La capacidad de meterse en piel ajena

Por Merce Roura @merceroura

La empatía no es sólo una forma de conectar con los demás sino que tiene grandes beneficios para uno mismo

La definición de empatía dice que es la capacidad de ponerse en lugar del otro. Se trata de entender sus emociones e imaginar qué necesitaríamos nosotros si estuviéramos en su misma situación. No tiene nada que ver con la simpatía, ni se trata de intentar convertirse en una especie de coach motivador para la otra persona… Es más el arte de escuchar y activar tu compasión.

A menudo, queremos ser empáticos pero no lo hacemos de la forma adecuada. Decidimos que la otra persona no tiene derecho a estar triste y nos limitamos a sermonearla para que cambie de estado de ánimo. Y eso, no sólo le genera más ansiedad sino que nos convierte justo en lo contrario de lo que deseamos porque en lugar de comprender lo que siente, parece que nos esforzamos en minimizarlo. Algo que debemos tener claro desde el principio es que no podemos imponernos ni decidir por los demás. La empatía debe estar exenta de juicio y no se basa en desear cambiar al otro sino en aceptarlo, comprenderlo y comunicar nuestro respaldo. De otra forma, sería como si nos consideráramos por encima de los demás y quisiéramos ir dando lecciones.

Hay personas que nacen con esa capacidad para entender a los demás de forma innata. Sin embargo, la empatía se puede aprender y ejercitar. No sólo es muy necesaria para mejorar nuestras habilidades sociales, sino que es muy útil en nuestra vida personal y profesional.

Las empresas cada vez demandan más personas empáticas.

Estamos ante un cambio de paradigma en el que se valora el talento y la capacidad para comunicarlo, pero nada de eso sirve si no somos capaces de crear alianzas y trabajar en equipo. La era de la competencia está desembocando en un cambio de actitud que nos lleva a la cooperación. Las personas y las empresas que compartan conocimiento, talento y estrategia serán más sólidas.

Si las empresas son cada vez más humanas, las personas deben mostrar esa humanidad sin miedo… Ser empático no te hace débil, te hace fuerte y sólido, te hace coherente y potencia tu Marca Personal. Te convierte en alguien que usa su inteligencia emocional y genera confianza.

La empatía es una garantía de valor añadido, una actitud necesaria para conectar con otros profesionales y no quedarse aislado en un mercado global que crece cada día.

Se habla mucho de empatía como si fuera una careta que ponernos para salir a la calle y fingir que todo el mundo nos gusta. Y nada más lejos de la realidad. La empatía es una forma de ver la vida y de compartirla.

Seguramente, te estás preguntando cómo ejercitar tu empatía. Como cualquier otra habilidad social, tiene que ver y mucho con nuestra capacidad para comunicar quiénes somos. De poco sirve esforzarse en entender a los demás si no somos capaces de expresar esa inquietud.

¿Cómo se comunica una persona empática?

Hemos tratado otras veces sobre la necesidad de practicar la escucha activa. Vivimos muy deprisa y escuchamos muy poco. Estamos acostumbrados a prestar poca atención a lo que nos dicen los demás y cuando nos hablan, a menudo, estamos pendientes de nuestro diálogo interno. No nos damos cuenta pero cuando alguien nos cuenta algo y nosotros estamos pensando qué vamos a contestar, se nota. El lenguaje no verbal es un rico código con el que nos comunicamos desde siempre, antes de la palabra, y lo llevamos muy incorporado. Cuando escuchamos “sin escuchar” nuestra cara deja muy claro al interlocutor que no nos interesa. Y eso hace que la otra persona no se sienta cómoda y corta el flujo de comunicación que tanto nos interesa mantener.

