Cómo crear una Cultura de Innovación

Por Isabel Carrasco González

Gary P. Pisano en la edición de enero-febrero de Harvard Business Review plantea que una cultura que favorezca la innovación es muy valorada tanto por los líderes como por los profesionales de una organización. Las culturas innovadoras suelen ser consideradas como divertidas ya que fomentan la experimentación, toleran los fracasos, suelen ser poco jerárquicas y altamente colaborativas y en ellas existe seguridad psicológica. Las investigaciones realizadas sobre el tema apoyan la idea de que estos comportamientos se traducen en un mejor desempeño innovador.

A pesar de que estas culturas parecen deseables se produce la paradoja de que son difíciles de crear y de mantener. La razón, según el autor, es que las culturas innovadoras se malinterpretan ya que las características anteriormente expuestas deben equilibrarse con comportamientos más severos y menos divertidos ya que, por ejemplo,  la tolerancia al fracaso requiere la intolerancia hacia la incompetencia, el deseo de experimentar debe ir acompañado de una rigurosa disciplina, la colaboración debe ser equilibrada con la responsabilidad individua y un organigrama muy plano necesita un liderazgo muy fuerte. Si las tensiones creadas por esta paradoja no son gestionadas cuidadosamente los intentos de generar una cultura de innovación fallarán.

I.- TOLERANCIA A LOS FRACASOS PERO NINGUNA TOLERANCIA PARA LA INCOMPETENCIA

Ya que la innovación implica la exploración de terrenos inciertos y desconocidos no resulta sorprendente que una tolerancia hacia los fracasos sea una característica importante de las culturas innovadoras, pero debe ir acompañada del establecimiento de estándares excepcionalmente elevados de desempeño. Explorar ideas arriesgadas es adecuado pero que los profesionales tengan habilidades técnicas mediocres, pensamientos chapuceros, malos hábitos de trabajo y de gestión no es aceptable. Las personas que no responden a las expectativas o no están a la altura de las mismas deben marcharse o ser asignadas a otros roles para los que se ajusten mejor.

La realidad es que la tolerancia hacia los fracasos exige contar con profesionales extremadamente competentes. Los intentos de crear nuevos modelos tecnológicos o de negocio están cargados de incertidumbre. Con frecuencia no sabemos lo que no sabemos y tenemos que ir aprendiendo sobre la marcha. Los “fallos” en estas circunstancias ofrecen lecciones valiosas sobre el camino a seguir, pero también pueden ser el resultado de diseños poco y mal  reflexionados, de la falta de transparencia, de análisis equivocados y de mala gestión. Google, por ejemplo, puede fomentar la toma de riesgos y los fracasos porque existe la seguridad de que la mayoría de sus profesionales son muy competentes.

La creación de una cultura que valore simultáneamente el aprendizaje de los fracasos y la excelencia en el desempeño resulta difícil en organizaciones sin historia en ambos aspectos. Un buen comienzo puede ser que los altos directivos definan claramente la diferencia entre los fracasos productivos y los improductivos. Los primeros facilitan una información muy valiosa sobre sus costes. Un fallo sólo puede ser celebrado si resulta en un aprendizaje. Por ejemplo un prototipo que no tenga el resultado esperado por una causa que no se ha tenido en cuenta es un fallo que merece ser celebrado si el nuevo conocimiento se puede aplicar a diseños futuros.

La construcción de una cultura de competencia requiere articular claramente cuáles son los estándares esperados de desempeño. Si no son bien conocidos y comprendidos las decisiones complicadas que se pueden tener que tomar en relación con el persona pueden ser interpretadas como el castigo por un fracaso, por lo que los directivos deben informar sobre cuáles son las expectativas con claridad y regularidad.

Mantener el equilibrio entre la tolerancia con los fallos productivos y la incompetencia enraizada no es sencillo. Todos cometemos errores pero tenemos que tener claro cuándo el perdón o aceptación se convierte en permisividad o cuándo la fijación de unos estándares altos de desempeño se puede convertir en crueldad a la hora de tratar a los profesionales, olvidando el respeto y dignidad que merecen.

II.- DESEO DE EXPERIMENTAR PERO  CON DISCIPLINA

Las organizaciones que fomentan la experimentación se sienten cómodas en entornos inciertos y ambiguos. No pretenden conocer todas las respuestas, experimentan para aprender más que para producir inmediatamente un producto un servicio ya ofertable.

