​La teoría del aprendizaje de Robert Gagné

por Oscar Castillero Mimenza

¿Cómo conceptualizaba las etapas del aprendizaje este psicólogo estadounidense?

Aprender es el proceso básico por el cual adquirimos información del mundo exterior o interior para posteriormente trabajar con ella. El resultado de este proceso es el conocimiento, el cual permite realizar una amplia variedad de conductas, predicciones e incluso adquirir asimismo nuevos conocimientos y esquemas cognitivos.

El aprendizaje es pues un fenómeno fundamental que nos permite la supervivencia y la adaptación al medio, siendo estudiado por muy diversas disciplinas y corrientes teóricas. Una de las múltiples teorías que han surgido respecto al proceso de aprendizaje es la teoría del aprendizaje de Robert Gagné. Y es que Jean Piaget no fue el único en hablar sobre el aprendizaje en clave psicológica.

El aprendizaje para Robert Gagné

Como hemos dicho hay maneras muy diferentes de entender lo que es el aprendizaje.

En el caso de la teoría del aprendizaje de Robert Gagné se considera como tal el resultado de la interrelación entre persona y ambiente, siendo un cambio de tipo comportamental, conductual e incluso de disposición o actitud respecto a una parte o la totalidad de la realidad.

Dicho cambio es mantenido en el tiempo como consecuencia de la interacción entre persona y ambiente, no siendo debido únicamente a cambios madurativos sino a la vivencia de experiencias y repetición de éstas.

Para Gagné, la información llega al sistema nervioso a través de los receptores sensoriales, para posteriormente procesarse y almacenarse en la memoria hasta que sea necesaria su recuperación. Si dicha información se corresponde con alguna previa puede pasar fácilmente a almacenarse, pero en caso contrario será necesaria la práctica y repetición del aprendizaje.

Las emociones intensas y las motivaciones facilitan (o dificultan. según el caso) dicho almacenamiento y posterior recuperación.

El papel de la motivación en el aprendizaje

A la hora de recuperar la información, debe suceder alguna situación o estímulo que exija utilizar el aprendizaje almacenado, el cual ante dicho estímulo pasa a un hipotético generador de respuestas interno. Tras su paso por este generador se produce la conducta, teniendo en cuenta a la hora de escoger cual aplicar el nivel de control y las expectativas propias y ajenas respecto a la conducta y la meta u objetivo a cumplir con ella.

Así, la motivación actúa como motor del aprendizaje y, a la vez hace que se creen más situaciones para poner en práctica lo aprendido, ya que crea más oportunidades en las que se detecta una situación en la que las nuevas habilidades adquiridas pueden ser útiles.

Para aprender es imprescindible que exista motivación, sea del tipo que sea, con el fin de que la información sea atendida y procesado. En caso contrario no se registraría la información ni se generaría conocimiento. Pero ¿qué aprendemos exactamente?

¿Qué aprendemos?

No siempre aprendemos el mismo tipo de cosas. De hecho existe una amplia variedad de estímulos, situaciones, habilidades y procedimientos de diferentes tipos que podemos llegar a adquirir a lo largo de la vida.

Para Gagné, la amplia variedad de posibles aprendizajes se pueden agrupar en ocho diferentes tipos de aprendizajes: el aprendizaje de reacción a señales o reflejos, el aprendizaje condicionado estímulo-respuesta, el encadenamiento de secuencias de acción motoras, la asociación verbal, la discriminación, el aprendizaje y comprensión de conceptos, el de principios con los que estructurar las valoraciones hechas por el sujeto y el de resolución de problemas.

Los productos de dichos aprendizajes, asimismo, también son clasificados en cinco categorías principales.

1. Habilidades motoras

La destreza motora es fundamental a la hora de poder actuar.

Se precisa un entrenamiento para conseguir que el movimiento sea automatizado y pueda realizarse con precisión, especialmente en el caso de conductas que exijan el seguimiento de una secuencia de acciones.

2. Información verbal

Este tipo de capacidad o aprendizaje es el que se refiere al proceso de transmisión de información y a la retención de datos concretos como nombres o recuerdos.

3. Habilidades intelectuales

Se trata de las capacidades que permiten captar, interpretar y utilizar elementos cognitivos con el fin de interpretar la realidad, incluyendo la capacidad de simbolización. Este tipo de habilidades son de gran utilidad para discriminar estímulos y asociar simbología y realidad.

4. Destrezas y estrategias cognoscitivas

Este tipo de habilidades se refieren a los procesos cognitivos que utilizamos para captar, analizar, trabajar y recuperar la información. Asimismo está vinculado con la elección de conductas adaptativas al entorno y sus demandas concretas. Atención, estilo de respuesta o planificación son varios ejemplos de este tipo de habilidades, y según la teoría de Gagné trabajan a la vez.

5. Actitudes

Se consideran actitudes a los estados internos que influyen a la hora de elegir las conductas y comportamientos hacia situaciones, personas u objetos concretos. Son, en definitiva, predisposiciones que nos inclinan más hacia una opción o hacia otra y que moldean nuestra manera de comportarnos.

Aprender puede provocar que las actitudes personales cambien, pero dicho cambio es gradual y progresivo, siendo el aprendizaje complejo y necesitando ser reforzado para que exista un cambio real y permanente.

Etapas del aprendizaje

Independientemente del tipo de conocimiento, habilidad o disposición que se adquiera, la teoría del aprendizaje de Gagné considera el aprendizaje como un proceso el cual puede dividirse en diferentes etapas antes de la adquisición del conocimiento. Dichas etapas o fases son las siguientes.

Primera fase: Motivación

La primera fase en el proceso de aprender es la fase de motivación. En esta fase básicamente se establece un objetivo, orientando la atención hacia él. De este modo sabemos hacia qué debemos dirigir nuestras acciones.

Segunda fase: Aprehensión

En esta segunda fase se utilizan procesos de atención y percepción selectiva cuando un cambio en algún estímulo atrae la atención y nos hace focalizarnos física y cognitivamente en él.

Tercera fase: Adquisición

Si bien las fases anteriores se basan principalmente en la fijación de la atención y la intención de atender, durante la tercera fase se produce la adquisición y codificación de la información. recopilando los estímulos y trabajando con ellos. Esta tercera fase es la principal en el proceso de aprendizaje dado que es el momento en que se adquiere el conocimiento.

Cuarta fase: Retención

Tras la adquisición de la información se procede a almacenarlo en la memoria, teniendo que vigilar la posible interferencia con otros conocimientos siendo favorecida dicha retención por estos.

