La mentira y el liderazgo

por Cesar de la Paz

En estos tiempos la comunicación lo es todo, tanto en la sociedad como en las organizaciones. Qué se dice, cómo se dice y posiblemente qué no se dice parece un factor determinante para el funcionamiento -comercial- del mundo. Esto, lo tenemos más que asumido.

¿Esto significa que mentir está justificado por motivos prácticos? No lo sé, pero sería una pregunta que pondría en un compromiso a más de uno.

Pongamos el foco en la comunicación directiva y el liderazgo de personas…

Está claro que las organizaciones tienen una necesidad operativa de gestionar el flujo de comunicación y esto es una realidad que incluso tiene un marco regulatorio que lo sustenta. Pero de lo que me gustaría hablar es de los hábitos o, mejor dicho, de los malos hábitos de comunicación, tan influidos por el contexto y los modelos de comportamiento disponibles a nuestro alrededor.

Mi sensación es que muchos responsables de personas y equipos, consciente o inconscientemente, tienen este vicio de mentir.  Cogen con frecuencia este atajo fácil de la mentira para resolver situaciones que seguramente se podrían resolver usando la honestidad.  Incluso en situaciones cotidianas y sin importancia; por eso lo considero un vicio.

¿Es gratis mentir? ¿Estamos valorando suficientemente los costes de la mentira?

Enunciemos algunos costes de este mal hábito de mentir que creo conviene tener presentes antes de hacerlo tan despreocupadamente:

  1. La deseabilidad social subyace a muchas de las mentiras profesionales. La necesidad psicológica de demostrar un status, una capacidad o unos resultados. Esto lleva muy rápidamente a la trampa de la mentira y sin darnos cuenta a la pérdida de credibilidad, que, por cierto, es una consecuencia que le llega muy rápido al mentiroso. Al final acaba perdiendo lo que más miedo le daba perder: imagen. Quizá en este punto no sólo el individuo sino también la cultura de las organizaciones debería cambiar. ¡Cuidado con lo que se premia que lo mismo vuelve a ocurrir!

 

  1. Relacionado con lo anterior y profundizando más en el individuo, es indudable que la autoestima está relacionada con esto de la mentira. La baja autoestima detona esa necesidad de venderse con falsedades. Pero ojo, el individuo sabe que está mintiendo, y no se siente bien haciéndolo. Esto reduce aún más su autoestima.  Es un círculo vicioso que lleva al estrés y a la depresión. ¡Menudo premio!

 

  1. Otro coste de la mentira para los líderes se asume cuando no somos asertivos y no nos atrevemos a decir nuestra opinión a los demás. ¡Cuidado con el mecanismo psicológico que estamos activando! A nadie nos gusta admitir ante nosotros mismos nuestras debilidades y no atrevernos a decir lo que opinamos, sin duda es señal de debilidad. Para reducir este malestar solemos auto justificarnos. Un ejemplo: tengo un compañero, o un jefe que está actuando en mi opinión de forma equivocada. En vez de asumir el riesgo de decirlo, me lo callo. Necesito por supuesto auto justificarme y lo hago convenciéndome a mí mismo de que me callo porque no va a servir de nada, porque el otro no me va a escuchar, porque no tiene solución ya que el otro es un no sé qué… Como veis, éste es uno de los mecanismos por el cual acabamos pensando arbitrariamente mal unos de otros. Pensamos mal de nuestros colaboradores, de nuestros jefes, o de la propia organización. Por tanto, el vicio de no mostrar nuestras verdaderas opiniones nos lleva a pensar en negativo de los demás e incluso a destruir nuestra propia implicación con el equipo y con la empresa.

 

  1. Por último, destacaría como coste la importancia de los valores de un equipo. Todos necesitamos conectarnos con una misión, con un propósito que tenga sentido. Necesitamos tener la sensación de que los esfuerzos y los sacrificios que hacemos cada día, aportan valor a la sociedad, a los demás etc. No hay nada más humano que trascender del individualismo, de lo contrario, nadie tendría hijos y el mundo se acabaría. Las organizaciones -compuestas por personas-, también necesitan tener propósito. De hecho, muchas proclaman que tienen una misión y unos valores, pero ¡cuidado con esto!; si los líderes son mentirosos e incumplen con un valor tan esencial como es la honestidad, ¿qué efecto tiene esta incoherencia en los equipos? Les estamos robando la posibilidad de implicarse con una misión, les estamos quitando uno de los motivadores más esenciales como es cumplir con un propósito. Les estamos frenando en su capacidad para esforzarse y aportar valor.