Las personas empáticas escuchan. Y la mejor arma que tenemos para escuchar son nuestros ojos. Escuchamos con los ojos, mirando a la persona que nos está intentando comunicar algo. Con la mirada le decimos, adelante, me interesa, me importa, estoy contigo…

Cuando nos relacionamos con los demás, nuestro cuerpo habla. La posición de nuestros pies, si se inclinan en posición contraria a esa persona y parece que están intentando huir… La posición de nuestros brazos y nuestras manos, si están abiertas o cerradas, nuestros pequeños gestos y el movimiento de la cabeza. Se trata de asentir, aunque podemos no estar de acuerdo, asentir es decirle “te entiendo, sé a qué te refieres” para que la otra persona sepa que le seguimos y no nos hemos perdido, que estamos presentes y no estamos repasando la lista de la compra mientras nos cuenta lo que a ella le preocupa o interesa.

Cuando hablas con alguien ¿serías capaz de repetir después algunas de sus frases? ¿podrías hacer luego un breve resumen y destacar los puntos más importantes?

Si la respuesta es no, es que aún no sabes escuchar, pero tranquilo, a escuchar se aprende.

La idea de la escucha activa que es una de las capacidades que desarrollan las personas empáticas es conseguir que se pare el mundo mientras escuchamos.

Ser capaces de no interrumpir y de vez en cuando hacer alguna pregunta que no corte el ritmo de la conversación pero que nos ayude a aclarar alguna idea y permita mostrar interés.

Las fases de la empatía

Así como hay personas a las que les cuesta escuchar y ponerse en piel ajena, otras sin embargo, por su sensibilidad, se meten tanto en este papel que acaban sufriendo.

En este caso, el rol establecido también es erróneo. Si no somos capaces de separar nuestras emociones de las emociones de los demás, no les podremos ser útiles a ellos ni a nosotros. No podemos llevarnos los problemas ajenos a casa y si lo hacemos, en caso de que nos pidan ayuda, no tendremos la distancia emocional necesaria para poder darles una visión neutral.

En la empatía hay tres fases. La primera es la identificación con esa persona y con su estado de ánimo y emociones. La segunda es la de la incorporación o repercusión en la que esa persona se suelta y nos cuenta lo que siente y cómo le afecta contarlo. La tercera fase es la de separación, en ella debemos desimplicarnos totalmente y dejar a un lado nuestras emociones para usar la razón sin dejar de tenerlas en cuenta.

Esta última fase es imprescindible.

La capacidad empática de las personas se usa desde siempre en el mundo da la publicidad y las ventas.

La venta emocional implica un conocimiento exhaustivo de qué siente el comprador para que el vendedor ofrezca aquello que necesita y motive la compra.

Sin embargo, la empatía es una herramienta útil en cualquier situación. En una entrevista de trabajo, en una situación de estrés laboral, en la gestión de equipos y sobre todo para conseguir un liderazgo sólido.

Si llevamos nuestra capacidad empática al extremo y nos ejercitamos suficiente podemos llegar a procesos de rapport en el cual se genera un clima de confianza entre dos personas. Es cuando se activan las llamadas “neuronas espejo” que nos permiten identificarnos con el otro y llegar a copiar sus gestos, su lenguaje corporal e incluso sincronizar nuestro corazón con el suyo y con el ritmo de su respiración…

Las personas se sienten cómodas con lo conocido y lo cercano. A menudo, amamos lo que se nos parece. Si te conviertes en alguien cercano, se sentirán cómodas contigo. Y eso es una gran fuente de aprendizaje para ellos y para ti porque nos permite sellar alianzas y conectar. Todas la personas con las que nos cruzamos pueden enseñarnos algo. Estar abiertos a esa posibilidad, nos acerca a nuevas oportunidades.

Si quieres mejorar tus relaciones y habilidades sociales es básico empezar desde ahora a practicar tu empatía y capacidad de comprender a los demás y ponerte en su lugar.

Las personas carismáticas y seductoras, los grandes líderes que reconocemos como dignos de confianza son los que a menudo saben escuchar a los demás y ponerse a su altura.

Publicado en Linkedin / Pulse. Post original aquí.

