¿Qué deberíamos revisar para innovar en serio?

Por: Eduardo Kastika – @EduardoKastika

LO QUE HACEMOS CUANDO QUEREMOS INNOVAR Y NO SABEMOS MUY BIEN CÓMO

La innovación, hoy, es un tema atractivo. Que se percibe como obligatorio, imprescindible, urgente. Y, si bien queda clarísimo qué se le pide a la innovación (adaptación al cambio, ideas disruptivas, transformación, crecimiento), no queda tan claro qué y cómo hacer las cosas cuando queremos innovar.

El camino más cómodo es imaginar un camino al éxito, buscar historias de quienes (supuestamente) lo han logrado y tratar de repetir esas historias (también supuestas).

Lo que se logra, en muchos casos, es empezar a transitar un camino que se parece mucho a lo que imaginamos que es la innovación: workshops, kick offs, procesos de “ideación”… Pero nada de esto garantiza, ni por asomo, el éxito en a futuro.

Al contrario: el costo de “bajarnos” de este camino es alto. Nos exigiría reconocer que arrancamos medio a tientas y que estuvimos más preocupadas y preocupados en mostrar que innovamos que en innovar en serio.

LO QUE DEBERÍAMOS HACER CUANDO QUEREMOS INNOVAR EN SERIO

El camino a la innovación es menos cómodo de lo que parece. A la hora de elegir cómo innovar, se ponen en juego todos los sesgos mentales de quienes lideran y las elecciones no suelen ser las mejores.

Pero las razones de por qué nos equivocamos cuando queremos innovar las podemos ver en otro momento. Concentrémonos aquí en algunas de las cuestiones que sí o sí deberíamos tener en cuenta para innovar en serio.

1. Nuevas opciones / Nuevos problemas: hay numerosas y excelentes herramientas para generar ideas. Muy difundidas y bastante sencillas. Pero no son tantas (ni tan sencillas, ni tan difundidas) las que existen para explorar, encontrar y definir oportunidades.

Es frecuente que nos hagamos un gran mejunje (palabra que utilizaba mi abuela) mezclando ideas mediocres para problemas esenciales, con ideas geniales para problemas absolutamente irrelevantes. En nuestro afán por premiar y celebrar las ideas geniales, terminamos festejando como Telebubbies la excentricidad para lo intrascendente.

2. Otras causas / Otros efectos: una cosa es comprender las causas técnicas de una innovación. Entender, por ejemplo, cómo lo inteligencia artificial está transformando el mundo de la Logística. Pero algo muy diferente es entender cómo una empresa determinada puede innovar recurriendo a la inteligencia artificial para, por ejemplo, sostener su liderazgo en distribución de alimentos.

Las empresas son sistemas en sí mismos, en donde cada cosa sucede por múltiples motivos. Cada paso, cada idea, cada decisión, cada elección depende de muchísimos factores que incluyen los intereses de las personas, de las áreas, de los equipos, de la Dirección… Para saber cuál es el mejor camino que una empresa tiene para innovar, hay que tener en cuenta tanto (o más) estos factores como los que hacen que una tecnología sea buena en general.

3. Nuestras suposiciones / La realidad: para innovar hay que poner en jaque nuestras suposiciones. Y, muy a menudo, las organizaciones hacen al revés: se apalancan en ciertas suposiciones (en general, las de las personas con más poder) y a partir de ahí, tratan de innovar. De manera tal que nada las contradiga.

Uno de los desafíos más difíciles de quienes ayudamos a innovar a las organizaciones es jugar este juego: desafiar las suposiciones implícitas que existen en los líderes de la organización. Esto tiene buenos resultados, pero es incómodo. El modo cómodo es aceptarlas sin chistar e intentar innovar a partir de ahí. Se crea una especie de complicidad muy agradable en lo social pero, por lo general, poco productiva en resultados.

4. Plan A / Plan B…..Z: el slogan de celebrar los errores puede ser muy motivador para emprendedores. Y, si vemos en retrospectiva la historia de quienes emprenden, hasta podrían llegar a ser (en algunos casos) algo así como una clave del éxito (por favor, nótese todos los recaudos que pongo para decir esto último).

En las empresa esto es mucho más complejo. Es difícil que los errores no sean visto como retrocesos. Los errores deberían ser previamente imaginados, esperados y presupuestados. Para innovar, los planes B, C, D… tienen que ser parte del juego.

5. Lo que vemos / Lo que ven otros: no hay una relación directa entre cómo se ve un negocio y los resultados que se logran. Dos jugadores pueden tener una mirada muy diferente de sus industrias y, aún así, ser muy exitosos. Lo que importa es la lógica con la que se manejan.

Lo que para nosotros son outsiders no siempre lo son. Las claves para innovar, muchas veces están ahí. No en lo que otros hacen sino en el modo en que ven el mismo negocio en el que nosotros estamos. Sin embargo, no es infrecuente que consideremos esas miradas como “equivocadas”. Innovar significa revisar esto. Es decir: revisar qué tan equivocados son aquellos enfoques que creemos equivocados.

6. Viejos conocimientos / Nuevos aprendizajes: más que tratar de crear lo que nadie creó (si esto fuera posible), la innovación consiste en combinar de manera novedosa y efectiva lo que hay creado hasta el momento.

Unas de las trabas para innovar es poner demasiado énfasis en esta actitud pionera en vez de invertir en conocer, descubrir y articular lo que ya está inventado con nuestros propósitos y objetivos.

