Estupidez funcional como estrategia para producir humanos autómatas

Por Isabel Soria del Río (@Isabelsoriar)

Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda.

Martin Luther King

A medida que me hago mayor y voy trabajando más y más, no deja de sorprenderme el como en una sociedad inundada de personas altamente cualificadas y de empresas que pueden permitirse contratar personas tan bien preparadas, la empresa está plagada de borregos que ejecutan decisiones cuando menos estúpidas e incomprensibles y lo peor, que las aceptan y las ejecutan sin rechistar.

Por suerte, en medio de mis cavilaciones, me he “tropezado” con un magnífico artículo científico titulado: “A Stupidity-Based Theory of Organizations” (Una teoría basada en la estupidez de las organizaciones), escrito por Mats Alvesson, profesor de la School of Economics and Management (Lund University, Suecia), y por Andre Spicer, profesor de comportamiento organizacional en la Cass Business School (City University of London) En el artículo los autores desarrollan un concepto súper interesante denominado: La Teoría de la Estupidez Funcional.

¿Qué es la estupidez funcional?

La estupidez funcional es una forma de gestión promovida por las organizaciones que consiste en eliminar la reflexión crítica de los trabajadores. Consiste en hacer que los trabajadores se centren en sus tareas con cierto entusiasmo y no se cuestionen ni reflexionen sobre nada más allá.

Para los autores la estupidez funcional surge de la interacción entre:

– La falta de voluntad y

– La incapacidad para comprometerse con la reflexividad, es decir, un cierre parcial de la mente, la congelación del esfuerzo intelectual, un enfoque reducido, y la ausencia de solicitudes de justificación.

¿Es beneficiosa para las empresas la Estupidez Funcional?

Curiosamente esta forma de gestión permite que las empresas (al menos a corto plazo) funcionen mejor y sean más operativas. Parece ser, según los autores del estudio, que las empresas podrían estar fomentando este tipo de “Stupidity Management” que a corto plazo parece ser muy productivo. El obrar de esa manera permite, a quien ejerce el poder, no detenerse en dar explicaciones y suele conseguir que las compañías funcionen en su día a día.

En el artículo los autores argumentan de forma extendida cómo, la estupidez funcional, no solo coexiste con la buena praxis organizacional, sino que es capaz de presentar beneficios, a corto plazo, tanto para las organizaciones como para los individuos.

Por supuesto, esta forma de gestión eficiente a corto plazo, es muy perjudicial a medio y largo plazo. Los autores la califican de aberrante, ya que las empresas que aplican esta forma de gestión están jugando con un arma de doble filo: al hacer que los trabajadores se concentren solamente en sus respectivas tareas corren el riesgo de que estos profesionales no identifiquen los problemas internos de la compañía o, que pese a conocerlos, no se impliquen en corregirlos, pues no los sienten como propios.

La Estupidez Funcional, según Alvesson y Spicer, se ejerce en las empresas basándose, entre otras cosas, en la economía de persuasión, lo que implica manipulación, control y bloqueo de la comunicación, ejercicios de poder, gestión desde la estupidez, autolimitación de la reflexión y un largo etcétera.

Los autores explican que los líderes de las empresas no quieren que los trabajadores piensen demasiado profunda y críticamente acerca de las cosas, porque esto lleva su tiempo, puede crear conflictos, amenazar a las jerarquías establecidas y, a menudo, conducir a puntos de vista divergentes. Todo esto es visto como muy ineficiente en el corto plazo. Así que para que el trabajo se haga bien y para que dejen de sacudir las estructuras de poder, bloquean la acción comunicativa.

Como los propios autores reconocen, con esta forma de gestión se produce una peligrosa paradoja, pues la reflexión crítica es fundamental para superar y prevenir las crisis. La no reflexión y la exclusión de esa práctica tan saludable, que fomenta unas relaciones sin fricciones y proporciona un sentimiento de confianza y seguridad incierto, mata a la larga el conocimiento, la creatividad y proporciona estrechez de miras, pero como consigue resultados a corto… pues no se plantea nada más allá. Lo interesante de contratar “estúpidos funcionales” Con respecto al interés de contratar o fomentar “estúpidos” en las organizaciones, es interesante lo que dice Ovidio Peñalver, socio director de Isavia y autor del libro: Emociones Colectivas. Peñalver asegura que hay un tipo de estúpidos que pueden ser mantenidos en cualquier organización si en el fondo no se desea que cambie nada en ella, pues “su presencia te asegura que nada va a variar. Un profesional con talento puede ser molesto.

Genera cambios, pide más, propone ideas… Cuando alguien no es precisamente brillante, lo cierto es que no molesta. No tiene iniciativa, ni buenas ideas. Estos profesionales son buenos mantenedores y en este sentido pueden jugar un papel útil en una organización”.

Para concluir:

Pues visto lo anterior, me puedo explicar mejor el porqué existe y se fomenta el borreguismo en las organizaciones. Es triste, pero como por desgracia parece que a corto funciona, ¡pues todos alineaditos y a caminar…!

Como de estupidez hemos hablado y para concluir este artículo, me gustaría hacer referencia a un ensayo de Carlos M. Cipolla, profesor emérito de Historia Económica en Berkeley, sobre Las Leyes Básicas de la Estupidez Humana. El autor nos cita Cinco Leyes de la Estupidez, que son simplemente geniales:

1ª Ley. Siempre subestimamos el número de gente estúpida.

a) Personas que habíamos pensado que eran racionales e inteligentes, repentinamente resultan ser estúpidas sin lugar a dudas.

b) Todos los días nos vemos afectados en cualquier cosa que hagamos por gente estúpida quienes invariablemente se aparecen en los lugares menos apropiados.

2ª Ley. La probabilidad de que una persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la persona.

3ª Ley. “La Ley de Oro”. Una persona estúpida es alguien que ocasiona daño a otra persona, o a un grupo de personas, sin conseguir ventajas para ella misma, o aún resultando dañada.

4ª Ley. La gente no estúpida siempre subestima el poder de causar daño de la gente estúpida. Constantemente se les olvida que en cualquier momento, y bajo cualquier circunstancia, el asociarse con gente estúpida invariablemente constituye un error costoso.

5ª Ley. Una persona estúpida es la persona más peligrosa que puede existir. Es de conocimiento común que la gente inteligente, sin importar lo hostiles que puedan ser, son predecibles, mientras que las personas estúpidas no lo son.

Fuentes:

A Stupidity-Based Theory of Organizations. Mats Alvesson y Andre Spicer. Journal of Management Studies

Por qué fracasan las empresas si las dirige gente tan inteligente. Esteban Hernández. El Confidencial.com.

Beneficios de ser un estúpido en el trabajo. Tino Fernández. Expansión.com

El poder de la estupidez. Uxue Mendizabal. http://www.ahrt.eu/

Ecoportal.net

Inspiring Benefits

http://blog.inspiringbenefits.com/

Publicado en Ecoportal. Post original aquí.

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