Si te ha interesado este post, no olvides dejarnos tus comentarios. También apreciamos que los compartas con tus amigos y contactos en las redes sociales. Muchas gracias.

Share

Del egoísmo empresarial al altruismo profesional

por 

Me he dado cuenta de que la mayoría de la gente está demasiado preocupada con su propia vida para dedicar a los demás el menor pensamiento.

Douglas Coupland, escritor canadiense

En un mundo global y conectado, en dónde la cooperación, colaboración, trabajo en equipo, flexibilidad e inmensos recursos al alcance de la mayoría de nosotros, actitudes y comportamientos egoístas no tienen cabida. Debemos ser duros y tajantes ante estas formas de proceder y no tolerarlas ni permitirlas.

En el ámbito profesional puede dañar por completo nuestra reputación y marca personal. ¿Te has encontrado egoístas en tu trabajo? ¿Qué has pensado de ellos? Nada bueno, ¿verdad?. Nadie quiere trabajar con personas poco colaboradoras y que sólo buscan el bienestar e interés propio.

¿Y qué decir de las organizaciones egoístas?

Las organizaciones que quieran sobrevivir y nutrirse de nuevo talento deberán cambiar su forma de enfocar las relaciones y no promover comportamientos egoístas. La transparencia en la comunicación, el compartir información, el apoyo mutuo y el interés común deberían ser las «joyas de la corona» de cualquier organización moderna.

Cada vez más, los profesionales valoran otro tipo de «beneficios» cuando trabajan. No están dispuestos a tolerar una organización que actúa en contra de sus valores y creencias. Estos nuevos profesionales y los profesionales «reinventados» son embajadores de la colaboración, la cooperación, la flexibilidad, la digitalización y la conectividad. Buscan entornos que les ayuden a crecer como profesionales pero igual o más como personas.

Si no encuentran lo que desean no dudarán en marcharse y buscarlo en otra organización. La gestión del talento está unida a una gestión estricta del egoísmo empresarial y profesional. Son polos opuestos de un mismo eje de crecimiento.

Aunque todos sabemos que una de las principales razones por la que trabajamos es ganar dinero, existe algo mucho más importante y es el valor que le damos al trabajo.

Cuando todavía creíamos que un trabajo era para toda la vida, existía una clara distinción entre la vida personal y profesional. Se iba a trabajar dentro de un horario y al salir, por norma general, no se volvía a pensar hasta el día siguiente. Hoy todo esto ha cambiado, hace ya un tiempo que ha cambiado la verdad.

El cerebro es un órgano maravilloso. Comienza a trabajar nada más levantarnos y no deja de funcionar hasta entrar en la oficina.

Robert Frost, escritor estadounidense

Las nuevos perfiles profesionales o knowmads no creen tanto en estas distinciones. Ellos quieren trabajar y divertirse a la vez, disfrutar con lo que hacen en cualquier momento y en cualquier lugar (las nuevas tecnologías y sus competencias digitales nativas lo hacen posible y relativamente sencillo). Están en constante proceso de cambio. Sus valores se han vuelto humanistas y a pesar de la tecnología (o gracias a) más cercanos los unos de los otros y más colaborativos. Atrás quedaron las actitudes «tayloristas» de empresas y profesionales pasados de moda cuyo futuro está en entredicho.

Les toca hacer un tremendo esfuerzo por comprender la nueva realidad o sucumbir ante ella.

Luego estamos los «análogo-digitales» que intentamos adaptarnos a esta nueva realidad, que intentamos comprender y a veces incluso entender que la constante adaptación a los cambios es la clave del éxito y la única manera de no vernos engullidos y arrastrados al «limbo profesional». Sólo los que hayan entendido que las profesiones como las veníamos conociendo hasta ahora están en proceso de desaparición. Sólo unas pocas quedarán, otras irán en constante evolución y otras, las más, serán las que están por «venir e inventar».