En síntesis, para innovar, en serio, es necesario animarse a desafiar, en especial, nuestras ideas preconcebidas acerca de cuáles son las maneras “óptimas” de innovar. Y, sobre todo, animarnos a romper mitos, desafiar supuestos, mirar lo que antes no mirábamos, aceptar limitaciones, saber para qué estamos innovando y disponernos a aprender.

Publicado en Kastika, Micro-Blog. Post original aquí.

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4 sencillos pasos para negociar con resultados ganar-ganar.

En este artículo encontrarás pasos para negociar que te permitirán conseguir el objetivo que buscas y lograr que ambas partes ganen.

En nuestras vidas cotidianas, siempre nos encontraremos con situaciones que implican algún tipo de negociación. El método de negociar no solo pertenece al ámbito de las empresas y los negocios, los seres humanos siempre estamos negociando algo. ¿No lo crees?

Reflexionemos…Cuando eres joven, tal vez hace algunos años … ¡Oh no espera!, no te vayas en el bucle del tiempo a recordar aquellos ayeres, permíteme terminar mi hipótesis…

A esa edad, si quieres salir de fiesta, debes negociar con tus padres tu hora de llegada, si ellos pasaran por ti, etc; exponiendo tus razones de por qué te deberían dar ese permiso; eso, es negociación pura.

Cuando creces, estudias y consigues tu primer empleo, negocias con tu jefe los términos de tu contrato (esto último háganlo siempre antes de firmar). Después sigues avanzando por la vida y te das cuenta que con tu pareja también tienes que negociar, por ejemplo quién sacará la basura, quien paseará al perro, y demás.

Piensa por un momento, si eres capaz de negociar en las situaciones que acabo de relatar, donde involucras sentimientos, valores y creencias; imagínate todo lo que puedes obtener aprendiendo a negociar correctamente en un ámbito profesional, utilizando pasos para negociar que le permitan beneficiarse a ambas partes.

Por supuesto esto no significa que los siguientes consejos no puedan ser aplicados para cualquier situación de nuestra vida diaria, así que comencemos:

1. Observar la situación a negociar desde el punto de vista de tu contraparte.

Para esto es indispensable que seas empático, es decir ponte en los zapatos de la persona con la que estás negociando.

Procura entenderlo incluso mejor de lo que la otra persona podría hacerlo. Así es, ¿qué creías que te diría? ¡Vamos, arrasa con ellos! No, recuerda que aquí lo importante es que procures comprender realmente las necesidades y preocupaciones de la otra parte. Esto es fundamental para todas las técnicas de ventas.

2. Identificar las cuestiones clave implicadas y no los puntos de vista.

Debes ser objetivo y no dejarte guiar por tus suposiciones. Por ejemplo, imagina que estás negociando con un proveedor un mejor precio por algún servicio, y él no quiere ceder; no te dejes guiar por conjeturas como: “¡Vaya esta persona sí que me quiere ver la cara!”

En lugar de tener ese tipo de pensamientos, ¿por qué no verlo objetivamente?…

El proveedor puede estar dándote su precio estándar, sin embargo, estamos en plena crisis y el material necesario para dar el servicio subió un 5%; por esa razón tuvo que incrementar el precio.

La cuestión clave aquí es comprender que esa crisis económica nos afecta a todos (desde que tengo memoria siempre estamos en crisis, unas peores que otras claro), y que el proveedor no tiene nada en contra tuyo ni te quiere estafar. Mi consejo es: mantente alerta y no te lo tomes personal.

3. Determinar qué resultados constituirían una solución totalmente aceptable.

Siguiendo el tema del proveedor/vendedor, ¿qué pasaría si aceptas su oferta a cambio de no incrementar su precio en los servicios que realice durante los siguientes 6 meses?

Ten en mente que una vez hayas cedido en alguna petición de la otra persona, él o ella también podrá ceder en alguna de las tuyas. De no ser así, lo mejor es retirarse; ya que ese tipo de negociadores solo se preocupan por su beneficio, y, ¿realmente te gustaría tener tratos con alguien así?

4. Identifica nuevas opciones posibles para alcanzar los resultados que buscas.

Por alguna razón que aún no logro comprender, los seres humanos hemos sido enseñados a pensar de forma dicotómica. Es decir, o es una opción o es otra, o es blanco o es negro; pero nunca nos enseñan a pensar en una tercera alternativa, o como algunos autores citan ‘‘salirnos de la caja’’.

Aunque debo mencionar que mi favorito, es el lema “think different” (piensa diferente) de Steve Jobs, dios lo tenga en su gloria, porque gracias a él tenemos nuestro Iphone.

Pero ya en serio, debemos dejar a un lado esa forma dicotómica de pensamiento y abrir nuestra mente a una tercera alternativa; en la que nuevas opciones se materialicen y ambas partes puedan lograr el tan anhelado ganar-ganar. Al final todos nos vamos a morir como Steve, así que ¿qué tienes que perder?

Conclusión

Aparte de estos pasos para negociar también existen estrategias para lograr una negociación agresiva en la que tu único objetivo sea ganar y sacar el mayor provecho de la otra parte; a veces a través de comunicaciones engañosas, o prácticas desleales. No obstante, recuerda: la integridad es primordial tanto en los negocios como en la vida, ya que es el valor que nos damos a nosotros mismos.