La disposición para experimentar, sin embargo, no significa trabajar como un pintor abstracto de tercera clase que se dedica de forma aleatoria a lanzar pintura a un lienzo. Sin una disciplina casi cualquier cosa puede ser justificada como un experimento. Las culturas orientadas a la disciplina seleccionan sus experimentos cuidadosamente basándose en su potencial para el aprendizaje y los diseñan de forma rigurosa para obtener la máxima información posible en relación a sus costes. Establecen criterios claros desde el principio para continuar con, modificar o eliminar una idea y aceptan los datos generados por los experimentos. Esto puede implicar admitir que una hipótesis inicial estaba equivocada y que un proyecto que parecía prometedor debe suprimirse o redirigido de forma significativa. La disciplina para abandonar proyectos perdedores hace que sea menos arriesgado probar nuevas cosas.

La experimentación disciplinada requiere un equilibrio ya que como líder deseamos animar a los profesionales a que presentan ideas que parecen en un principio extravagantes o poco razonables y que formulen sus hipótesis y si demandamos datos para confirmar o eliminar una hipótesis demasiado pronto podemos aplastar el juego intelectual requerido para la creatividad. Evidentemente ni hasta los experimentos mejor diseñados y ejecutados siempre obtienen resultados blanco o negro. Las valoraciones científicas y de negocio son necesarias para determinar qué ideas pueden seguir adelante, cuáles hay que reformular y cuáles suprimir. Los altos directivos deben ser un modelo de esta disciplina estando dispuestos a terminar proyectos que han defendido personalmente o mostrando su disposición para cambiar sus ideas al enfrentarse a los datos que surgen de una experimentación.

III.- SEGURIDAD PSICOLÓGICA ACOMPAÑADA DE SINCERIDAD

La seguridad psicológica supone contar con un clima en la organización en el que todos los profesionales sienten que pueden hablar abiertamente sobre sus problemas sin temor a posibles represalias. Décadas de investigación sobre este tema llevada a cabo por Amy Edmonson indican que los entornos psicológicamente seguros no sólo logran evitar que la organización cometa errores catastróficos sino que además apoyan el aprendizaje y la innovación.

Todos deseamos tener libertad para expresarnos sin miedo, todos queremos ser escuchados pero la seguridad psicológica es un caminos de dos direcciones, Si debe ser seguro que yo pueda criticar tus ideas también debe serlo para que tú puedas criticar las mías, independientemente de nuestro nivel dentro de la organización. La sinceridad sin filtros es crítica para la innovación porque es el medio por el que las ideas evolucionan, se enriquecen y mejoran.

Si queremos innovar una organización sincera siempre superará a la agradable siempre, ya que en esta última los desacuerdos se reprimen y las críticas se disfrazan, confundiendo la educación y amabilidad con el respeto. No es malo ser franco siempre que se mantenga el respeto. Aceptar una crítica devastadora de una idea nuestra sólo es posible si respetamos la opinión de la persona que la facilita y ésta nos trata con respeto a la hora de ofrecer el feedback.

Construir una cultura de debates sinceros constituye un reto para las organizaciones en las que los profesionales tienden a evitar las confrontaciones o donde este tipo de debate se interpreta como una violación de las normas de educación. Los líderes deben marcar el camino a través de sus acciones. Deben estar dispuestos y ser capaces de criticar a los demás de forma constructiva sin ser desagradables y estar dispuestos a recibir críticas de sus ideas y propuestas.

  1. COLABORACIÓN PERO CON RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL

Los sistemas innovadores para que funcionen bien necesitan la información, las aportaciones  y el esfuerzo integrado de múltiples contribuidores. Las personas que trabajan en culturas colaborativas consideran el pedir ayuda a sus compañeros como algo natural y tiene un sentimiento de responsabilidad colectiva. Pero con frecuencia la colaboración se confunde con el consenso y éste es un veneno para la innovación y para la toma de decisiones rápida que en ocasiones ésta requiere. Los profesionales tienen que ser capaces de tomar decisiones y responsabilizarse de las mismas sin esconderse en la colectividad.

V.- ORGANIGRAMA PLANO PERO CON UN FUERTE LIDERAZGO

En las organizaciones planas a los profesionales se les concede gran libertad para actuar, tomar decisiones y hacer públicas sus opiniones. El reconocimiento y la autoridad se asocian a la competencia y no al puesto y suelen responder con mayor rapidez a las circunstancias cambiantes porque la toma de decisiones está descentralizada y más cercana a las fuentes de información relevantes. Tienden a generar más riqueza en ideas diversas que las más jerarquizadas porque buscan el conocimiento, la experiencia y las perspectivas de una comunidad mayor de contribuyentes.

