Adios a la dirección, segunda parte

Por Julen Iturbe

Fernando Polo comentaba en el artículo Idea radical: adios a la dirección que escribimos allá hace un par meses:

Leo impresionado que todo el mundo está de acuerdo con tu idea radical, y no sé si responde al deseo infantil de un mundo mejor para mí, y para todos mis compañeros, o a la paranoia colectiva en la que parece que nos sume esta idea «no original» del crowd sourcing.

Que esta idea sea un ejercicio de reflexión extrema para replantearnos los estilos de dirección y la inflación de directivos, no me parece mal.

Que realmente haya gente que crea que una empresa (llámale iniciativa, organización, organismo, o lo que sea) puede funcionar igual, si quitamos corazón, cerebro, pulmones, y todos los seres unicelulares volvamos a pasar por millones de años de evolución para terminar replicando el organismo complejo del ser humano, me parece cuando menos divertido.

Sinceramente, echo de menos alguna crítica en los comentarios, para poder confiar un poco más en el crowd sourcing.

Al hilo de este comentario le dije a Fernando que iba escribir algunas cosas más por aquello de poner sobre la mesa argumentos y que luego cada cual interprete a su manera. De todas formas, mi artículo no citaba para nada el «crowdsourcing» y no voy a ahondar por ahí. Me interesa mucho más la idea de autogestión y el papel limitador que los directivos llevan a cabo en muchas organizaciones.

Separar la «gestión» que realizamos de nuestras cosas personales y la «gestión» de nuestras cosas profesionales tiene su miga. Yo estoy convencido de que en las empresas tenemos excelentes «gestores personales» aplastados por el sistema. Cuando digo «gestores personales» me refiero a la gestión que cada cual hace de su propia persona y de sus circunstancias. «Gestionar» es analizar, tomar decisiones, intuir, sopesar pros y contras, tener mano izquierda, dialogar, comprometer… Son cosas que se estudian en las escuelas de negocios y en otros lugares donde se enseña la supuesta ciencia del manajemén.

Pero en la gestión personal hay veces que eres la única persona con la que decidir. Eres tú y tus circunstancias. Y tienes que decidir. Tú eres la única persona con la que vas a pasar, al completo, el resto de tus días. No busques fuera. Tendrás que decidir por ti misma, por ti mismo.

(Casi) todo se puede aprender. Sólo hace falta que se den las condiciones y que la persona quiera. O mejor, que necesite aprender. Si la persona necesita y quiere, a poco que haya unas condiciones mínimas, aprenderá. Pues bien, me temo que muchos trabajos han sido despojados de la necesidad de gestionar. La separación entre quienes piensan y quienes hacen es un drama que conduce a la miseria organizacional. Yo incluso analizo, pero eres tú quien decide.

Muchas empresas han desconectado a la persona de la responsabilidad de autogestionar su actividad profesional. Han montado sistemas para aislar el factor humano. Han tratado de que, fuera quien fuera la persona que se ponía manos a la obra, el sistema fuera tan robusto que funcionara igual. Procedimientos, instrucciones, gráficos, que las cosas se hagan fácil. Tan fácil como si ni siquiera hiciera falta un humano para ello. Y nos hemos sentido orgullosos de lo conseguido.

Ahí es donde veo que quizá los supuestos puestos de «dirección» están impidiendo que muchas personas demuestren que saben gestionar. Y lo saben hacer porque sus vidas han estado llenas de decisiones, de momentos en que hacía falta analizar, en que hacía falta jugársela. Y han demostrado que saben gestionar. Entonces, ¿por qué no despliegan esas capacidades en su vida profesional?, ¿qué impide que lo hagan? Pues me temo que el sistema de gestión, donde los de arriba están para decidir y los de abajo para hacer y, por supuesto, para criticar a quienes toman decisiones. De la misma forma, claro está, que ellos critican a la ciudadanía rasa. Esto sigue estando escandalosamente extendido en nuestras empresas.

Llevo ya más de un año trabajando con una empresa en la implantación de equipos autogestionados. El camino es lento, casi diría que tortuoso. Una y otra vez parece interponerse una especie de muro invisible, pero poderoso, casi infranqueable, que impide a las personas asumir responsabilidades hasta el final. Son muchos años navegando en un barco cuyo timón les quedaba demasiado lejos. Alguien llevaba el rumbo, pero desde luego eran muy pocas las personas que se sentían con la capacidad de influir en él.

