Inteligencia conversacional. El poder de la comunicación (I)

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Por Isabel Carrasco González

Judith E. Glaser, en su libro “Conversational intelligence”, plantea que la clave para está el éxito en la vida personal y profesional se encuentra en ser un maestro en inteligencia conversacional.

Las conversaciones no son lo que creemos que son. Hemos crecido con una visión estrecha de las conversaciones pensando que, fundamentalmente, se ocupan de hablar,  de compartir información, de decir a otros lo que pensamos. Ahora estamos aprendiendo, a través de investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro, que una “conversación” va más allá de compartir información. Las conversaciones son dinámicas, interactivas e inclusivas e impactan en la forma en que nos relacionamos, cautivamos, interactuamos e influimos sobre los demás, permitiendo moldear la realidad y los hechos de forma colaborativa. Las conversaciones nos permiten que vayamos más allá del “poder sobre” otros al “poder con” otros, facilitando que experimentemos la misma realidad al acortar la distancia entre cómo ven las cosas los demás y cómo las vemos nosotros.

Las palabras no son cosas, son representaciones y símbolos que utilizamos para ver, pensar y procesar nuestras percepciones de la realidad y son el medio para compartir estas percepciones con otros. Desgraciadamente pocos líderes son conscientes de la importancia que tienen las conversaciones para la salud y la productividad de la organización.

Las conversaciones insanas están en la raíz de la desconfianza, del engaño, de la traición y de la evitación, que van a conducir a una disminución de la productividad y de la innovación, lo que originará peores resultados.

Frases tales como “no puedes hacer eso” o “ si supieses cómo hacerlo” se pueden decir en pocos segundos pero pueden tener repercusiones serias. Existe poca relación entre el tiempo que lleva decir unas palabras y el  impacto duradero que pueden tener en una persona, una relación o una organización. Al ser nuestras palabras tan poderosas debemos ser capaces de entender y desarrollar nuestra inteligencia conversacional, que es el marco y la perspectiva que nos permite ver cómo las conversaciones crean uniones poderosas entre las relaciones y la cultura. Las conversaciones son la forma en la que conectamos, enganchamos, navegamos y transformamos el mundo con los demás.

La premisa de la inteligencia conversacional es que acceder a un nivel superior de progreso  va a depender de la calidad de nuestra  cultura, lo que depende de la calidad de nuestras relaciones, que a su vez dependen de la calidad de nuestras conversaciones. Todo ocurre a través de conversaciones.

La inteligencia conversacional nos va a dar poder para:

1.- Influir en nuestra química cerebral ya que toda conversación que mantenemos con una persona tiene un componente químico. Las conversaciones tienen el poder de cambiar nuestro cerebro: estimulan la producción de hormonas y neurotransmisores y  estimulan las conexiones nerviosas.

2.- Expresar nuestros pensamientos y sentimientos íntimos a los demás de forma que pueden fortalecer las relaciones. Al comunicar transmitimos contenido y emociones a los demás y vemos el contenido y emociones que nos muestran éstos. Una conversación va más allá de la información que compartimos y las palabras que decimos. Ofrece la posibilidad de empaquetar y presentar nuestros sentimientos sobre nuestro mundo. Como líderes comunicamos si estamos alegres o tristes, por ejemplo, con cada conversación.

3.- Influir en la forma en la que interpretamos la realidad. Las conversaciones impactan en distintas partes de nuestro cerebro porque diversas partes del mismo están escuchando a cosas diferentes. Al entender la manera en la que las conversaciones influyen en nuestra escucha podemos determinar cómo lo estamos haciendo, ya que va a determinar cómo interpretamos el mundo.

La inteligencia conversacional es esencial  para lograr que la organización tenga la capacidad de crear significados compartidos sobre qué necesidades se tienen que cubrir y por qué, para que los profesionales tengan ideas claras del futuro que tienen que contribuir a crear entre todos. Va a permitir, también, discernir qué tipo de conversación es adecuada para cada situación. La autora distingue distintos niveles:

a).- Nivel I.- Conversaciones que nos permiten hacer transacciones y compartir información.

b).- Nivel II.- Conversaciones en las que manifestamos nuestra posición. En ellas tenemos un punto de vista fuerte e intentamos influir en los demás para que lo entiendan o acepten.

c).- Nivel III.- Conversaciones mediante las que nos comunicamos con los demás para poder transformar y moldear la realidad junto a ellos: co-crear conversaciones. Los investigadores en neurociencia están demostrando que la capacidad de operar en el nivel III se encuentra en la corteza prefrontal. Ésta se activa cuando sentimos que podemos confiar en los demás y se desactiva cuando experimentamos niveles elevados de miedo o desconfianza. Todos los seres humanos estamos creados para llegar a este nivel pero muchos entornos no estimulan el desarrollo de esta capacidad e incluso la desaconsejan.

Conocer y entender estos tres niveles y cómo activarlos es vital para alcanzar el éxito. Para empezar es importante saber que la inteligencia conversacional es una competencia que se puede cultivar. Nos permite conectar con los demás y se expande con la práctica. Mientras el resto de las inteligencias son más individualistas  ya que se desarrollan en solitario, tales como la matemática o lingüística, ésta existe como resultado de un esfuerzo colaborativo y al practicarla junto a los demás aumentamos la “inteligencia” de las relaciones  y de los grupos y organizaciones.