La falta de jerarquía no implica una falta de liderazgo, paradójicamente las organizaciones planas necesitan un liderazgo más fuerte que las jerarquizadas ya que si carecen de éste pueden caer en el caos si el líder no marca unas prioridades estratégicas y una dirección claras. Requiere, pues, que los líderes tengan la capacidad de articular visiones y estrategias convincentes mientras simultáneamente son competentes en las cuestiones operacionales y técnicas y que los profesionales desarrollen sus capacidades de liderazgo para sentirse cómodos actuando, tomando decisiones y siendo responsables de las mismas.

VI.- LIDERAR EL CAMINO

Todos los cambios culturales resultan complicados. Las culturas organizacionales son como contratos sociales que especifican las reglas que tienen que seguir sus miembros, por lo que cuando los líderes intentan cambiar la cultura de su organización es como si estuviesen rompiendo un contrato social y puede ocasionar que sus integrantes se resistan, especialmente los que están conformes con ella.

Liderar el camino hacia el cambio es, por tanto, especialmente difícil fundamentalmente por tres razones:

1.- Las culturas innovadoras requieren una combinación de comportamientos aparentemente contradictorios lo que puede sembrar confusión, como ocurre cuando fracasa, por ejemplo, un proyecto importante y no sabemos si celebrarlo de algún modo o si su líder debe ser responsable de lo que ha ocurrido. La respuesta a esta pregunta va a depender de si se podía haber prevenido el fracaso, si los miembros del equipo han actuado con transparencias, so se conocían aspectos que podían haber motivado elecciones diferentes, si se puede extraer un aprendizaje valioso de esta experiencia, etc.

2.- Algunos de los comportamientos requeridos son muy bien aceptados pero otros como la aceptación de la responsabilidad lo son menos. Los que se esconden en el anonimato del consenso, por ejemplo, no recibirán bien el asumir la responsabilidad individual.

3.- Como las culturas innovadoras son sistemas de comportamientos interdependientes no se pueden implementar gradualmente ya que éstos se refuerzan y se complementan unos a otros, por ejemplo las personas muy competentes se encuentran más cómodos en culturas que fomentan la toma decisiones a todos los niveles y la responsabilidad y de sus errores surgirá normalmente aprendizaje y no desperdicio.

La construcción de una cultura de innovación requiere, por último, unas acciones específicas, entre las que tenemos:

a).- Los líderes deben ser muy transparentes al comunicar las duras realidades de las culturas innovadoras, para que no se interpreten como culturas para divertirse y jugar. Muchas personas se pueden sentir muy excitadas ante la posibilidad de tener una mayor libertad para experimentar, equivocarse, colaborar, decir lo que piensan y tomar decisiones, pero deben reconocer que estas libertades traen consigo algunas responsabilidades duras.

b).- Los líderes deben ser conscientes de que no existen cortocircuitos para la creación de una cultura de innovación y que ésta no se genera dividiendo la organización en unidades más pequeñas o facilitando la existencia de departamentos autónomos. Sin unos grandes esfuerzos para modelar los valores, las normas y los comportamientos estas unidades satélites tienden a heredar la cultura de la organización de la que proceden.

c).- Al ser las culturas innovadoras más inestables los líderes deben mantenerse vigilantes para detectar cualquier exceso en algún área para restablecer el equilibrio cuando sea necesario.

Licencia de contenido del blog de “Hablemos de liderazgo”

Publicado en Hablemos de Liderazgo. Post original aquí.

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Clayton Christensen: 6 Puntos Clave para la Innovación Disruptiva

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El término innovación disruptiva, propuesto por Clayton Christensen en su libro “El dilema del Innovador” (1997), ha revolucionado el mundo del marketing. En esta ocasión te contaremos por qué y cuáles son las claves para ponerlo en práctica en tu empresa.

La innovación disruptiva según Clayton Christensen

En la primera versión de esta definición elaborada por Clayton Christensen, enfocada en las inversiones de bajo nivel, la innovación disruptiva es el proceso que una empresa pequeña llevaba a cabo, con el fin de desafiar a las empresas líderes del sector.

Estas industrias disruptivas ponían el foco, de manera satisfactoria, en aquellos puntos ignorados en el mercado, atacando las problemáticas que las grandes empresas dejaban fuera.

Así, lograron hacerse un espacio en el mercado, ofreciendo productos funcionales, a un precio menor.