Por todo ello, el altruismo profesional será la base de toda relación profesional. Las profesiones, los trabajos, o los proyectos (estoy convencido que parte del futuro es el trabajo por proyectos) estarán conectados, unos a expensas de otros, serán colaborativos, basados en el conocimiento  y de una generosidad que no ha conocido precedentes.

>>>Me gustaría finalizar con este vídeo de *TED.com. Es un must see.

Sinopsis: ¿Y si el empleo no controlara tu vida? El CEO brasileño Ricardo Semler practica una forma radical de democracia corporativa, repiensa todo, desde las reuniones de directorio hasta la forma en que los trabajadores informan sus vacaciones (no tienen que hacerlo). Es una visión que premia la sabiduría de los trabajadores, favorece la conciliación de vida y trabajo y lleva a una profunda comprensión de qué se trata el trabajo y la vida. Pregunta extra: ¿Y si las escuelas fueran así también?

Haz clic aquí para ver el vídeo

Foto:Pixabay

*El enlace incluido en esta página es propiedad de TED.COM y se aplica su licencia creative commons. Todos los derechos reservados para los propietarios originales (TED Conferences LLC)

Publicado en el Blog de Marc Vigilante. Post original aquí.

Si te ha interesado este post, no olvides dejarnos tus comentarios. También apreciamos que los compartas con tus amigos y contactos en las redes sociales. Muchas gracias.

Share

21 recomendaciones sintéticas para emprendedores

Por: Eduardo Kastika – @EduardoKastika

1. Posiciónese: lidere algo. Es decir, sea el mejor en algo, para alguien o en algún lugar.

2. Sea Solvente: no pierda la continuidad. Sostenga la calidad a lo largo del tiempo.

3. Cree un Micromundo: arme un “surtido” propio de productos o servicios alrededor de su idea.

4. No negocie su Esencia: haga lo que mejor sabe hacer y hágalo bien.

5. Lo que haga, hágalo con todo.

6. Piense lateralmente: mire su negocios desde distintos ángulos.

7. Cuente una buena historia.

8. No venda productos, no venda servicios. Venda experiencias.

9. Simplifique: pocos elementos y pocas reglas. No le complique la vida al cliente.

10. Busque otros circuitos: siempre hay otros lugares en donde vender sus productos o sus servicios.

11. Arme un buen ecosistema: piense en sus interlocutores claves (desde proveedores hasta grandes clientes) como si fueran socios.

12. Signifique algo: conéctese con sus clientes a través de valores compartidos.

13. Cambie la escala: innovar no siempre es innovar, muchas veces se trata de modificar la relación que existe entre distintos elementos de su negocio.

14. No pierda su autenticidad: Entre un negocio imperfecto pero auténtico y otro perfecto pero pretencioso, el cliente elegirá al auténtico.

15. Ponga un límite a las opciones que ofrece: al cliente, lo ilimitado lo aturde.

16. Proponga interacciones: no sólo debemos proponer experiencias. También debemos proponer experiencias en donde los clientes interactúen.

17. El “cómo” lo hace y “cómo” lo vende es tan importante como el “qué”.

18. Resuélvale al cliente lo que Usted sabe resolver. Pero agréguele emoción, diseño, calidad sorprendente y vínculo a largo plazo.

19. Busque la elegancia: algo inusualmente simple y, al mismo tiempo, sorprendentemente impactante.

20. Juegue con el “suspenso” de cara al cliente. La provocación, bien entendida, es más atractiva que la complacencia.

21. Póngale una “firma” a su negocio. Una firma que se sustentará en su trayectoria.

Publicado en Kastika, Micro-Blog. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Seis formas de sentirnos creativos en el trabajo

Cuatro estímulos que determinan nuestra creatividad

Si te ha interesado este post, no olvides dejarnos tus comentarios. Tambien apreciamos que los compartas con tus amigos y contactos en las redes sociales. Muchas gracias.

Share