El ganar-ganar tiene su base en un carácter íntegro al igual que maduro, con una mentalidad de abundancia. Cuestiónate, si estuvieras en la situación de negociar con alguien como Donald Trump, a quien solo le importa su beneficio y que los demás se olviden de cualquier atisbo de ganancia…

¿Querrías volver a tener tratos con esa persona? ¿O lo evitarías a toda costa?, obstaculizando así, futuras ganancias tanto para él, como para tu propia conveniencia.

Con esto no pretendo decir que estas prácticas se deban evitar o de lo contrario arderas en el infierno, ¡porque demonios! Observa a Trump parece haberle resultado, pero, a menos que tengas una torre en la 5ta avenida de Manhattan con tu nombre en letras doradas, como nuestro bronceado ejemplo, y que además seas presidente de EUA; te recomiendo buscar situaciones ganar-ganar, ya que en el mundo actual son las tendencias que todos estamos buscando.

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Tomar decisiones: 6 consejos

por 

Muchas veces a lo largo de nuestra vida nos vemos en la situación de tener que elegir entre diferentes opciones u oportunidades.

Algunas elecciones son fáciles, y otras no tanto: el problema está cuando el hecho de tener que tomar una decisión nos bloquea y no somos capaces de decantarnos por ninguna opción. Normalmente éste bloqueo es debido a diversos miedos: miedo a equivocarnos, por no querer renunciar a ninguna opción, miedo a lo desconocido.. etc.

En el siguiente artículo os doy algunos consejos y reflexones que os pueden orientar a la hora de elegir un camino y desbloquearos.

1. Ten en cuenta que normalmente no existe una única opción “correcta”:

Ten en cuenta que muchas veces no exíste una opción “buena” y otras “malas”. Tendemos a pensar de forma dicotómica, “¿Cuál será el caino correcto?”.. Muchos caminos pueden llevar o no a tu satisfacción personal dependiendo de cómo los recorras.

El camino que elijas será el tuyo, a veces hay más de una opción correcta o buena, cada decisión tendrá sus cosas buenas y sus cosas malas, no exíste una única decisión “correcta”, y podrías estar bien tanto en una como en otra opción dependiendo de cómo vivas en esa opción.

 

2. Considera TODAS las opciones

A veces estamos entre dos opciones sin darnos cuenta que hay más alternativas, por ejemplo: valoramos la oferta de trabajo A frente a la oferta de trabajo B…  pero aquí también existe la opción “ninguna de ellas y seguir buscando”. Reflexiona también sobre el por qué de la decisión ¿por qué debo tomar ésta decisión? ¿qué pasaría si no lo hago? ¿si las cosas siguieran como hasta ahora y yo no me decidiera ni me movilizara hacia ninguna opción cuáles serían las consecuencias?

 

3. Visualízate en cada una de las opciones.

Para ayudarnos a elegir es útil visualizar cada una de las opciones:

¿Cómo me veo en la opción 1? ¿Cómo me hace sentir? ¿Me imagino siendo feliz en ésta opción? Intenta imaginar con todo el detalle que puedas cada opción y cómo te hace sentir.

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4. Analiza pros y contras, y el peso emocional que tienen para tí.

Realizar una lista de “Pros y Contras”  es realmente muy útil. Escribirlo es además una buena forma de organizar nuestras ideas.

 

Para cada argumento a favor o en contra es útil también que añadas una puntuación del peso emocional/subjetivo que tiene para tí ese argumento. Por ejemplo el “1” sería que ese argumento no te importa mucho y “10” que lo consideras muy importante.

 

Si es posible tómate varios días para hacer la lista, por ejemplo tres o cuatro días, revisa los argumentos a favor y en contra cada día y sus puntuaciones y si se te ocurre alguno más lo añades.

 

Te pongo un ejemplo:


Pros Valor: Contras: Valor:
  • Me dará tranquilidad económica los 6 meses que dura el contrato.
  • Está cerca de mi casa
  • 10 (el dinero es un factor determinante pues me hace mucha falta ahora)
  • 10 ( es genial que esté cerca de mi casa)
  • El horario es de tarde-noche
  • No me garantizan continuidad
  • El trabajo no es de lo mío.
 

  • 10 ( no me gusta nada el horario)
  • 3 (la estabilidad en éste trabajo  no es un factor determinante)
  • 4 (prefiero algo en mi sector pero no es un factor determinante en éstos momentos)

 

 

 

 


 

La idea es que revises durante 3/4 días los pros y contras que encuentres,  así como los valores de peso subjetivo de cada argumento.

Al final sumas los valores de los Pros y los valores de los Contras para ver qué opción gana.  (En el ejemplo, si bien hay más contras que pros, ganarían los pros. Pues el peso subjetivo de los argumentos a favor es más alto.)


5. Ponte una fecha para tomar la decisión

Teniendo en cuenta los plazos que tengas para decidir, la dificultad de la decisión, etc. Ponte una fecha límite.  No te quedes en la “parálisis del análisis” analizando indefinidamente pros y contras. Es preciso movilizarte aunque no estés 100% convencido (es muy difícil que puedas estarlo), en la vida es necesario actuar para avanzar, tomar riesgos y comprometerte con una opción.

6. ¿y si me arrepiento?

Uno de los miedos que nos suele asaltar es el temor a equivocarnos ¿y si era mejor la otra opción? ¿y si lo otro me hubiese hecho más feliz? No podemos saberlo.  Confía en ti, pueden presentarse dificultades en el camino que elijas: confía que si se da el caso harás lo que esté en tu mano para resolverlo llegado el momento. Si te equivocas aprenderás algo, lo afrontarás. Acepta esta posibilidad de que puedan presentarse dificultades, que algo pueda salir mal o que puedes equivocarte.. no podemos estar nunca seguros de que las cosas vayan a salir bien: pero podemos confiar en que intentaremoshacerlo lo mejor posible.