Quinta fase: Recuperación

Una vez retenida la información el aprendizaje permanece en la memoria hasta que algún tipo de estímulo desencadena la necesidad de recuperarla. En esta situación nace el recuerdo de la información almacenada tras un procesamiento de las necesidades que surgen del estímulo o demanda.

Sexta fase: Generalización

Una parte muy importante del aprendizaje es la capacidad para generalizar la información. En esta fase del proceso de aprendizaje se construye una asociación entre el conocimiento adquirido y recuperado y las diferentes situaciones en las cuales podría demandarse dicho conocimiento.

Esta generalización permite establecer conductas adaptativas ante estímulos novedosos de los que no tenemos información. Puede ser entendida como una de las principales metas del proceso de aprendizaje, ya que es aquí donde se nota la utilidad de lo aprendido al llevarlo más allá del contexto inicial.

Séptima fase: Desempeño

La séptima fase del proceso de aprendizaje es la de desempeño. En esta fase el individuo transforma el conocimiento aprendido en acción, realizando una conducta en respuesta a la estimulación externa o interna.

Octava fase: Retroalimentación

La comparación entre los resultados de la actuación derivada del uso del aprendizaje y las expectativas que se tuvieran respecto a dichos resultados son la última fase del proceso. Si los resultados son los esperables o mejores, se fortalecerá el aprendizaje, mientras que en caso contrario se intentará modificar o se descartará en esa situación en favor de otras alternativas.

Referencias bibliográficas:

  • Gagné, R. (1970). Las condiciones del aprendizaje. Aguilar. Madrid.
  • Meza, A. (1979). Psicología del aprendizaje cognoscitivo. Hallazgos empíricos en los enfoques de Piaget y Gagné. Lima: NUCICC.

Publicado en Psicología y Mente. Post original aquí.

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Aprender a aprender

Aprender a aprender significa que hay que mejorar nuestras aptitudes para conocer más y poder desempeñarnos profesionalmente mejor.

Un camino muy importante para lograrlo es estar bien informado, que no es tener o poseer muchos datos, ni saber dónde está la información.

Es mucho más: de los datos hay que pasar a su integración significativa, -información propiamente hablando−, para llegar a convertir la información en conocimiento (asimilación personal de la información) y traducirlo en una transformación de la conducta y en la práctica productiva permanente. Hay que saber, saber-hacer y hacer.

Las tecnologías que ofrece el mundo de hoy abren un inmenso espacio para el acceso al conocimiento. Por ejemplo, solamente con una conexión a la red mundial de Internet, cualquier persona puede obtener prácticamente todo tipo de información y convertirlo en conocimiento propio.

La información, ligada al uso del computador personal como herramienta de trabajo, dentro de la vida profesional, resulta de gran utilidad para ponerse al día. Siempre que genere en nosotros procesos de conocimiento, a nivel elemental o a nivel de un estudio más estructurado, científico (objetivo, racional, metódico y sistemático).

Para no quedarse rezagado

Estamos ya en plena era de la información y del conocimiento. En ella lo verdaderamente valioso es la persona formada, que es aquella que integra el conocimiento a la vida, no como un acervo teórico, sino como una disciplina de trabajo.

Así se adquiere las competencias. Esta requiere la integración de conocimientos, habilidades, actitudes y valores con miras a la acción productiva. Todo ello realizado con orden, con un gran sentido de aprovechamiento del tiempo y con un ánimo firme de no rezagarse ni abandonarse a su pasado, a experiencias personales que probablemente ya no tienen validez.

La información es capital para estructurar redes de trabajo. Hoy en día eso se traduce en bases de datos, a las cuales se tiene un acceso discriminado según el tipo de información que se maneje. Si no se comparte la información, no es posible hacer efectiva la participación, y mucho menos la delegación de funciones en otros, ni el empowerment (empoderamiento).

Hay que compartir la información y los conocimientos si se quiere estructurar equipos inteligentes de trabajo, capaces de adelantar sus cometidos hasta el final. Ellos mismos generan información y conocimiento útil. Por eso, el poder hoy lo tiene el que sabe lo que tiene que hacer con el conocimiento, expande las capacidades de las personas, les plantea retos constantes y les ofrece nuevas formas de resolver los problemas.

Apenas estamos viendo los primeros pasos de una revolución que cambiará fundamentalmente el mundo. Surgen por doquier comunidades de aprendizaje que ayudan a mantener viva la preocupación por actualizarse, compartir nuevos conocimientos y experiencias y saber cómo operan los demás.

El aprendizaje es fuente permanente de crecimiento del individuo y de la organización, en la medida en que permite permanentemente verificar y validar los conocimientos, enriquecerlos y generar nuevos conocimientos. Aprender implica la reflexión constante y la repercusión de ella fuera del sujeto, quien hace como de fuente instauradora de energía convertida por él en conocimiento dirigido a la práctica.

Aprender a aprender podríamos decir que define lo que deben ser las organizaciones en el futuro: comunidades de aprendizaje, donde todos aprenden y todos enseñan. Es decir, organizaciones inteligentes (learning organizations), donde tiene un claro predominio el capital intelectual.

Por lo tanto se trata de una actitud básica y permanente: una verdadera educación no sólo entrenamiento en la era del conocimiento ha de ser el aprendizaje durante todo la vida (long life learning). Actitud que comienza en cada persona independientemente de si estudia o trabaja.

Protagonista: el capital intelectual

Gunter Pauli (Avances) habla de tres tipos de tecnologías: de producto, de proceso y de la organización. La primera se refiere a la fórmula o ingredientes que contiene un producto. La segunda a la manera de prepararlo, al cómo. Y la tercera a aquello que está en el producto pero no se ve y que equivale al capital estructural, fruto del capital humano, de su aprendizaje.

El protagonista social por excelencia en la era del conocimiento es la inteligencia, no la información. No basta poseer información, hay qué saber hacer con ella. El potencial del talento humano y su crecimiento interno es lo que da lugar a las comunidades de aprendizaje y de práctica, dinámicas, flexibles, competitivas, en constante evolución y adaptación a las necesidades del mercado y del entorno económico, social y político.

Por eso ha tomado fuerza hablar del capital intelectual (el acervo intelectual acumulado −conocimiento, propiedad intelectual, información, experiencia− en las personas y en la organización), es decir, el conocimiento que posee su fuerza de trabajo, o. Algo así como un poder cerebral colectivo, la riqueza producto del conocimiento o los activos intelectuales.

El capital intelectual es capital humano (el conocimiento que tienen las personas) y capital estructural (lo que queda en la organización). Si yo parto de la idea de que no lo sé todo, o que no se suficientemente para alcanzar metas más altas, me dispongo a aprender más y a trabajar aprovechando la inteligencia, experiencia y saber acumulado de los demás.