Cualquiera podría decir que si una muchedumbre se pone a dirigir la nave se genera caos. Pudiera ser. Pero no se trata de todos «a la vez». Se trata de que te reúnas conmigo y hablemos de cuál es el rumbo que debemos tomar. Otra cosa es cómo nos repartimos los turnos para llevar el timón. Quizá sea muy difícil, pero si no me dejas decidir luego no esperes demasiado compromiso por mi parte.

Por cierto, tenía pendiente releer completo Radical, de Ricardo Semler. Ayer lo terminé. Quería repasar algunas ideas con las que ando moviéndome últimamente. Radical nos coloca en la segunda mitad de la década de los 80 y al principio de la de los 90. Es mirar 20 años atrás y darse cuenta de que todo aquello que leí hace tiempo, hoy sigue siendo una alternativa. Parece que aguanta bien el tiempo. Parece que no avanzamos lo suficiente.

Hoy lo veo cada vez más como una ética hacker del trabajo, si es que esta palabra tiene sentido cuando hablamos de hackers. Hay algo que hemos aplastado en muchas empresas: el compromiso de las personas. Lo hemos ahogado entre multitud de planes de gestión, sistemas de fabricación e historietas parecidas. Mientras decíamos que las personas eran importantes, las anulábamos para que el «sistema» funcionara a la perfección.Ya lo dice Gary Hamel en The Future of ManagementToo much management, too little freedom.

Ya sé que recorrer el camino de nuevo es duro. Es ponerse delante de alguien y decirle: «Me he equivocado durante mucho tiempo. Perdóname. Creo que no he dejado que gestionaras tu actividad profesional.» ¿Por qué pedir perdón? Porque los directivos somos (lo digo porque también he tenido mi parte de responsabilidad) quienes hemos diseñado los sistemas. Hemos montado un tinglado para que el operario del taller gane mucha menos pasta que los directivos. Y, a la vez, hemos manejado el discurso de las organizaciones planas, de bajar responsabilidad a las líneas operativas, de hacer participar. Curiosas contradicciones. Eso es: «hacer participar». Ni siquiera que decidas participar, sino que soy yo quien te «hace participar».

Siempre digo que el mejor predictor de éxito de un curso es la necesidad de quien lo hace. El mejor diseño pedagógico con alumnas y alumnos que no quieren aprender está condenado al fracaso. Así que quizá no se trate tanto de hurgar en la pedagogía sino en las actitudes y en el sistema en sí mismo.

No sé, quizá estoy repitiendo argumentos. Pero es que me lo estoy encontrando tantas veces. ¿Por qué la gente no demuestra lo que vale como persona en su actividad profesional?

En fin, que no sé si sobrevuelo en círculos, pero sigo cada vez más convencido de que la llave está en que las personas encuentren la conexión perdida con su actividad profesional. Y quizá tenga que pasar porque quienes están en cargos directivos dejen de «dirigir» y se hagan a un lado.

Sobre el autor

Julen

De la margen izquierda de la ría, en el Gran Bilbao. Estudié psicología y siempre me he movido alrededor de las empresas y las organizaciones en general. Con una pasión confesa: la bici de montaña.

Publicado en Consultor Artesano. Post original aquí.

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El vuelo de los gansos

VUELOGANSOS

Por Montse Vila

Me parece interesante transcribir el porqué los gansos vuelan, cuando emigran, en forma de “V”:

Con frecuencia en otoño vemos formaciones de gansos volando hacia el sur. Lo hacen en forma de “V”. La ciencia ha descubierto el porqué algunas aves lo hacen de esta forma. Se ha comprobado que cuando cada pájaro bate sus alas produce un movimiento en el aire que ayuda al pájaro que va detrás de él. Volando en “V” la bandada completa aumenta por lo menos un 71% su poder, más allá de lo que lograría cada pájaro si volara solo. Cada vez que un ganso se sale de la formación, siente inmediatamente la resistencia del aire, se da cuenta de la dificultad de hacerlo solo y regresa rápidamente a la formación para beneficiarse del poder de los compañeros que van delante y ayudar a los que van detrás.Cuando el líder de los gansos se cansa, se pasa a uno de los puestos de atrás y otro ganso toma su lugar. Los biólogos han observado que los gansos que van detrás producen un sonido propio de ellos para alentar a los que van delante a mantener la velocidad. Finalmente, cuando un ganso se enferma o cae herido por un disparo, otros dos gansos se salen de la formación y lo siguen para ayudarlo y protegerlo. Se quedan acompañándolo hasta que esté nuevamente en condiciones de volar o hasta que muere y, solo entonces, los dos acompañantes vuelven a su bandada o se unen a otra.
Fuente (Anónimo)

Del proceder de los gansos podemos extraer valiosísimas lecciones no sólo de productividad y optimización de recursos, sino de comportamiento solidario.

Sinergia

Los gansos aprovechan la sinergia del movimiento de sus alas para combatir la resistencia del aire y conseguir avanzar de forma mucho más rápida y con menos esfuerzo que si lo hicieran en solitario.(un 71% más) Las personas que aúnan esfuerzos para un objetivo común llegan más rápido y de forma más fácil  a donde desean, porque se apoyan y fortalecen mutuamente.

Liderazgo y flexibilidad

Los gansos tienen en su formación un líder que avanza en primera línea, direcciona la formación y sufre con mayor intensidad los embates del viento.  No obstante, el equipo es flexible y cuando el líder se agota, otro ganso lo sustituye en esta primera línea de forma natural y fluida. Sacar en todo momento lo mejor de nosotros, olvidando diferencias y centrándonos en el bien común, nos permitirá mantener el rumbo hacia la meta.

Motivación

Los gansos que van detrás emiten sonidos propios que alientan y animan al grupo a mantener la velocidad. Infundir ánimo, estimular, agradecer….. reconforta para seguir adelante.

Solidaridad

Cuando un ganso enferma, otros dos le acompañan, dejan la formación y le cuidan hasta su cura o su fin.  Un grupo se fortalece cuando sus miembros se sienten seguros y saben que gozan de la protección de los demás miembros.

Viajar en solitario resulta difícil y duro. En tiempos de crisis, como los actuales, cuando los puestos de trabajo y el bienestar social peligran, es fácil caer en el “sálvese quien pueda “, e instalarse en el egocentrismo y la individualidad. 

Sin embargo lejos de ser así, un nuevo paradigma se está abriendo gracias a las nuevas tecnologías. La Web 2.0 y las redes sociales han abierto horizontes en los que compartiry aunar esfuerzos para lograr objetivos comunes. La sinergia es posible de forma viral entre personas que aún estando en posiciones opuestas en el planeta tienen motivaciones semejantes y la red les permite unirse. Se ha cambiado de una generación “me” a una generación “we” en la que los valores van más allá de lo material.

Nuevas fórmulas de trabajo, nuevas formas de financiación y de compartir conocimiento se expanden por las redes. Ahora es posible prescindir de la banca y financiar proyectos a través del crowdfunding o  “financiación colectiva“, o intercambiar  tareas o conocimientos para un fin común a través del crowdsourcing. Formar grupos afines entre personas de distintos continentes, establecer networking , conseguir contactos y nuevas oportunidades de amistad y negocio .

La iniciativas solidarias se expanden más rápidamente y de forma más eficaz. Un tweet se propaga y llega a miles de usuarios en unos segundos.
Se ha realizado una investigación dirigida por Elsa Punset, directora del laboratorio de Aprendizaje Social y Emocional de la Universidad Camilo José Cela, en la que se ha verificado la Teoría de la Solidaridad   y que puede resumirse en que “ser solidarios está en nuestra naturaleza”. 

Quizás solo lo que hay que hacer, es un poquito más el ganso.

Que tengáis un buen día.
Montse

Fuente: Buenhabit, por Montse Vila. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

Afrontando la complejidad. La simplicidad inherente

El rendimiento óptimo se sitúa justo “al borde del caos”

Siguiendo a un buen líder

Para seguir leyendo:

8 lecciones de Liderazgo de un Director de Orquesta

El liderazgo, el autobús y las pulgas

¿Qué se requiere del liderazgo?

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