 

En conclusión, no sé muy bien cuáles son los beneficios de mentir. Me imagino que serán muy altos dada la frecuencia con la que se hace. Ahora, en mi opinión, ya pueden ser altos para compensar los enormes costes que tiene hacerlo.

Publicado en MRC Training. Post original aquí.

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El mito de la caverna de Platón (significado e historia de esta alegoría)

por Adrián Triglia

Una metáfora que nos intenta explicar la doble realidad que percibimos.

El mito de la caverna de Platón es una de las grandes alegorías de la filosofía idealista que tanto ha marcado la manera de pensar de las culturas de Occidente.

Entenderla significa conocer los estilos de pensamiento que durante siglos han sido los dominantes en Europa y América, así como los fundamentos de las teorías de Platón. Veamos en qué consiste.

Platón empieza hablando sobre unos hombres que permanecen encadenados a las profundidades de una caverna desde su nacimiento, sin haber podido salir de ella nunca y, de hecho, sin la capacidad de poder mirar hacia atrás para entender cuál es el origen de esas cadenas.

Así pues, permanecen siempre mirando a una de las paredes de la caverna, con las cadenas aferrándolos desde atrás. Detrás de ellos, a una cierta distancia y colocada algo por encima de sus cabezas, hay una hoguera que ilumina un poco la zona, y entre ella y los encadenados hay un muro, que Platón equipara a las artimañas que realizan los tramposos y los embaucadores para que no se noten sus trucos.

Entre el muro y la hoguera hay otros hombres que llevan con ellos objetos que sobresalen por encima del muro, de manera que su sombra es proyectada sobre la pared que están contemplando los hombres encadenados. De este modo, ven la silueta de árboles, animales, montañas a lo lejos, personas que vienen y van, etc.

Luces y sombras: la idea de vivir en una realidad ficcionada

Platón sostiene que, por estrambótica que pueda resultar la escena, esos hombres encadenados que describe se parecen a nosotros, los seres humanos, ya que ni ellos ni nosotros vemos más que esas sombras falaces, que simulan una realidad engañosa y superficial. Esta ficción proyectada por la luz de la hoguera los distrae de la realidad: la caverna en la que permanecen encadenados.

Sin embargo, si uno de los hombres se liberase de las cadenas y pudiese mirar hacia atrás, la realidad le confundiría y le molestaría: la luz del fuego haría que apartase la mirada, y las figuras borrosas que pudiese ver le parecerían menos reales que las sombras que ha visto toda la vida. Del mismo modo, si alguien obligase a esta persona a caminar en dirección a la hoguera y más allá de ella hasta salir de la caverna, la luz del sol aún le molestaría más, y querría volver a la zona oscura.

Para poder captar la realidad en todos sus detalles tendría que acostumbrarse a ello, dedicar tiempo y esfuerzo a ver las cosas tal y como son sin ceder a la confusión y la molestia. Sin embargo, si en algún momento regresase a la caverna y se reuniese de nuevo con los hombres encadenados, permanecería ciego por la falta de luz solar. Del mismo modo, todo lo que pudiese decir sobre el mundo real sería recibido con burlas y menosprecio.

El mito de la caverna en la actualidad

Como hemos visto, el mito de la caverna reúne una serie de ideas muy comunes para la filosofía idealista: la existencia de una verdad que existe independientemente de las opiniones de los seres humanos, la presencia de los engaños constantes que nos hacen permanecer lejos de esa verdad, y el cambio cualitativo que supone acceder a esa verdad: una vez se la conoce, no hay marcha atrás.

Estos ingredientes se pueden aplicar también al día a día, concretamente a la manera en la que los medios de comunicación y las opiniones hegemónicas moldean nuestros puntos de vista y nuestra manera de pensar sin que nos demos cuenta de ello. Veamos de qué manera las fases del mito de la caverna de Platón pueden corresponderse con nuestras vidas actuales:

1. Los engaños y la mentira

Los engaños, que pueden surgir de una voluntad de mantener a los demás con poca información o de la falta de progreso científico y filosófico, encarnaría el fenómeno de las sombras que desfilan por la pared de la caverna. En la perspectiva de Platón, este engaño no es exactamente el fruto de la intención de alguien, sino la consecuencia de que la realidad material sea tan solo un reflejo de la verdadera realidad: la del mundo de las ideas.

