por Rubén Alzola
He comenzado una colaboración mensual como redactor con ¿Qué aprendemos hoy? La intención es divulgar los conceptos básicos de la productividad personal en un sitio generalista. Publicaré los días 3 de cada mes y republicaré los artículos por aquí cuando encuentre un hueco. Nada que sorprenda a los lectores habituales del blog aunque siempre es interesante repasar los conceptos fundamentales. Además los artículos serán muy cortitos. Aquí os dejo el que salió el 3 de Octubre:
“La crisis económica ha traído a primer plano una palabra como “productividad”. Por asociación (negativa) mucha gente rechaza el término y cualquier cosa que pueda estar asociada con el mismo. Sin embargo, el término “productividad personal” no es sinónimo de hacer más cosas (eso sería producción) sino de ser capaces de hacer eficientemente las cosas que realmente hay que hacer.
La productividad personal es especialmente necesaria en esta época dónde la información nos desborda y las fronteras entre tiempo de trabajo y ocio son cada vez más difusas. Su principal objetivo no es otro que el tratar de tener un control sobre las cosas y no llegar a que sean las cosas las que nos dominen a nosotros.
Si me pidiesen que defina “productividad personal” creo que enunciaría algo así como “el conjunto de hábitos y conocimientos que te permiten hacer aquello que aporta verdadero valor a tu vida de manera eficiente”.
Productividad personal no es gestión del tiempo. Lo malo de las técnicas de gestión del tiempo es que no entran en la calidad de lo que haces, es decir, te enseñan a aprovechar tu tiempo pero no se centran en el valor añadido de lo que haces.
¿Por qué funciona la productividad personal?
El “secreto” es su visión holística: empezar desde abajo y seguir hacia arriba (bottom-up). A continuación expongo un gráfico que ejemplifica como funciona GTD (Getting Things Done es posiblemente el sistema de productividad personal más difundo).
Visión horizontal y vertical de GTD
GTD empieza por ayudarte con tus acciones más rutinarias (eje horizontal). La diferencia es que GTD, a la vez, asciende en vertical por lo que denominamos proyectos (que a su vez se agrupan en niveles superiores que cubren las diversas facetas de nuestra vida, culminando en nuestra misión, visión y objetivos).
Al empezar por las “cosas” que ocupan nuestro día a día, GTD permite que liberemos tiempo para pensar. De otro modo es imposible. Esto es lo que, progresivamente, nos permitirá ir alineando lo que hacemos con lo que debemos hacer.
Si no actúas así, es más que posible que todo se quede en buena voluntad. Es lo que nos ocurre a principios de año cuando hacemos una lista de grandes cambios que, tras unas semanas de tibios intentos, caen en el fracaso más absoluto.
Intentaré, en próximas entregas, introducir los conceptos esenciales de la productividad personal. Para mí ha sido (y sigue siendo) un viaje apasionante. Espero que, como dicen los grandes pensadores, disfrutes tanto del viaje como de alcanzar tu destino.”
Artículo originalmente publicado en ¿Qué aprendemos hoy?