Recuerda que no tiene por qué haber sólo una opción correcta.

Al decidir hemos de dejar las otras opciones atrás para poder avanzar:

Hemos de comprometernos con la decisión tomada plenamente, y vivir en la opción que hayamos elegido, sin mirar a atrás. Estar pensando en “qué hubiera pasado si…” no nos es útil, no nos deja estar en el presente.

No podemos tenerlo todo : al elegir un camino renunciamos a otros y los dejamos atrás, es verdad que podemos siempre reconducir nuestros caminos hacia otra dirección, pero no podemos vivir pensando en “qué hubiera pasado si..” no podemos saberlo.

Si surge algún inconveniente o dificultad en éste nuevo camino ya tomarás las medidas para solucionarlo cuando corresponda.


Espero que estos consejos os puedan ser útiles. ¿Conocéis algún otro método que os ayuda en la toma de decisiones? ¡compartidlo en los comentarios!

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Toma de decisiones: qué es, fases y partes del cerebro implicadas

por Oscar Castillero Mimenza

Veamos cuáles son las características de la toma de decisiones como fenómeno psicológico.

¿Qué quiero estudiar? ¿A qué quiero dedicarme? ¿Me caso o no me caso? ¿Quiero tener hijos? Todas y cada una de estas preguntas tienen algo en común: dar una respuesta implica una toma de decisiones respecto a algún tipo de situación o aspecto de nuestras vidas. En nuestro día a día tenemos que elegir, decidir y tomar decisiones de forma constante.

Y aunque puede ser algo relativamente automatizado en muchos casos, lo cierto es que tomar una decisión o determinación es un proceso muy complejo, dado que requiere una gran cantidad de esfuerzo y subprocesos tanto a nivel funcional como a nivel anatómico-cerebral. Además son muchos los factores que pueden influir en el momento de elegir, y diferentes las motivaciones que pueden alterar la decisión final.

A lo largo de este artículo vamos a hablar de lo que es la toma de decisiones, diferentes factores que la pueden afectar y los principales pasos que implica realizar una elección.

La toma de decisiones: un elemento fundamental en nuestra vida

Si bien todos nosotros realizamos constantemente elecciones y determinamos el curso de acción a seguir mediante nuestras propias tomas de decisiones, lo cierto es que no es tan habitual pararse a pensar sobre qué supone que tengamos esta capacidad, de dónde viene o incluso de qué estamos hablando.

Damos el nombre de toma de decisiones al conjunto de procesos a través del cual un sujeto toma la determinación de seleccionar una de las múltiples opciones posibles de entre las que se presentan, en base a una gran cantidad de factores que rodean a la situación personal del sujeto y de la situación o elemento respecto al que hay que elegir.

Dicho de otro modo, es el conjunto de actividades mentales que llevamos a cabo para emitir una respuesta en un contexto en el que tenemos que escoger entre varias alternativas.

Se trata de una de las llamadas funciones ejecutivas, las cuales se conceptualizan como el conjunto de capacidades y habilidades cognitivas a través de los cuales podemos ser capaces de resolver situaciones a las no que no estamos habituados, nos resultan novedosas y para las cuales no tenemos una estrategia o plan de acción previamente establecido.

Estas nos permiten adaptarnos al medio y sobrevivir al hacernos capaces de trabajar con el conjunto de informaciones y estimulaciones internas y externas que se encuentren disponibles, de tal manera que podemos regular nuestra actividad para llevar a cabo nuestros propósitos.

Generalmente este proceso se lleva a cabo con el fin de resolver algún tipo de problema. Se trata de un proceso que puede ser tanto consciente (especialmente si el problema en cuestión es relevante para nosotros) como semiinconsciente en los casos en que la decisión a tomar está automatizada.

Es importante tener en cuenta que al igual que el resto de funciones ejecutivas, la toma de decisiones no es un proceso que se dé alejado de otros procesos mentales de manera estanca, sino que depende de la existencia de otros procesos mentales que nos permitan captar, sintetizar y trabajar con la información.

Entre otras muchas funciones vinculadas, elegir implica mantener en la memoria las opciones disponibles, ser capaz de prestar atención a cada uno de ellos y calcular en base a experiencias y conocimientos previos posibles desenlaces de las diferentes elecciones. También implica la capacidad de percibir los estímulos ambientales y las propias sensaciones, pensamientos y creencias, así como la voluntad y motivación para planificar y llevar a cabo una acción.

Áreas del cerebro implicadas

El proceso de toma de decisiones, al igual que el resto de funciones ejecutivas, depende principalmente de nuestro lóbulo frontal y de sus conexiones con el resto del encéfalo.

Es en esta parte del neocórtex, especialmente en su parte ventromedial, donde se procesan y se realizan las operaciones mentales necesarias para hacer elecciones, elaborar predicciones y valorar los costes o beneficios de tomar una o otra opción.

Sin embargo, el proceso de toma de decisiones también depende a nivel cerebral de estructuras como la ínsula, la amígdala y los ganglios basales, así como el prefrontal dorsolateral.