Uno de los aspectos que explican por qué la mentira impacta tanto en la vida del ser humano es que, para este filósofo griego, está compuesta por aquello que parece evidente desde un punto de vista superficial. Si no tenemos motivos para cuestionar algo, no lo hacemos, y su falsedad prevalece.

Platón y su mito de la caverna

Este mito es una alegoría de la teoría de las ideas propuesta por Platón, y aparece en los escritos que forman parte del libro La República. Se trata, básicamente, de la descripción de una situación ficticia que ayudaba a entender el modo en el que platón concebía la relación entre lo físico y el mundo de las ideas, y cómo nos movemos a través de ellos.

2. La liberación

El acto de liberarse de las cadenas serían los actos de rebeldía que solemos llamar revoluciones, o cambios de paradigma. Por supuesto, no es fácil rebelarse, ya que el resto de la dinámica social va en sentido contrario.

En este caso no se trataría de una revolución social, sino de una individual y personal. Por otro lado, la liberación supone ver cómo muchas de las creencias más interiorizadas se tambaleen, lo cual produce incertidumbre y ansiedad. Para hacer que este estado desaparezca, es necesario seguir avanzando en el sentido de ir descubriendo nuevos conocimientos. No es posible quedarse sin hacer nada, según Platón.

3. La ascensión

La ascensión a la verdad sería un proceso costoso e incómodo que implica desprenderse de creencias muy arraigadas en nosotros. Por ello, es un gran cambio psicológico que se plasma en la renuncia a las viejas certezas y la apertura a las verdades, que para Platón son el fundamento de lo que realmente existe (tanto en nosotros como a nuestro alrededor).

Platón tenía en cuenta que el pasado de las personas condiciona el modo en el que experimentan el presente, y por eso asumía que un cambio radical en la manera de entender las cosas tenía que acarrear necesariamente malestar e incomodidad. De hecho, esa es una de las ideas que quedan claras en su forma de ilustrar ese momento mediante la imagen de alguien que trata de salir de una cueva en vez de permanecer sentado y que, al llegar al exterior, recibe la luz cegadora de la realidad.

4. El retorno

El retorno sería la última fase del mito, que consistiría en la difusión de las nuevas ideas, que por chocantes pueden generar confusión, menosprecio u odio por poner en cuestión dogmas básicos que vertebran la sociedad.

Sin embargo, como para Platón la idea de la verdad estaba asociada al concepto de lo bueno y el bien, la persona que haya tenido acceso a la realidad auténtica tiene la obligación moral de hacer que el resto de personas se desprendan de la ignorancia, y por lo tanto ha de difundir su conocimiento.

Del mismo modo que su maestro, Sócrates, Platón creía que las convenciones sociales sobre lo que es un comportamiento apropiado están supeditadas a la virtud que otorga llegar al verdadero conocimiento. Por eso, aunque las ideas de quien regresa a la caverna resulten chocantes y generen ataques por parte de los demás, el mandato de compartir la verdad obliga a confrontar estas viejas mentiras.

Esta última idea hace que el mito de la caverna de Platón no sea exactamente una historia de liberación individual. Es una concepción del acceso al conocimiento que parte de una perspectiva individualista, eso sí: es el individuo el que, por sus propios medios, accede a lo verdadero mediante una lucha personal contra las ilusiones y los engaños, algo frecuente en los enfoques idealistas al fundamentarse en premisas del solipsismo. Sin embargo, una vez el individuo ha alcanzado esa fase, debe llevar el conocimiento al resto.

Eso sí, la idea de compartir la verdad con los demás no era exactamente un acto de democratización, tal y como la podríamos entender hoy día; era, simplemente, un mandato moral que emanaba de la teoría de las ideas de Platón, y que no tenía por qué traducirse en una mejora de las condiciones materiales de vida de la sociedad.