Posteriormente, el concepto evolucionó hasta construir una modalidad en la que las empresas nuevas en el mercado combaten la ausencia de consumo, transformando en consumidores a aquellos que no lo son, bajo un enfoque expansivo del nuevo mercado.

Se entiende como disruptivo al proceso que pequeñas empresas llevan a cabo para desafiar a las empresas líderes del sector y convertir a no consumidores en consumidores.

Dicha estrategia puede ser poco rentable para los grandes empresarios, pero es de gran ayuda para demandas pequeñas, ya que atacan un problema específico que a largo plazo genera ingresos.

Un ejemplo de esta teoría lo constituyen las compañías de telefonía celular. Recordemos que en un inicio los teléfonos móviles eran más caros que los fijos, pero a su vez más funcionales.

Entonces, dichos aparatos construyeron un mercado redituable y pequeño en relación a lo que suponía la telefonía fija. Sin embargo, apostaron por la ruptura de lo establecido.

Gracias a esto, numerosas empresas vieron el potencial disruptivo de este nuevo invento y contribuyeron a su expansión, en vez de rechazarlo por su propuesta.

En consecuencia, se logró reducir costos y crear un mercado competitivo que dio pie a un crecimiento sostenido, líder en la economía actual.

Así puede verse que ambas definiciones de innovación disruptiva nacidas del trabajo de Clayton Christensen son variaciones de un solo concepto, ya que las dos teorías propuestas concluyen que la importancia que se le da al desempeño y la creatividad de los productos termina ampliando la necesidad del mercado masivo.

La importancia que se le da al desempeño y la creatividad de los productos termina ampliando la necesidad del mercado masivo.

En primer lugar, si apuestas por la innovación disruptiva de bajo nivel, podrás incluir productos o servicios de gran calidad, que satisfagan las necesidades del núcleo superior del mercado, donde la rentabilidad es más alta, excediendo lo requerido en niveles menores.

Así podrás dejar una puerta abierta para que empresas en búsqueda de oportunidades ingresen en segmentos menos redituables que las grandes industrias no utilizan, desafiando así su puesto en el mercado.

Por otro lado, si aplicas el concepto disruptivo de Clayton Christensen en innovaciones de nuevo mercado, el objetivo es lograr una inversión con características tales que permita que quienes no consumen ni están interesados en lo que les ofrece, se muestren dispuestos a adquirir el bien o servicio que tienes para ellos.

Antes de continuar, es necesario reconocer que la teoría de la innovación disruptiva se presta a malas interpretaciones, puesto que el concepto se asocia como cualquier apoyo brindado a lo que se quiera hacer con el fin de alterar el status quo de una empresa.

Contrario a lo que se piensa, el término innovación disruptiva no debe asociarse con cualquier avance que cambie los patrones competitivos de una empresa, ya que cada uno de estos necesita de enfoques estratégicos distintos.

En otras palabras, no toda la teoría disruptiva sirve para cualquier tipo de industria que se encuentre en un mercado cambiante. De hecho, esto puede ocasionar que se pongan en práctica estrategias erróneas, que reduzcan tus posibilidades de éxito empresarial.

En este gráfico, puedes evidenciar con más claridad el funcionamiento de la innovación disruptiva:

No toda la teoría disruptiva sirve para cualquier tipo de industria en un mercado cambiante. De hecho, esto puede ocasionar que se pongan en práctica estrategias erróneas, que reduzcan tus posibilidades de éxito empresarial.

En tal sentido, tenemos la mala apreciación disruptiva que se le ha hecho a la empresa de transporte Uber.

Gracias a contar con una aplicación móvil que conecta a clientes que quieren desplazarse con conductores dispuestos a ello, la plataforma ha crecido exponencialmente desde su lanzamiento en el 2009.

En consecuencia, la empresa hoy está presente en más de 60 países, lo que ha hecho que genere grandes ingresos, valorados en 50 mil millones de dólares.

Se trata de una transformación al mundo de los taxis. Sin embargo, no es una innovación disruptiva, puesto que desde sus inicios apuntó a los segmentos más altos del mercado, ofreciendo mayor calidad a mayor precio, cosa que va en contra de los principios propuestos por Clayton Christensen.

6 puntos clave para la innovación disruptiva empresarial

Hay conceptos que no son del todo claros dentro de la interpretación de la innovación disruptiva empresarial. Por ello, a continuación presentamos 6 puntos clave del tema impulsado por Clayton Christensen para ponerla en práctica:

  1. La innovación disruptiva es ideal para mercados nuevos o segmentos del mercado con menor exigencia.

Cada día las grandes empresas crean mejores productos y servicios, lo que desarrolla clientes más rentables y exigentes.