Por eso van tan unidos el desarrollo del capital intelectual y los equipos inteligentes de trabajo. El capital intelectual es un activo variable, para compartir. Nadie aprende solo, ni se realiza solo, ni trabaja solo. La comunidad de aprendizaje garantiza la sinergia de muchas inteligencias en pos del mismo objetivo, a una tarea auto-gestionada y auto-controlada.

Todos en ella tienen que ejercer activamente su inteligencia, sus conocimientos, su experiencia, es decir, innovar y buscar mejorar procesos y resultados, apoyados también en la inteligencia y memoria personal o corporativa.

En el capital intelectual estructural, es decir, en la tecnología de la organización, radica la ventaja competitiva de una organización hoy, porque en la economía el acceso a tecnologías de proceso y de producto es tan fácil que se puede comprar, mientras que el acceso a la tecnología organizacional no es posible comprarlo, hay que crearlo y desarrollarlo.

Un cambio de fondo

No se trata de creer ciegamente en la tecnología ni en la necesidad de cambiar por cambiar, porque sea una moda. Es que la configuración de las empresas y sus retos en la economía en la sociedad han cambiado profundamente. Y si no se adaptan a las nuevas situaciones que les plantean los mercados y la competitividad, serán desplazadas por otras de dentro o de fuera.

No se trata del aprendizaje en cuanto a ver qué metodología se aplica para hacer más efectiva la enseñanza del conocimiento o para ver cómo se logra una capacitación eficaz. Es algo totalmente diferente, un cambio de enfoque donde las nuevas tecnologías y metodologías tienen sin duda una cabida importante pero donde el centro de todo es la actitud de estar aprendiendo permanentemente, partiendo siempre de personas preparadas, humanamente capaces de superación y de mejoramiento permanente. Que también aprenden de sus errores (Si haces a un lado los errores, dejas por fuera la verdad, Tagore)

Es ante todo un cambio de enfoque y de mentalidad. Antes unos aprendían y otros enseñaban: el jefe a su colaborador, el maestro a su alumno, el padre a su hijo. Ahora, todo el mundo enseña y todo el mundo aprende, no en forma desordenada. Hay cauces de aprendizaje pero yo no soy sólo receptor. Mi aprendizaje se involucra en un proceso total en el que yo, además de ser parte activa, contribuyo al aprendizaje de los demás y ellos hacen lo mismo respecto a mí.

En una época de cambio radical el futuro pertenece a los que siguen aprendiendo. Los que ya aprendieron se encuentran preparados para vivir en un mundo que ya no existe.

Eric Hoffer

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Inteligencia Actitudinal

por Pedro Goni Sanz

 Actitud.

                Se define Actitud como la predisposición  aprendida a responder de un modo consistente (positiva o negativamente) ante un objeto social, puede ser una idea, una persona o cualquier producto de la actividad humana. Por ejemplo: la actitud es el optimismo, o el pesimismo, y el objeto que la desencadena son las expectativas ante el futuro. No olvidar que entre uno y otro (optimismo y pesimismo) hay todo un continuo, toda una escala de grises.

La actitud tiene tres componentes:

                –Pensamientos, o cogniciones. Se trata de todos los pensamientos  y creencias asociadas a determinada actitud.

                –Componente emocional. La emoción desencadenada por el objeto social, puede ser a favor o en contra y variar en intensidad, más fuerte o más débil.

                –Conducta. Es la variable observable de la actitud, es decir, como actúa la persona ante el objeto. La conducta está mediatizada por la situación, muchas veces la presión social nos impide o facilita la expresión conductual de nuestras actitudes. Imaginemos estar en una playa nudista o al contrario.

                Señalar, que las actitudes tienen una parte consciente y una parte inconsciente, que algunas son totalmente conscientes y otras inconscientes en su totalidad: Producto de la automatización de procesos de aprendizaje y de la interiorización, de creencias y valores culturalmente extendidas que aprendemos sin darnos cuenta.

                Un buen ejemplo, es la actitud pesimista ante el futuro económico y laboral que se ha extendido por toda Europa, de repente, nos encontramos comprando inconscientemente, marcas blancas, pese a que nuestra economía particular no ha sido perjudicada, fruto de esta actitud, la cual, se nos ha contagiado. Es una actitud relativamente nueva a nivel social, hace seis años no existía, y el futuro era maravilloso.

                Como vemos las actitudes son modificables, unas más fáciles que otras, dependen del entorno y del punto de vista del observador, de cómo percibimos la realidad.  Las actitudes se aprenden, y por tanto se enseñan y lo más importante hay actitudes inteligentes y actitudes estúpidas, ¿Qué criterios utilizamos para categorizarlas?

                Nos remitimos a nuestra definición de inteligenciaLa capacidad para adaptarnos al medio y crear información e inventar y elegir nuestros objetivos. Por lo tanto una actitud inteligente será aquella que nos ayude a conseguir estos fines.

                La inteligencia actitudinal es la capacidad para elegir las actitudes adecuadas para:

-La resolución de problemas que nos podamos encontrar en nuestro entorno. Es la definición clásica de inteligencia como herramienta de adaptación al entorno.

                Ejemplo: Actitud empática, comprensión de la realidad de los demás para ayudarOrientación al cliente.

Creación de sistemas de interpretación de la realidad con el objeto de manipularla. Lo que implica la creación de nuevos problemas a resolver.

                Ejemplo: Orientación al aprendizaje, buscar activamente el aprendizaje en todo momento y en todo lugarPensamiento crítico.

-Creación de nuestros fines, tanto a corto como largo plazo, como persona y como sociedad.

                Ejemplo: Orientación hacia la creatividad, y la flexibilidad de pensamiento.

-Elección de los objetivos.

                Ejemplo: Práctica del feedback, retroalimentación, evaluación continua de los objetivos y del proceso para conseguirlos. 

-Consecución de los mismos.

                Ejemplo: Creer en la voluntad, en la acción y la tenacidad como herramientas fundamentales para conseguir nuestras metas.

                Con la inteligencia actitudinal creamos una herramienta de trabajo muy importante para las personas, las empresas, la sociedad,  ya no dependemos de nuestras capacidades, o de nuestra motivación,  sino que nuestro motor fundamental es la elección consciente, la voluntad y el trabajo.

               Es más importante el querer, que el poder.

Publicado en Pere Orienta. Post original aquí.

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Asertividad, vivir diciendo lo que sientes

Por Angel Arévalo Titos

Probablemente todos hayamos sentido alguna vez la sensación de no estar diciendo lo que sentimos, de estar dejándonos manipular sin que se consideren nuestros derechos o intereses, de no comunicar correctamente a otras personas lo que queremos, sentimos o esperamos de nuestra relación con ellos y, como consecuencia, nos hayamos sentido frustrados, deprimidos, mal con nosotros mismos.