Factores influyentes

A la hora de tomar decisiones, tal y como hemos comentado con anterioridad, se ven implicadas una gran cantidad de factores de diversa índole. Entre estos factores destaca la motivación del sujeto por resolver el problema o realizar una elección que tenga como fin un resultado deseable, es decir, el hecho de que tomar una decisión o no hacerlo nos resulte relevante o nos genere algún tipo de consecuencia agradable o desagradable.

La autoestima, la sensación de autoeficacia y el locus de control son también aspectos clave a la hora de tomar decisiones: tomaremos decisiones con más facilidad si creemos que nuestros actos van a tener una repercusión o van a influir en el desenlace de la situación, y se podrán llevar a cabo con más seguridad si nos creemos capaces de tomar decisiones y de llevar a cabo las acciones que se derivan de dicha toma.

Otro aspecto a valorar son las expectativas que tengamos respecto a la realidad o a las posibles consecuencias de nuestras elecciones. Además de esto, el cálculo de beneficios y costes de cada elección puede alterar el tipo de determinación que tomemos. Asimismo, también hay que valorar el efecto que tiene la no elección del resto de alternativas: escoger una implica que el resto, y sus posibles repercusiones, no ocurrirán.

Además, a nivel cognitivo hay que tener en cuenta la existencia de posibles sesgos , como la tendencia a interpretar la realidad en base a lo que el sujeto cree de antemano sin plantearse otras opciones, la creencia en que otras personas más expertas siempre van a tener la razón, la tendencia a modificar las decisiones en base a lo expresado por el grupo o la presencia de discordancias entre lo que se cree mejor y lo que se termina haciendo. Todo ello puede alterar la toma de decisiones.

También las emociones pueden jugar un importante papel. En este sentido hay que tener en cuenta también la valoración que se haga de los diferentes resultados posibles de nuestra actuación. Y no solo se han de valorar las emociones que eliciten las posibles opciones, sino el estado emocional del sujeto a la hora de tomar la decisión: una persona triste o deprimida realizará elecciones de manera diferente a lo que haría estando alegre y feliz.

Otra emoción que puede generar problemas es el miedo: puede generar una respuesta más apresurado o incluso la imposibilidad o dificultad de tomar decisiones, e igualmente pueden afectar el estrés o la ansiedad.

Algunas psicopatologías e incluso algunas enfermedades médicas o lesiones también pueden alterar la capacidad de raciocinio y de toma de decisiones, generalmente dificultando (sea porque hay enlentecimiento o aceleración del proceso, o porque se producen problemas a la hora de generar alternativas).

A un nivel más ambiental cabe destacar que también puede existir una gran influencia por parte del entorno. Los aprendizajes que hemos realizado a lo largo de la vida, las creencias e idiosincrasia de nuestra cultura, los modelos parentales que hemos tenido o el tipo de red social en la que nos movemos puede facilitar, dificultad o moderar la toma de decisiones hacia un tipo de actuación concreta.

Fases de la toma de decisiones

Tomar una decisión no es algo inmediato, sino que supone un conjunto de pasos o acciones mentales previas a la elección final.

En primer lugar, para tomar una decisión tenemos que tener claro qué situación nos lleva a tener que tomarla. Es decir, es necesario primero que se produzca y se reconozca como tal una situación o evento que nos lleve a plantearnos diferentes opciones a la hora de tomar una acción. Dicho de otro modo, hay que percibir el problema.

Una vez en dicha situación o en previsión de esta, el siguiente paso es definirla y determinar qué aspectos resultan relevantes de cara a poder generar alternativas que puedan dar respuesta a la situación, así como identificar en qué grado lo hacen.

Tras ello y en base a dichos criterios procederemos en la medida de lo posible a elaborar el máximo número de posibles soluciones o alternativas de actuación posibles. En este momento únicamente se generan alternativas, aunque por lo general también vamos descartando aquellas más extrañas e inviables mientras lo vamos haciendo.

De todas estas opciones nuestra mente nos lleva a valorar las que nos parecen más adecuadas y viables, intentando realizar una predicción de su utilidad y funcionalidad y cuáles serían los posibles resultados de las diferentes opciones. Se calculan riesgos y beneficios.

Tras ello, procedemos a escoger una, la cual posteriormente va a ser valorada en más profundidad antes de llevarse a cabo. Posteriormente, se toma la decisión en sí, algo que puede llevar a su puesta en marcha en la realidad (y a una posterior evaluación de los resultados y la comparación entre lo conseguido y lo esperado).

Referencias bibliográficas:

  • Naqvi, N.; Shiv, B.; Bechara, A. (2006). The role of emotion in decision making: a cognitive neuroscience perspective. Current Directions in Psychological Science. 15 (5): 260–264.
  • Verdejo-García, A. y Bechara, A. (2010). Neuropsicología de las funciones ejecutivas. Psicothema, 22 (2): 227-235.

Publicado en Psicología y Mente. Post original aquí.

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La pirámide de la confusión, 4 niveles avanzando hacia la claridad. ¿En qué nivel te encontrás?

por Martín Ayala

Hoy en día es común enfrentar una gran confusión. El mundo nos da muchas opciones para elegir pero muchas veces tomar una decisión no resulta para nada fácil, al punto que muchas personas caen en una gran confusión.

La confusión hace que derrochemos mucha energía en los conflictos mentales que podríamos utilizar constructivamente en el logro de nuestros objetivos. Nos puede hacer caer en la ambivalencia, que es la coexistencia de sentimientos opuestos hacia el mismo objetivo. ¿Lo hago o no lo hago? ¿Elijo A o B? Estas preguntas pueden causarnos muchos problemas ya que para el que no sabe donde va no hay caminos favorables.