Esto lleva a que se olviden del tipo de cliente menos exigente, es ahí donde debe entrar tu empresa.

Enfócate en crear un producto lo suficientemente bueno para esos clientes del segmento inferior del mercado y ofréceles lo que están buscando cuando menos se lo esperan.

  1. Convierte no consumidores en consumidores.

En la medida que apliques estos principios, crearás un mercado nuevo y ampliarás tus posibilidades y las de la industria.

Esto supondrá un cambio, que va desde lo menor, es decir, clientes que no usan el servicio, hasta lo más alto, consumidores masivos.

Aplicar la innovación disruptiva en tu negocio supondrá un cambio, que va desde atraer clientes que no usan el servicio hasta consumidores masivos.

  1. La innovación disruptiva no es igual a la innovación sostenible.

Este concepto se basa en mejorar los productos ya consolidados en el mercado y hacerlos más rentables.

La innovación disruptiva se basa, desde sus inicios, en productos y servicios enfocados en un público que los grandes consumidores no obtendrían, esto con el fin de escalar poco a poco hasta consolidarse como uno de los mejores del mercado y así adquirir lo que les ofreces.

  1. La disrupción es consecutiva.

Si se usa este término para hablar de un producto en un momento determinado, se está empleando de manera errónea, ya que solo es válido para hablar de la evolución de un servicio.

Por ejemplo, las primeras computadoras, aparecidas en la década de los 60, fueron disruptivas desde sus inicios, en primer lugar porque innovaron en el mercado, atacando un problema inferior y, por otro lado, porque su trayectoria ha hecho que así sea.

  1. Toda innovación disruptiva comienza siendo un experimento a pequeña escala.

Generalmente, las empresas que aplican este principio se centran en atinar con su modelo de negocio, en vez de generar ingresos con el producto.

Por ello, al triunfar, su movimiento desde afuera hacia el núcleo del mercado supone grandes beneficios.

Sin embargo, que esto ocurra puede conllevar mucho tiempo. De hecho, esto explica por qué suele ocurrir que la mayoría de las empresas más consolidadas ignoran a las nuevas empresas disruptivas.

Como ejemplo de esto tenemos a Netflix, una idea que cuando surgió en 1997. Resultó ser un concepto poco atractivo para los clientes de Blockbuster, ya que proponía enviar miles de películas por correspondencia, en un período de tres días.

Esto hizo que fuera utilizada solo por un pequeño grupo de cinéfilos, poco interesados en los estrenos. Esta es la base del éxito de la plataforma, ya que comenzó por satisfacer a un segmento pequeño del mercado, volviéndose cada día, y en sintonía con los avances tecnológicos, más atractiva.

Puesto que la disrupción lleva tiempo, los negocios consolidados obvian, a menudo, a las nuevas empresas disruptivas.

(Clayton Christensen)

  1. A partir de lo disruptivo, crea negocios distintos a lo común.

Las herramientas propuestas por Clayton Christensen fomentan la creación de nuevos modelos de negocio, los cuales atraerán a una mayor cantidad de público.

Siguiendo con los ejemplos, el iPhone desarrollado por Apple encaja de manera perfecta en este negocio.

En un principio, esta fue una innovación sostenible, puesto que iba dirigida a sus clientes habituales, los cuales habían dotado de éxito y prestigio a la marca.

Aun así, lo disruptivo vino después, cuando optaron por colocar las computadoras portátiles como foco del acceso a Internet. Con esto, crearon un nuevo modelo de negocio que revolucionó el mundo y que sigue avanzando hasta nuestros días.

Conclusión

La innovación disruptiva es un punto clave en el marketing del siglo XXI.

Este concepto, dotado de variaciones, resulta fundamental para emprender un negocio, pues gracias a su base enfocada en los sectores marginados del mercado, te permite romper barreras y centrarte en aquello que otros olvidan, convirtiendo a no consumidores en consumidores.

Además, gracias a ser un modelo evolutivo, tus productos tienen altas posibilidades de escalar en el mercado e ir de lo micro a lo macro.

En fin, esta herramienta, propuesta por Clayton Christensen puede ayudarte a iniciar un negocio o solventar problemas en tu empresa. ¿Qué esperas para empezar?

Publicado en Emprendedores y Negocios. Post original aquí.

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