El arte de quererse

Por Merce Roura @merceroura

autoestimaTodos buscamos que nos quieran. Que nos admiren. Todos queremos destacar en algo. Brillar y demostrar al mundo que podemos hacer cosas buenas para mejorarlo. Eso está bien, nos hace superarnos si somos capaces al mismo tiempo de apreciar lo que tenemos y vivir intensamente cada pequeño logro. A veces, algunos de nosotros, usamos esta maniobra para superar nuestra baja autoestima. Querernos a nosotros mismos es una asignatura que tenemos que ir trabajando durante toda nuestra existencia. Es tal vez una de las moralejas más difíciles que debemos descubrir y aprender. Encontrar el punto justo y hacerlo de forma “sana” no es fácil. Nos engañamos mucho a nosotros mismos para superar situaciones que creemos que no podemos soportar. Vemos lo que queremos ver y sentimos sin analizar nuestras emociones y aprender de ellas. A veces nos dejamos llevar por la ira y otras nos escondemos en un caparazón fabricado con falsa indiferencia y miedo. Buscamos querernos sin casi conocernos, sin hacer el esfuerzo de hurgar en nosotros mismos e ir más allá de cuatro tópicos que hemos adoptado para mostranos al mundo. Esperamos a ser otros para querernos en lugar de amarnos tal como somos y desear ser nuestra mejor versión…

Algunas personas se pasan la vida intentando dejar claro a los demás que son dioses. Su ego roza la impertinencia y la vergüenza ajena. Son el centro de su universo y esperan que los demás orbitemos a su alrededor como si también fueran el centro del nuestro. Esperan admiración ciega, adulación sin límite, vasallaje… Toda situación que tiene lugar a su alrededor tiene que ser enfocada desde su punto de vista. Lo protagonizan todo, incluso las situaciones ajenas. Cuando te acercas, si creen que eres inferior a ellos, te tratan despóticamente . Si piensan que puedes competir con ellos, aunque no lo reconozcan por miedo, usan la condescendencia y te pisan porque temen tu brillo. Se convierten a veces en una caricatura de ellos mismos, en un esperpento…

Aunque hay otras que hacen algo que yo, humildemente, creo que es más humillante. Aspirar a buscar reconocimiento o cariño no desde la admiración sino desde la pena. Los primeros al menos tienen claro que deben ser amados por algo positivo, aunque tengan que hinchar su ego… Los segundos aspiran a la lástima y el llanto. Confunden el amor y la amistad con la compasión…

Todos hemos caído en ello alguna vez, es una tentación cómoda y fácil. El problema es cuando se cronifica. Para algunas personas sufrir es como un deporte. Se retroalimentan de desgracia. Se focalizan en ella y la hacen crecer. Se entrenan cada día para batir sus propias marcas en melodrama. Se esfuerzan por superarse en penalidades y contratiempos con los que competir con otros y arrasar. Les duele, pero la adrenalina que les llega a la venas pensando en lo trágica que es su vida, cómo van a disfrutar contándolo y la piedad que van a suscitar, les compensa. Para esas personas, el sufrimiento parece una droga. Ser víctimas les hace sentir protagonistas. Adquieren, o eso imaginan, un protagonismo que nunca obtendrían destacando por algo. Compiten el fatalidades y es imposible discutirles que tal vez haya otras personas que estén peor. Se ofenden, se retuercen y revuelven sobre ellos mismos porque no soportan que les arrebates lo único que creen que tienen, su dolor, su desgracia… A menudo buscan pelea. Quieren que les digas lo horribles que son sus vidas porque de ese modo tienen más argumentos para dar lástima, para mostrar al mundo lo cruel que es con ellos. Si intentas ayudarles, arañan. Te odian porque quieres mejorar su situación y llevarte lo única cosa por la que destacan o creen que pueden destacar.

Y luego hay personas que por falta de autoestima se pasan la vida pensando que sobran. Que molestan. Que no sirven. Van encogidos y con una sensación grande de frío en el pecho. Cuando ven a dos que susurran, creen que lo que se cuentan al oído es algo contra ellos. Cuando ven a dos que ríen, creen es de ellos porque habrán hecho el ridículo… Estas personas, sencillamente, esperan no destacar. Quieren pasar desapercibidas y confundirse con el paisaje. Que no les vean ni pregunten. No quieren exponerse, ni ser objeto de comentarios. No quieren brillar, ni seducir, ni conectar… Quieren huir y evadirse del mundo porque no esperan de él nada bueno ya que creen que no están a la altura.

Al final, todos queremos que nos quieran y pedimos a gritos que nos reconozcan. Los primeros, nosotros mismos. Todos suplicamos cariño y diseñamos una estrategia para conseguirlo. Aunque sea intentando comprar admiración, mendigando compasión o buscando un escondite donde nadie pueda vernos ni mostrarnos cómo somos, para aspirar a no molestar.

Encontrar ese punto justo entre amarnos, aspirar a más y respetar a los demás es complicado, a menudo. Pensar que mañana podemos llegar a ser mejores que hoy sin dejar de mirar lo bueno que tenemos… Mostrarnos tal como somos y pasar de risas y comentarios…. Darle la vuelta a las situaciones y lograr que los obstáculos sean nuestros puntos de apoyo para seguir… Quererse es al final un arte que hace falta practicar a diario… Un trabajo duro, aunque seguramente el más necesario e imprescindible de nuestra vida.

Publicado en MERCEROURA, la rebelión de las palabras. Post original aquí.