Una de las razones más importantes por las cuales las personas no logran lo que quieren es que no saben lo que quieren.

¿Por que muchas personas están tan confundidas?

Creo que la confusión comienza cuando nos educan de chicos. Muchas veces quienes nos educan, sean nuestros padres, maestros, etc. nos dicen cosas como:

  • “¡No hagas eso!”
  • “Eso no es verdad”
  • “No podés tenerlo todo”
  • “¡Vos no querés eso!”
  • “Eso no te gusta”
  • “La vida es así”
  • “Eso no está bien”
  • “Eso es incorrecto”
  • “¡Dejá de hacer eso y hacé lo que te digo!”

De niños, las personas que nos criaron o educaron eran personas a quienes respetábamos y en quiénes confiábamos. Entonces tenía sentido creer lo que nos decían. En esta situación no resulta extraño que de a poco comenzamos a tomar estas voces como verdades absolutas aunque muchas de ellas no fueran verdad. A partir de ahí también podemos haberlas generalizado y seguirlas creyendo hoy en día aunque vayan en contra de lo que somos.

Esto puede generar una gran contradicción entre aquello que creímos algún día y lo que verdaderamente creemos. De ahí surge la confusión.

El objetivo de esta nota es ayudarte a salir de la pirámide de la confusión para que tengas absoluta claridad y que puedas usar toda tu energía en el logro de tus metas más ambiciosas.

Quiero presentarte un modelo que creé, al que llamo pirámide de la confusión, el cual consiste en cuatro niveles. En la cima de la pirámide se encuentra la claridad. Esto significa que, según este modelo, cuanto más arriba en la pirámide nos encontremos más cerca vamos a estar de salir de la confusión y tener un estado de claridad. Esta pirámide puede aplicarse a cualquier área de nuestra vida: trabajo, relaciones, dinero, etc.

Es posible tener más claridad en alguna área de nuestra vida y no tenerla en otra. Sin embargo, también es posible tener una gran confusión que afecte todas las áreas de nuestra vida. En ese caso puede tratarse de una confusión de identidad: no tener claro quienes somos, y por lo tanto nos resulta difícil tomar cualquier decisión en cualquier ámbito de nuestra vida.

Veamos uno por uno los niveles de esta pirámide y qué hacer en caso que nos encontremos en alguno de ellos.

Nivel 1 – Confusión con opciones

Al primer nivel le llamo confusión con opciones, porque si bien no sabemos del todo lo que queremos, tenemos un número de opciones entre las cuales elegir. Por ejemplo, puedo querer elegir una profesión y no estar seguro de a qué me quiero dedicar. Puedo tener una, dos, tres o cuatro opciones y me cuesta decidir entre ellas. Según la cantidad de opciones que tenga puedo estar en alguno de los siguientes sub niveles:

Nivel 1.1 – Indecisión simple: Tengo una sola opción pero no estoy del todo seguro de quererla. Por ejemplo, suponiendo que quiero elegir una profesión, me gusta la arquitectura pero no estoy seguro de querer ejercer esta profesión toda mi vida. En este caso es conveniente buscar más opciones a través del conocimiento, o buscar nuevas opciones a partir de la opción que tengo.

Por ejemplo, si me gusta la arquitectura puedo preguntarme: ¿qué me gusta específicamente de la arquitectura? Esta pregunta me lleva a identificar aspectos más específicos como para identificar una especialización que pueda apasionarme. Otra pregunta posible es: ¿qué otras áreas me gustan que están relacionadas con la arquitectura?

Una posible respuesta podría ser el urbanismo, y a partir de ahí encontrar una disciplina relacionada con la arquitectura que pueda interesarme. El objetivo de estas preguntas es ir a lo específico y a lo genérico para generar ideas.

Nivel 1.2 – Dilema: Cuando tenemos dos opciones frente a las cuales elegir estamos frente a un dilema. Si bien las posibilidades se amplían, todavía puede resultarnos difícil tomar una decisión. Podemos sentir que si elegimos una de las dos opciones podemos estar perdiendo al dejar la otra de lado, o al no estar seguros de qué decisión tomar podemos tener miedo a equivocarnos.

Según Robert Dilts, uno de los grandes contribuyentes a la disciplina de la PNL, el solo hecho de formular el problema como un dilema puede generarnos mucho desgaste.

Según este autor, en general no resulta favorable tomar una decisión hasta que tengamos al menos tres opciones. Entonces en caso de tener solamente dos alternativas podemos buscar nuevas alternativas hasta tener tres o más opciones.

Muchas veces los dilemas contienen opciones opuestas y no consideramos la combinación de ellas. Por ejemplo, una persona puede estar queriendo decidir entre mantener su trabajo full time en relación de dependencia o renunciar e iniciar un emprendimiento. Decidir entre estas dos opciones puede generar un dilema muy difícil de resolver.

El primer paso en la solución está en la formulación misma del problema, al ver las opciones como blanco y negro y no considerar las alternativas intermedias.

Una opción intermedia sería buscar un trabajo de menos horas para tener más tiempo para iniciar un emprendimiento. En este caso estaríamos combinando ambas opciones en una tercera opción más conveniente y más fácil de concretar en el corto plazo. Generar más opciones como en este ejemplo nos ayuda a pasar al nivel 1.3.