Quizá en otras ocasiones, intentado que no nos sucediera lo anterior, hemos tomado una actitud de defensa férrea y casi violenta de nuestra posición, nuestros intereses, ideas o sentimientos por encima de las personas con las que nos relacionamos en ese momento, y que puede acarrear un enfriamiento innecesario e inútil de nuestras relaciones con esas personas, llegando incluso a romperlas, lo que nuevamente nos llevará a una frustración y disminución de nuestra autoestima.

Pues bien, para que esas reacciones excesivamente sumisas o violentas se reduzcan, fomentando nuestra autoestima e incluso la felicidad cotidiana, existe una actitud con una serie de habilidades y técnicas aprendibles y entrenables, que se denomina asertividad.

Comportamiento Asertivo

La asertividad es la capacidad de expresar nuestras necesidades, deseos, opinones, sentimientos y creencias, de forma honesta, directa y apropiada, de tal manera que nos sintamos satisfechos con nosotros mismos, sin menospreciar o desatender los derechos e intereses de las demás personas. Una persona asertiva conoce sus propios derechos y los defiende, respetando a los demás.

El objetivo de una conducta asertiva es satisfacer las necesidades y deseos de las dos partes que estén inmersas en la situación. En muchos casos se tendrá que negociar. Una conducta asertiva supone capacidad para mantener una conversación; para expresar una negativa cuando sea necesario; para recibir positivamente una crítica; para dar y recibir aprecio; para satisfacer los deseos y necesidades propias respetando las de los demás.

El comportamiento asertivo supone una serie de componentes verbales: voz bien modulada, habla fluida, sin vacilaciones ni silencios. Supone también unos gestos y posturas que trasmiten seguridad y respeto, como un contacto visual firme, pero relajado, gesto de la cara o la postura de las manos asimismo relajadas, y una postura corporal cómoda y distendida, aunque correcta.

Supone también unos patrones de pensamiento, las persona asertiva conoce y cree en unos derechos para sí y para los demás, y sus convicciones son, en su mayoría, racionales.

En el plano de los sentimientos y emociones, tienen una buena autoestima, no se sienten inferiores ni superiores a los demás, y consiguen gran satisfacción en sus relaciones con el otro; sienten respeto por ellos mismos y por los demás, y cuentan con una sensación de control emocional.

Como consecuencia, en su conducta externa y en sus relaciones con los demás serán capaces de desarmar a quienes les ataquen, aclarar equívocos; los demás se sienten respetados y valorados, y se les suele considerar personas buenas pero no tontas.

Comportamiento Pasivo

El comportamiento pasivo consiste en respetar los deseos e intereses de las demás personas, sin considerar los propios. Se considera que la necesidad de las otras personas son más importantes que las nuestras, y que tienen más cosas que aportar que nosotros. Las personas no asertivas suelen considerar que de esta forma evitan molestar u ofender a los demás, si bien lo único que se consigue, a medio plazo, es la pérdida de la autoestima y del aprecio de las otras personas.

La finalidad de la conducta no asertiva es evitar el conflicto a toda costa y agradar a los demás.

Los comportamientos verbales típicos son: volumen bajo de voz, habla poco fluida, con tartamudeos, y uso de muletillas. Como posturas y gestos se encuentran la huída del contacto visual, cara tensa, manos entrelazadas o frotándose, postura rígida.

En cuanto a sus patrones de pensamiento, consideran que así evitan molestar u ofender a los demás, son personas sacrificadas, tienen una sensación constante de ser incomprendidos, manipulados, no tenidos en cuenta.

Respecto al plano de los sentimientos y las emociones, suelen sentir impotencia ante muchas situaciones, poseen mucha energía mental aunque poca externa, experimentan frecuentes sentimientos de culpabilidad, baja autoestima, deshonestidad emocional, ansiedad y frustración.

Las principales consecuencias de este tipo de comportamiento son la pérdida de la autoestima, pérdida del aprecio de las demás personas, y falta de respeto de los demás.

La persona no asertiva hace sentirse a los demás culpables o superiores, dependiendo de cómo sea la otra persona, tendrá la constante sensación de estar en deuda con la persona no asertiva, o se sentirá superior a ella y con capacidad de aprovecharse de su bondad.

En algunas ocasiones, las personas no asertivas tienen repentinos estallidos desmesurados de agresividad. Estos estallidos suelen ser bastante incontrolados, ya que son fruto de una acumulación de tensiones y hostilidad y se manifiestan sin habilidad social.

Comportamiento Agresivo

El comportamiento agresivo consiste en defender nuestros derechos e intereses personales, sin respetar a las personas con las que interactuamos, bien por no tener en cuenta sus derechos e intereses, por desconocimiento de habilidades conductuales asertivas, o porque se piensa que los derechos propios son más importantes que los de las demás personas.
El objetivo que suelen tener las personas agresivas es el dominio de los demás; piensan que si no se comportan de esta forma se convierten en sujetos demasiado vulnerables. Sin embargo lo único que consiguen es que las personas de su entorno las rechacen.
Los comportamientos verbales típicos de este comportamiento son: volumen de voz elevado, habla poco fluida, sin escuchar a los demás, y empleo de insultos o amenazas.

Los gestos y posturas típicos son un contacto visual dominador o de reto, ceño fruncido, cara tensa, puños cerrados, gestos amenazadores con las manos y piernas en tensión, y con una postura en general muy tensa.

En cuanto a los patrones de pensamiento, los agresivos piensan que si no se comportan de esta forma son demasiado vulnerables, y lo sitúan todo en términos de ganar o perder.

Sus emociones y sentimientos se concretan en una ansiedad creciente, sensación de soledad, de incomprensión, culpa, frustración, falta de control, enfado cada vez más constante que se extiende a más personas y situaciones.

Este comportamiento tiene como consecuencia el rechazo o huída por parte de los demás, y una conducta de círculo vicioso por forzar a los demás a ser más hostiles y así aumentar también ellos más su agresividad.

Hay que destacar que no todas las personas agresivas lo son realmente en su interior; la conducta agresiva y desafiante es muchas veces una defensa por sentirse excesivamente vulnerables ante los ataques de los demás o bien es una falta de habilidad para afrontar las situaciones tensas.

Es también muy común el estilo pasivo- agresivo; la persona callada y no asertiva en su comportamiento externo, pero con grandes dosis de resentimiento en sus pensamientos y creencias.

¡Muchas gracias por leerme hasta aquí!
 
