linkedin: es.linkedin.com/in/diegolarrea/

Publicado por Diego Larrea Bucchi en 8:28

viernes, 6 de febrero de 2015

Licencia: No especificada.

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Fuente: Management Participativo

Imagen: Difficult talks

Publicado en Pensamiento Imaginactivo. Post original aquí.

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Competencias Básicas: Autoestima, Asertividad y Empatía

Importancia de la inteligencia emocional en el crecimiento personal

La inteligencia emocional en el liderazgo

La inteligencia emocional en la empresa

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