Nivel 1.3 – Tres o más opciones: En este sub nivel, nos va a ser más fácil tomar una decisión. Para poder hacerlo es importante que tengamos claro qué es importante para nosotros. Para eso es importante que tengamos claros nuestros valores principales en nuestra vida y que tomemos la decisión a partir de ahí.

Por ejemplo, si estamos considerando vivir en un país diferente por un tiempo, sería más coherente tomar esta decisión si diversidad, variedad, y crecimiento personal están en nuestra lista de valores más importantes. Si, por el contrario, estabilidad y seguridad son nuestros valores principales debemos considerarlos en la decisión, y validar si la decisión puede llevarme a una vida estable y segura.

Debemos considerar también la etapa de la vida en la que nos encontramos, cuáles son nuestros objetivos principales y el de las personas cercanas a nosotros.

En resumen, para ganar claridad a este nivel sugiero buscar la mayor cantidad de opciones posibles y a partir de ahí elegir la opción que más se corresponda con quienes somos y con qué es importante para nosotros y para nuestros seres queridos en la etapa de la vida en la que nos encontramos. Una vez que hayamos hecho este análisis podremos tomar una decisión y salir de la pirámide de la confusión.

Tengamos en cuenta que en ocasiones será necesario tomar una decisión para avanzar. Esto no significa que no podamos equivocarnos, pero en caso que lo hagamos podremos aprender la lección y volver atrás. Podrá resultar conveniente tomar un momento para pensar la decisión, pero esperar para siempre por miedo a equivocarnos no nos va a ayudar.

Por el contrario, la inacción por indecisión puede generar más problemas que tomar una decisión equivocada.

Eso ocurre porque si la decisión no es la correcta al menos nos sirvió para darnos cuenta de eso. Sin embargo, si no decidimos, en el fondo estamos tomando una decisión: la decisión de seguir confundidos lo cual a largo plazo puede ser muy contraproducente.

Tomar una decisión implica un riesgo e implica dejar cosas de lado.

Debemos tener el coraje que se requiere para asumir ese riesgo. Las personas que no tengan este coraje estarán atrapadas en este nivel.

Nivel 2 – Confusión sin opciones

En este nivel estamos confundidos pero, a diferencia del nivel anterior, no tenemos opciones para elegir. No sabemos qué queremos y no se nos ocurren ideas. Por lo tanto, este nivel es aún peor que el nivel 1, y el objetivo en este caso será generar ideas para ascender al primer nivel.

Este estado de confusión sin opciones puede surgir a partir de una crisis personal, una pérdida, el miedo al fracaso, etc.

También puede surgir a raíz de un fracaso real que nos hizo perder la fé en nosotros mismos y en algún proyecto en el que pusimos mucha energía. Es posible que este fracaso nos haya confundido tanto que no sepamos ni qué queremos. Este nivel 2 suele ser un estado difícil de transitar hasta que tomamos la decisión de salir de él.

En nuestra parte más profunda sabemos lo que queremos. El problema es que nos lo olvidamos, quizás como mecanismo de defensa. Es posible que nos encontremos en el primer nivel del espiral del miedo: el deseo inhibido, donde creemos que no podemos lograr lo que queremos y esto nos duele tanto que dejamos de desearlo.

Para volver a recordar lo que es verdaderamente importante para nosotros debemos hacernos preguntas abiertas que nos ayuden a clarificar lo que realmente queremos. Ejemplos de estas preguntas pueden ser:

  • ¿Qué sueño dejé de lado?
  • ¿Qué deseo no me permito expresar?
  • Si pudiera dejar de lado el miedo, ¿qué me gustaría lograr?

Debemos realizarnos estas preguntas repetidamente y en un estado de tranquilidad que permita que nuestra mente recuerde las respuestas. Las mismas siempre estuvieron pero no nos permitimos escucharlas. La respuesta a estas preguntas nos va a ayudar a generar opciones para pasar al nivel 1 de la pirámide.

Si estás en este nivel te sugiero escuchar mi audio llamado claridad y propósito donde formulo una serie de preguntas y reflexiones que te van a ayudar a generar ideas para encontrar aquello que te apasionan, y volver a conectar con tus deseos más auténticos. Podes descargar el audio aquí.

Nivel 3 – Ilusión de claridad

Nos encontramos en el nivel 3 cuando creemos que tomamos una decisión correcta pero en realidad no fue así, cuando elegimos algo que creemos que es un auténtico deseo pero en realidad no nos interesa realmente. Quizás lo elegimos por cumplir el deseo de otro, por seguir una definición de éxito que puede imponer la sociedad pero con la que realmente no coincidimos.

La gran pregunta es: ¿cómo podemos darnos cuenta de que estamos en este nivel?

Una manera de descubrirlo es usando nuestras emociones como termómetro: ¿qué tan felices nos encontramos haciendo lo que hacemos? ¿Lo hacemos porque nos gusta realmente o porque nos sentimos obligados a hacerlo?

Por ejemplo, alguien podría ser un ejecutivo exitoso dentro de los parámetros esperables de éxito pero no estar feliz porque dicha profesión le saca calidad de vida, la cual no está dispuesto a renunciar por tener un puesto de prestigio. En este caso quizás se siente culpable por no estar feliz con lo que logró y no sabe por qué se siente de esta manera.

No estoy hablando de una persona excesivamente inconformista, sino de alguien que apostó mucho por vivir una vida que le fue impuesta y por lo tanto no la eligió conscientemente. Tenía la ilusión de que lo estaba haciendo pero fue preso de los deseos de los demás, al punto que se convirtió en alguien que no quería.