En 1931  el científico y filósofo Alfred Korzybski acuñó la frase “ el mapa no es el territorio” para distinguir entre las palabras que utilizamos para describir la realidad misma. Planteaba que con frecuencia confundimos el mapa ( la forma en la que nuestras mentes representan la realidad), con el territorio (la realidad física) y no somos conscientes de que estamos mezclando ambos. Nos comunicamos con los demás como si todos compartiésemos el mismo mapa ( el mismo mundo) lo que ocasiona conflictos.

Por medio de la inteligencia conversacional se crea un diálogo mantenido con los demás, para explorar nuestros mapas ( a los que la autora llama nuestras películas) y mantenernos en contacto con la evolución del pensamiento de cada uno mientras se trabaja en conjunto para alcanzar metas compartidas.

Glaser como ejemplo de desarrollo de la inteligencia colectiva menciona el programa que desarrollo para Boehringer Ingelheim dirigido a sus representantes de ventas para enseñarles habilidades “estrella” que obtienen resultados. Éstas consisten en tener la capacidad de:

1.- Establecer empatía para estar en la misma longitud de onda que la persona con la que hablamos.

2.- Escuchar sin juzgar que implica prestar atención plena a la otra persona mientras habla, procurando apartar conscientemente la tendencia que tenemos a juzgar a los demás.

3.- Hacer preguntas para descubrir nuevas cosas. De esta forma abrimos nuestras mentes a la curiosidad y a la posibilidad de cambiar nuestros puntos de vista mientras escuchamos y aprendemos.

4.- Reforzar el éxito. Se centra en ver y validar cómo será el éxito para todas las partes eliminando la incertidumbre y movilizando a las personas a la acción con mayor conectividad y coherencia.

5.- Dramatizar el mensaje. Nos va a recordar que necesitamos estar alertas para comprobar que nuestros mensajes son claros y comprensibles para todos.  Cuando no conseguimos conectar con la audiencia al comunicarnos podemos intentar transmitir el mensaje de otra manera, por ejemplo contando una historia o mostrando una imagen de lo que estamos intentando decir. Estas dramatizaciones ayudan a un mayor entendimiento, elevan la confianza y refuerzan las relaciones.

Estas habilidades “estrella” sirven como guía y anclaje de nuestro proceso de compromiso y están diseñadas para originar cambios positivos en la química cerebral: la oxitocina que se libera durante este tipo de conversaciones incrementa nuestros sentimientos de unión con los demás y la dopamina y serotonina contribuyen a aumentar nuestros sentimientos de bienestar. Estos neurotransmisores mitigan el rol defensivo de la amígdala liberando a la corteza prefrontal para que puedan emerger nuevas ideas y sabiduría. Esta parte del cerebro contiene también las neuronas espejo que nos permiten sentir empatía por los demás.

Las conversaciones tienen un propósito en nuestras vidas. Todos los niveles, el I (transaccional: intercambio de datos e información), II (posicional: trabajar el poder y la influencia) y III (transformacional: co-crear el futuro para el éxito mutuo), son importantes. Podemos atascarnos en uno de ellos y encontrar que nuestras conversaciones no sólo no son sanas sino que conducen a la desconfianza o podemos destacar en todos y lograr resultados que van a conseguir resultados transformacionales. Las conversaciones sanas se sustentan en altos niveles de confianza.

Las investigaciones de Angelika Dimoka y otros neurocientíficos han comprobado que la confianza se encuentra situada en la corteza prefrontal y la desconfianza está instalada en la amígdala y en áreas límbicas del cerebro. El hecho de que el cerebro procese estas dos respuestas en lugares separados ofrece claves para poder desarrollar la inteligencia conversacional. No podemos conectar con otras personas si nuestra amígdala está muy activada. El miedo y la desconfianza en este caso cierran nuestro cerebro.

La autora recomienda no olvidar.

1.- La necesidad de ser considerados en nuestras conversaciones y en el contexto emocional que creamos con las mismas. Por ejemplo si estamos mandando el mensaje de que pueden confiar en nosotros o de que queremos que no discrepen de nuestras opiniones. Si somos conscientes de estos meta-mensajes podremos crear una cultura segura que permita a todas las partes interactuar al nivel más elevado, compartiendo perspectivas, sentimientos y aspiraciones e incrementando la sabiduría de todos.

2.- La habilidad que tienen las conversaciones para desencadenar reacciones emocionales. Las conversaciones llevan consigo un significado que puede conducir a una mayor unión y confianza y hacer que sintamos que los demás son amigos o colegas o pueden ocasionar una ruptura de la empatía y que contemplemos  a nuestros interlocutores como enemigos.

3.- Las palabras que utilizamos en nuestras conversaciones raramente son neutrales. Las palabras tienen historia y cada vez que una nueva experiencia crea un nuevo significado de una palabra la información se recoge en nuestros cerebros para ser activada durante las conversaciones. Conociendo como proyectamos significados en nuestras conversaciones podremos conectar con otros más fácilmente.

Entendiendo cómo las conversaciones activan distintas partes de nuestro cerebro y estimulan determinados hábitos y comportamientos podremos desarrollar nuestra inteligencia conversacional para construir organizaciones más sanas y resilientes.

Licencia de contenido del blog de “Hablemos de liderazgo”

Publicado en Hablemos de Liderazgo. Post original aquí.

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