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XXI, el siglo de la espiritualidad

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Por Antonia Arévalo @AntoniaAreval

Esta semana he tenido la fortuna de poder asistir al Primer Congreso sobre Spirituality&Creativity in Management (SCM2015) que ha sido posible gracias a uno de los Pioneros del Siglo XXI el profesor Simon L. Dolan que ha logrado reunir a un comité científico de primera y cientos de pioneros dispuestos ya con sus carretas y a quien desde ya agradezco la oportunidad que nos ha brindado para consolidar conceptos y sobre todo valores, energías y creencias positivas.
Es imposible pretender resumir aquí todas las exposiciones y debates, pero si quiero compartir con todos vosotros lo vivido y mis aprendizajes.
El siglo XXI es el siglo de la espiritualidad. El hemisferio izquierdo, lo racional, lo material, se nos agota, es absurdo seguir cavando en el mismo pozo seco, necesitamos encontrar vías alternativas de creatividad desde el Ser que es el único capaz de crear. Necesitamos integrar el hemisferio derecho, el hemisferio del Ser, el hemisferio de la creatividad, la esencia, la intuición primigenia. La Era Industrial fue una era de manipulación de lo material donde el resultado económico era el fin último, esto nos ha llevado al agotamiento, a la crisis del siglo XX. El siglo XXI es un siglo de integración donde obtener resultado ya no es la misión de una Compañía, su propósito; donde la pregunta a responder es Qué estamos creando y Cómo impacta en el bienestar del sistema en el que vivimos?, donde la misión sólo puede ser trascendente, donde la única alternativa pasa por la reconexión, la integración y sincronización de los dos hemisferios. Donde la verdadera riqueza ya no va a ser material sino intangible.
Mientras no permitamos que en las empresas esté presente el Ser, estamos abocados al fracaso, las empresas son personas, Seres en sí mismos, cuanto más nos acerquemos a su mejor versión más éxitos obtendremos, éxitos tangibles e intangibles, éxitos completos.
Debemos olvidar, borrar! la creencia de que es posible la separación de lo que somos en el entorno laboral y lo que somos en el entorno personal, somos lo que somos en cualquier entorno en el que nos desarrollemos, sólo sacaremos lo mejor de nosotros siendo uno mismo, dejando aflorar la esencia de cada uno, actuando desde el amor como única energía primera, desde la libertad interior. Porque cuando abres el corazón, las dificultades desaparecen y todo es posible.
Wow!! Y cómo nos preparamos para todo esto? Estamos ante un cambio radical de paradigma, no hemos gestionado nunca en un entorno de espiritualidad y trascendencia, casi menos lo hemos sido, no nos lo hemos permitido, las emociones, los sentimientos, el hemisferio derecho al completo, no estaban bien vistos en ninguna manifestación social, fuera o no empresarial y ahora resulta que debemos darles, como poco, el mismo lugar que a lo racional, de igual a igual, que o aprendemos o desaparecemos.
Cómo? En primer lugar pasa por cada uno de manera individual, pasa por alcanzar la mejor versión de cada uno, por dejar aflorar nuestra esencia, desprenderse del ego para dejar de crear desde el ego. Crear y decidir desde la esencia, crear y tomar decisiones desde la libertad, el equilibrio interior, la autonomía, libre del ego, del estatus, de los miedos, del orgullo, de las creencias, la codicia, de lo de siempre, de los juicios, de todo lo que bloquea nuestra esencia…siendo agradecidos, teniendo presente nuestro propósito vital, nuestros valores y siendo conscientes de los momentos de no libertad en los que los miedos, el ego, el orgullo se apoderan de nosotros y decidimos desde allí. La libertad interior sólo tiene sentido y existe cuando la conectamos con nuestro propósito de vida, con nuestra razón de ser, con nuestro para qué. “Déjame comprobar cuan libre soy internamente para ver qué decisiones puedo tomar”. En primer lugar pasa por liderarnos a nosotros mismos, por nuestro camino de descubrimiento personal, siendo responsables de nuestra propia creación, no se trata de brillar sino de iluminar y todo esto sólo es posible desde la energía del Amor, la energía del Universo, alineando las necesidades del ego con las del alma para fluir, para crear.
Los grandes líderes de este siglo XXI serán líderes con grandes características espirituales, líderes resonantes que fomentarán y facilitarán el desarrollo de la mejor versión de sus equipos, basado en valores, desde un entorno de felicidad, pasión, conexión y contribución. Los líderes de este siglo serán exploradores, exploradores de los caminos de la espiritualidad.
La riqueza de un país ya no se medirá en términos de PIB sino de FIB (Felicidad Interior Bruta) que aunque no sea medible por los métodos tradicionales, es la verdadera riqueza, la verdadera riqueza del todo.
Y todo esto es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros, no vale esperar a que alguien dé el primer paso porque somos uno, somos UBUNTU! E impactamos en nuestro entorno, impactemos como humanos no como “seres” mecánicos.
Estos son algunos de los mensajes, pero lo más importante no fue lo que se dijo, sino lo no dicho, la energía generada, lo que podíamos sentir, fuerza, potencia, revolución, lo que no se podía ni oír, ni medir y sin embrago movilizaba, la conexión, la complicidad, el saberse en tu lugar, el saberse en el camino, el Ser con los demás. Sentir esa fuerza imparable que se genera cuando el Amor es el que lidera!
Te apuntas a este movimiento o seguirás cavando en el mismo pozo?
Yo y muchos más te esperamos, un abrazo!!!

Photo credit: Conectivity morguefile

Publicado en Mayeutika. Post original aquí.

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