¡Un abrazo!
Publicado en El blog de @retailarevalo. Post original aquí.
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Las trampas del deseo de Dan Ariely – Apuntes Breves

por Raul Barral Tamayo

Título original: Predictably Irrational.
© 2008 Dan Ariely.
Editorial: Ariel.

Cuando tomamos decisiones creemos que tenemos el control y hacemos lecciones racionales, pero ¿es así? ¿Tenemos realmente el control sobre nuestros actos, sobre cómo gestionamos nuestro dinero, pero también nuestro tiempo, nuestras energías y nuestros afectos?

¿Por qué compramos lo que compramos? ¿Somos realmente dueños de nuestras decisiones o se nos puede manipular como consumidores? ¿Por qué lo gratuito acaba saliendo caro? ¿Tener más opciones nos ayuda a elegir mejor?

¿Qué sucede cuando los códigos de comportamiento sociales y empresariales se mezclan y confunden? ¿Qué influye en que un producto nos parezca caro o barato? ¿Gasta más quien paga con tarjeta de crédito? ¿Por qué compramos cosas que no necesitamos? ¿Influyen las marcas en nuestro grado de satisfacción ante un producto? ¿Decidimos lo mismo cuando estamos sexualmente excitados que cuando no lo estamos? …

Este libro apasionante y muy divertido responde a éstas y otras muchas preguntas sobre nuestras decisiones cotidianas, como consumidores y como ciudadanos, a partir de experimentos punteros llevados a cabo por el prestigioso especialista en psicología del consumo Dan Ariely. El autor nos proporciona nuevas y sorprendentes conclusiones sobre la naturaleza humana, que ayudarán al lector a tomar mejores decisiones en su vida personal y laboral.

Dan Ariely. Profesor de psicología del consumo en el MIT, profesor invitado en el Boston Federal Reserve Bank y miembro del Institute for Advance Study Princeton. Ha publicado artículos en las principales revistas académicas y en medios como el New York TimesWall Street Journal, Washington Post, Boston Globe, Scientific American y Science.

Algunas de las cosillas que aprendí leyendo este libro que no tienen porque ser ni ciertas ni falsas ni todo lo contrario:

  • Mi objetivo es el de ayudarle a repensar esencialmente qué es lo que le mueve a usted y a las personas que le rodean. Una vez que descubra lo sistemáticos que resultan ciertos errores creo que empezará a aprender cómo evitar algunos de ellos.
  • La economía conductual es un campo relativamente nuevo, que se basa en elementos tanto de la psicología como de la economía.
  • No sólo somos irracionales, sino previsiblemente irracionales; es decir, nuestra irracionalidad se produce siempre del mismo modo una y otra vez.
  • Los seres humanos raramente eligen las cosas en términos absolutos. Nos fijamos en la ventaja relativa de una cosa en relación con otra, y estimamos su valor en función de ello.
  • La mayoría de la gente no sabe lo que quiere si no lo ve en su contexto. Todo es relativo, y ésa es la clave.
  • Siempre observamos las cosas que nos rodean en relación con las demás. No podemos evitarlo. Y esto vale no sólo para las cosas físicas sino también para experiencias tales como las vacaciones y las opciones educativas, y asimismo para las cosas efímeras: emociones, actitudes y puntos de vista.
  • Siempre comparamos unos trabajos con otros, unas vacaciones con otras, unos amantes con otros y unos vinos con otros.
  • Tendemos a comparar cosas que son fácilmente comparables, y a evitar comparar cosas que no son fáciles de comparar.
  • Nos gusta tomar decisiones basándonos en comparaciones.
  • El efecto señuelo es el agente secreto que interviene en más decisiones de las que cabría imaginar.
  • Desde que nacemos, estamos predispuestos a comparar.
  • Ejecutivo: “Si todo el mundo supiera el sueldo que cobran los demás, sería una auténtica catástrofe. Todo el mundo, salvo la persona que cobrara más, se consideraría mal pagado”.
  • La satisfacción de un hombre con respecto a su salario depende de si gana más, o no, que el marido de la hermana de su esposa. Porque ésta es una comparación destacada y fácilmente accesible.
  • Podemos controlar los círculos que nos rodean, moviéndonos hacia círculos más pequeños que potencien nuestra felicidad relativa.
  • El problema de la relatividad: consideramos nuestras decisiones de forma relativa, y las comparamos a escala local según las alternativas disponibles.
  • Podemos cambiar nuestro foco de atención de lo más estrecho a lo más amplio. Pensar con amplitud de miras no es fácil, puesto que nuestra forma natural de pensar consiste en hacer juicios relativos.
  • Cuanto más tenemos, más queremos. El único remedio para ello es romper el círculo de la relatividad.
  • Tom Sawyer: “Para hacer que un hombre codicie algo, basta con hacer que resulte difícil de obtener”.
  • Los ansarinos no sólo toman decisiones iniciales basándose en lo que encuentran disponible en su entorno, sino que se atienen a su decisión una vez tomada. Konrad Lorenz denominó a este fenómeno natural impronta. Parece ser que lo que es bueno para los gansos también lo es para los humanos. Y eso incluye el ancla.
  • La idea básica de la coherencia arbitraria es ésta: aunque los precios iniciales sean “arbitrarios”, una vez que dichos precios se hayan establecido en nuestra mente configurarán no sólo los precios actuales, sino también los futuros (y eso es lo que los hace coherentes).
  • El ancla inicial no sólo influye en la decisión de compra inmediata, sino en muchas otras posteriores.
  • Uri Simonshon y George Loewenstein descubrieron que las personas que se trasladan a una nueva población en general permanecen ancladas a los precios que pagaban por la vivienda en la población donde vivían antes. La única forma de romper esta tendencia es alquilar una vivienda en la nueva población aproximadamente durante un año. De ese modo nos adaptamos al nuevo entorno, y al cabo de un tiempo seremos capaces de hacer una compra que se ajuste al mercado local.
  • Nuestras primera decisiones tienen echo en una larga secuencia de decisiones posteriores. Las primeras impresiones son importantes.
  • Es importante entender el proceso por el que nuestras primeras decisiones se traducen en hábitos a largo plazo.
  • Autogregarismo. Se da cuando creemos que algo es bueno (o malo) basándonos en nuestro propio comportamiento previo.
  • Decia Sócrates que una vida sin cuestionamientos, sin hacerse preguntas, no merece la pena vivirse.
  • Son los precios del mercado los que influyen en la predisposición a pagar de los consumidores. En realidad, la demanda no es una fuerza completamente independiente de la oferta.
  • ¿Qué es lo que tiene el coste cero que hace que lo encontremos tan irresistible? Cosas que jamás habíamos considerado la posibilidad de comprar pasan a ser increíblemente atractivas en el momento en que son gratuitas.
  • La mayoría de las transacciones tienen sus ventajas y sus desventajas, pero cuando algo es ¡gratis! nos olvidamos de las desventajas.
  • Los humanos sentimos un intrínseco miedo a perder.
  • Cuando hemos de elegir entre dos productos, solemos reaccionar exageradamente ante aquel que es gratuito.
  • Podemos obtener un producto que en realidad no queremos simplemente porque viene con un regalo gratis.
  • La diferencia entre dos céntimos y un céntimo es muy pequeña; ¡pero la diferencia entre un céntimo y cero es abismal!
  • Vivimos simultánemante en dos mundos distintos: uno en el que prevalecen las normas sociales, y otro donde son las normas mercantiles las que marcan las pautas.
  • Cuando las normas sociales chocan con las normas mercantiles aparecen los problemas.
  • Woody Allen: “No hay sexo más caro que el sexo gratuito”.
  • La gente se esfuerza más por una causa que por el dinero.
  • Nadie se siente ofendido por un pequeño regalo, puesto que aún los regalos más pequeños nos mantienen en el mundo del intercambio social y apartados de las normas mercantiles.
  • Para que surjan las normas mercantiles, basta la simple mención del dinero, aunque en realidad no haya ningún dinero que cambie de manos.
  • Sólo pensar en el dinero nos hace comportarnos más como la mayoría de los economistas creen que nos comportamos, y menos como los animales sociales que somos en nuestra vida cotidiana.
  • Introducir las normas mercantiles en los intercambios sociales viola las normas sociales y daña las relaciones. Una vez que se ha cometido esa clase de error, resulta difícil recuperar una relación social.
  • Siempre que una normal social choca con una norma mercantil, la normal social desaparece. Las relaciones sociales no son nada fáciles de restablecer. Una vez que la normal social es derrotada por una norma mercantil difícilmente volverá a florecer.
  • Si tiene usted una empresa, mi consejo es que recuerde que no puede tenerla de las dos maneras. No puede tratar a sus clientes como su familia en un momento dado y luego, en el siguiente, tratarlos de manera impersonal. Si desea una relación social, adelante; pero recuerde que habrá de mantenerla en cualquier circunstancia.
  • Hay otras compensaciones sociales que motivan fuertemente el comportamiento; y una de las menos utilizadas en la vida empresarial es la de incentivar las recompensas y la reputación sociales.
  • Si las empresas empezaran a pensar en términos de normas sociales se darían cuenta de que dichas normas crean lealtad, y asimismo hacen que la gente desee elevarse al nivel que actualmente necesitan dichas empresas: el de mostrarse flexibles, preocupados y dispuestos a echar una mano.
  • El dinero puede motivarnos de manera inmediata, pero las normas sociales son las fuerzas que pueden marcar la diferencia a largo plazo.
  • El dinero resulta ser con mucha frecuencia la forma más cara de motivar a la gente. Las normas sociales no sólo son más baratas, sino que a menudo resultan también más efectivas.
  • El “Burning Man” tiene muchos aspectos extraordinarios, pero para mí uno de los más notables es su rechazo a las normas mercantiles. En el evento no se acepta el dinero en ningún caso. Todo el montaje funciona como una economía de intercambio de regalos.
  • La vida con menos normas mercantiles y más normas sociales resultaría más satisfactoria, creativa, plena y divertida.
  • Nuestros jóvenes e inteligentes participantes respondieron a las preguntas de manera muy distinta cuando estaban excitados que cuando se hallaban en estado “frío”.
  • Cuando se excitaban sexualmente la prevención, la protección, el conservadurismo y la moralidad desaparecían de las pantallas de sus radares. Eran incapaces de predecir hasta qué punto la pasión podía cambiarles.
  • Todos y cada uno de nosotros, independientemente de lo “buenos” que seamos, nos quedamos cortos a la hora de predecir el efecto de la pasión en nuestra conducta.
  • No deberíamos decidir en frío si llevar o no condones encima; tienen que estar ahí por si acaso.
  • Evitar completamente la tentación es más fácil que luchar contra ella.
  • Un reciente estudio reveló que un adolescente que condujera solo tenía un 40% más de probabilidades de sufrir un accidente que un adulto. Pero con la presencia de un segundo adolescente en el coche ese porcentaje aumentabla al doble; y con la de un tercero volvía a duplicarse de nuevo.
  • Debemos explorar las dos caras de nosotros mismos; necesitamos entender el estado frío y el estado caliente; hemos de ver en qué sentido la brecha que separa los estados frío y caliente nos beneficia, y en qué sentido nos lleva por el mal camino.
  • No existe nada parecido a un ser humano plenamente integrado; y puede que de hecho seamos una aglomeración de múltiples “yos”.
  • El mero hecho de ser conscientes de nuestra tendencia a tomar las decisiones erróneas cuando nos dejamos llevar por una emoción intentsa puede ayudarnos a aplicar el conocimiento de la parte “Hyde” de nuestro yo a las actividades cotidianas.
  • No podemos obligarnos a hacer lo que quisiéramos hacer.
  • ¿Por qué perdemos la lucha contra la desidia con tanta frecuencia?
  • Renunciar a nuestros objetivos a largo plazo por una gratificación inmediata es desidia.
  • Restringir fuertemente la libertad (con fechas tope uniformemente repartidas e impuestas desde arriba) constituye la mejor cura para la desidia.
  • Cuando es una “voz externa” la que nos da las órdenes, la mayoría de nosotros nos apresuramos a prestarle atención.
  • Tenemos problemas de autocontrol, relacionados con la gratificación tanto inmediata como diferida.
  • La capacidad de simplificación constituye uno de los rasgos distintivos del verdadero genio.
  • Sobrevaloramos lo que tenemos. Desde el mismo momento en que poseemos algo empezamos a valorarlo más que los demás.
  • Tres rarezas irracionales de nuestra naturaleza humana: nos enamoramos de lo que ya tenemos; prestamos más atención a lo que podemos perder que a lo que podemos ganar; suponemos que los demás verán la transacción desde la misma perspectiva que nosotros.
  • Podemos empezar a experimentar el sentimiento de propiedad aun antes de que poseamos algo.
  • La propiedad no se limita a las cosas materiales. También puede aplicarse a los puntos de vista. Con mucha frecuencia tenemos problemas para abandonar una idea porque no podemos soportar la posibilidad de perderla. ¿Qué nos queda entonces? Una ideología; rígida e inflexible.
  • No hay ninguna cura conocida para los males de la propiedad.
  • Nuestra aversión a la pérdida es una emoción fuerte y una emoción que a veces nos hace tomar malas decisiones.
  • Normalmente no podemos soportar la idea de cerrar las puertas a nuestras alternativas. En todos los casos renunciamos a algo a cambio de tener esas opciones.
  • Las impresiones previas pueden llegar a nublar nuestra capacidad de juicio.
  • Si le dices a alguien de entrada que algo podría tener un gusto desagradable, lo más probable es que acabe estando de acuerdo contigo; no porque su experiencia se lo confirme, sino a causa de sus expectativas previas.
  • Cuando todo lo que rodea al café parece de primera calidad, también su sabor resulta serlo.
  • Cuando creemos de antemano que algo será bueno, en general resultará serlo; y cuando creemos que será malo, resultará malo.
  • Nunca subestime el poder de la presentación. Hay una razón por la que aprender a presentar hábilmente la comida en el plato es tan importante en las escuelas de cocina como aprender a asar o a freír.
  • Las expectativas creadas por el márketing, ¿realmente modifican nuestro disfrute?
  • El cerebro no puede partir de cero ante cada nueva situación. Ha de basarse en lo que ha visto antes.
  • Aun cuando no sea posible despojarnos de nuestros prejuicios y de nuestros conocimientos previos, quizá podríamos al menos reconocer que todos nosotros tenemos una perspectiva sesgada. Estamos atrapados en nuestra propia perspectiva, que nos ciega parcialmente ante la verdad, y necesitamos una tercera parte neutral que no esté contaminada por nuestras perspectivas.
  • Los placebos se basan en el poder de la sugestión. Son eficaces porque la gente cree en ellos.
  • En lo que se refiere a las medicinas, uno obtiene lo que paga. El precio puede modificar la experiencia.
  • Cuando se les da la oportunidad, muchas personas honestas hacen trampas.
  • Una vez que caían en la tentación de hacer trampas, los participantes no parecían verse influenciados por el riesgo de que les pillaran, en contra de lo que uno podría pensar.
  • Aun en el caso de que no haya posibilidad alguna de que nos pillen, ello no hace que nos volvamos descabelladamente deshonestos.
  • Las personas son honestas sólo en la medida en que les conviene (incluyendo aquí su deseo de complacer a otros).
  • Nuestro monitor de honestidad interno sólo se activa cuando contemplamos la posibilidad de realizar grandes transgresiones.
  • A partir de la década de 1960, surgió un movimiento en favor de la desregulación de las profesiones. La profesionalidad estricta se vio reemplazada por la flexibilidad, el juicio individual, las leyes de comercio y el ansia de riqueza, y con ello desaparecieron los cimientos de ética y valores sobre los que hasta entonces se habían asentado las profesiones.
  • Cuando se nos aleja de cualquier pauta de pensamiento ético, tendemos a caer en la deshonestidad. Pero si en el momento de la tentación se nos proporciona un recordatorio moral, resulta mucho más probable que seamos honestos.
  • Los juramentos y normas deben ser recordados en el mismo momento de la tentación, o justo antes de ésta. El tiempo juega en contra de nosotros cuando tratamos de resolver este problema.
  • Gran parte de la deshonestidad que vemos implica hacer trampas con algo que se halla cuando menos a un paso de distancia del dinero en efectivo.
  • Ni siquiera las buenas personas son inmunes a dejarse cegar parcialmente por su propia mente.
  • Resulta mucho más fácil hacer trampas cuando no hay que tratar directamente con dinero.
  • Upton Sinclair, escritor y periodista: “Es difícil hacer que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda”.
  • Cuando tratamos con dinero, nos vemos predispuestos a pensar en nuestras acciones como si acabáramos de suscribir un código de honor.
  • Debemos reconocer que, una vez que nos alejamos a un paso de distancia del dinero en efectivo, empezamos a hacer trampas en una proporción mayor de la que podíamos haber imaginado. Debemos tomar conciencia de ello, tanto individual como socialmente; y hacerlo pronto. ¿Y por qué? Pues porque el dinero en metálico tiene los días contados.
  • La cuestión es cómo podemos controlar nuestra tendencia a hacer trampas cuando resulta que lo único que nos hace entrar en razón es la visión del dinero contante y sonante, y qué podemos hacer al respecto ahora que éste está desapareciendo.
  • Nuestros participantes se sentían en la necesidad de elegir algo distinto que servía para poner de manifiesto su individualidad.
  • La gente está dispuesta a sacrificar el placer que obtiene de una determinada experiencia de consumo para proyectar una imagen concreta ante los demás.
  • Los dueños de los restaurantes deberían pedir a los clientes que anoten lo que desean en privado, a fin de que ninguno de ellos se vea influido por lo que pidan sus compañeros.
  • La economía estándar presupone que somos racionales. El resultado es que se da por supuesto que tomamos decisiones lógicas y sensatas. Sugiere que de inmediato aprenderemos de nuestros errores.
  • Sin embargo, todos nosotros somos mucho menos racionales en nuestros procesos de toma de decisiones de lo que presupone la teoría económica estándar. Nuestros comportamientos irracionales no son ni aleatorios ni insensatos; lejos de ello, son sistemáticos y previsibles. Todos cometemos los mismos tipos de errores una y otra vez.
  • Puede resultar desalentador darse cuenta de que constantemente todos tomamos decisiones irracionales en nuestra vida personal, profesional y social.
  • La lección principal es que todos somos peones en un juego cuyas fuerzas nos vemos en gran medida incapaces de comprender.
  • Una segunda lección es que, a pesar de que la irracionalidad sea algo común y corriente, eso no significa necesariamente que nos veamos indefensos frente a ella.

