Los desafíos de la horizontalidad en el liderazgo

Por Felipe Landaeta Farizo

Las relaciones laborales han ido cambiando, y cada vez más vemos y encontraremos jefes y líderes que se muestran cercanos a sus colaboradores. Sin embargo, hay elementos cruciales de la horizontalidad relacional que es importante revisar y sobre los que hay que reflexionar.

La horizontalidad es una conquista existencial, es un logro de reconocernos intrínsecamente iguales, sin embargo en la forma esto tiene más que ver con la cercanía y amabilidad en el trato.

A pesar de la horizontalidad, el jefe sigue siendo el jefe. Esta el caso del jefe que olvida que sigue siendo el jefe, y que trata a los demás sin pensar que el hecho de ser jefe va acompañado de poder sobre otros. En este sentido puede que en la horizontalidad mal entendida el jefe tutee, garabatee, o haga un chiste acerca de un “compañero” de trabajo. Pero, acaso hemos visto que un subalterno le responda al jefe en los mismos términos, o que le diga al jefe el Lunes por la mañana “¿Y cómo te fue en el carrete?”, “ya viene el guatón llegando tarde”, o algún chilenismo (“hola po hue… como andai?”). Por más horizontal que sea la relación, el jefe tiene más poder y el trato no vas a ser nunca de igual a igual en el trabajo.

La horizontalidad es una conquista existencial, es un logro de reconocernos intrínsecamente iguales, sin embargo en la forma esto tiene más que ver con la cercanía y amabilidad en el trato como viene diciendo hace varios años el psicólogo organizacional Ignacio Fernández (en “GPS Interior” y “Felicidad Organizacional”). La horizontalidad no tiene relación con la libertad para decir y hacer cualquier cosa.

Hace un tiempo me contó una mujer que iba a una reunión a otra región con su jefe: “nos vamos a quedar en la casa de una de sus tías en el sur”. Quedé helado frente a esa confesión. “¿Qué opina tu pareja sobre esto?”, pregunté. Me comenta que no le había contado, que “para qué”, “si es algo normal en ese trabajo” porque el jefe era “súper cercano”. Luego de una conversación tomó consciencia que se trataba de un jefe que confundía los límites y que constantemente tenía conductas de acoso laboral, decidió enfrentarlo y denunciarlo.

La percepción de si mismo no siempre es la real. Hay jefes y líderes que se definen como horizontales, y usan esto como un “caballito de batalla”. “Yo soy horizontal, y aquí se trabaja de esa manera”, me contaba una persona. A la vez, me comentaba que un informe había arrojado que sus colaboradores no percibían esto sino que lo contrario. Los comentarios en torno a este tipo de ejercicio de liderazgo incluyen: “usa su cercanía para agradar”, “cuando quiere algo se hace el simpático”, “se aprovecha para saltarse los conductos regulares, por ejemplo escribe por whatsapp asuntos que debiesen conversarse cara a cara”, “me revisa las redes sociales, lo sé porque me hace comentarios al respecto”, “es un m… sonriente”, “pasivo-agresivo”, “me hace cariño con una mano, con la otra me golpea” y un largo etcétera.

Para el ejercicio del liderazgo tan importante como las propias convicciones, la propia visión, propósito y sentido, son las percepciones que los otros tienen de mi. Si la gente que me rodea se siente pisoteada, maltratada, pasada a llevar por mi forma o por “algo” de lo que hago en mi liderazgo, es una llamada a la revisión personal. Algunas personas me han dicho “prefiero un jefe caradura que uno que se haga el cercano pero que al final me ca…”. El llamado es a la coherencia, porque la horizontalidad parte de convicciones interiores y luego se lleva a las formas. No se trata de conductas a realizar carentes de sentido profundo, sino que la encarnación de mayor grados de integración donde todos ganan, donde importan las formas y los fondos, los procesos y los resultados, se trata de un camino más balanceado, donde importa lo de adentro y lo de afuera, lo que yo percibo y lo que los otros perciben. La horizontalidad por tanto es en la relación, no es una creencia.

Publicado en RH Management. Post original aquí.

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Liderar desde la certeza… de la incertidumbre

Por Felipe Landaeta Farizo

Vivimos en una cultura que (sobre) valora la certeza. En el ámbito del liderazgo esto es más

que claro, conocido y lugar común. Es uno de los temas que los ejecutivos y personas en cargos de liderazgo asumen en privado: ¿Qué dirían de mi si reconozco que no sé? ¿Qué opinaría mi jefe o mi equipo si reconozco que no tengo la respuesta?. Esta es una tremenda encrucijada.

¿Cuántas veces las personas en sus trabajos inventan una respuesta, o dicen que saben cuando en realidad no? ¿Conoces casos en que alguien de tu trabajo (o tu mismo) no reconociste no saber y esto generó un problema mayor?. Este asunto está basado en un nivel con la confianza: confianza en poder reconocer que “no sé”, confianza en que asumir no saber no tendrá un efecto negativo, confianza en que mi reputación no se va a dañar por juicios, descalificaciones, o malas evaluaciones por el simple hecho de no saber.

Pero más allá de la confianza me pregunto ¿cuántos problemas tienen su origen en que una parte está (demasiado) segura de tener la razón o de estar en lo cierto?

El asunto de “estar seguro” es en muchos casos el problema más que la solución. En el ámbito de la creatividad, la innovación, la investigación, el desarrollo de nuevos productos, servicios, líneas de negocios, siempre nos adentramos en un borde semi- conocido y semi-desconocido. En esta aventura la única certeza es que nos adentramos en terrenos inciertos, esto es al mismo tiempo una amenaza y una oportunidad. Amenaza porque muchas veces sabemos donde comenzamos, pero no dónde terminamos. El saber acotar los tiempos, tener foco, saber converger cuando la divergencia es lo atractivo es clave para optimizar recursos y alcanzar alguno de los objetivos planteados.

Por otro lado es una oportunidad: oportunidad de desarrollar nuevas competencias, descubrir nuevos horizontes, encontrar un mundo de oportunidades, nuevos océanos o mercados hasta ahora desconocidos. La exploración de nuevos bordes además invita a la combinación, el “efecto Medici” como lo llama Frans Johansson: la capacidad para intersectar teorías, modelos o maneras que son diferentes para crear y hacer surgir algo novedoso, original, creativo y tal vez innovador.

Liderar desde la certeza de la incertidumbre requiere un trabajo personal: aprender a liderar la propia vida con las incertidumbres y desafíos que ella trae. La vida interior está llena de desafíos, muchos de ellos surgen asociados a las etapas vitales que nos toca vivir. Otros desafíos que acompañan al liderazgo son las preguntas sobre el bien, el mal, la ética, el lugar desde el cuál se toman las decisiones, y también cómo abordo la incertidumbre, la existencia de información deficiente o escasa, y cómo navego en aguas inciertas. La gestión emocional es clave para que la incertidumbre en lugar de agobiar a mi equipo sea un fuego que inflame y motive aún más a quienes se aventuran a lo desconocido.

Producción RH Management.

Publicado en RH Management. Post original aquí.

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