Referencias bibliográficas:

  • Bury, R. G. (1910). The Ethics of Plato. The International Journal of Ethics XX (3): 271-281.
  • Dillon, J. (2003). The Heirs of Plato: A Study of the Old Academy. Oxford University Press.
  • Koller, J. (2013). Chad Meister and Paul Copan (ed.). Routledge Companion to Philosophy of Religion. Routledge.
  • Reale, G. (1997). Toward a New Interpretation of Plato. Washington, DC: CUA Press.
  • Rowe, C. (2006). Interpreting Plato. In Benson, Hugh H. (ed.). A Companion to Plato. Blackwell Publishing. pp. 13–24.
  • Whitehead, A. N. (1929). Process and reality (en inglés).

Publicado en Psicología y Mente. Post original aquí.

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La comunicación no verbal o entender el lenguaje del cuerpo

por Gema Diez

La diferencia entre las palabras de una persona y nuestra comprensión de lo que dice, procede de la comunicación no verbal lenguaje corporal, el cual mediante el conocimiento de las señales del cuerpo, resulta más fácil de entender, permitiéndonos comunicarnos eficazmente con otras personas.

La forma de hablar, andar o sentarnos dice algo acerca de nosotros, y de lo que estamos sintiendo, que se puede reflejar al exterior; incluso hay momentos en los que enviamos mensajes contradictorios: decimos una cosa pero nuestro lenguaje corporal revela algo diferente.

Las expresiones faciales, los movimientos o los gestos pueden ser más o menos sutiles en cada persona. Por eso es importante que estemos atentos para poder interpretarlos. La comunicación no verbal nos dará la información que se escapa con las palabras… 

El  lenguaje no verbal afectará a la forma en que actuamos y reaccionamos ante los demás, y ante nosotros mismos.

A continuación haremos un recorrido por las principales señales de nuestro lenguaje corporal para que cuando nos relacionemos con los demás seamos capaces de descifrar qué nos dicen con su cuerpo.

Señales de confianza

Al observar a otras personas, se pueden identificar algunos signos y señales que delatan si se sienten seguros o no; para ello debes de buscar los siguientes signos de confianza:

  • El contacto con los ojos debe de ser directo y mostrando una cara sonriente.
  • La postura debe de ser de pie y con los hombros hacia atrás.
  • Los gestos con las manos y los brazos deben de seguir a sus palabras.
  • El discurso debe de ser lento y claro, y el tono de voz debe de ser moderado.

“Lo más importante de la comunicación es escuchar lo que no se dice”

-Peter Drucker-

Señales de defensa

Algunos de los signos comunes de la comunicación no verbal que nos indican que la persona con la que estamos hablando se encuentra a la defensiva o quizás un poco molesta o demasiado erguida en su postura son:

  • Los ojos de tu interlocutor mantienen poco contacto contigo o están abatidos.
  • Apenas muestra expresiones faciales.
  • Los gestos de las manos o brazos gestos son pequeños y se realizan cerca de su cuerpo.
  • El cuerpo está físicamente lejos de ti.
  • Los brazos están cruzados delante del cuerpo.

Si sabes recoger estas señales, se puede modificar lo que dice o cómo lo dice la otra persona. Y si eres tú el que se siente a la defensiva, puedes tratar de controlar tu propio lenguaje corporal, para asegurarte de que los mensajes que estás transmitiendo te muestran abierto y receptivo al tema que se trata.

Señales de que la otra persona miente

“¿Quieren saber el tamaño de una mentira? Es muy fácil, midan el largo de la explicación por el ancho de la excusa”

-Anónimo-

Si eres capaz de decir si una persona está mintiendo o no, te situará en una buena posición. Algunos de los signos y señales de la comunicación no verbal que indican que una persona está mintiendo incluyen los siguientes:

  • Ojos que mantienen poco o ningún contacto con tus ojos, o incluso puede haber movimientos rápidos de los mismos.
  • La mano o los dedos se colocan frente de la boca al hablar.
  • Físicamente su cuerpo está colocado lejos de ti y pueden existir gestos inusuales.
  • Respiración acelerada.
  • Cambios del color del cutis, como cara o cuello enrojecidos.
  • Aumento de la transpiración.
  • Cambios en la voz, en el tono; puede tartamudear y carraspear.

Es importante que tengas en cuenta que los aspectos que te indicamos en este artículo son generales y que hay muchos otros que pueden depender de la persona o del contexto en el que te encuentres.

Publicado en La Mente es Maravillosa. Post original aquí.

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