Cuando tomamos consciencia de que estamos en el nivel 3 puede ocurrir un momento de crisis personal, a partir del cual pasamos al nivel 2 de la pirámide y esta transición nos genera una gran confusión que nos hace dudar de todo lo que queremos.

Esta confusión, aunque al principio no sea evidente, es un gran avance dado que ahora estamos abiertos a nuevas ideas.

Nivel 4 – Confusión de orden doble

El cuarto nivel es más confuso aún que el nivel 3, porque en el cuarto nivel estamos por tomar una decisión entre una, dos o más opciones, como si estuviéramos en el nivel 1 pero en realidad ninguna de estas opciones es un auténtico deseo. En esta situación en el mejor de los casos al decidir estaremos en el nivel 3 de la pirámide.

A veces, el solo hecho de formular una pregunta puede hacer que entremos en el nivel 4 de la pirámide. Quiero contarte un ejemplo personal. Cuando estaba por terminar mis estudios de Ingeniería mis familiares me preguntaron: ¿cuando te recibas en qué empresa vas a trabajar?  Parecía una pregunta legítima ya que era razonable buscar trabajo al terminar mis estudios. A partir de ahí decidí buscar empresas donde me gustaría trabajar.

Una vez que hice la lista la mantuve conmigo y cuando terminé mis estudios me propuse trabajar en una de esas empresas que más me interesaban. Al cabo de unos meses lo había logrado: estaba trabajando en una de las empresas que me había propuesto. Pasados unos meses me dí cuenta que no estaba feliz a pesar de estar trabajando en una de las empresas que había querido. ¿Qué me estaba pasando?

Varios años después logre descubrirlo: la pregunta que me habían hecho “¿en qué empresa vas a trabajar?” presuponía que iba a trabajar en una empresa, y hoy en día me doy cuenta que mi naturaleza es ser emprendedor y trabajar con mi propia empresa. Es posible que trabajar para otras empresas me haya servido mucho para darme cuenta de esto y por eso haya sido necesario. Sin embargo, esta pregunta me hizo decidir entre opciones que no me atraían, por lo cual me llevó al nivel 3 de la pirámide. Cuando me dí cuenta de eso pude pasar al nivel 2 y luego al 1 para encontrar la verdadera respuesta: ser emprendedor.

A modo de resumen, la acción que debas tomar dependerá del nivel en que te encuentres: si tenés opciones de qué te interesaría hacer es posible que estés en el nivel 1. En ese caso la sugerencia es generar la mayor cantidad de opciones (tres como mínimo) y decidir entre ellas. Si no tenés opciones es probable que estés en el nivel 2 en cuyo caso te recomiendo escuchar nuestro audio sobre claridad y propósito. Si estás haciendo algo que no te apasiona es posible que estés en el nivel 3, en cuyo caso, el solo hecho de tomar consciencia puede ayudarte a avanzar al nivel 2. Si estás en el nivel 4 quizás nunca lo sepas hasta tomar una decisión. En este caso la sugerencia también es decidir, para luego darte cuenta si realmente estás en un estado de claridad o se trata de la ilusión de claridad.

Ahora quiero contarte otro ejemplo personal y usarlo para ilustrar como transité los diferentes niveles en la elección de mi profesión.

Cuando estaba en la secundaria tenía dos carreras en mente que me interesaba seguir: Contador o Ingeniero dado que siempre me gustaron mucho las matemáticas. En este caso estaba en un dilema sin saberlo, y luego de pensarlo bastante decidí ser Ingeniero. En ese momento todo parecía indicar que había tomado la decisión acertada y había salido de la pirámide para estar en la claridad.

Luego de recibirme de Ingeniero y trabajar en dicha profesión me dí cuenta que ninguna de las dos carreras me apasionaba. Si bien tenían algo que ver con quién era, tenía otros deseos más profundos por los aspectos humanos, deseos que no se satisfacían ni en la profesión de Ingeniero ni en la de Contador. En ese momento me dí cuenta que no había salido de la pirámide de la confusión, sino que al tomar la decisión de estudiar Ingeniería había pasado del nivel 4 al 3.

El tomar consciencia de esto fue el comienzo de una crisis personal en la que no sabía a que quería dedicarme. Esta crisis hizo que pasara al nivel 2.

Luego de pasado el tiempo comencé a preguntarme qué me apasionaba realmente hasta que poco a poco me di cuenta que se trataba de los aspectos humanos, y que quería dedicarme a eso. Me costó mucho encontrar a qué hasta que decidí estudiar Recursos Humanos, y luego especializarme en capacitación, PNL y Coaching. Recién al tomar esta decisión pude decidir y salir de la pirámide.

La gran pregunta que me queda es si hoy en día realmente estoy en un estado de claridad, o estoy en otra ilusión de claridad y será cuestión de tiempo para que me de cuenta. Si bien esto es posible no me preocupa dado que creo que de eso se trata la vida: de avanzar cada vez más hacia lo que nos gusta, descubriendo cada vez un poco más de quienes somos y disfrutando del proceso. La recompensa no está al llegar al final sino en saber transitar el camino.

Me gustaría pedirte que hagas el siguiente ejercicio: qué te preguntes para cada área de tu vida: ¿en qué nivel de la pirámide estoy? ¿cómo puedo avanzar al siguiente nivel? Las preguntas presentadas previamente van a ayudarte a transitar el camino.

Saludos

Martín

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