Publicado en Raúl Barral Tamayo´s Blog. Post original aquí.

Para leer el libro Las Trampas del deseo, de Dan Ariely, completo, click aquí.

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La incertidumbre, esa asesina silenciosa

por Roberto Muelas Lobato

La incertidumbre está relacionada con esa necesidad que tenemos de saber qué va a pasar a continuación, de forma que nos podamos anticipar, lo podamos controlar y no nos pille desprevenidos. La incertidumbre es entendida como una motivación humana. Concretamente aquella que nos incita, por ejemplo, a confirmar que lo que pensamos o lo que nos dictan nuestros sentidos es cierto.

Aunque varia dependiendo del grado y del ámbito en el que aparezca, para algunas personas la incertidumbre es insoportable. Es aquí donde adquiere su carácter motivador, ya que la persona que la “sufre” tienen que actuar para reducirla, al menos hasta que se encuentre en unos niveles que pueda aceptar.

Hay personas que toleran la incertidumbre mejor que otras. Las personas que se encuentran en una situación de gran incertidumbre dedican muchos recursos cognitivos para resolverla y más si su tolerancia es baja. Dos personas pueden haber ido a una entrevista de trabajo, necesitarlo de la misma manera, pero si una de ellas tiene una baja tolerancia a la incertidumbre lo más normal es que intente conseguir el resultado cuanto antes. Así, por ejemplo, no esperará a que la empresa se comunique con ella: será ella la que lo haga.

Por otro lado, la incertidumbre también puede aparecer cuando conocemos a una persona: no sabemos cómo es y esto puede llegar a inquietarnos en algún grado. Debido a que nuestros recursos cognitivos son limitados, los atajos cognitivos y los heurísticos son una buena herramienta para reducirla rápidamente. Estas formas de reducir la incertidumbre son eficaces, pero también tienen consecuencias negativas, como el que se estereotipe a la gente o la aparición de prejuicios que surgen al compararnos con otras personas o grupos.

Desencadenantes de la incertidumbre

Algunas de las causas que generan esta incertidumbre os las contamos a continuación. ¡Quizás te sientas identificado en alguna de ellas!

  • Una fuente de incertidumbre es la contradicción entre las expectativas y las señales que nos facilita la realidad. Imaginemos que hemos hecho la entrevista de la que hablábamos antes y nos ha salido muy bien, así que nos vamos de allí pensando que el puesto es nuestro. Sin embargo, pasan los días y no nos llaman, un indicador habitual de que el puesto no va a ser del entrevistado. Así, si juntamos la seguridad con la que salimos y la señal contradictoria, lo habitual es que esta sensación de incertidumbre vaya creciendo.
  • Otra fuente de incertidumbre nace de contraponer la conducta a los valores. Cuando realizamos conductas con las que no estamos de acuerdo nuestra incertidumbre aumenta. Retomando el ejemplo de la entrevista de trabajo, si por necesidad vamos a una entrevista en la que el trabajo ofertado no se corresponde con las creencias que tenemos nuestra incertidumbre también aumentará. Un caso de este tipo que se refleja muy bien en el cine es cuando un abogado que defiende el medio ambiente comienza a trabajar para una empresa que daña el medio ambiente. Estas conductas pueden crear estados de incertidumbre ansiosa además de disonancia cognitiva.
  • La injusticia social también aparece como un elemento que produce cierto grado de incertidumbre. Las injusticias que vivimos día a día y que vemos que otras personas sufren pueden generarnos incertidumbre si no somos capaces de solventarlas. La falta de control sobre esas injusticias hace que dudemos de nuestra capacidad para predecir el futuro. Ante esta situación suele aparecer cierta atracción por ideologías extremas y grupos que prometen acabar con esas injusticias.

La incertidumbre desde la psicología social

La incertidumbre, desde la psicología social, se entiende de diferentes formas. Una de ellas es explicándola como una necesidad de cierre cognitivo. Esta necesidad de cierre (cognitivo) puede ser definida como el deseo de dar una respuesta rápida a una pregunta o cuestión que tiene contenido confuso y ambiguo.

La teoría de la necesidad de cierre se asienta en un análisis epistémico (conjunto de conocimientos que condicionan las formas de entender e interpretar el mundo), en el cual la motivación de cierre o incertidumbre satisface la función esencial de detener la búsqueda incesante de información.

Así, cuando sentimos incertidumbre, tratamos de buscar información que consideremos veraz para reducir esa incertidumbre. Cuando la encontramos, esa información que redujo la incertidumbre se constituye como un conocimiento indispensable para la vida diaria.

La necesidad de cierre cognitivo busca la cristalización y la simplificación del conocimiento propio. Esta búsqueda de información que genera conocimiento hace que aparezcan diferencias entre personas, dependiendo de la información que cada uno seleccione.

Si yo, para reducir la incertidumbre que me produce la espera de los resultados de la entrevista de trabajo, acepto la idea de que no me van a coger y otra persona acepta la idea de que van muy lentos en las decisiones sobre a quién aceptar, tendremos ideas muy diferentes y simplistas sobre como funciona esa empresa. Nuestras expectativas, a medida que pasan los días sin conocer el resultado, se van a ir diferenciando.

Ese conocimiento que nos formamos sobre el funcionamiento de la empresa también puede variar, incluso la gente con alta necesidad de cierre puede, en algunas circunstancias, estar (temporalmente) abierta de mente mientras buscan el cierre cognitivo.

Si posteriormente acudimos a otra empresa para hacer una entrevista, probablemente, le digamos a los responsables que tenemos prisa por conocer la decisión. Si vuelve a ocurrir lo mismo, y tardan mucho en responder, volveremos a tener incertidumbre y, de nuevo, trataremos de reducirla.

En esta ocasión, nuestra interpretación de que no nos van a contratar, no nos sirve pues ya deberían habérnoslo comunicado. La necesidad de cierre hará que entremos en un estado de “urgencia” y busquemos otra interpretación plausible lo más rápido posible. Por ejemplo, que la empresa nos a aceptado y hemos pasado la fase de la entrevista.

Una vez logrado el cierre cognitivo, la gente con alta necesidad de cierre tiende a la “permanencia” de sus juicios y se hace impermeable ante la información nueva. La nueva idea sobre el comportamiento de la empresa es más resistente que la primera y ya no la cambiaremos hasta que nueva información la contradiga, como la confirmación de que no nos han aceptado.

¿Qué pasa cuando la necesidad de cierre es alta?

La necesidad de cierre cognitivo, una vez despertada, puede afectar a un amplio abanico de fenómenos grupales. La función de la necesidad de cierre es crear una realidad compartida coherente con un grupo. Si el conocimiento que nuestro grupo nos aporta no reduce nuestra necesidad, buscaremos otro grupo que lo haga.

Los que necesitan cierre cognitivo también se preocupan más de reducir la incertidumbre rápido que de hacerlo de forma correcta. Aquellos con alta necesidad de cierre se forman impresiones más rápidamente y con evidencias más limitadas. Suelen basar sus juicios en estereotipos comunes y exhiben sesgos como error fundamental de atribución. También buscan menos alternativas a la hora de resolver problemas, son menos empáticos con los que piensan diferente y fallan al adaptar su lenguaje cuando tienen que explicar sus pensamientos a otras personas.

Aquellos con alta necesidad de cierre superan la incertidumbre aceptando la primera información que obtienen para sacar conclusiones y, posteriormente, aceptan de manera incuestionable esa conclusión. Estas personas buscan contexto sociales ordenados, predecibles y familiares.

Las creencias y normas sociales compartidas por los miembros de un grupo dan certeza sobre cómo es el mundo, qué se debe hacer en diversas situaciones, quiénes son y porqué son importantes. Por tanto, los grupos aportan los contextos buscados por estas personas además de ser la mayor fuente de certeza y conocimiento para ellas.
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